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Revista Herencia, vol 2

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<strong>Herencia</strong><br />

106<br />

Minuto a minuto<br />

Miguel Bargetto<br />

Y cuántos han matado en nombre de su Dios<br />

(GIT, Buenas noches, Beirut)<br />

New York like a Christmas’ tree<br />

(U2, Angel of Harlem)<br />

6:10<br />

El despertador sonó ruidosamente. Se levantó<br />

lentamente después de sacarse la modorra<br />

del cuerpo dándose un par vueltas en la<br />

cama. La televisión pasaba furiosamente videoclips<br />

de músicos desconocidos que cantaban en dialectos<br />

ininteligibles para su oído.<br />

En el baño, se miró la cara y vio que era necesaria<br />

una buena afeitada, pero luego la descartó por el solo<br />

hecho que por el destino de viaje, nadie le reprendería<br />

el no haberlo hecho. Eso sí, se lavó sus vergüenzas y<br />

los dientes. Por mucho que fuera un viaje breve, nada<br />

debería atentar contra su prolija higiene corporal.<br />

Luego de haberse vestido, tomó el pasaje aéreo,<br />

su visa, absolutamente legal, al igual que su pasaporte.<br />

Revisó cuidadosamente que la llave del gas de la<br />

cocina donde había hervido una taza de amargo café<br />

negro estuviera cerrada y que ningún grifo de agua<br />

hubiera quedado chorreando.<br />

7:00<br />

Le costó echar a andar la motocicleta comprada<br />

el mes anterior, básicamente porque no se acostumbraba<br />

a arrancarla con el sistema de palanca (se había<br />

acostumbrado a las de sistema electrónico que tenía<br />

uno de sus amigos). Se colocó el casco y se dirigió<br />

al aeropuerto a una velocidad acelerada, puesto que<br />

debería estar allí cerca de las siete treinta. Se dirigió<br />

por una calle expedita hasta empalmar a la carretera.<br />

Allí se dedico a acelerar el vehículo suavemente para<br />

sentir como la velocidad le calaba las piernas. Alcanzó<br />

las 88 MPH.<br />

7:26<br />

Llegó al aeropuerto y dejó la motocicleta en cualquier<br />

lugar, puesto que si lo infraccionaban por estacionar<br />

en un lugar prohibido, tendría abogados que lo<br />

defenderían bien en la corte. Hizo acceso a Policía<br />

Internacional y mostró su documentación. Luego,<br />

hizo fila en la línea verde que tenía un banner que<br />

decía NOTHING TO DECLARE.<br />

- ¿Your equipment, mister?<br />

- Is it, dijo en un inglés con evidentes aspiraciones<br />

fonéticas.<br />

Y mostró un ridículo bolso con dos camisas, un<br />

pantalón y un par de calcetines.<br />

Luego de leer las instrucciones sobre el comportamiento<br />

en vuelo, sobre cómo reaccionar en caso de<br />

enfermedad de algún pasajero o de ataque terrorista,<br />

hizo acceso a la clase turista y tomó posesión de su<br />

asiento, en la ventanilla, justo al lado del ala derecha<br />

del avión.<br />

8:34<br />

No pudo de dejar de sentir una leve sensación de<br />

náuseas al momento en que la proa del avión se irguió<br />

para alzar el vuelo. La goma de mascar que le<br />

había dado antes una hermosa azafata de ojos verdes,<br />

no había servido de nada para contrarrestar el efecto<br />

gravitacional del despegue.<br />

Para olvidarse de su malestar empezó a recordar<br />

lo que le habían enseñado desde niño: su Dios siempre<br />

protege a los que ama y si él lo amaba con todo su<br />

corazón y todas sus fuerzas, su Dios jamás lo abandonaría,<br />

no importara la empresa que realizara. Pensó<br />

en que siempre habría un paraíso para los fieles y que<br />

en Infierno esperaría gustoso a los infieles y a los criminales<br />

que renegarán de su verdadero Dios.<br />

Mientras pensaba eso, una vez más la aeromoza<br />

de ojos verdes le habló diciéndole si gustaba beber<br />

algo. Pensó en pedir una bebida alcohólica fuerte,<br />

pero desistió porque otra de sus enseñanzas de niño<br />

era que debía mantenerse despierto y consciente en<br />

todo momento, puesto que la ira de su Dios se podría<br />

manifestar en cualquier momento. Finalmente,<br />

le dijo a la aeromoza que le trajera una botella de<br />

agua mineral sin gas.<br />

9:00<br />

Se levantó de su asiento porque sintió ganas de<br />

orinar. Fue al baño y descargó su vejiga placenteramente.<br />

Cuando se dirigía hacia su asiento, vaciló un<br />

momento y con la mirada, recorrió a todos los pasajeros.<br />

En ese momento vio cómo nueve personas más<br />

saltaron de sus butacas como resortes y gritaron fuertemente<br />

¡HOY ES EL DÍA DE GLORIA! Y como<br />

un rayo, tres de los nueve se abalanzaron contra tres<br />

aeromozas, uno profería cosas inentendibles para los<br />

demás pasajeros, pero sumamente claras para él. Los<br />

Miguel Bargetto

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