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Salvatore, R A – El Elfo Oscuro 2

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plataforma y bajó la escalera, sólo oyó el eco estruendoso de las puertas al cerrarse.<br />

Tembló al mirar hacia los túneles de la Antípoda Oscura, y se preguntó si sería capaz de<br />

sobrevivir a las experiencias que le aguardaban. Blingdenstone lo había salvado del<br />

cazador; ¿durante cuánto tiempo podría evitar que aquel otro yo le arrebatara la<br />

identidad?<br />

Pero ¿qué otra elección tenía a su alcance? Dejar Menzoberranzan había sido<br />

decisión suya y no se había equivocado. Ahora que conocía mejor las consecuencias de<br />

la elección, se preguntó si había valido la pena. Si le daban la oportunidad de repetirla,<br />

¿tendría el valor de renunciar a la vida entre los suyos?<br />

Pensó que no vacilaría en adoptar la misma decisión.<br />

Un ruido lo puso alerta. Se acurrucó y desenvainó las cimitarras, convencido de<br />

que los agentes de la matrona Malicia habían esperado el momento de la expulsión para<br />

presentarse. Unos segundos más tarde apareció una sombra, pero no era un asesino<br />

drow el que se acercó a Drizzt.<br />

—¡Belwar! —gritó complacido—. Creía que no vendrías a despedirme.<br />

—Y no lo haré —contestó el svirfnebli.<br />

Drizzt miró al capataz y advirtió la mochila que el enano cargaba a la espalda.<br />

—No, Belwar, no puedo...<br />

—No recuerdo haberte pedido permiso —lo interrumpió éste—. Hace tiempo<br />

que deseo salir en busca de aventuras y pensé que éste era el momento más apropiado<br />

para descubrir qué me ofrece el mundo.<br />

—No tanto como esperas —dijo el joven, muy serio—. Tú tienes tu gente. Te<br />

aceptan y se preocupan por ti. Es la cosa más importante que se pueda desear.<br />

—De acuerdo —asintió el capataz—. Y tú, Drizzt Do'Urden, tienes un amigo<br />

que te acepta y se preocupa por ti. Y que está a tu lado ¿Qué dices? ¿Salimos en busca<br />

de aventuras o nos quedamos aquí a la espera de que se presente esa malvada madre<br />

tuya y nos mate?<br />

—Ni siquiera puedes imaginar los peligros que nos aguardan— advirtió Drizzt,<br />

pero Belwar pudo ver que el drow estaba a punto de ceder a su oferta.<br />

—¡Y tú, elfo oscuro, ni siquiera puedes imaginar mi capacidad para hacer frente<br />

a dichos peligros! —exclamó el capataz, entrechocando las manos metálicas—. No voy<br />

a permitir que marches solo por las regiones salvajes de la Antípoda Oscura. Quítatelo<br />

de la cabeza. Magga caminara! Iniciemos la marcha de una vez por todas.<br />

Drizzt encogió los hombros sin saber qué más decir, miró otra vez la expresión<br />

decidida en el rostro de su amigo, y avanzó por uno de los túneles, con Belwar a su<br />

lado. Al menos, esta vez Drizzt tenía un compañero con el que podía hablar, una<br />

protección contra la aparición del cazador. Metió una mano en el bolsillo y acarició la<br />

estatuilla de ónice de Guenhwyvar. Quizás entre los tres podrían conseguir algo más que<br />

sobrevivir en la Antípoda Oscura.<br />

Durante mucho tiempo, Drizzt se preguntó si no había actuado con egoísmo al<br />

aceptar demasiado deprisa el ofrecimiento de Belwar. Pero la profunda alegría que<br />

sentía al ver al muy honorable capataz marchando a su lado borraba de su mente<br />

cualquier idea de culpa.

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