Salvatore, R A – El Elfo Oscuro 2
Salvatore, R A – El Elfo Oscuro 2
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el espíritu que lo mantenía cautivo.<br />
En su antecámara, la matrona Malicia Do'Urden sentía la lucha en el interior de<br />
su creación. En el zin-carla, el control del espectro era responsabilidad de la madre<br />
matrona que había recibido el regalo de la reina araña. Malicia debía trabajar muy duro<br />
para mantener el dominio, tenía que utilizar una sucesión de hechizos y letanías para<br />
interponerse entre los procesos mentales del espectro y las emociones y el alma de<br />
Zaknafein Do'Urden.<br />
<strong>El</strong> espectro se sacudió al percibir la intrusión de la poderosa voluntad de<br />
Malicia, sin poder hacer nada para oponerse. En cuestión de segundos, el espectro<br />
comenzó a inspeccionar la pequeña caverna que Drizzt y otro ser, probablemente un<br />
enano, habían preparado como si fuese un campamento. Hacía semanas que se habían<br />
marchado, y sin duda se alejaban de Blingdenstone a toda prisa. Lo más lógico, pensó el<br />
espectro, era suponer que también se alejaban de Menzoberranzan.<br />
Zaknafein dejó la caverna y entró en el túnel principal. Olió hacia el este, en<br />
dirección a Menzoberranzan; después dio media vuelta, se puso en cuclillas y volvió a<br />
oler. Los hechizos de localización de los que lo había imbuido Malicia no podían cubrir<br />
distancias tan grandes, pero el débil rastro que percibió el espectro fue suficiente para<br />
confirmar las sospechas. Drizzt se dirigía al oeste.<br />
Zaknafein se alejó por el túnel, sin la más mínima cojera por la herida infligida<br />
por la lanza del goblin, una lesión que habría incapacitado de por vida a un ser humano.<br />
Drizzt llevaba una ventaja de una semana, quizá dos, pero esto no representaba un<br />
inconveniente para el espectro. La presa necesitaba dormir, tenía que descansar y<br />
comer. Era un ser vivo, mortal y, por lo tanto, débil.<br />
—¿Qué clase de ser es aquél? —le susurró Drizzt a Belwar mientras observaban<br />
a la extraña criatura bípeda que llenaba cubos en la rápida corriente de un arroyo.<br />
Todos los túneles del sector aparecían alumbrados por una luz mágica, aunque<br />
Drizzt y Belwar se consideraban seguros entre las sombras de un saliente rocoso a unos<br />
cincuenta metros de la figura encorvada.<br />
—Un hombre —contestó Belwar—. Un humano de la superficie.<br />
—Está muy lejos de su casa —comentó Drizzt—. Sin embargo, parece<br />
encontrarse a gusto con el entorno. Jamás hubiese creído que un habitante pudiese<br />
sobrevivir en la Antípoda Oscura. Va en contra de todo lo que aprendí en la Academia.<br />
—Es probable que sea un brujo —opinó Belwar—. Esto explicaría la<br />
iluminación en la zona, y el hecho de que esté aquí.<br />
Drizzt miró al svirfnebli, intrigado.<br />
—Los magos son una gente muy rara —explicó el enano, como si fuese una<br />
verdad evidente—. Y, según he oído decir, los magos humanos más que cualquier otro.<br />
Los hechiceros drows buscan el poder. Sus colegas svirfneblis estudian para mejorar los<br />
conocimientos de las piedras. Pero los magos humanos..., ¡Magga cammara, elfo<br />
oscuro, los magos humanos son una panda extrañísima! —añadió el enano, con un<br />
evidente tono de desdén en la voz.<br />
—¿Cuál es el propósito que guía a los magos humanos? —preguntó el drow.<br />
—No creo que nadie haya podido todavía descubrir la razón —repuso Belwar,<br />
con toda sinceridad—. Los humanos son una raza extraña e imprevisible, y lo mejor es<br />
no meterse con ellos.<br />
—¿Has conocido a alguno?<br />
—A unos cuantos. —Belwar tembló como si el recuerdo no fuese muy<br />
agradable—. Traficantes de la superficie. Gente fea y arrogante. Piensan que el mundo