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Salvatore, R A – El Elfo Oscuro 2

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vientre del espectro, otra se hundió en el cuello.<br />

Zaknafein soltó otra carcajada más fuerte, sin detener el ataque.<br />

Drizzt comenzó a luchar dominado por el pánico, con menos confianza. ¡Sus<br />

cimitarras no podían frenar a aquella cosa! No tardó en plantearse otro problema: el<br />

tiempo corría en su contra. No sabía exactamente contra qué peleaba, pero tenía la<br />

sospecha de que el monstruo no necesitaba descansar.<br />

<strong>El</strong> joven presionó con toda su habilidad y rapidez. La desesperación multiplicó<br />

su capacidad como espadachín. Belwar avanzó, dispuesto a intervenir; después se<br />

contuvo, asombrado por la exhibición.<br />

Drizzt alcanzó a Zaknafein varias veces más, pero el espectro no acusaba los<br />

efectos de las heridas, y, a medida que el joven aceleraba el ritmo, el espectro hacía lo<br />

mismo. Drizzt no podía concebir que no se enfrentaba a Zaknafein Do'Urden; reconocía<br />

cada uno de los movimientos de su padre y antiguo maestro. Nadie que no fuese él<br />

podía mover los músculos del cuerpo con tanta precisión.<br />

Drizzt retrocedió para tener un poco más de espacio y esperó pacientemente las<br />

nuevas oportunidades de ataque. Se recordó a sí mismo una y otra vez que no se<br />

enfrentaba a Zaknafein sino a un monstruo creado por la matrona Malicia con el único<br />

propósito de destruirlo. Tenía que estar preparado; la única posibilidad de sobrevivir a<br />

este encuentro era conseguir tumbar a su rival de la pasarela. Sin embargo, esta<br />

posibilidad parecía remota dada la capacidad para la esgrima que demostraba el<br />

espectro.<br />

La pasarela tenía una pequeña curva, y Drizzt tanteó con el pie para no pisar en<br />

falso. Entonces se desprendió una roca del borde.<br />

<strong>El</strong> joven trastabilló y la pierna se deslizó en el vacío hasta la rodilla. Zaknafein<br />

se abalanzó en el acto. <strong>El</strong> molinete de las espadas hizo caer de espaldas a Drizzt, y el<br />

drow quedó atravesado en el puente, con la cabeza colgando sobre el lago de ácido.<br />

—¡Drizzt! —chilló Belwar, llevado por la desesperación. <strong>El</strong> enano echó a correr,<br />

aunque no tenía ninguna oportunidad de llegar a tiempo o de derrotar al monstruo—.<br />

¡Drizzt!<br />

Quizá fue el nombre de Drizzt, o tal vez sólo fue el momento de matar, pero la<br />

conciencia anterior de Zaknafein volvió a la vida en aquel instante, y el brazo de la<br />

espada, listo para descargar la estocada mortal que Drizzt no podía detener, vaciló.<br />

<strong>El</strong> joven no esperó una segunda oportunidad. Lanzó un golpe a la mandíbula del<br />

espectro con la empuñadura de una cimitarra, después con la otra, y consiguió hacerlo<br />

retroceder. En un abrir y cerrar de ojos, Drizzt se levantó, jadeante y con un tobillo<br />

torcido.<br />

—¡Zaknafein! —gritó Drizzt, confuso y frustrado por las vacilaciones de su<br />

oponente.<br />

—Driz... —intentó decir el espectro.<br />

Entonces el monstruo de Malicia volvió a la carga con las espadas en alto.<br />

Drizzt rechazó los golpes y se apartó. Podía sentir la presencia de su padre; sabía<br />

que el verdadero Zaknafein se encontraba encerrado en esta criatura, pero ¿cómo podía<br />

liberar su espíritu? Era evidente que no podía resistir mucho más este ritmo de combate.<br />

—Eres tú —susurró Drizzt—. No hay nadie más capaz de luchar con tanta<br />

maestría. Zaknafein está aquí, y Zaknafein no me matará.<br />

<strong>El</strong> joven tuvo un presentimiento, una idea en la que necesitaba creer.<br />

Una vez más, la verdad de sus convicciones se sometieron a una prueba terrible.<br />

Drizzt envainó las cimitarras.<br />

<strong>El</strong> espectro rugió. Sus espadas iniciaron una danza mortal y hendieron el aire<br />

amenazadoras, pero Zaknafein no atacó.<br />

—¡Mátalo, mátalo! —vociferó Malicia exultante, convencida de que tenía la<br />

victoria al alcance de la mano.

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