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Salvatore, R A – El Elfo Oscuro 2

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quedaba bastante alto, por lo que pudo observar a los mineros sin mucho riesgo.<br />

Eran más bajos que él y calvos, con torsos anchos como barriles y muy<br />

musculosos, perfectamente adecuados para el trabajo de mineros que era la finalidad de<br />

sus vidas. Drizzt había tenido un contacto previo con esta raza y había aprendido mucho<br />

sobre ellos en los años pasados en la Academia de Menzoberranzan. Eran svirfneblis,<br />

enanos de las profundidades, los enemigos más odiados por los drows en toda la<br />

Antípoda Oscura.<br />

Una vez, hacía muchos años, Drizzt había guiado a una patrulla drow en el<br />

combate contra un grupo de svirfneblis y él mismo había derrotado a un elemental<br />

terrestre invocado por el jefe de los enanos. <strong>El</strong> joven recordó aquel encuentro, y, como<br />

le sucedía cada vez que rememoraba algo de su pasado, lo invadió la tristeza. Había sido<br />

capturado por los enanos, atado sin miramientos, y mantenido prisionero en una cámara<br />

secreta. Sin embargo los svirfneblis no lo habían maltratado, aunque sospechaban —y<br />

así se lo explicaron— que quizá se verían obligados a matarlo. <strong>El</strong> jefe del grupo le había<br />

prometido actuar con la mayor misericordia posible dadas las circunstancias.<br />

Pero la patrulla de Drizzt, al mando de Dinin, su hermano, había acudido en su<br />

rescate, y cuando asaltaron la cámara no tuvieron compasión con los enanos. Drizzt<br />

había podido convencer a su hermano para que perdonara al jefe de los svirfneblis, pero<br />

Dinin, en una demostración de la típica crueldad de los drows, había ordenado que le<br />

cortaran las manos antes de dejarlo ir.<br />

Drizzt reprimió los recuerdos y concentró su atención en el presente. Los enanos<br />

de las profundidades podían ser unos rivales formidables, y sin duda no les haría<br />

ninguna gracia encontrarse con un elfo oscuro durante sus actividades mineras. Tenía<br />

que mantenerse alerta.<br />

Al parecer los mineros habían dado con un buen filón, porque comentaban el<br />

hallazgo muy excitados. Drizzt disfrutó con los sonidos de los vocablos, aunque no<br />

entendía ni una sola palabra del extraño lenguaje de los enanos. Una sonrisa, que por<br />

una vez no estaba inspirada por la victoria en algún combate, apareció en el rostro de<br />

Drizzt mientras los svirfneblis corrían entre las piedras, cargaban las carretillas y<br />

llamaban a los demás para que participaran del bullicio. Tal como había sospechado,<br />

más de una docena de enanos aparecieron en la escena.<br />

Drizzt se instaló en una cornisa alta y observó a los mineros hasta mucho<br />

después de desaparecer los efectos del hechizo de levitación. Cuando por fin los enanos<br />

acabaron de cargar las carretillas hasta los topes, formaron una columna y abandonaron<br />

la caverna. Drizzt comprendió que lo más prudente era esperar a que se alejaran y a<br />

continuación reemprender el camino de vuelta a casa.<br />

No obstante, en contra de la lógica impuesta por la supervivencia, el drow<br />

descubrió que no era fácil dejar que las voces desaparecieran en la distancia. Descendió<br />

hasta el suelo del túnel y siguió a la caravana de los svirfneblis, preguntándose adonde<br />

lo llevaría.<br />

Durante muchos días Drizzt marchó detrás de los enanos. Resistió a la tentación<br />

de llamar a Guenhwyvar, consciente de que a la pantera le vendría bien un descanso<br />

prolongado y que él por ahora tenía suficiente con oír la charla de los enanos, aunque<br />

fuera de lejos. Todos los instintos indicaban al cazador que debía abandonar la<br />

persecución, pero por primera vez en mucho tiempo, Drizzt dominó a su parte más<br />

primitiva. En esos momentos, escuchar las voces de los enanos era una necesidad que se<br />

imponía a todas las demás.<br />

Por fin llegó a una zona donde los túneles se veían trabajados y supo que se<br />

aproximaba al país de los svirfneblis. Una vez más apareció la sombra del peligro, y<br />

tampoco esta vez le hizo caso. Caminó más deprisa hasta tener la caravana a la vista.<br />

Sospechaba que los svirfneblis tenían montadas algunas trampas muy ingeniosas.<br />

Vio cómo los enanos contaban los pasos y evitaban algunos sectores. Drizzt

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