Revista Herencia, vol 2

Herencia
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Jorge Matamala
Hombre, puro hombre
En sus pectorales marcados guarda su machismo incontrolable
El hombre, el puro hombre, el hombre puro
El que en la calle se voltea para silbar a la mina que pasa
Moviendo el trasero voluptuoso y sus pechos inagotables.
Ese hombre no soy yo, un puro hombre, un hombre puro,
Soy el que se ríe escuchando los conciertos de piropos
Que sueltan los maestros y los rubios o negros musculosos
A ella, la negra, la mulata, la guachita, la mamurri que les mueve el pelo
Y el culo para que más le griten.
Y se hacen las ofendidas, las que no pescan, pero saben que
Les gusta, porque aumenta su ego.
Y así son ellos y se contentan, los hombres puros,
los boca suelta, minos calientes.
En sus manos grandes, en su calzado 43 y más
Estos hombres guardan la estrategia para acecharlas
Y convencerlas a las locas tontas e invitarlas a un motel
O a un mirador en el cerro.
No soy uno de ellos, aunque me gustaría, ¿por qué no gritarles y piropearlas, invitarlas a salir, decirles que
están ricas, que son bonitas, que me gustan, que las quiero?
Y soy menos hombre, menos macho, para ellos,
Pero la cortesía no quita lo valiente.
Y me considero un hombre puro, puro hombre
Sin pectorales, manos grandes, calzado 43
Y sin blablá para engrupirlas.
No quiero todo eso, si las tengo a ellas
Como amigas y las respeto, las quiero y las cuido.
Porque siendo un menos hombre se adquiere lo sensible, lo sutil y lo amanerado,
Aunque no se quiera.
Todos ellos, unos hombres, los machos, los recios
Yo, un caballero, un hombre puro, puro hombre.
Jorge Matamala