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Gorki Máximo - Dias De Infancia.pdf - Biblioteca Revolucionaria

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Librodot Días de <strong>Infancia</strong> <strong>Máximo</strong> <strong>Gorki</strong><br />

Capitulo VI<br />

En la primavera, mis dos tíos se establecieron por su cuenta. Jacobo se quedó en la<br />

ciudad y Mijailo puso una tintorería nueva en el arrabal, al otro lado del río. El abuelo<br />

compró una gran casa de alquiler en la calle del Campo, con una taberna en la recia<br />

planta baja, un cuartito, pequeño y cómodo, en el frontis, y un jardín que bajaba hasta<br />

un barranco. Abajo crecían tupidas mimbreras, de varas largas y peladas.<br />

-Eh, qué magníficas varas -me dijo el abuelo, guiñando alegremente el ojo, cuando,<br />

al visitar la finca, recorrió conmigo los blandos caminitos del jardín, recién bañados<br />

de rocío-. Ahora pronto vas a empezar a leer, y entonces podremos usarlas.<br />

La nueva casa estaba alquilada, y sólo en el piso superior se había reservado el<br />

abuelo un cuarto, que, al mismo tiempo, servía de cuarto de huéspedes, al paso que la<br />

abuela habitaba conmigo la habitacioncita del desván. La ventana de éste daba a la<br />

calle, y cuando me asomaba al alféizar veía cómo las noches o los días de fiesta salían<br />

los borrachos de la taberna, recorrían aullando la calle y acababan por caerse. A veces<br />

los tiraban delante de la puerta como sacos. Pugnaban por volver a entrar, y había<br />

alboroto y gritos; las bisagras de la puerta rodaban y crujían, y empezaba una<br />

trapatiesta general, que era muy divertido observar desde arriba. Mi abuelo se iba,<br />

desde la mañana temprano, a los talleres de los hijos, para ayudarles en la instalación,<br />

y no volvía hasta la noche, deprimido y rabioso.<br />

La abuela lavaba o cosía, trabajaba en el jardín o en el huerto y daba vueltas todo el<br />

día, como una peonza gigantesca impulsada por una cuerda invisible; tomaba rapé y<br />

estornudaba, y decía, secándose las perlas de sudor del rostro:<br />

-¡Por el bien de todas las gentes honradas, por todos los siglos de los siglos! Ahora,<br />

Alioscha, pichoncito mío, ahora sí que llevamos una vida hermosa y tranquila. ¡Loor<br />

y gracias a Ti, reina del cielo, por haberlo cambiado todo tan venturosamente!<br />

Pero a mí no me parecía que nuestra vida fuese tan tranquila. <strong>De</strong>sde que amanecía<br />

hasta el anochecer corrían sin cesar por la casa y el patio las mujeres de los inquilinos.<br />

Además, acudían también diversas vecinas. Todas andaban atropelladamente, tenían<br />

prisa y, sin embargo, llegaban tarde; todas tenían sus manías especiales, proferían<br />

ayes y "ohes" y corrían en pos de la abuela: "¡Aquilina lvanovna!".<br />

Y para todas tenia la misma sonrisa amable y las mismas dulces atenciones Aquilina<br />

Ivanovna, que, después de introducirse el rapé en la nariz con el pulgar y de limpiarse<br />

cuidadosamente pulgar y nariz con el pañuelo de cuadros rojos, daba sus consejos.<br />

-Contra los piojos, hija mía, no hay nada mejor que bañarse a menudo y tomar vahos<br />

de menta piperita; si se meten debajo de la piel, se toma una cucharada grande de<br />

enjundia de ganso pura, una cucharada pequeña de sublimado y tres gotas de<br />

mercurio; se mezcla todo, agitándolo siete veces con un pedazo de tiesto de barro y ya<br />

está lista la pomada. Si se usa para mezclarla una cuchara de madera o de hueso, el<br />

mercurio se pierde, y la plata y el cobre no se deben emplear nunca, porque son<br />

demasiado peligrosos.<br />

A veces, ponía cara pensativa y decía:<br />

-No quisiera darle a usted ningún consejo, madrecita; más vale que vaya usted al<br />

monasterio de la cueva, al virtuoso ermitaño Asaf.<br />

Prestaba servicios de comadrona; arreglaba disputas de familia; curaba a los niños;<br />

hacía que las mujeres de la casa se aprendieran de coro el "Sueño de la Madre de<br />

Dios", que diciéndolo traía la suerte, y daba toda clase de datos de economía casera:<br />

-El pepino indica él sólo cuándo es tiempo de salarlo; hay que cogerlo tan pronto<br />

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