Tenango del Valle - Revista Personae

La principal tarea del próximo presidente de México es consolidarse como factor
de unidad y lograr el desarrollo del país. Algo así como dicen los economistas y los
ecologistas: un desarrollo sustentable, es decir lograr la prosperidad de
las instituciones, de la población y en general de todos los mexicanos y que esta
prosperidad se refleje en la economía y en la preservación del entorno ecológico.
Pero deberá ser rápido. Que se vea y se sienta en los hogares, en sus mesas, en
sus refrigeradores, en sus guardarropas, en su cultura y en cada uno de los miembros
de las familias. ¡Un gran reto! Pero, ¿y como lograrlo?
El punto es ambiguo por -complicado y sencillo. Complicado porque ¿cómo
podrá o podría un gobernante reflejar los resultados de sus decisiones y de su tarea
pública, en los hogares de sus gobernados? La respuesta es sencilla: -Sólo
requiere de resolución, voluntad política, determinación y
ganas de lograrlo.
Pero ¿cómo podrían reflejarse, benéficamente, todas las acciones del gobernante
en la vida de las familias?: -Bueno. El punto es, que si en una familia, el padre, la
madre, los hijos mayores –digamos la mayoría de sus miembros en edad de trabajar-
tienen empleo, es obvio que se reflejará en la calidad de vida de la familia: en la
mesa, el refrigerador, guardarropa y en el bienestar en general.
De ahí, es obvio también que si los pequeños de la familia pueden iniciar su
formación académica y los hermanos mayores titularse en alguna rama profesional,
técnica o científica, sin la sombra del vivir al día y ¿mañana qué?,
o con la incertidumbre de la carencia de útiles y libros, amén
de lo más elemental, entonces, el país y las decisiones de los gobernantes
estarán por el camino correcto. Ello significaría ahorro monetario y de tiempo,
consecuentemente de armonía social.
Ese gobernante deberá invertir fuertemente en la preparación docente y en la
investigación científica y tecnológica. Deberá velar por el Estado de Derecho, en la
protección de las personas y su patrimonio. Dinamizar las burocracias improductivas,
perezosas y corruptas, blasón de involución social, causantes del rezago administrativo,
y reflejo del retraso familiar en todos los órdenes.
Tal rezago contamina a las familias –porque es al mismo tiempo causa y efecto
de lo indeseable en la sociedad- y las impulsa hacia la connivencia corruptorcorrupto,
y por ello descuidan la vigencia y actualización de documentos vitales,
tales como las facturas y escrituras de bienes muebles e inmuebles; certificados escolares;
recibos legales por pago de renta de casa habitación; todos ellos, documentos
Por eduardo Sadot figueroa
sadot@webtelmex.net.mx
Los Retos del
Presidente Electo
que antes o después se transforman en dinero que se integra a la economía de la
nación. Porque el pago puntual de obligaciones (impuestos) tiene un valor; porque
en su trámite se invierte tanto en el servidor público como en el interesado: tiempo,
salario, gasto de operación administrativa, transporte, alimento, vestido, calzado y
lo demás que usted considere.
Todo ello sumado como inversión desperdiciada, por supuesto que tiene efecto
negativo en la economía del país.
Pero si no decide revertir estas condiciones y actitudes
indeseables. Si, por el contrario, en el pequeño laboratorio
del hogar se siguen apreciando las ingentes carencias. Si
los grandes problemas de: la inseguridad –incluido todo el
sistema policial y de administración de justicia-; lo laboral,
lo social -los servicios básicos como el Transporte Público,
porque es indudable que el hecho de que cada uno de los
miembros de la familia viajen en coche, metro o microbús, es
un reflejo irrebatible de la economía y el bienestar familiar,
hoy por hoy en deplorables condiciones, tanto en la capital
del país como en todas las ciudades de la República.
Así, el reto del presidente electo, sin importar el color de su bandera ideológica,
-aquí deja de ser como otrora lo fue “¡El primer militante y jefe supremo del partido
y protector a rajatabla de sus correligionarios!” –es saber que su obligación, su deber
constitucional, es velar por todos y cada uno de los mexicanos, sea de izquierda
radical o derecha obnubilada.
Ahora, debe empezar a invertir (en presente, no en futuro) en infraestructura;
en la creación de un verdadero Sistema de Formación Ciudadana, para que en
escuelas, universidades, tecnológicos, centros de investigación científica, se formen
los mexicanos que deben salir al mundo globalizado a competir de tú a tú con los
mejores, pero con una tecnología de punta propia, haciendo uso de una verdadera
economía del conocimiento.
Cumpliendo tales condiciones, para ese gobernante le será fácil –en un futuro
cercano- estimular la inversión para crear más empleos, para aumentar la producción
manufacturera, impulsar las exportaciones con productos de alta calidad para captar
divisas fuertes y luego –y sólo después de esto- redistribuir la riqueza que habrá
creado. Antes de esto, ¡imposible! Si no lo hace así, las diferencias sociales nos llevarán
de la mano al fracaso o algo peor.
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