Catequesis - 10
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8. Sentido común<br />
• Es posible que algunos lectores piensen que es imposible<br />
ser animador o catequista. Resulta difícil tener tantas cosas en<br />
la cabeza, tantos detalles.<br />
La apreciación puede ser justa. Pero la respuesta también es<br />
sencilla.<br />
Para ser animador y catequista, lo básico es tener sentido<br />
común.<br />
• Cualquier profesión o trabajo en los múltiples sectores de<br />
la vida, cuando nos ponemos a describirlos, parecen inalcanzables...<br />
Después uno se da cuenta de que no es así.<br />
• Ser animador y catequista es posible, es factible. Muchos<br />
son buenos animadores y buenos catequistas. Están siempre<br />
aprendiendo, pero eso no niega el que ya saben muchas cosas<br />
que ponen en práctica en la animación concreta del grupo.<br />
Además, la animación de grupos no es distinto de la vida que<br />
llevamos. Participamos en muchos núcleos grupales (familia,<br />
trabajo, escuela...). Cada uno de ellos nos proporciona grados<br />
de experiencia para la animación de los grupos.<br />
Un animador no es, por supuesto, un hombre-orquesta<br />
capaz de conducir todas las actividades. Es preciso,<br />
sin embargo, que haya una formación general y polivalente<br />
que pueda permitirle asumir ciertas realizaciones;<br />
pero es bueno también que posea él mismo<br />
una competencia muy profunda en ciertos dominios.<br />
Es aquí donde la complementaridad de un equipo puede<br />
ser benéfica, si cada animador posee una serie de<br />
competencias y de cualidades que se interpenetran, se<br />
yuxtaponen, se adicionan e incluso se multiplican.<br />
(E. Limbos, El animador y el grupo de jóvenes,<br />
Oriens, Madrid, 1975.)