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Salvatore, R A – El Elfo Oscuro 2

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25<br />

Consecuencias<br />

La matrona Malicia ni siquiera pudo gritar su rechazo. Un millar de explosiones<br />

le machacaron el cerebro cuando Zaknafein se hundió en el lago de ácido, un millar de<br />

avisos de inminente e inevitable desastre. Abandonó de un salto el trono de piedra, y sus<br />

esbeltas manos se encorvaron como garras que intentaran atrapar en el aire alguna cosa<br />

tangible, algo que no estaba allí.<br />

Su respiración se convirtió en un jadeo ronco acompañado de sonidos guturales.<br />

Después de unos instantes en los que no consiguió calmarse, Malicia oyó un ruido más<br />

claro que el estrépito de sus propias contorsiones. Detrás de ella sonó el leve susurro de<br />

las pequeñas y malvadas cabezas de serpiente sujetas al látigo de una gran sacerdotisa.<br />

Malicia dio media vuelta y se encontró cara a cara con Briza, que la observaba<br />

con gesto duro y despiadado, con el látigo de seis cabezas de serpiente vivas en alto.<br />

—Suponía que aún me faltaban muchos años para ocupar tu puesto —dijo la hija<br />

mayor con voz serena—. Pero eres débil, Malicia, demasiado débil para mantener unida<br />

a la casa Do'Urden y afrontar las consecuencias de nuestro fracaso, de tu fracaso.<br />

Malicia quiso reírse de la estupidez de su hija. Los látigos de serpientes eran un<br />

regalo personal de la reina araña y no podían utilizarse contra las madres matronas. Sin<br />

embargo, sin saber el motivo, Malicia no tuvo en aquel momento el coraje ni la<br />

convicción para refutar las pretensiones de Briza. Permaneció como hipnotizada<br />

mientras Briza echaba el brazo hacia atrás y descargaba el latigazo.<br />

Las seis cabezas de serpiente se desenrollaron hacia Malicia. ¡Era imposible!<br />

¡Iba en contra de todos los principios de la doctrina de Lloth! Las cabezas avanzaron<br />

ansiosas, y los colmillos se hundieron en la carne de Malicia impulsados por toda la<br />

furia de la reina araña. Un dolor indescriptible recorrió el cuerpo de Malicia, que se<br />

retorció como una hoja entre las llamas, y la dejó envuelta en un entumecimiento<br />

helado.<br />

Malicia se tambaleó en el borde de la conciencia, en un intento por mantenerse<br />

firme ante su hija, dispuesta a demostrarle la inutilidad y la estupidez de seguir el<br />

ataque.<br />

<strong>El</strong> látigo chasqueó otra vez, y el suelo se alzó para engullir a la madre matrona.<br />

Malicia oyó que Briza murmuraba unas palabras, quizás una maldición o una oración a<br />

la reina araña.<br />

Después llegó el tercer azote, y las tinieblas rodearon a Malicia. Estaba muerta<br />

antes del quinto golpe, pero Briza la azotó durante un buen rato, descargando toda su<br />

furia para que la reina araña supiese que la casa Do'Urden había castigado el fracaso de<br />

la madre matrona.<br />

Cuando Dinin entró de pronto y sin llamar en la antecámara, encontró a Briza<br />

instalada en el trono de piedra. <strong>El</strong> hijo mayor echó una mirada al magullado cadáver de<br />

la madre, después a Briza, y a continuación sacudió la cabeza en un gesto de<br />

incredulidad mientras una amplia sonrisa le iluminaba el rostro.

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