Catequesis - 10
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• Cuando los catequizandos saben lo que hay que decir, pero<br />
las palabras que pronuncian no responden a la verdad vivida,<br />
sino que «se acomodan a las circunstancias», nos tendremos<br />
que preguntar si nuestro esfuerzo evangel izador ha<br />
adoctrinado, pero no ha evangelizado realmente...<br />
• Cuando por miedo a quedarnos solos o a anunciar la dureza<br />
de la cruz rebajamos el anuncio, engañamos y nos engañamos.<br />
• Cuando proponemos a los grupos «cosas bonitas» pero los<br />
destinatarios no están preparados para «saborear» la propuesta,<br />
quemamos etapas, no respondemos a la realidad del destinatario<br />
y corremos el riesgo de mantener a los grupos en la superficialidad.<br />
• Cuando los catequistas en la acción catequética «se conforman»<br />
con escuchar superficialmente sin planteamiento de<br />
preguntas que pongan en situación de tener que callar o «decirse»,<br />
se crea en el grupo un estilo de lenguaje que no dice nada<br />
o dice muy poco porque la vida de las personas no está afectada<br />
por el Evangelio de Jesús.<br />
(La experiencia) hace que nazcan en el hombre intereses,<br />
interrogantes, esperanzas e inquietudes, reflexiones<br />
y juicios, que confluyen en un cierto deseo<br />
de transformar la existencia. Es tarea de la catequesis<br />
procurar que las personas estén atentas a sus experiencias<br />
más importantes, ayudarlas a juzgar a la<br />
luz del Evangelio las preguntas y necesidades que de<br />
estas experiencias brotan, educar al hombre a vivir<br />
la vida de un modo nuevo. De esta forma la persona<br />
será capaz de comportarse de modo activo y responsable<br />
ante el don de Dios (DGC 152).