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Universo de micromundos. VI Congreso de Historia Local de Aragón

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FERNANDO EL CATÓLICO EN EL IMAGINARIO DEL ARAGÓN FRANQUISTA<br />

La celebración <strong>de</strong>l V Centenario <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> Fernando el Católico se había<br />

reducido al ámbito regional, discurriendo prácticamente <strong>de</strong>sapercibida en el resto<br />

<strong>de</strong>l Estado. Igualmente había sido <strong>de</strong>negada la propuesta, cursada por Ángel<br />

Canellas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Consistorio zaragozano, <strong>de</strong> <strong>de</strong>clarar oficialmente el 10 <strong>de</strong> marzo<br />

como día festivo, y tampoco se había consumado la construcción <strong>de</strong>l proyectado<br />

monumento a Fernando el Católico, ni las rehabilitaciones <strong>de</strong>l Palacio <strong>de</strong><br />

Sada y <strong>de</strong> La Aljafería. Pese a los esfuerzos invertidos por los gestores culturales<br />

franquistas (fundamentalmente la Institución «Fernando el Católico») y las autorida<strong>de</strong>s<br />

políticas locales, lo cierto es que ninguno <strong>de</strong> los dos lugares simbólicos<br />

que con tanto interés promocionaron –Sos <strong>de</strong>l Rey Católico y la Aljafería–, resultaron<br />

exitosos. No por ello las autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> invertir medios en su rehabilitación<br />

como lugares <strong>de</strong> memoria. Así, apresuradamente a<strong>de</strong>centado, el palacio<br />

<strong>de</strong> La Aljafería acogió en 1954 la Fiesta <strong>de</strong> la Hispanidad, bajo la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l<br />

Jefe <strong>de</strong> Estado y con la concurrencia <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s locales, el Ministro <strong>de</strong><br />

Asuntos Exteriores, y diversos embajadores <strong>de</strong> los países <strong>de</strong>l Mundo Hispánico.<br />

Tres años <strong>de</strong>spués, en julio <strong>de</strong> 1957, y parcialmente concluida su reconstrucción,<br />

la villa <strong>de</strong> Sos se convirtió nuevamente en un inmenso escenario viviente en don<strong>de</strong><br />

evocar las glorias <strong>de</strong> Fernando el Católico. La inauguración <strong>de</strong>l palacio permitió<br />

una numerosa asistencia <strong>de</strong> autorida<strong>de</strong>s, entre las cuales, la presencia <strong>de</strong>l<br />

ministro <strong>de</strong> Educación Nacional, Jesús Rubio, y <strong>de</strong>l director <strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong><br />

Cultura Hispánica, Blas Piñar, no hizo sino remarcar el carácter excepcional <strong>de</strong> la<br />

cita. No faltó la representación <strong>de</strong> la Diputación Provincial y <strong>de</strong> la Institución<br />

«Fernando el Católico» que, en un arrebato historicista, se hizo acompañar por los<br />

ujieres, maceros y pajes, todos vestidos a la moda fernandina. En esta ocasión el<br />

escenario había sido preparado cuidadosamente con las calles engalanadas, pendones<br />

en los balcones, ban<strong>de</strong>ras y estandartes, generando un ambiente medievalizante<br />

especialmente propicio para el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la fiesta fernandina.<br />

Sin embargo, las celebraciones y rituales fernandinos únicamente tuvieron<br />

como actores a sus promotores directos. El resto –entre sorprendidos y ajenos–<br />

se integraron en las celebraciones como meros espectadores, y el inicio <strong>de</strong> lo<br />

que pudo ser un culto nacional en torno al monarca y los valores hispánicos,<br />

no pervivió más allá <strong>de</strong>l impulso político <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que había sido gestado. 37<br />

La imagen mítica <strong>de</strong> Fernando el Católico, si bien representaba a la perfección<br />

los valores <strong>de</strong>l fascismo español y albergaba suficientes elementos para<br />

hacer factible la autorrepresentación <strong>de</strong> la Nueva España –y en concreto <strong>de</strong>l<br />

37 George Mosse aludía al éxito y acogida <strong>de</strong> las diversas celebraciones <strong>de</strong>l nacional-socialismo que,<br />

«mediante la creación <strong>de</strong> una atmósfera cúltica compartida» y a través «<strong>de</strong> la participación activa», pretendían<br />

respon<strong>de</strong>r al dionisíaco lema <strong>de</strong> «Ningún espectador, sólo actores». Evi<strong>de</strong>ntemente esa comunión<br />

trascen<strong>de</strong>ntal entre espectadores y organizadores no se produjo –porque tampoco se pretendió– en ninguno<br />

<strong>de</strong> los ceremoniales fernandinos. Mosse, G., La nacionalización <strong>de</strong> las masas, Ed. Marcial Pons,<br />

Madrid, 2005 (ed. original, 1975), p. 261.<br />

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