Tenango del Valle - Revista Personae

¿Qué
tanto
sabes de
sexo?
POR aquileS Medellín Silva
¿Qué implicaciones tiene para los derechos de la mujer y el cuerpo femenino la
reciente victoria electoral del partido palestino Hamas? En algunas versiones de
la religión islámica, a los hombres que mueren se les promete que en el cielo les
aguardará una multitud de “vírgenes”.
Hamas apoya un programa social basado en “una estricta interpretación
del Islam” y otro político, conservador. Aunque, antes de la muerte
de Arafat el partido ya era conocido por sus programas de apoyo social: procuraba
alimentos y otros tipos de ayuda a muchas familias palestinas.
Pero que la igualdad de la mujer no conste (nunca constó) en su
ideario es un desalentador augurio. El Islam dicta el sometimiento de
las mujeres en forma brutal, descarada y descarnadamente:
cancela su derecho sexual, y las que no lo acepten estarán
condenadas a la desaprobación, al castigo y a la exclusión.
En Occidente, actitudes como ésta pululaban 50 años atrás. Aún perduran secuelas.
Recordemos que entre los talibanes afganos y otros, las mujeres
solteras que tenían relaciones sexuales o se embarazaban
fuera del matrimonio eran condenadas a muerte por lapidación.
¡A los hombres no les pasaba nada!
Tampoco las casadas sin hijos están seguras en tal situación, pero no podemos
reírnos de ideas tan obtusas, también, hace 50 años, los occidentales prohibíamos
que las chicas tuvieran experiencias sexuales antes del matrimonio, en tanto, los
varones podían dar rienda suelta a su libido.
Doble moralidad evidente, hipocresía supina, los: “qué dirán”; “¡válgannos
Dios, qué vergüenza!”; “¡Has deshonrado nuestro
apellido!” etcétera, debido a lo cual, los Clubes de Virginidad se multiplican,
cuya verdadera idea es pertenecer a un supuesto club de elite que les dé aire
de superioridad por aguantarse. (¿What?)
Pero claro que estos Clubes de Virginales Damitas son represores
de la sexualidad femenina, porque fueron ideados por los líderes, guías
o caciques de las sectas o iglesias mojigatas y difundidos por medios de comunicación
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de su propiedad, aunque ellos mismos lleven una vida doble: la libertina y la otra.
Es baladí la afirmar que la mujer tiene el derecho de ejercer su sexualidad cuando
lo desee, antes, dentro o fuera del matrimonio según sus circunstancias. Llevarla a
cabo plenamente debe hacerla sentir orgullosa como función y don maravilloso.
No debe avergonzarse de ello, sino cancelar el atavismo de que: “las mujeres
honestas no lo hacen”.
La virginidad no es condición de pureza, ni el sexo es delito o pecado. Su ejercicio
nada tiene que ver con la deshonra del apellido. El sexo ha sido vulgarizado, secuestrado,
tanto por las doctrinas de derecha, como por el libertinaje de la izquierda. La
derecha disfraza la abstención como condición de moralidad. La izquierda lo libera
arbitrariamente del compromiso con la pareja: el afectivo-ético o el del estado civil:
“puedes hacer lo que quieras”.
Ambos se equivocan. La izquierda, al considerar el sexo como instrumento
de la libertad de expresión, ha prohijado cuantiosas manifestaciones sexuales
pornográficas, vulgares y misóginas que confunden y pervierten a las nuevas
generaciones. Los fundamentalistas, islámicos o cristianos, en favor de la “pureza
sexual”, escandalizados, tratan de atajar con represión esa inundación pornográfica,
pero también confunden.
Ambas posturas propician a su vez que en los medios impresos y electrónicos
se explote la sexualidad femenina para vender productos en todo el mundo, como
muestra del ¡estilo de vida occidental!
Acabemos: no puede acatarse la tradición islámica o cristiana de: “el Pecado
Original cometido por Eva”, tampoco el libertinaje producto de la
inconciencia. El sexo es muchísimo más que tema de chistes mal informados o de
comedia carente de ingenio.
Existe un camino mejor hacia el ejercicio pleno y maravilloso del sexo. La vía
intermedia, por la cual la mayoría de las personas –de acuerdo a sus circunstancias,
moralidad y orientación profesional- debe diseñar su propia metodología sexual
Esta es, me parece, una dirección fructífera que a futuro podría beneficiar a la
sociedad.