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susana wesley - Igreja Metodista de Vila Isabel

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SANTE UBERTO BARBIERI<br />

UNA<br />

EXTRAÑAESTIRPE<br />

DEAUDACES<br />

Tapa e ilustraciones<br />

MARíA AMALIA BLUHM<br />

Ediciones "EL CAMINO"<br />

Doblas 1753 - Buenos Aires<br />

------------------------------<br />

-<br />

OBRAS DEL MISMO AUTOR<br />

El Padre Nuestro - Buenos Aires, 1940, 1945<br />

El País <strong>de</strong> las Siete Casas (Alegoría) - Buenos Aires 1941<br />

La Acción Social <strong>de</strong> la Iglesia - Buenos Aires, 1944.<br />

Pétalos y Espinas <strong>de</strong> mi Sen<strong>de</strong>ro (Prosas Poéticas) - 1945.<br />

La Supereminencia <strong>de</strong> Jesús - Buenos Aires, 1944<br />

Peregrinaciones <strong>de</strong> mi Espíritu (Prosas Poéticas) – 1942<br />

Las Enseñanzas <strong>de</strong> Jesús - Buenos Aires, 1943<br />

Esteban (cuento) -- Buenos Aires, 1945.<br />

Colaboradores <strong>de</strong> Dios (Manual <strong>de</strong> Evangelización) – Bs. Aires, 1945.<br />

El Maestro <strong>de</strong> Galilea - Buenos Aires, 1948.<br />

Ni Señores, ni Esclavos (Ensayo Dramático) _ Buenos Aires, 1946<br />

La Carta Fundamental <strong>de</strong>l Cristianismo _ Buenos Aires, 1949.<br />

Del Fango a las Estrellas (Prosas Poéticas) - Buenos Aires, 1948<br />

La Visión <strong>de</strong> un Mundo Nuevo y otros sermones - Bs. Aires, 1951.<br />

Bl Hijo <strong>de</strong> la Consolación (Novela) - Buenos Aires, 1950.<br />

Entre Olas y Nieves (Prosas Poéticas) _ Buenos Aires, 1951.<br />

¿Qué Guía Llevas? (Breves Meditaciones Devocionales) - Rep. Dominicana, 1955.<br />

Hojas al Viento (Prosas Poéticas) - Buenos Aires, 195G.<br />

Gotas <strong>de</strong> Rocío (Prosas Poéticas) - México, D. F., 1956.<br />

EN PRENSA<br />

El Médico Amado (Novela).<br />

PROXIMA8<br />

El Inmortal Poema (Prosas Poéticas)<br />

Miriam <strong>de</strong> Magdala (Novela).


(Pgs. 7-8)<br />

--------<br />

En señal <strong>de</strong> gratitud a mi maestro <strong>de</strong> Historia Eclesiástica<br />

en la "Southern Methodist University"<br />

DalIas, Texas, U. S. A.,<br />

Dr. Robert W. Goodloe<br />

que me reveló el misterio y el embrujo<br />

<strong>de</strong> esa "Extraña Estirpe <strong>de</strong> Audaces"<br />

y<br />

a Flavio y Mary, mis hijos,<br />

ahora sirviendo al Señor en Bolivia,<br />

para que recojan<br />

los "Destellos Inextinguibles" <strong>de</strong> esa "Estirpe"<br />

y sigan en pos <strong>de</strong> su luz,<br />

<strong>de</strong>dico cariñosamente estas páginas.<br />

INTRODUCCION<br />

La historia es lo único que en nuestra vida social nos liga al pasado. Si omitiéramos la<br />

historia, cortaríamos <strong>de</strong> nosotros una parte importante <strong>de</strong> nuestra misma vida.<br />

Po<strong>de</strong>mos existir sin historia, pero no vivir; porque vivir es, en cierto modo, revivir la<br />

historia <strong>de</strong> nuestro pueblo, encarnando en nosotros las inquietu<strong>de</strong>s que poblaron<br />

corazones y volunta<strong>de</strong>s que ya no son. En la historia refúgiase la vida que ya fue, para<br />

no morirse, para resu­citar, para continuar viviendo, para obligamos a nosotros a vivir.<br />

Por esto mismo <strong>de</strong>cía Miguel <strong>de</strong> Unamuno: "Es visión <strong>de</strong>l pasado lo que nos empuja a<br />

la conquista <strong>de</strong>l porvenir; con ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> recuerdos armamos las esperanzas". Cuando<br />

lo presente nos parece trivial y común, falto <strong>de</strong> estímulo e inspiración, hace falta mirar a<br />

lo pasado, que es la historia, para que nos sintamos "empujados a la conquista <strong>de</strong>l<br />

porvenir".<br />

Y subrayamos esto <strong>de</strong> "la conquista <strong>de</strong>l porvenir", por­que la visión <strong>de</strong>l pasado no nos<br />

<strong>de</strong>be embrujar por el pasado mismo, sino para que nos lleve a más altas empresas y a<br />

más arriesgadas aventuras; para que el acervo <strong>de</strong>l pasado se enriquezca con los<br />

hechos <strong>de</strong>l presente. El conocimiento <strong>de</strong> lo pasado no se constituirá en ca<strong>de</strong>na, sino en<br />

semen que nos fecun<strong>de</strong> mente y corazón, espíritu y voluntad, y nos conceda po<strong>de</strong>r<br />

para crear obras hermosas, frescas y eternas.<br />

Por esto, en las páginas que siguen, nos sumergiremos en el mar <strong>de</strong> la historia, no<br />

para ahogarnos en ella, como .atraídos al fondo por voz <strong>de</strong> sirena embrujadora, sino<br />

para revitalizar y refrescar nuestras energías dormidas y salir por las playas <strong>de</strong>l mundo,<br />

teniendo en los labios el canto que entusiasma y en el corazón la fe que todo lo arraiga.<br />

Anhelamos que los lectores <strong>de</strong> estos breves estudios his­tóricos, que giran alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong> algunos adali<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l metodismo, se sientan con tónica suficiente como para seguir<br />

en el camino que ellos <strong>de</strong>jaron marcado, con las huellas profundas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción y fe.<br />

Se terminó <strong>de</strong> imprimir en<br />

la Imprenta <strong>Metodista</strong>, calle<br />

Doblas 1753, Buenos Aires,<br />

el día 25 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1958.


CAPÍTULO PRIMERO<br />

LOS ADELANTADOS<br />

Parte Primera<br />

Los antepasados <strong>de</strong> Juan y Carlos Wesley por línea paterna.<br />

"El testimonio interno, hijo, el testimonio interno;<br />

ésta es la prueba, la prueba más verda<strong>de</strong>ra<br />

<strong>de</strong>l cristianismo".<br />

Samuel Wesley.<br />

Al leer el subtítulo <strong>de</strong> los dos primeros capítulos, el lector se<br />

preguntará qué relación tienen los antepasados <strong>de</strong> Juan y Carlos<br />

Wesley con los adali<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l metodismo que estudiaremos en el<br />

resto <strong>de</strong>l libro. A primera vista parece no existir conexión alguna,<br />

pues ellos vivieron antes <strong>de</strong>l movimiento metodista, y ciertamente<br />

que no habrían podido vislumbrar lo que suce<strong>de</strong>ría como para<br />

sugerir orientaciones. Mas, cuando pasamos revista a la vida <strong>de</strong><br />

esos antepasados, <strong>de</strong>scubrimos que muchas <strong>de</strong> las características<br />

que distinguieron a los iniciadores <strong>de</strong>l movimiento metodista ya se<br />

revelaban en el carácter y la acción <strong>de</strong> ellos.<br />

Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que el movimiento metodista no comenzó en el<br />

siglo XVIII, aunque históricamente tenga su principio en él, sino<br />

que sus raíces arrancan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo XVII o antes, a similitud <strong>de</strong><br />

la Reforma protestante que no tuvo su origen en el siglo XVI con<br />

Lutero, sino también mucho tiempo antes. En Lutero la Reforma<br />

tuvo su apogeo y culminación. Fuerzas y hombres, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mu­chas generaciones antes, habían<br />

ido preparando el terreno, abonándolo con la sangre <strong>de</strong> su sacrificio. De la misma manera, lo<br />

que llamamos metodismo alcanza su triunfo en Juan y Carlos Wesley y otros.<br />

No que ya existiera el metodismo como fuerza, sino que tenía vida embrionaria en el seno <strong>de</strong><br />

ciertos acontecimientos his­tóricos. Los hombres no son fenómenos que aparecen<br />

repentinamente y se manifiestan sin causas y motivos. A veces, ó casi siempre, son el<br />

resultado <strong>de</strong> fuerzas que fueron almacenándose por mucho tiempo y que luego irrumpen<br />

rompiendo las compuertas para imponerse <strong>de</strong> una manera <strong>de</strong>cisiva y renovadora.<br />

La historia <strong>de</strong>l metodismo empieza, pues, con los ante­pasados <strong>de</strong> los Wesley. Un historiador<br />

<strong>de</strong> esa familia, <strong>de</strong> hecho asevera que hay trazas <strong>de</strong> ella ya en el siglo X, antes que Inglaterra<br />

estuviese unida bajo un soberano. Por el estudio que hace <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong> esa familia,<br />

llega a la siguiente conclusión:<br />

"Por lo que po<strong>de</strong>mos saber hasta aquí <strong>de</strong> esta familia distinguida, hallamos que sus miembros<br />

sobresalían por sus conocimientos, piedad, estro poético y musical. Debemos a<strong>de</strong>más añadir<br />

otras características igualmente peculiares: lealtad e hidal­guía. Volviendo atrás solamente un<br />

paso, al trazar su genealogía, encontramos en ambos, el padre y la madre <strong>de</strong> Bartolomé<br />

Wesley (<strong>de</strong> éste hablaremos más a<strong>de</strong>lante), personas a quienes se les permitió mezclarse con<br />

las mentes señeras <strong>de</strong> su edad, que tuvieron la distinción <strong>de</strong> tomar parte activa en la formación<br />

<strong>de</strong> aquella edad en sus aspectos moral, religioso y social" (1).<br />

No nos será posible <strong>de</strong>tenernos con todos ellos, pero nos remontaremos por la línea paterna<br />

<strong>de</strong> Juan y Carlos Wesley a representantes <strong>de</strong> tres generaciones anteriores: a Bartolomé<br />

Wesley (1595 ó 96-1680); a Juan Wesley (abuelo), (1636-1678); y a Samuel Wesley, padre<br />

(1662-1735). Y por la línea materna: a Juan White, abuelo materno <strong>de</strong> Susana (1590-1644);<br />

Samuel Annesley, padre <strong>de</strong> Susana (1620-1696; Y Susana Wesley, madre (1669-­1742).<br />

BARTOLOMÉ WESLEY<br />

Bartolomé Wesley, bisabuelo <strong>de</strong> Juan y Carlos Wesley, era hijo <strong>de</strong> Sir Herbert Westley o<br />

Wesley, <strong>de</strong>l condado <strong>de</strong> Devon, y <strong>de</strong> Elizabet Wellesley, <strong>de</strong> Dongan, Irlanda. En la familia hubo<br />

tres hijos: <strong>de</strong> dos <strong>de</strong> ellos nada se sabe, solamente Bartolomé llegó a entrar en la historia. En el


seno <strong>de</strong> su familia recibió una esmerada educación religiosa. Juzgando por las influencias<br />

religiosas mani­festadas por Bartolomé, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que el espíritu <strong>de</strong>l puritanismo ya se iba<br />

<strong>de</strong>sarrollando <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la Iglesia Nacional y que había hecho mella en la mente <strong>de</strong> sus padres.<br />

Recibió su educación en la Universidad <strong>de</strong> Oxford, don<strong>de</strong> estudió medicina y divinida<strong>de</strong>s. Poco<br />

se sabe <strong>de</strong> él hasta el año 1640, cuando la historia nos dice que se encontraba a la cabeza <strong>de</strong><br />

la iglesia <strong>de</strong> la pequeña al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Gatherston y, un poco más tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong> la <strong>de</strong> Charmouth. El<br />

salario anual que esas dos iglesias le pagaban consistía <strong>de</strong> 35 libras esterlinas y 10 shillings.<br />

Quedó pastoreándo­las hasta el año 1662, antes <strong>de</strong>l "Acto <strong>de</strong> Uniformidad", que fue cuando lo<br />

expulsaron como "intruso".<br />

Duran­te su ministerio, y especialmente <strong>de</strong>spués, hizo gran uso <strong>de</strong> sus conocimientos médicos<br />

con bastante éxito. Nada sabemos acerca <strong>de</strong>l lugar <strong>de</strong> su muerte, pero estamos seguros que él<br />

tuvo que abandonar Charmouth en 1665 <strong>de</strong>bido al "Acto <strong>de</strong> las Cinco Millas". Este "acto" exigía<br />

que todo párroco que hubiese sido <strong>de</strong>stituí do <strong>de</strong> su cargo <strong>de</strong>bía vivir por lo menos cinco millas<br />

distante <strong>de</strong>l lugar don<strong>de</strong> había ejercido su ministerio.<br />

Por esa época ya había caído el gobierno puritano <strong>de</strong> Cromwell, el cual había asumido el po<strong>de</strong>r<br />

en Inglaterra por cerca <strong>de</strong> tres lustras. Al restablecerse la monarquía, todos los párrocos que<br />

eran a<strong>de</strong>ptos <strong>de</strong>l puritanismo, que era la expresión religiosa adoptada por el gobierno <strong>de</strong><br />

Cromwell, tuvie­ron que abandonar sus parroquias para que fuesen ocu­padas por personas<br />

que estuviesen dispuestas a sujetarse a la realeza y a la forma tradicional <strong>de</strong>l anglicanismo.<br />

Fue a consecuencia <strong>de</strong> ese mismo "acto", como vere­mos más a<strong>de</strong>lante, que su hijo Juan<br />

Wesley murió pre­maturamente a los 42 años <strong>de</strong> edad, en 1678. Este hecho se agravó en la<br />

mente <strong>de</strong>l anciano padre <strong>de</strong> tal manera que sus últimos años fueron bastante amargos,<br />

lleván­dole más ligero al sepulcro. Des<strong>de</strong> que fué relevado <strong>de</strong> su cargo en 1662 y se vio<br />

obligado a abandonar su anti­gua habitación, estuvo sujeto a vejámenes, persecuciones y<br />

limitaciones promovidas por la Iglesia Oficial, que había sido restablecida con la monarquía.<br />

Debemos recor­dar que por el "Acto <strong>de</strong> Uniformidad", los ministros <strong>de</strong>bían renunciar a sus<br />

i<strong>de</strong>as puritanas y aceptar el nuevo estado <strong>de</strong> cosas o <strong>de</strong> lo contrario abandonar sus puestos<br />

eclesiásticos. Más <strong>de</strong> dos mil ministros tuvieron que <strong>de</strong>jar sus iglesias. Comenzó para ellos una<br />

serie <strong>de</strong> duras experiencias que tejieron un romance <strong>de</strong> aventuras extraordinarias, pero <strong>de</strong><br />

tremendas vivencias en las que se puso a prueba su fe, ya que por <strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> su conciencia<br />

no quisieron adaptarse a la nueva situación.<br />

Esos ministros, y los feligreses que con ellos compartían las mismas i<strong>de</strong>as religiosas, tuvieron<br />

que reunirse don<strong>de</strong> podían: ya en casas aisladas o en sótanos o en heniles o doquier les fuese<br />

dado: Muchas veces, para llegar a esos lugares, había que hacerse <strong>de</strong> caminos secretos y<br />

también apostar vigías. A pesar <strong>de</strong> toda esta vigilancia y cautela, muy frecuentemente<br />

apresaban a grupos y a lí<strong>de</strong>res. Bartolomé, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido <strong>de</strong>stituido, pudo quedarse<br />

en Charmouth hasta 1665 ejerciendo la medicina, por la estima en que le tenían sus<br />

parroquianos.<br />

Esto testifica acerca <strong>de</strong> la limpieza <strong>de</strong> su carácter, lo que le permitió permanecer allí sin temer<br />

acusaciones <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> la gente a la que sirviera durante 21 años. Sin embargo, lo que más<br />

caracterizó a este hombre fue la firmeza <strong>de</strong> sus convicciones. Hicimos referencia al "Acto <strong>de</strong><br />

las Cinco Millas" y en ese enton­ces él ya era un hombre anciano, sentíase agotado <strong>de</strong>s­pués<br />

<strong>de</strong> una larga vida que consumiera en trabajos entre guerras civiles y luchas religiosas. Si al<br />

reestablecerse la monarquía hubiese renunciado a sus convicciones reli­giosas y se hubiera<br />

sometido con pasiva obediencia a las exigencias <strong>de</strong> la iglesia oficializada, habría podido vivir<br />

en el seno <strong>de</strong> sus viejos parroquianos, a quienes tanto estimaba, hasta el día <strong>de</strong> su muerte. Sin<br />

embargo prefirió irse y sufrir el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong>l mundo. Sus convic­ciones eran para él más<br />

sagradas que la propia vida y la tranquilidad.<br />

Esto nos enseña que las almas honestas nunca pue<strong>de</strong>n cambiar su libertad <strong>de</strong> conciencia por<br />

la libertad <strong>de</strong> sus cuerpos. Prefieren tomar sobre sí la cruz y morir por sus i<strong>de</strong>ales. Son<br />

aquellos que van a<strong>de</strong>lante y se <strong>de</strong>tienen solamente cuando llegan al final <strong>de</strong>l cami­no, sin<br />

haber cesado en su brega por mantener bien alto el estandarte <strong>de</strong> sus más íntimas


convicciones. Si Barto­lomé Wesley no hubiese <strong>de</strong>jado otra cosa tras <strong>de</strong> sí que esta estela<br />

luminosa, se justificaría plenamente su tra­yectoria en el mundo. Seguramente fue digno <strong>de</strong><br />

haber sido el bisabuelo <strong>de</strong> Juan y Carlos Wesley.<br />

JUAN WESLEY<br />

El que lleva el mismo nombre, <strong>de</strong> quien más tar<strong>de</strong> fuera con su hermano Carlos el fundador <strong>de</strong>l<br />

metodismo, era hijo <strong>de</strong>l prece<strong>de</strong>nte y tal como vimos alcanzó a vivir tan solamente 42 años.<br />

Fue el padre <strong>de</strong> Samuel Wesley el que, a su vez, vendría a ser el progenitor <strong>de</strong> los fundadores<br />

<strong>de</strong>l metodismo. Como Bartolomé, recibió su educación en la universidad <strong>de</strong> Oxford, bajo la<br />

dirección <strong>de</strong> hombres que habían sido escogidos entre los guías religiosos más prominentes <strong>de</strong><br />

los grupos in<strong>de</strong>pendientes que alimentaban ten<strong>de</strong>ncias puritanas. Terminó sus estudios<br />

alcanzando el grado <strong>de</strong> Maestro en Artes hacia fines <strong>de</strong>l año 1657 o principios <strong>de</strong> 1658.<br />

Su hogar fue su primera escuela <strong>de</strong> religión y allí heredó el espíritu piadoso que señaló toda su<br />

vida. En 1a escuela mantuvo la misma línea <strong>de</strong> conducta que fuera norma en el hogar. Des<strong>de</strong><br />

su niñez fue <strong>de</strong>dicado por sus padres al servicio divino. Cuando volvió <strong>de</strong> Oxford unióse a la<br />

congregación a quien su padre ser­vía, mas no pudo ayudar a éste en su ministerio porque no<br />

había sido or<strong>de</strong>nado.<br />

En el pueblo <strong>de</strong> Weymouth, hízose miembro <strong>de</strong> un grupo llamado "La Iglesia Reunida", ante el<br />

cual tuvo primeramente ocasión <strong>de</strong> exponer sus propias convicciones religiosas. Tenía pa­sión<br />

por las almas. Testificó <strong>de</strong>l Evangelio no solamente ante la "Iglesia Reunida" <strong>de</strong> Weymouth,<br />

sino que habló también <strong>de</strong> "las Buenas Nuevas" a los marinos con quienes acostumbraba a<br />

encontrarse a lo largo <strong>de</strong> la costa. Y en la pequeña al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Radipole juntó mu­cha gente<br />

alre<strong>de</strong>dor suyo, enseñándole a adorar y ser­vir a Dios.<br />

En esa época contaba tan sólo 22 años <strong>de</strong> edad, pero ya ardía en él aquella pasión<br />

evangelizadora que se manifestaría tan sorpren<strong>de</strong>ntemente en el corazón <strong>de</strong> sus nietos Juan y<br />

Carlos. Como ellos, fue un gran predicador itinerante, sin tener jamás cargo pas­toral propio y<br />

regular. Y a<strong>de</strong>más, fue el prototipo <strong>de</strong>l predicador al que Juan Wesley tuvo que apelar para<br />

po<strong>de</strong>r hacer su obra: el predicador laico.<br />

Fue en 1658 que llegó a ser pastor <strong>de</strong> Winterborn–­Whitchurch en el condado <strong>de</strong> Dorset,<br />

aunque <strong>de</strong> ma­nera irregular. Esa parroquia podía recompensarle solamente con 30 libras<br />

esterlinas anuales. De paso, notaremos aquí ¡cuán menguado era siempre el sostén que los<br />

Wesley obtenían <strong>de</strong> sus cargos pastorales! Tal vez en eso encontremos nosotros la razón por<br />

la cual Juan Wesley adquirió el hábito tan frugal <strong>de</strong> vivir, que le permitía apartar tanto <strong>de</strong> sus<br />

haberes para <strong>de</strong>dicarlo al bien <strong>de</strong> su prójimo. Fue como una necesidad inhe­rente a todos los<br />

miembros <strong>de</strong> esa familia el tener que ajustarse a entradas muy exiguas. A pesar <strong>de</strong> eso, nunca<br />

pensaron estar <strong>de</strong>stituidos <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong>l Dios Altí­simo.<br />

En 1661, Juan fue llamado a la presencia <strong>de</strong>l obispo Ironsi<strong>de</strong> para que diera razón <strong>de</strong>l porqué<br />

ministraba al pueblo sin haber sido or<strong>de</strong>nado ministro. Las respuestas que dio durante el<br />

interrogatorio dan evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> su espíritu equilibrado, iluminado y fiel. Tan concluyen­tes<br />

fueron que el buen Obispo díjole, al <strong>de</strong>spedirlo: "Adiós, mi buen señor Wesley". Llegó a<br />

convencer a su superior que su <strong>de</strong>recho a predicar le era dado por auto­ridad que emanaba <strong>de</strong><br />

las mismas Sagradas Escrituras.<br />

Sus enemigos siempre hicieron todo lo posible para que cayera en <strong>de</strong>sgracia y, un día, poco<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su conversación con el Obispo, le asaltaron al salir <strong>de</strong> su iglesia y lleváronle a la<br />

cárcel bajo la acusación <strong>de</strong> que él no quería someterse al uso <strong>de</strong> la liturgia <strong>de</strong> la Iglesia Oficial.<br />

Cuando le soltaron volvió a sus labores en Winterborn­–Whitchurch.<br />

Continuó ministrando allí a su pueblo hasta agosto <strong>de</strong> 1662, cuando fue <strong>de</strong>cretado el ya<br />

mencionado "Acto <strong>de</strong> Uniformidad". Al igual que su padre, <strong>de</strong>terminó no someterse a las<br />

nuevas ór<strong>de</strong>nes eclesiásticas y prefirió renunciar antes que renegar <strong>de</strong> sus convicciones<br />

personales. Dejó con pesar su iglesia, se fue a un lugar llamado Melcombe y durante ese<br />

período <strong>de</strong> transición nació Samuel el padre <strong>de</strong> Juan y Carlos Wesley.


Vióse en la contingencia <strong>de</strong> sujetarse a la caritativa ayuda <strong>de</strong> un amigo <strong>de</strong>sconocido, quien a la<br />

sazón tenía una casa vacía en un lugar llamado Prestan, cerca <strong>de</strong> Weymouth. Allí continuó, <strong>de</strong><br />

tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong>, predicando el Evangelio. Más que una vez, por este motivo, tuvo que ocultarse<br />

o ir a la prisión. Sin embargo, nunca renunció a su gran empeño por salvar las almas.<br />

Sus reiteradas tribulaciones lleváronle prematuramente a la muerte. Nada, empero, fue lo<br />

bastante fuerte corno para hacerle renunciar a su alta vocación. No le importó que le faltara la<br />

or<strong>de</strong>nación eclesiástica y lo mismo fue <strong>de</strong> un lado para otro, ministrando siempre a las almas<br />

necesitadas. Concluyó su carrera en un lugar llamado Poole, continuando en su carácter <strong>de</strong><br />

predicador local y sirviendo a un grupo <strong>de</strong> gente a quienes les predicara <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong>.<br />

Murió, como ya lo mencionáramos, antes <strong>de</strong> que su padre bajara al sepulcro. Su carrera fue<br />

corta, pero gloriosa. Jamás recibió or<strong>de</strong>nación eclesiástica, a pesar <strong>de</strong> eso sintióse siempre<br />

apoyado en .su trabajo por la aprobación divina. Y esto era suficiente para él.<br />

Tenía la costumbre <strong>de</strong> llevar un diario en el cual iba anotando sus acciones. Gustábale cultivar<br />

las len­guas orientales. Era franco, leal, sincero y consagrado. Hizo los mayores sacrificios en<br />

el ejercicio <strong>de</strong> su misión. De él se dice lo siguiente:<br />

"En verdad, la historia personal <strong>de</strong> este buen hombre contiene un epítome <strong>de</strong>l metodismo que<br />

surgía a través <strong>de</strong> la instrumentalidad <strong>de</strong> sus nietos Juan y Carlos. Su estilo <strong>de</strong> predicación,<br />

contenido, maneras y éxito, todo revela una semejanza sor­pren<strong>de</strong>nte a la <strong>de</strong> ellos y <strong>de</strong> sus<br />

colaboradores" (2).<br />

Otro autor escribió acerca <strong>de</strong>l mismo punto, lo que sigue: "Aunque el nieto (Juan) tuvo más<br />

éxito y se tornó más célebre, sin embargo, en la historia <strong>de</strong> Juan Wesley (abuelo), nosotros<br />

po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>scu­brir trazas <strong>de</strong>l punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong>l espíritu, aun­que no <strong>de</strong> la forma, <strong>de</strong>l<br />

metodismo".(3) .<br />

SAMUEL WESLEY<br />

Llegamos ahora al punto cuando nos toca hablar <strong>de</strong>l nieto <strong>de</strong> Bartolomé Wesley. Nació como<br />

ya vimos en diciembre <strong>de</strong> 1662, durante un período turbulento. No se sabe exactamente el<br />

lugar <strong>de</strong> su nacimiento. Murió en Epworth, en abril <strong>de</strong> 1735, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una larga carrera<br />

<strong>de</strong>dicada al trabajo <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana. Hijo y nieto <strong>de</strong> no conformistas, abandonó la<br />

tradición <strong>de</strong> sus antepasados y <strong>de</strong>cidió lanzar su suerte con la Iglesia Oficial.<br />

Cuando llegó a esta <strong>de</strong>cisión, estaba estudiando en una aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> Disi<strong>de</strong>ntes. A la sazón<br />

tenía 21 años <strong>de</strong> edad. Dejó esa aca<strong>de</strong>mia y se fue a Oxford para inscribirse en el colegio<br />

"Exeter" en calidad <strong>de</strong> "estudiante pobre". Eso acaeció en agosto <strong>de</strong> 1683. Al abandonar a los<br />

Disi<strong>de</strong>ntes tuvo que hacerse cargo <strong>de</strong> sus propios gastos. Inició su carrera en la universidad<br />

con 45 shillings. Allí trabajó como sirviente y ayudaba a la vez a sus condiscípulos en la<br />

preparación <strong>de</strong> sus lecciones. Se graduó <strong>de</strong> Bachiller en Artes en 1688.<br />

Durante todo el tiempo que estuvo allí y a pesar <strong>de</strong>l curso que dio a su vida, no pudo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

revelar que aun perduraba en. él mucho <strong>de</strong> lo que distinguiera :1 sus antepasados. Cuando<br />

años más tar<strong>de</strong> sus hijos Juan y Carlos estaban tan empeñados con el "Club Santo",<br />

organizado por ellos en Oxford, y asistían tan metódicamente a los prisioneros en el "Castillo",<br />

escribióles lo siguiente:<br />

"Seguid a<strong>de</strong>lante, en el nombre <strong>de</strong> Dios, por el camino recto, al cual vuestro Salvador os ha<br />

dirigido y en las pisadas <strong>de</strong>jadas por vuestro padre que os precedió, pues, cuando era<br />

estudiante en Oxford, también visitaba el "Castillo", <strong>de</strong> lo que me acuer­do con gran<br />

satisfacción hasta el día <strong>de</strong> hoy" (4)<br />

Constatamos, por lo tanto, que el interés por los po­bres y las personas caídas en <strong>de</strong>sgracia<br />

era una peculia­ridad inherente al temperamento <strong>de</strong> los Wesley.<br />

Después <strong>de</strong> recibirse se hizo cargo <strong>de</strong> una iglesia, a la cual sirvió hasta que fue nombrado<br />

capellán <strong>de</strong> a bordo en un buque <strong>de</strong> guerra, mas no se quedó por mucho tiempo en este<br />

puesto. Pasó a servir por dos años en un curato en la ciudad <strong>de</strong> Londres. Durante ese período<br />

casóse con Susana Annesley. De ese matrimonio nacerían diecinueve hijos. En 1691 fue


enviado a la pequeña parroquia <strong>de</strong> South Ormsby, don<strong>de</strong> quedó hasta princi­pios <strong>de</strong> 1697,<br />

cuando fue para el pueblo <strong>de</strong> Epworth, en el condado <strong>de</strong> Lincoln. Allí permaneció hasta el día<br />

<strong>de</strong> su muerte, en abril <strong>de</strong> 1735.<br />

Su vida incluyó el período <strong>de</strong> la restauración <strong>de</strong>l rey Carlos II que murió en 1685 y <strong>de</strong>l gobierno<br />

<strong>de</strong> Jaime II que le Pág. 20en el reinado hasta 1688. Ambos se inclinaron hacia la Iglesia<br />

Católica, especialmente el último, quien al favorecer al culto católico provocó una gran<br />

discordia en la nación. Y esta actitud fue la causa <strong>de</strong> que la mayor parte <strong>de</strong> la nación se<br />

opusiera a él. En 1688 estalló la revolución que obligó a Jaime II a refu­giarse en Francia.<br />

Guillermo III <strong>de</strong> Orange y María su mujer, <strong>de</strong> la casa real inglesa, fueron <strong>de</strong>clarados<br />

junta­mente soberanos <strong>de</strong> Inglaterra. Ellos se hicieron cargo <strong>de</strong>l país en 1689 y permanecieron<br />

gobernándolo hasta 1714. Tocóle vivir, pues, durante una época <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s convulsiones<br />

políticas.<br />

Esto no fue todo. Hubo también un notable cambio social en la vida <strong>de</strong> la nación. Pro­cesábase<br />

un gran éxodo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el campo hacia ciuda<strong>de</strong>s y villas. El antiguo sistema feudal iba poco a<br />

poco per­diendo su po<strong>de</strong>r, para dar lugar a una creciente vida comercial e industrial. Los<br />

filósofos Hobbes y Locke in­trodujeron la filosofía empírica en la vida intelectual. El científico<br />

Newton redujo el mundo a una máquina armónica y completamente sujeta a leyes inmutables.<br />

Despertóse una sed intensa por una vida pletórica <strong>de</strong> riquezas y placeres. Después <strong>de</strong>l tratado<br />

<strong>de</strong> paz <strong>de</strong> Utrecht, notóse gran incremento en el comercio y la especulación. Organizáronse<br />

diversas y notables compañía comerciales. Entre ellas la Compañía <strong>de</strong> los Mares <strong>de</strong>l Sur<br />

(South Sea Co.), la que se proponía explotar las riquezas <strong>de</strong> la Amé­rica española,<br />

consi<strong>de</strong>rada como una mina inagotable.<br />

Los reyes Jorge I y II reinaron en el período comprendido entre 1714--1760. A<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

1689 se entabló una querella con Francia que duró, Con breves inte­rrupciones, cerca <strong>de</strong> cien<br />

años. Guillermo !II <strong>de</strong> Orange tuvo que luchar a la vez contra Irlanda y Escocia, para establecer<br />

su po<strong>de</strong>r. Su gobierno trajo consigo la corrupción política y religiosa <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Hanover, a.<br />

cuya dinastía Guillermo pertenecía. Esto nos ayuda por cierto a tener una i<strong>de</strong>a general <strong>de</strong> la<br />

situación. Particularmente en lo religioso las condiciones eran alarmantes, cama lo revela la cita<br />

que sigue:<br />

"Con la ascensión al trono <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Hanover, la Iglesia entró en un período <strong>de</strong> vida'<br />

anémica e inactiva: muchos establecimientos eclesiásticos fue­ron <strong>de</strong>scuidados. Los servicios<br />

religiosos diarios fue­ron <strong>de</strong>scontinuados, los días santificados ya no se tomaban en<br />

consi<strong>de</strong>ración; la Santa Comunión era observada ocasiona1mente; cuidábase poco <strong>de</strong> los<br />

pobres y, aunque la Iglesia conservaba su populari­dad, el clero era perezoso y mirado con<br />

<strong>de</strong>sprecio.<br />

Al someterse al establecimiento <strong>de</strong> la corona real, el clero generalmente sacrificaba sus<br />

convicciones por conveniencias, por lo que su carácter se envilecía. Las promociones<br />

<strong>de</strong>pendían exclusivamente <strong>de</strong> la profesión que uno hada <strong>de</strong> los principios conserva­dores. La<br />

Iglesia consi<strong>de</strong>rábase como subordinada al Estado. Su posición histórica y sus prerrogativas<br />

eran ignoradas. Y era tratada por los políticos como si su función principal fuera la <strong>de</strong> apoyar al<br />

gobierno. (5).<br />

Sucintamente, éste fue el mundo en el que vivió Samuel Wesley. Nosotros nos maravillamos <strong>de</strong><br />

que en un medio ambiente tal pudiera <strong>de</strong>sarrollarse un hombre <strong>de</strong> su talla. Tal cosa se explica<br />

porque el medio ambiente pue<strong>de</strong> no ser el único factor en la formación <strong>de</strong> una personalidad.<br />

Porque por encima <strong>de</strong> todo, lo que se anida en el corazón es lo que hace que en última<br />

instancia una vida florezca en virtud y utilidad. Y lo que Samuel almacenó en él fue una<br />

profunda fe en los valores perma­nentes <strong>de</strong> la religión cristiana.<br />

Una mirada a Epworth nos ayudará a admirar aÚn más la persona <strong>de</strong> Samuel Wesley. Epworth<br />

no era un lugar muy gran<strong>de</strong>. Era tan solamente una villa que con­taba con un mercado y dos<br />

mil habitantes. Sin embargo, distinguíase por ser el lugar más importante <strong>de</strong>l Distrito conocido<br />

con el nombre <strong>de</strong> Isla Axholme, cuyas dimen­siones eran, <strong>de</strong> 16 kilómetros <strong>de</strong> largo por 6 <strong>de</strong>


ancho. Epworth era la parroquia más importante <strong>de</strong> las siete establecidas en aquella región y<br />

fue <strong>de</strong>dicada a San Andrés.<br />

El paisaje no era muy poético. Los terrenos pantanosos que circundaban esa región dábale un<br />

aspec­to <strong>de</strong>solador. El suelo era bajo y sujeto a inundaciones prolongadas. A<strong>de</strong>más los<br />

habitantes no eran muy cor­teses con aquellas personas que no fueran <strong>de</strong>l mismo estrato<br />

social que ellos.<br />

El Rev. W. H. Fitchett nos pinta vívidamente el carác­ter hostil <strong>de</strong> esa gente:<br />

"Cincuenta años antes (que Samuel Wesley fuera a establecerse allí) esa rústica casta había<br />

mantenido una mal disimulada guerra civil con el ingeniero holandés Comelio Vermuy<strong>de</strong>n, a<br />

quien Guillermo <strong>de</strong> Orange había contratado para <strong>de</strong>secar ese viejo pantanal: rompíanle los<br />

diques, apaleaban a sus obreros, quemaban sus cosechas. Igual actitud con­servaron para con<br />

el mismo Wesley: Acuchillaban sus vaquitas y mutilaban sus ovejas; rompían los diques <strong>de</strong><br />

noche para inundar su pequeño campo; le acosaban a menudo por sus <strong>de</strong>udas y trataron, no<br />

sin éxito, <strong>de</strong> quemar abiertamente su casa pastoral, para <strong>de</strong>spués acusarle <strong>de</strong> que él mismo le<br />

había prendido fuego. (6)<br />

Tal fue la comunidad a la cual sirvió, durante treinta y nueve años, con paciencia <strong>de</strong> Job.<br />

Persecuciones, odios, prisiones no removieron al párroco <strong>de</strong> Epworth <strong>de</strong> su puesto. Mantuvo<br />

siempre un temple <strong>de</strong>cidido y valiente. Una y otra vez sus amigos instáronle a que abandonara<br />

ese lugar, pero él no lo hizo. En 1705 escribió al arzobis­po <strong>de</strong> York <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su prisión en la<br />

fortaleza <strong>de</strong> Lincoln, lo que sigue:<br />

"La mayoría <strong>de</strong> mis amigos aconséjanme que abandone a Epworth, si es que realmente me<br />

pro­pongo salir <strong>de</strong> allí con vida. Confieso que no com­parto esa i<strong>de</strong>a, porque celebro que<br />

puedo hacer aún algún bien allí; .me sentiría cual cobar<strong>de</strong> si <strong>de</strong>ser­tara <strong>de</strong> mi puesto sólo<br />

porque el enemigo concentra sus dardos inflamados contra mí. Por el momento, ellos llegaron<br />

a herirme, pero creo que no podrán matarme. (7)<br />

Esas sus palabras "puedo aún hacer algún bien allí" expresan la confianza maravillosa <strong>de</strong> un<br />

hombre sano y <strong>de</strong> un alma generosa. ¡Ojalá muchos <strong>de</strong> nosotros tuvié­semos el mismo espíritu<br />

<strong>de</strong> resistencia y esperanza! Esa actitud merece respeto y admiración. Evi<strong>de</strong>ntemente poseía la<br />

paciencia <strong>de</strong> un santo. Muy pocas veces se ponen en evi<strong>de</strong>ncia los valores morales <strong>de</strong> este<br />

hombre.<br />

Más a menudo recuérdanse con ironía su tediosa poesía y sus <strong>de</strong>udas. ¡Habrá que ver si<br />

aquellos que subrayan su inhabilidad financiera hubiesen podido hacer rendir mejor que él sus<br />

menguadas entradas, disminuidas aún más por la hostilidad perversa <strong>de</strong>. sus parroquianos! Tal<br />

vez muchos <strong>de</strong> ellos se hubiesen entregado a la <strong>de</strong>sespe­ración. Samuel hizo lo que estuvo a<br />

su alcance para mantenerse al día, pero no le fue posible. Su escaso sala­rio y la familia<br />

numerosa se lo impedían.<br />

¡Lo extraordinario, sin embargo, fue el hecho que en medio <strong>de</strong> tantos tumultos y necesida<strong>de</strong>s<br />

llegara a escribir tanta poe­sía! Eso, ciertamente, ayudóle a vivir.<br />

No obstante su pobreza, empeñóse en dar a sus hijos varones la mejor educación que era<br />

posible obtener en Inglaterra. El y su esposa 10 sacrificaron todo para dotar­los<br />

convenientemente para la vida. No se pue<strong>de</strong> leer la carta que escribió a su hijo Juan, antes <strong>de</strong><br />

que éste fuera or<strong>de</strong>nado, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> sentir una gran admiración por este hombre. Decíale,<br />

entre otras cosas:<br />

"Lucharé duramente por obtener el dinero necesario para tu or<strong>de</strong>nación y algo más”. (8)<br />

No sólo proveyó dinero para les hijos que estaban en la escuela, sino que <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong><br />

escribíales también cartas que eran <strong>de</strong> un mérito inapreciable. Las que escri­bió a su hijo<br />

Samue1 (el mayor <strong>de</strong> los varones), durante los años 1706 a 1708 en que éste estuvo en la<br />

universi­dad, son <strong>de</strong> tal magnitud que al leerlas hoy todavía nos conmueven. Cualquier hijo<br />

podría sentirse moral y espi­ritualmente elevado si su padre se las escribiera. Im­prégnalas un<br />

sensible espíritu <strong>de</strong> piedad, amistad y sabi­duría cristiana. ¡No nos admiremos, pues, que sus<br />

hijos creciesen para ser tan sabios!


Un espíritu heroico domina la fe <strong>de</strong> Samuel Wesley. Ante los <strong>de</strong>saciertos más trágicos y<br />

pruebas más terribles <strong>de</strong> su vida se mantuvo siempre fiel a Dios. Jamás le <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> lado. Para<br />

él, Dios era siempre el mismo. En una oración que nos <strong>de</strong>jó, <strong>de</strong>cía en cierto punto:<br />

"Estoy cansado <strong>de</strong> mis aflicciones, mi corazón me falla, la luz <strong>de</strong> mis ojos va apagándose,<br />

estoy hundiéndome en aguas profundas y no hay nadie que pueda ayudarme. Pero aun así<br />

espero en Ti, mi Dios. Aunque todos me abandonen el Señor me sostendrá y en Él encontraré<br />

siempre la más verda­<strong>de</strong>ra, la más cariñosa, la más comprensiva, inaca­bable y po<strong>de</strong>rosa<br />

amistad. Déjenme que en El yo aligere mi alma atribulada y <strong>de</strong>scanse <strong>de</strong> todas mis tristezas".<br />

(9)<br />

Al escribir al Duque <strong>de</strong> Buckingham acerca <strong>de</strong> la quema <strong>de</strong> su casa pastoral en 1709, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> terminar <strong>de</strong> contarle la historia <strong>de</strong> aquella noche trágica <strong>de</strong>l incendio, concluye:<br />

“…todo está perdido. ¡Loado sea Dios!” (10)<br />

Esta última frase nos recuerda la exclamación <strong>de</strong> Job cuando perdió todo lo que <strong>de</strong> más<br />

querido poseyera en la vida. Un padre, con tal fe y ese sereno espíritu <strong>de</strong> sometimiento al<br />

Señor, no podía sino influir <strong>de</strong> modo positivo en la vida y el pensamiento <strong>de</strong> sus hijos. Estuvo<br />

siempre muy allegado a su esposa. No le dio toda la comodidad que ella necesitaba, pero dióle<br />

todo lo que estuvo a su alcance. Escribiendo acerca <strong>de</strong> él, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> 30 años <strong>de</strong> vida marital,<br />

ella dice:<br />

"Des<strong>de</strong> que tomé a mi esposo para lo mejor o para lo peor, he <strong>de</strong>cidido permanecer siempre a<br />

su lado. Don<strong>de</strong> él viva, viviré yo; don<strong>de</strong> él muera, moriré yo y allí seré sepultada. Quiera Dios<br />

acabar conmi­go y hacer más todavía, si alguna otra cosa que no sea la misma muerte nos<br />

llegara a separar". (11)<br />

A su vez, él teníale en gran estima. En la semblanza que <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> su esposa, en su poema "La<br />

Vida <strong>de</strong> Cristo", encontramos estas dos líneas muy expresivas y bonitas:<br />

"Ella llenó <strong>de</strong> gracia mi humil<strong>de</strong> techo .y bendijo mi vida en su bendición me fue mucho más<br />

que esposa". (12)<br />

Era hombre erudito. Escribió en latín su último gran poema sobre Job. Amó mucho a la poesía.<br />

Fue una <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s pasiones <strong>de</strong> su vida. Ayudóle en diversas ocasiones a enfrentar sus<br />

estrecheces económicas. Dominó bastante el griego y el hebreo. Gustábale estudiar su Biblia<br />

en las lenguas originales. Conocía también algo <strong>de</strong> cal<strong>de</strong>o. A Juan escribió:<br />

"Estoy pensando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace algún tiempo en pro­ducir una edición en formato octavo <strong>de</strong> la<br />

Sagrada Biblia, en griego, hebreo, cal<strong>de</strong>o, en el griego <strong>de</strong> los Setenta y en la Vulgata Latina y<br />

ya he hecho algu­nos progresos en ella". (13)<br />

En esa misma carta pi<strong>de</strong> la colaboración <strong>de</strong> Juan. Como vimos, Samuel fue fiel a su vocación<br />

pastoral. Por 39 años batalló con un pueblo casi salvaje. Pero finalmente salió vencedor. En el<br />

año 1732 escribió a su hijo Samuel esforzándose por inducirlo a tomar su lugar. Una <strong>de</strong> las<br />

razones que le daba para que aceptara su proposición, la que realmente pone en primer<br />

término, es ésta:<br />

"Mi primera y mayor razón para ello es que estoy persuadido que servirás a Dios y a su pueblo<br />

aquí mejor <strong>de</strong> 10 que yo 10 hice; aunque ¡gracias sean dadas a Dios!, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> casi 40 años<br />

<strong>de</strong> trabajo entre esta gente, ella estará mejorando mucho, ha­biendo tenido más que cien<br />

presentes en la última celebración <strong>de</strong> la Santa Cena, cuando generalmente no he tenido más<br />

que veinte". (14)<br />

Una y otra vez sus parroquianos tentaron <strong>de</strong>struir su obra, pero él jamás por eso se<br />

<strong>de</strong>scorazonó. Prosiguió su camino. Esa perseverancia la encontramos más tar<strong>de</strong> en los<br />

adali<strong>de</strong>s metodistas, especialmente en sus hijos Juan y Carlos. Estos tampoco cejaron cuando<br />

se encon­traron frente a la oposición sostenida <strong>de</strong> los eclesiásticos <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

Les tocó sufrir y esperar largo tiempo, pero finalmente los <strong>de</strong>spreciados metodis­tas se<br />

impusieron a la conciencia pública, contribuyendo po<strong>de</strong>rosamente a la vida misma <strong>de</strong> la nación<br />

y mejo­rando sensiblemente a aquellos que les habían perse­guido y <strong>de</strong>spreciado.


Añadiremos unos pocos comentarios más, antes <strong>de</strong> pasar al estudio <strong>de</strong> algunos miembros <strong>de</strong><br />

la familia <strong>de</strong> Susana Wesley. Su religión no era meramente formal. Hallaba que uno <strong>de</strong>bía<br />

llegar a tener una seguridad interna <strong>de</strong> la, salvación. Sostenía que el alma <strong>de</strong>bía mantener una<br />

relación directa con su Creador. Antes <strong>de</strong> morir, al tener certeza <strong>de</strong> su próximo fin, dijo a Juan:<br />

"El testimonio interno, hijo, el testimonio inter­no; ésta es la prueba, la prueba más verda<strong>de</strong>ra<br />

<strong>de</strong>l cristianismo". (15)<br />

Poco antes <strong>de</strong> abandonar este mundo exclamó:<br />

"Pensad en el cielo, hablad <strong>de</strong>l cielo; todo tiempo, en que no estamos hablando <strong>de</strong>l cielo, está<br />

perdi­do". (16)<br />

La religión era para él la más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s. Fue siempre su más alto refugio y su<br />

más preciado in­terés.<br />

Sin duda él tuvo sus <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s. Ningún hombre es perfecto. Teniendo en cuenta, pues la<br />

<strong>de</strong>bilidad huma­na, lo mejor sería que evaluáramos todo hombre por lo que haya producido <strong>de</strong><br />

bueno y permanente. Indu­dablemente que nuestra humanidad sería mucho mejor si todos los<br />

padres fueran fieles a su Señor y <strong>de</strong>dicados a su familia como Samuel Wesley lo fue, y si<br />

pudiesen ofrecer a Dios y a la sociedad la calidad <strong>de</strong> hijos que él legó a Inglaterra y al mundo .<br />

------------------------------------------<br />

(1) Stevenson, G. J.: "Memorials of the Wesley Family", pág. 4.<br />

(2) Stevenson, G. J.: Op. Ct. Pág. 34.<br />

(3) Por el autor <strong>de</strong> "Wesley and his friends", pág. 18.<br />

(4) Citado por Stevenson, G. J., Op. Ct., Págs. 130-131, <strong>de</strong> una carta que Samuel<br />

Wesley le escribió a su hijo Juan con fecha 21 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1730.<br />

(5) “The Enciclopedia Británica” Ed.11, Vol. IX, pág.450-451<br />

(6) "Wesley and His Century", pág. 33.<br />

(7) Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 92.<br />

(8) Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 121.<br />

(9) Citado <strong>de</strong> Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 95.<br />

(10) Ver carta en Stevenson, G. J., Op. Cit., Págs. 107-109.<br />

(11) Citado por Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 61.<br />

(12) I<strong>de</strong>m, pág. 62 (She graces my humble roof, and blest my life,<br />

Blest me by a far greater name than wife).<br />

(13) I<strong>de</strong>m, pág. 120.<br />

(14) Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 136.<br />

(15) Stevenson, G J., Op. Cit. 136.<br />

(16) I<strong>de</strong>m, pág. 149


CAPÍTULO SEGUNDO<br />

LOSADELANTADOS<br />

Parte segunda<br />

Los Antepasados <strong>de</strong> Juan y Carlos Wesley por la línea materna<br />

“... mi preocupación más entrañable es por tu alma inmortal y por tu felicidad espiritual….”<br />

Susana Wesley.<br />

No muchas mujeres cristianas <strong>de</strong>l temple y <strong>de</strong>l carác­ter <strong>de</strong> Susana Wesley, la madre <strong>de</strong> Juan<br />

y Carlos, enumera la historia <strong>de</strong> la Iglesia. Poseía muchas carac­terísticas que le dieron lugar<br />

<strong>de</strong> distinción entre sus congéneres, principalmente por el renombre y la obra <strong>de</strong> sus hijos. No<br />

poseemos muchas noticias acerca <strong>de</strong> sus antepasados, salvo <strong>de</strong> algunas memorias acerca. <strong>de</strong>l<br />

padre <strong>de</strong> su madre, Juan White, y su padre Samuel Annesley, con quienes nos <strong>de</strong>tendremos<br />

brevemente.<br />

JUAN WHITE<br />

Juan White era galés. Estudió también en Oxford en el Colegio <strong>de</strong> Jesús. Más tar<strong>de</strong> recibióse<br />

en leyes y esta­bleció su bufete <strong>de</strong> abogado, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual se empeñó en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a muchos<br />

puritanos.<br />

En 1646 fue elegido miembro <strong>de</strong> la Cámara <strong>de</strong> Representantes, oponiéndose a la política <strong>de</strong>l<br />

rey Carlos l. Era presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l "Comité <strong>de</strong> Religión”, en cuya capacidad tuvo que habér­selas<br />

con los casos <strong>de</strong> cerca <strong>de</strong> cien clérigos, cuyas vidas no armonizaban con la posición que<br />

ocupaban.<br />

A raíz <strong>de</strong> esa tarea, que le proporcionó ocasión para estudiar la vida íntima <strong>de</strong>l clero <strong>de</strong> su<br />

época, publicó un volu­men con el título: "Primer Siglo <strong>de</strong> un Sacerdocio Malicioso y<br />

Escandaloso". También fue miembro <strong>de</strong> la "Asamblea <strong>de</strong> Teólogos" <strong>de</strong> Westminster. El celo<br />

excesivo con que se <strong>de</strong>dicaba a sus múltiples tareas le con­sumieron temprano, a tal punto que<br />

murió al contar tan solamente 54 años <strong>de</strong> edad. Murió en enero <strong>de</strong> 1644.<br />

Una cosa entre otras se impone al recuerdo. En un discurso que hizo en el parlamento en<br />

1641, trató <strong>de</strong> probar que los oficios <strong>de</strong> obispo y presbítero son la misma cosa. A<strong>de</strong>más<br />

aseveró que las distinciones que se hacen entre vicarios, diáconos y otros clérigos por el estilo<br />

son productos <strong>de</strong> innovaciones humanas, sin tener razón <strong>de</strong> ser. (1).<br />

No nos asombrará pues que Juan Wesley, su bisnieto, casi un siglo <strong>de</strong>spués, abogara por la<br />

igualdad <strong>de</strong> ór<strong>de</strong>nes entre el oficio <strong>de</strong> obispo y el <strong>de</strong> presbítero. Y que le llevara, ante la<br />

negativa <strong>de</strong> su obispo, a or<strong>de</strong>nar algunos <strong>de</strong> sus predicadores itineran­tes, aun cuando las<br />

leyes canónicas <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong> Inglaterra no le permitían hacerla, a fin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r pres­tar un<br />

mejor servicio eclesiástico por medio <strong>de</strong> la Iglesia <strong>Metodista</strong> que se había formado en América<br />

<strong>de</strong>l Norte con motivo <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia política <strong>de</strong> ese país.


SAMUEL ANNESLEY<br />

De la familia <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong> Susana no tenemos otras<br />

noticias que las <strong>de</strong>l mismo Samuel Annesley<br />

Sabemos que era <strong>de</strong> linaje aristocrático y primo<br />

hermano <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Anglesey y que naciera en el<br />

año 1620 en la localidad <strong>de</strong> Haseley, Warwickshire,<br />

Perdió a su padre cuando tenía tan solamente<br />

cuatro años <strong>de</strong> edad. Su madre, muy piadosa,<br />

enseñóle a tener en mucha estima la pureza <strong>de</strong> una<br />

vida religiosa. Un biógrafo suyo dice:<br />

"Des<strong>de</strong> su niñez su corazón sintió el llamado para<br />

predicar y para estar en condición <strong>de</strong> hacer tal .<br />

cosa, cuando sólo tenía 5 ó 6 años <strong>de</strong> edad<br />

comenzó a leer la Biblia seriamente. Y tal era su<br />

ardor que se propuso leer veinte capítulos por día,<br />

costumbre que mantuvo hasta el fin <strong>de</strong> su vida". (2)<br />

Cuando cumplió los quince años entró a la<br />

Univer­sidad <strong>de</strong> Oxford, inscribiéndose en el<br />

Colegio "<strong>de</strong> la Reina" (Queen's College), don<strong>de</strong> se<br />

graduó <strong>de</strong> Maestro en Artes. A los 21 años <strong>de</strong>cidió <strong>de</strong>dicarse al trabajo <strong>de</strong> la. Iglesia. Fue en un<br />

período difícil para Inglaterra, en la época en que su rey estaba contra el parlamento, Después<br />

<strong>de</strong> recibir su Diploma <strong>de</strong> Doctor en Leyes (LL.D), fue nombrado capellán en un .barco <strong>de</strong><br />

guerra, cargo que no le agradó abandonándolo pronto para asumir la responsabilidad <strong>de</strong> la<br />

parroquia <strong>de</strong> Cliffe en el condado <strong>de</strong> Kent, en cuyo pastorado permaneció por muchos años. Al<br />

principio los parroquianos no le que­rían, mas cuando los <strong>de</strong>jó, lo lamentaron. Su fi<strong>de</strong>lidad<br />

habíale ganado el amor <strong>de</strong>l pueblo.<br />

Tuvo que <strong>de</strong>jar el lugar <strong>de</strong>bido a algunas cosas duras que él dijo contra la ejecución <strong>de</strong> Carlos I<br />

y contra Cromwell y otros ofi­ciales <strong>de</strong>l "Commonwealth". En. 1652 se hizo cargo <strong>de</strong> la pequeña<br />

parroquia <strong>de</strong> San Juan Evangelista en Lon­dres. En 1657 fue nombrado lector durante la tar<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>l día domingo en la catedral <strong>de</strong> "San Pablo". Más tar<strong>de</strong> fue nombrado por Ricardo Cromwell<br />

(hijo <strong>de</strong> Oliver Cromwell) vicario <strong>de</strong> San Gile, don<strong>de</strong> sirvió hasta el año 1662, cuando fue<br />

sancionado el "Acto <strong>de</strong> Uniformidad”<br />

Era un puritano convencido y, como Bartolomé y .Juan Wesley (abuelo), mantuvo su libertad <strong>de</strong><br />

concien­cia renunciando a los privilegios <strong>de</strong> una parroquia <strong>de</strong> la Iglesia Oficial. Durante diez<br />

años predicó en privado y bajo circunstancias difíciles. Y por lo que se llamó más tar<strong>de</strong> el "Acto<br />

<strong>de</strong> Indulgencia", obtuvo permiso para predicar en el salón <strong>de</strong> cultos <strong>de</strong> "Little Saint Helen's". Allí<br />

sirvió con fi<strong>de</strong>lidad hasta que fue lla­mado a la vida superior.<br />

Casóse dos veces. Su primera esposa fue sepultada en 1649 y el único hijo <strong>de</strong> ambos falleció<br />

también en 1653. La segunda vez, <strong>de</strong>sposó a la hija <strong>de</strong> Juan White, en 1652, probablemente<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su ida a Londres. De su segunda mujer tuvo veinticuatro hijos, entre los cuales<br />

Susana, la madre <strong>de</strong> Juan y Carlos Wesley, fue la última en llegar. Ella era una .mujer <strong>de</strong> dotes<br />

piado­sos y mucha pru<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong>svelándose mucho por la instrucción religiosa <strong>de</strong> sus niños.<br />

La casa <strong>de</strong> Samuel se constituyó en refugio <strong>de</strong> muchos disi<strong>de</strong>ntes y el lugar <strong>de</strong> encuentro <strong>de</strong><br />

los párrocos no conformistas. A los jóvenes estudiantes <strong>de</strong> la "Aca<strong>de</strong>­mia <strong>de</strong> los Disi<strong>de</strong>ntes"<br />

gustábales estar en su casa. Entre ellos encontramos a Samuel Wesley (padre <strong>de</strong> Juan y<br />

Carlos), sin duda en aquella época fue cuando éste trabó conocimiento con la que se casaría<br />

algunos años más tar<strong>de</strong>. Consta que el Dr. Annesley era muy frugal en su manera <strong>de</strong> vivir. El<br />

historiador <strong>de</strong> la familia dice:<br />

"Bebía tan solamente agua. Estudiaba en una pie­za en el altillo <strong>de</strong> su casa, con las ventanas<br />

abiertas y sin fuego ya en verano o invierno. Tenía una entrada consi<strong>de</strong>rable por las


propieda<strong>de</strong>s que here­dara, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su salario, pero separaba con fines <strong>de</strong> benevolencia<br />

una décima parte <strong>de</strong> todo lo que recibía, práctica que ponía en ejercicio antes <strong>de</strong> usar el resto<br />

en otras cosas". (3)<br />

Como veremos más a<strong>de</strong>lante, encontraremos trazos <strong>de</strong> algunas <strong>de</strong> estas características en su<br />

nieto Juan Wesley.<br />

SUSANA WESLEY<br />

Susana Wesley ocupó el vigesimocuarto lugar entre los hijos que el Dr. Samuel Annesley<br />

tuviera <strong>de</strong> su segundo matrimonio. Ella nació en Londres el 20 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1669. Recibió una<br />

educación fuera <strong>de</strong> lo común para una mujer <strong>de</strong> su época. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su len­gua nativa<br />

estudió el griego, el latín y el francés. De una carta que su esposo escribiera a su hijo Samuel<br />

en 1707, se infiere que ella no tenía un conocimiento muy esmerado <strong>de</strong>l latín. El padre al<br />

insinuar a su hijo que le escriba acerca <strong>de</strong> sus pensamientos más íntimos, le dice:<br />

“... yo te prometo tanto secreto, que aún tu madre no sabrá nada <strong>de</strong> ello, a no ser lo que tú<br />

quieras que ella sepa, por esta razón sería conve­niente que me escribieras en latín". (4)<br />

Probablemente ella lo había olvidado por no usarlo, pues el Dr. Fitchett dice que lo conocía en<br />

su adolescen­cia. (5)<br />

Adornábale una inteligencia brillante y una mente vivaz. Des<strong>de</strong> su niñez manifestó un interés<br />

fuera <strong>de</strong> lo común por la teología. Después <strong>de</strong> pon<strong>de</strong>rar los motivos que habían suscitado las<br />

controversias entre los Disi­<strong>de</strong>ntes y la Iglesia <strong>de</strong> Inglaterra, <strong>de</strong>cidió echar su <strong>de</strong>s­tino con ésta.<br />

Contaba a la sazón 13 años <strong>de</strong> edad. Casóse con Samuel Wesley en la primavera <strong>de</strong> 1689 y<br />

trajo al mundo diecinueve hijos en el lapso <strong>de</strong> 21 años Sobrevivió a su esposo siete años. Sin<br />

embargo, cuando falleció, alcanzó la misma edad que él tenía al morir, esto es, 72 años. Acabó<br />

su carrera terrenal en julio <strong>de</strong> 1742. En esa ocasión encontrábase en Londres, viviendo con su<br />

hijo Juan en la llamada Fundición (el local <strong>de</strong> cultos que Juan Wesley adaptara <strong>de</strong> una vieja<br />

fundi­ción <strong>de</strong> cañones).<br />

Susana fue seguramente una <strong>de</strong> las mujeres más instruidas e inteligentes <strong>de</strong> su época. El DI.<br />

Fitchett aseve­ra que "ella era probablemente la mujer más capaz <strong>de</strong> toda Inglaterra en su<br />

época" (6).<br />

Sin embargo, la gran gloria <strong>de</strong> Susana no la encontramos en sus conocimien­tos intelectuales,<br />

mas sí en su po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> penetración y en su sensibilidad espiritual. Tenemos que admirarla<br />

también por su consagración a los intereses y menesteres <strong>de</strong> su hogar, por el cuidado extremo<br />

que <strong>de</strong>dicó a sus hijos, por la intensidad <strong>de</strong> su fe y la sufrida entereza con que supo afrontar las<br />

diversas y continuas pruebas <strong>de</strong> su vida. El Dr. Fitchett dice que faltábale chispa humorística.<br />

Posiblemente eso era verdad, pero acor­démonos que era responsable por una familia<br />

numerosa y que muchas veces tenía que ingeniárselas para ali­mentarla, en particular cuando<br />

su esposo estaba en la cárcel <strong>de</strong>bido a las <strong>de</strong>udas contraídas. Estaba sujeta a sufrir los<br />

<strong>de</strong>smanes <strong>de</strong> su pueblo hostil, que por lo común <strong>de</strong>mostraba poca o ninguna simpatía con su<br />

familia, y serenamente asistió a la reiterada prueba y humi­llación <strong>de</strong> ver a su esposo ir a la<br />

cárcel. A<strong>de</strong>más su salud era pobre, lo que hizo que su marido informara a su arzobispo: "Mi<br />

esposa está enferma mitad <strong>de</strong>l tiem­po" (7). ¡En esas circunstancias era realmente difícil<br />

con­servar una chispa humorística!<br />

Fue esposa ejemplar y madre mo<strong>de</strong>lo. Como esposa siempre estuvo lista a seguir a su marido<br />

y a secundarle en todas las ocasiones y pruebas. Por él estuvo dispuesta a someterse a los<br />

mayores sacrificios y a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo <strong>de</strong> todo ataque que alguien osara hacerle. En todo sentido<br />

fue una gran ayudadora tanto en su vida como en su obra. Como madre, extremóse en<br />

dispensar a sus hijos lo mejor y más noble <strong>de</strong> lo que es capaz <strong>de</strong> ofrecer la religión cristiana.<br />

Posiblemente fue muy severa y rígida en sus métodos educativos. Sin embargo, lo importante


es que adoptó un método y, por encima <strong>de</strong> todo, un método digno dirigido hacia un fin elevado.<br />

Acostum­braba a sus hijos a tener horas marcadas para cada <strong>de</strong>ber y ella fue la única maestra<br />

que cada uno <strong>de</strong> ellos tuviera en la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Epworth. Su hijo Samuel fue el único a quien<br />

proveyeron <strong>de</strong> un maestro particular durante su niñez.<br />

Para Susana lo supremo en el hogar era la religión. Preocupábase por la educación religiosa<br />

<strong>de</strong> sus hijos con extremo celo. Y ésta fue la razón por la cual sus hijos varones llegaron a ser<br />

personajes tan distinguidos y útiles para el mundo entero. Separaba, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las<br />

<strong>de</strong>vocio­nes familiares, una hora semanal para cada uno <strong>de</strong> ellos. En el año 1712, escribió a su<br />

esposo:<br />

"He resuelto comenzar con mis propios hijos y, por lo tanto, me propuse observar el método<br />

siguiente: Me tomo, <strong>de</strong> la porción <strong>de</strong> tiempo que puedo ahorrar cada noche, lo necesario para<br />

discurrir con cada uno <strong>de</strong> ellos separadamente acerca <strong>de</strong> 10 que ('II('S(' su principal necesidad.<br />

El lunes conversaba con Molly, el martes con Hetty, el miércoles con Mary, el jueves con Jacky,<br />

el viernes con Patty, el s;\ hado con Carlos y el domingo con Elimia y Sukey juntas". (8)<br />

Como vimos, la noche <strong>de</strong>dicada a Juan era el jueves. Po<strong>de</strong>mos imaginarnos la influencia que<br />

eso tendría en su joven vida. Fue en ese mismo año cuando ella escribió esa carta, que<br />

comenzó a tener reuniones en su casa mientras su esposo estaba ausente durante diversos<br />

meses. Sorpren<strong>de</strong>ntemente las asistencias fueron creciendo vez tras vez en número. Y a veces<br />

más <strong>de</strong> doscientas personas vinieron a escuchar sus exhortaciones y la lectura <strong>de</strong> ser­mones.<br />

Por dos veces, a instigación <strong>de</strong>l ayudante <strong>de</strong> su esposo, ella recibió <strong>de</strong> su marido la sugestión<br />

para que <strong>de</strong>sistiera <strong>de</strong> dirigir esas reuniones, por hallar que era conducta inconveniente para<br />

una mujer. Sin embargo, ella siguió a<strong>de</strong>lante con esa costumbre. Y contestando a la segunda<br />

carta, que sobre este asunto le escribiera el esposo, dícele:<br />

"Si tú, sin embargo, piensas que es conveniente disolver esta asamblea, no me digas que<br />

<strong>de</strong>seas que yo lo haga porque eso no sería suficiente como para satisfacer a mi conciencia. Si<br />

así fuere envíame tu or<strong>de</strong>n positiva, en términos tan completos y termi­nantes que me<br />

absuelvan <strong>de</strong> toda culpa y castigo por haber <strong>de</strong>scuidado esta oportunidad <strong>de</strong> hacer el bien, en<br />

el día que tú y yo aparezcamos ante el gran y terrible tribunal <strong>de</strong> nuestro Señor Jesucristo" (9).<br />

Ante esa or<strong>de</strong>n inequívoca, Samuel Wesley nada más dijo, ni mencionó el asunto en cartas<br />

sucesivas. Ella, por lo tanto, continuó con las reuniones, lo que conquistó para la Iglesia la<br />

simpatía y el interés <strong>de</strong>l pueblo, el cual por tantos años anteriormente habíase conservado<br />

ajeno a los intereses religiosos. De esta manera, aportó ella gran<strong>de</strong>s beneficios a la obra <strong>de</strong> su<br />

esposo, mayores que los que éste consiguiera durante los muchos años <strong>de</strong> su ministerio allí.<br />

Juan y Carlos estaban en casa durante ese período. Ciertamente esas reuniones <strong>de</strong>bieron<br />

haber <strong>de</strong>jado honda impresión en sus mentes infantiles. Su ma­dre les estaba iniciando en una<br />

práctica que ellos adop­tarían más tar<strong>de</strong> durante todo su ministerio: la <strong>de</strong> dirigir reuniones <strong>de</strong><br />

carácter <strong>de</strong>vocional y evangelizador al mar­gen <strong>de</strong> la Iglesia.<br />

La educación religiosa que ella principiara en casa con cada uno <strong>de</strong> sus hijos, no se<br />

interrumpía cuando ellos se iban <strong>de</strong>l hogar por sus estudios u otras razones. Conti­nuaba su<br />

ministerio maternal a través <strong>de</strong> cartas. Una lectura <strong>de</strong> esas cartas que ella escribía a sus hijos y<br />

a su esposo nos sería <strong>de</strong> gran beneficio, por el profundo espí­ritu <strong>de</strong> piedad que exhala <strong>de</strong><br />

todas ellas. A través <strong>de</strong> las palabras que traducían sus pensamientos vislumbramos el alma <strong>de</strong><br />

una madre celosa y arrodillada ante el Señor, rogando por bendiciones permanentes a favor <strong>de</strong><br />

sus hijos. Una muestra <strong>de</strong>l espíritu que le incitaba a escribir esas cartas, encontrámosla en el<br />

siguiente fragmento <strong>de</strong> una que escribiera a su hija Susana:<br />

"Tú sabes muy bien cómo te amo. Amo tu cuerpo y ruego fervientemente al Dios Todopo<strong>de</strong>roso<br />

que te lo mantenga con salud, que te conceda todas las cosas necesarias a tu bienestar y<br />

sostén en este mun­do. Sin embargo mi preocupación más entrañable es por tu alma inmortal y<br />

por tu felicidad espiritual. No puedo expresar mejor mi interés en ese sentido sino<br />

esforzándome por instilar te en todo momento aquellos principios <strong>de</strong> conocimiento y verdad<br />

que son absolutamente necesarios para que te empeñes en llevar aquí una vida virtuosa, que<br />

es lo único que pue<strong>de</strong> infaliblemente asegurar tu felicidad eter­na". (10).


Aunque muchas veces estaba imposibilitada <strong>de</strong> mo­verse por sus frecuentes enfermeda<strong>de</strong>s, no<br />

se excusaba <strong>de</strong> cumplir con su obligación <strong>de</strong> madre cristiana y empe­ñábase entonces en<br />

escribir largas cartas a su Samuel o a Juan o a Susana o a Carlos. Aún <strong>de</strong>spués que ellos se<br />

casaron y tuvieron grados académicos, continuó su minis­terio paciente y epistolar<br />

exhortándolos a vivir siempre junto al Señor y a servirle. De su parte los hijos frecuen­temente<br />

consultábanla cuando se les presentaba algún asunto importante que resolver. Más <strong>de</strong> una vez<br />

ayudó a Juan en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> su movimiento religioso. Espe­cialmente útil fue su consejo<br />

cuando en las Socieda<strong>de</strong>s <strong>Metodista</strong>s se inició la predicación laica. Su palabra dis­creta y<br />

serena muy a menudo evitó que su hijo Juan, llevado por el impulso <strong>de</strong>l momento, tomara<br />

resoluciones precipitadas.<br />

Vale la pena notar que <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada gran hombre <strong>de</strong> la historia casi invariablemente uno<br />

<strong>de</strong>scubre el cora­zón gran<strong>de</strong>, piadoso y amoroso <strong>de</strong> una madre consagrada.<br />

Su fe en Dios y en Cristo era maravillosa. Nada ni nadie podía separar a su corazón <strong>de</strong> la<br />

compañía <strong>de</strong> Dios. Fue mujer que mucho sufrió, pero tanto ella como su esposo, nunca<br />

olvidaron que Dios era su fortaleza y salvación. Creía firmemente en la eficacia <strong>de</strong> la oración<br />

intercesora. Y oraba con sus hijos cuando vivían a su lado y por ellos cuando hallábanse<br />

ausentes, <strong>de</strong>dicando siempre mucho tiempo a sus <strong>de</strong>vociones. Era muy or<strong>de</strong>­nada, meticulosa<br />

y severa en muchos <strong>de</strong> sus métodos. Acerca <strong>de</strong> eso escribió en cierta ocasión:<br />

"Cuando era joven y <strong>de</strong>dicaba <strong>de</strong>masiado tiempo en diversiones infantiles, resolví no pasar en<br />

pasa­tiempos ni por un solo día, más <strong>de</strong> lo que yo pudie­ra <strong>de</strong>dicar a mis <strong>de</strong>vociones<br />

personales".<br />

Alguien que la conoció muy íntimamente escribió:<br />

"La gracia manifestábase en todos sus pasos, el celo reflejábase en sus hijos y cada gesto<br />

suyo expre­saba divinidad y amor".<br />

En sus empresas era porfiada y perseverante. Un inci­<strong>de</strong>nte basta para ilustrar esa su<br />

característica. Un día el esposo la había estado observando mientras ella instruía a uno <strong>de</strong> los<br />

hijos. En un momento dado interrumpióla para <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>:<br />

"Admírome <strong>de</strong> tu paciencia. Dijiste a aquel niño veinte veces la misma cosa". A eso ella<br />

contestó: "Si yo me hubiese contentado con <strong>de</strong>círsela solamente diecinueve lo habría perdido<br />

todo. Pudiste constatar que fue solamente la vigésima la que coronó mi trabajo". (11)<br />

Muy posiblemente su religión podría parecer a veces <strong>de</strong>masiado mecánica y formal. Sin<br />

embargo la impregnaba una fe y una esperanza portadoras <strong>de</strong> muchas ben­diciones morales y<br />

espirituales. Sin duda que es mejor tener un método, a no tener ninguno y olvidarse <strong>de</strong> los<br />

dictámenes <strong>de</strong> una vida religiosa. El mundo es por cierto más rico, en lo relativo a los valores<br />

morales y espiritua­les, por la vida que llevó esa mujer piadosa y heroica, cuyas virtu<strong>de</strong>s se<br />

manifestaron y <strong>de</strong>sarrollaron tan meri­toriamente en el seno <strong>de</strong> su casa y familia. Uno <strong>de</strong> los<br />

estudiosos <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong>l metodismo hizo sobre su carácter este elogioso comentario:<br />

"Heme familiarizado con muchas mujeres piado­sas y he leído la vida <strong>de</strong> otras, pero <strong>de</strong> una<br />

mujer como ésa, hecha y <strong>de</strong>recha, nunca he oído hablar, tampoco he leído que existiera y<br />

jamás he venido en contacto con una <strong>de</strong> tal magnitud. Sólo Salomón <strong>de</strong>scribió al final <strong>de</strong> sus<br />

Proverbios a una tal como ésta y adoptando sus palabras, puedo <strong>de</strong>cir: Muchas hijas han<br />

obrado virtuosamente, pero Susana Wesley las ha sobrepujado a todas'." (12)<br />

Ella en verdad fue una <strong>de</strong> esas almas que muy raras veces pasan entre nosotros y cuyas vidas<br />

exhalan la Ínti­ma gracia divina: amando, sirviendo y sufriendo en noble silencio.<br />

¡Bienaventurada sea su memorial<br />

(1) Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 158.<br />

(2) Me Tyeire, H.N.: "History of Methodism", pág. 20, nota.<br />

(3) Por el autor <strong>de</strong> "Wesley and his Friends". Pág. 20.<br />

(4) Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 104.


(5) Op. Cit., pág. 15.<br />

(6) Op. Cit., pág. 16..<br />

(7) Fitchett, W. H., Op. Cit., pág. 18.<br />

(8) Citado <strong>de</strong> una carta que ella escribió el 6 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1712, Stevenson, G. J., Op. Cit., Págs. 195.<br />

(9) Stevenson, G. J., Op. Cit., pág. 197, citado <strong>de</strong> una carta que ella escribiera el 25 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1712.<br />

(10) De una carta escrita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Epworth el 13 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1709 Ó 10, citada por Stevenson, G. J., Op.<br />

Cit., pág. 281.<br />

(11) Wiseman, F. Luke, "Charles Wesley", pág. 19.<br />

(12) Clarke, Adam Dr., (citado por Stevenson, G. J., Op. Cit. pág. 230.<br />

CAPÍTULO TERCERO.<br />

UN TIZON ARRANCADO DEL FUEGO<br />

"Mi parroquia es el mundo". Juan Wesley.<br />

Entre los gran<strong>de</strong>s evangelistas y reformadores <strong>de</strong> la Iglesia Cristiana esté! Juan Wesley, hijo <strong>de</strong><br />

Susana y Samuel Wesley, <strong>de</strong> los cuales ya hablamos en las páginas anteriores, y ciertamente<br />

figura entre los más <strong>de</strong>stacados. Su figura señera atrae todavía la lealtad <strong>de</strong> muchos mi­llones<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la tierra, como uno que supo inter­pretar a Cristo y presentarlo ante las<br />

muchedumbres con la gracia perdonadora y re<strong>de</strong>ntora que aparece en el Evangelio. Como la<br />

mayoría <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s reformadores y evangelistas <strong>de</strong> la historia, él no estaba interesado. en<br />

el establecimiento <strong>de</strong> un nuevo cuerpo eclesiástico que lle­vara su nombre, sino en una<br />

renovación <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> la Iglesia y en la formación <strong>de</strong> una conciencia abierta a los influjos <strong>de</strong><br />

la Gracia Divina.<br />

Que su movimiento se concretara más tar<strong>de</strong> en una nueva <strong>de</strong>nominación, fue consecuencia <strong>de</strong><br />

factores que él no pudo controlar. Es importante recordar en esta conexión que Juan Wesley, lo<br />

mismo que su hermano Carlos, jamás abandonó las filas <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana a cuyo<br />

ministerio había consagrado su vida. Esto <strong>de</strong>muestra que otro era su motivo al iniciar el<br />

movimiento que otros, y no él, bautizaron con el nombre <strong>de</strong> metodista.<br />

Nació Juan Wesley en la ya <strong>de</strong>scripta población <strong>de</strong> Epworth, el 17 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1703. Bajo la<br />

vigilancia y la tutela <strong>de</strong> su madre inició se primeramente en las li<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l intelecto. En el día que<br />

cumplió cinco años, como solía acontecer con todo hijo <strong>de</strong> Susana, tuvo que apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

memoria todo el alfabeto. Y el primer libro <strong>de</strong> lectura que tuvo en su vida fue la Biblia.<br />

Creció en una atmós­fera impregnada <strong>de</strong> piedad y disciplina. Su madre, como recordaremos,<br />

era muy rígida en su método educativo y bien pronto Juan tuvo que apren<strong>de</strong>r a llorar en<br />

silencio cuando era castigado bajo el concepto bíblico que, cuando la mano paterna o m¡1terna<br />

castiga, lo es para salud <strong>de</strong> quien recibe la corrección.<br />

El amor <strong>de</strong> sus padres era por lo tanto templado por esa rigi<strong>de</strong>z disciplinaria, que era parte <strong>de</strong><br />

la herencia <strong>de</strong>jada a su familia por los antepasados. La vida, más que goce, era disciplina que<br />

<strong>de</strong>bía conducir al individuo hacia los caminos celestiales y salvarIo <strong>de</strong> las tentaciones "<strong>de</strong>l<br />

mundo, <strong>de</strong> la carne y <strong>de</strong>l diablo". Un comentarista <strong>de</strong> la vida familiar <strong>de</strong> los Wesley, dice lo<br />

siguiente:<br />

"No se juzgaba entonces que mereciera el nombre <strong>de</strong> educación lo que no estuviese basado<br />

en el cris­tianismo y santificado por la Palabra <strong>de</strong> Dios y la oración. La religión familiar, en el<br />

hogar <strong>de</strong> los Wesley, formaba una parte esencial <strong>de</strong> su disciplina. y era un caso <strong>de</strong> conciencia<br />

instruir a los niños y <strong>de</strong>pendientes en la naturaleza <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>beres sociales, morales y<br />

espirituales. Era también práctica <strong>de</strong> ellos el apartar días especiales para la oración, para la<br />

humillación en épocas <strong>de</strong> calamida<strong>de</strong>s y para la acción <strong>de</strong> gracias al ser recipientes <strong>de</strong><br />

beneficios especiales". (1)


Ya vimos cómo Susana escribió a su esposo en 1712 que ella<br />

tomaría la resolución <strong>de</strong> apartar una hora por semana para estar a<br />

solas con cada uno <strong>de</strong> sus hijos. Juan tenía esa entrevista con su<br />

madre la noche <strong>de</strong>l jueves. Contaba en ese entonces sólo 9 años. Sin<br />

duda ésa fue una <strong>de</strong> las vivencias que más impresionaron al niño y su<br />

recuerdo perduraría durante toda su vida. Más tar<strong>de</strong>, cuando él se<br />

encontraba lejos <strong>de</strong>l hogar y en medio <strong>de</strong> las luchas <strong>de</strong> su apostolado<br />

evangelístico, escribió a su madre rogándole que apartara todavía<br />

para él esa hora, <strong>de</strong> manera que ella pudiese acompañarle con sus<br />

ruegos y oraciones o escribirle sobre cosas <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n espiritual.<br />

Acostumbróse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> temprano a separar cada hora <strong>de</strong>l día para algo<br />

en particular. Buscaba <strong>de</strong> ese modo apro­vechar al máximo su tiempo<br />

para no <strong>de</strong>sperdiciarlo ya por falta <strong>de</strong> disciplina O en frivolida<strong>de</strong>s.<br />

Por dos veces la casa pastoral fue incendiada por el populacho <strong>de</strong> la parroquia durante la<br />

infancia <strong>de</strong> Juan Wesley. Una vez se quemó en parte y la otra (en 1709) totalmente, quedando<br />

<strong>de</strong>struidos muebles, libros y los manuscritos <strong>de</strong>l padre. En la segunda ocasión, la madre estaba<br />

enferma y a duras penas pudo escapar pero con las manos y el rostro chamuscados. Juan<br />

hallábase dur­miendo en el segundo piso. Cuando se dieron cuenta que faltaba el padre tentó<br />

rescatarlo, pero ya era imposible: el fuego ya había hecho presa <strong>de</strong> la escalera que llevaba al<br />

piso superior.<br />

Entonces invitó a los que habían acu­dido al lugar a arrodillarse para pedir que Dios recibiese<br />

en su seno el alma <strong>de</strong> su hijo. En ese momento oyóse el lloro <strong>de</strong>l niño que se asomaba<br />

<strong>de</strong>sesperado por la ven­tana <strong>de</strong> su pieza. Acto seguido un hombre subió sobre las espaldas <strong>de</strong><br />

otro en tiempo suficiente como para alcanzarlo y bajarlo, rescatándolo <strong>de</strong>l peligro.<br />

Cumplido esto, el techo cayó en llamas para <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la casa. Y a la luz <strong>de</strong> las llamas que<br />

<strong>de</strong>voraban los restos <strong>de</strong> la mansión arrodillóse el grupo <strong>de</strong> la casa pastoral y los vecinos a<br />

invitación <strong>de</strong>l padre: "Venid, vecinos, arrodillémonos, agra<strong>de</strong>zcamos a Dios, me ha dado mis<br />

ocho hijos. ¡Que se vaya la casa! ¡soy lo suficientemente rico" (2).<br />

Y Wesley recordaría más <strong>de</strong> una vez a lo largo <strong>de</strong> su vida este terrible inci<strong>de</strong>nte. En uno <strong>de</strong> sus<br />

retratos mandó grabar como emblema una casa en llamas y la leyenda: "¡Un tizón arrancado<br />

<strong>de</strong>l fuego!"<br />

A los II años, esto es en 1714, tuvo que abandonar su hogar e ir a Londres don<strong>de</strong> asistió como<br />

alumno interno hasta 1719 en la escuela "Charterhouse". En aquellos días la vida <strong>de</strong> un<br />

internado era muy severa y los niños eran tratados con disciplina rígida, casi como si<br />

estuvie­sen en un monasterio. Agravábase aún más la situación cuando el alumno procedía <strong>de</strong><br />

un hogar pobre. Muchas veces <strong>de</strong>bía sufrir vejámenes <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> aquellos que se sentían<br />

superiores por su posición social o los haberes <strong>de</strong> sus padres.<br />

Juan era <strong>de</strong> índole algo tímido y durante esos años muy a menudo tuvo que soportar hasta el<br />

ham­bre, porque sus condiscípulos -cosa que era permitida en los internados <strong>de</strong> aquel<br />

entonces- le quitaban la comida <strong>de</strong>l plato. Como era <strong>de</strong> constitución débil, y por consejo <strong>de</strong> su<br />

padre, temprano por la mañana corría un cierto número <strong>de</strong> veces alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l edificio<br />

princi­pal <strong>de</strong> la escuela, como para fortalecer sus piernas y pul­mones.<br />

¡Por lo visto hoy día nosotros consi<strong>de</strong>raríamos tal disciplina muy ina<strong>de</strong>cuada y trataríamos que<br />

un niño en tales condiciones tomara más alimento y vitaminas! Pero ésas eran otras épocas y<br />

los niños no se trataban como tales, sino como adultos pequeños. Tenían que apren<strong>de</strong>r en la<br />

ru<strong>de</strong>za <strong>de</strong> la vida a hacerse fuertes y hombres.<br />

Por cierto que ésos fueron años <strong>de</strong> prueba en la "Charterhouse". Aun más, durante los mismos<br />

fortaleció­sele el ánimo y preparóse para aquella disciplina que seríale necesaria más tar<strong>de</strong>,<br />

cuando tuvo que hacer frente a tanta oposición y persecución. Y periódicamente como para<br />

alentarlo llegaban las cartas <strong>de</strong> sus padres, exhor­tándolo a permanecer fiel a su tradición<br />

religiosa en medio <strong>de</strong> tantos niños que no habían tenido, ni remo­tamente, la misma influencia<br />

cristiana. Lo cierto es que Juan Wesley no guardó en su memoria recuerdos muy gratos <strong>de</strong>


esos años. Miraba hacia ellos sin nostalgia, con sentimiento <strong>de</strong> alivio, ¡qué suerte que habían<br />

quedado atrás en la historia <strong>de</strong> su vida!<br />

En 1720 entró a la universidad <strong>de</strong> Oxford, así como lo habían hecho sus antepasados,<br />

permaneciendo allí con pequeños intervalos hasta 1735.<br />

En los atrios universitarios no encontró mucho incentivo como para profundizar su vida<br />

religiosa. Nunca llegó a pervertirse por las costumbres libres cuando no licencio­sas y profanas<br />

<strong>de</strong> sus condiscípulos. La religión era para él, más que un goce interior, la observancia <strong>de</strong> reglas<br />

estrictas. Durante todos los años que estuvo allí inclinóse primero hacia el formalismo y<br />

<strong>de</strong>spués hacia una disci­plina férrea. Esa religión <strong>de</strong>jaba en él, con frecuentes asomos <strong>de</strong><br />

crisis, un gusto <strong>de</strong> <strong>de</strong>scontento.<br />

Buscaba cum­plir con los requisitos formales, pero su alma parecía tener hambre <strong>de</strong> algo que<br />

no alcanzaba a obtener y que él no sabía exactamente lo que era. En consecuencia se excedía<br />

en actos <strong>de</strong> caridad y misericordia especialmente entre los pobres, los encarcelados y los<br />

enfermos. El móvil era siempre más que por un sentimiento <strong>de</strong> solidaridad, buscar aplacar la<br />

"ira <strong>de</strong> Dios" a través <strong>de</strong> esos actos y aparecer justificado ante Sus ojos.<br />

Esa lucha, entre una religión formal y una vivencia personal interna <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Dios,<br />

perduraría por muchos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> concluir su curso <strong>de</strong> bachiller en artes. Durante esos<br />

años su peregrinación espiritual sufrió muchos altibajos, a pe­sar <strong>de</strong> haberse or<strong>de</strong>nado diácono<br />

en 1725 y presbítero en 1728.<br />

Entre las influencias que le ayudaron en su formación religiosa <strong>de</strong>stácanse tres autores:<br />

Thomas A. Kempis, Jeremías Taylor y William Law, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su contacto con los Moravos y<br />

su experiencia misionera en la colonia <strong>de</strong> Georgia, región que hoy día forma parte <strong>de</strong> la<br />

Amé­rica <strong>de</strong>l Norte. Esos escritores, <strong>de</strong> carácter profundamen­te religioso y a veces<br />

especulativo, habituáronle a pensar agudamente en los problemas <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> la muerte, en<br />

relación con la revelación cristiana.<br />

Los Moravos le llevaron a la búsqueda <strong>de</strong> una religión que fuera expresión <strong>de</strong> una fe personal<br />

en Cristo y la expe­riencia misionera le enseñó que, antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r evange­lizar a otros, uno<br />

tiene que tener una convicción perso­nal profunda e íntima. Muy significativa es la confesión<br />

que escribe en su Diario en febrero <strong>de</strong> 1738, al volver <strong>de</strong> su aventura misionera en América, al<br />

ver nuevamente las costas <strong>de</strong> Inglaterra: "Fui a la América para convertir a los indios, pero, ¡oh!<br />

¿Quién me convertirá a mí?"<br />

Solamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucho buscar en los a<strong>de</strong>ntros <strong>de</strong> su conciencia, <strong>de</strong> platicar largamente<br />

con sus amigos moravos, <strong>de</strong> participar en reuniones <strong>de</strong> oración y exhor­tación con ellos, llega a<br />

la plenitud <strong>de</strong> su experiencia religiosa. Fue en esa inolvidable noche <strong>de</strong>l 24 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1738,<br />

mientras se celebraba una humil<strong>de</strong> reunión en un saloncito <strong>de</strong> una callejuela <strong>de</strong> Londres<br />

llamada Al<strong>de</strong>rsgate, dirigida presumiblemente por un laico, cuyo nombre se <strong>de</strong>sconoce, don<strong>de</strong><br />

al promediar la lectura <strong>de</strong>l prefacio <strong>de</strong> Lutero a la epístola <strong>de</strong> San Pablo a los Ro­manos, sintió<br />

el amor <strong>de</strong> Dios "<strong>de</strong>rramarse en su corazón”.<br />

Es muy conocida la <strong>de</strong>scripción que él mismo hace <strong>de</strong> esa experiencia. La narra en su Diario:<br />

"Cerca <strong>de</strong> las nueve menos cuarto, mientras escu­chaba la <strong>de</strong>scripción que Lutero hacía sobre<br />

el cam­bio que Dios obra en el corazón a través <strong>de</strong> la fe en Cristo, sentí que mi corazón ardía<br />

<strong>de</strong> una manera extraña. Sentí que en verdad yo confiaba en Cristo, en Cristo solamente para la<br />

salvación y que una seguridad me fue dada <strong>de</strong> que él había quitado mis pecados, en verdad<br />

los míos, y que me había salvado <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> la muerte. Empe­cé a orar con todo<br />

mi po<strong>de</strong>r por aquellos que <strong>de</strong> alguna manera especial me habían perseguido y se habían<br />

abusado <strong>de</strong> mí. Entonces testifiqué ante todos los presentes <strong>de</strong> lo que por vez primera sentía<br />

en mi corazón." (3)<br />

Des<strong>de</strong> ese momento sintióse un nuevo hombre y salió <strong>de</strong> allí "jubiloso" para ir en busca <strong>de</strong> su<br />

hermano, que a la sazón estaba enfermo, para informarle acerca <strong>de</strong> su hallazgo en Cristo.<br />

Sentíase con nuevos bríos y un entusiasmo in<strong>de</strong>scriptible. Más tar<strong>de</strong>, interpretando su propia<br />

vivencia religiosa a través <strong>de</strong> los años, diría que antes <strong>de</strong> Al<strong>de</strong>rsgate su relación para con Dios


había sido la <strong>de</strong> un esclavo para con su señor y que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esa .época la <strong>de</strong> un hijo para<br />

con su padre. Es <strong>de</strong>cir que fue la transferencia <strong>de</strong> una religión <strong>de</strong>l temor a una religión <strong>de</strong>l<br />

amor, <strong>de</strong> una relación legal a una relación <strong>de</strong> fe.<br />

No tenemos suficiente espacio como para seguir toda su trayectoria espiritual <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1724,<br />

cuando terminó su curso <strong>de</strong> bachiller en artes, hasta 1738, cuando tuvo su gloriosa<br />

experiencia. Ya hicimos referencias a sus or<strong>de</strong>naciones<br />

Mencionaremos a<strong>de</strong>más que en 1726, a tan sólo un año <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su primera or<strong>de</strong>nación,<br />

fue nombrado tutor ("Fellow") en la Universidad <strong>de</strong> Ox­ford, en el colegio <strong>de</strong> "Lincoln", función<br />

que interrum­pió entre 1727-29 para ser ayudante <strong>de</strong> su padre en la parroquia <strong>de</strong> Epworth.<br />

Este alimentaba esperanzas <strong>de</strong> que el hijo le sucediera a su muerte. Pero Juan volvió en 1729<br />

a Oxford, insistiendo con su padre que no le era ya factible vivir lejos <strong>de</strong> los atrios<br />

universitarios.<br />

Allí tenía mucho más tiempo y oportunidad para satisfacer la sed <strong>de</strong> saber que siempre le<br />

azuzaba hacia nuevos conocimientos y estudios. Una simple mirada a su programa <strong>de</strong> ese<br />

entonces en el or<strong>de</strong>n intelectual, nos explica claramente por qué la vida en Epworth no tuvo<br />

atracción suficiente como para retenerle.<br />

"Daba lecciones <strong>de</strong> griego y era monitor <strong>de</strong> las clases; fue instructor primero <strong>de</strong> lógica y más<br />

tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> filosofía. A<strong>de</strong>más, en su plan semanal <strong>de</strong> estu­dios personales incluyó el hebreo, el<br />

árabe, el grie­go, el latín, la lógica, la ética, la metafísica, la filosofía natural, la oratoria, la<br />

poesía y la teolo­gía." (4)<br />

Permanece en su puesto <strong>de</strong> tutor e instructor hasta el mes <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1735, que es cuando<br />

se retira con su hermano Carlos y otros dos compañeros universita­rios para ir a Georgia. Ya<br />

hicimos referencia a su aven­tura misionera en ésta y a su vuelta a Inglaterra que culminó con<br />

su experiencia religiosa en Al<strong>de</strong>rsgate.<br />

Des<strong>de</strong> 1738 hasta el 9 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1791, día <strong>de</strong> su fallecimiento, no cejaría en su inmortal<br />

obra evangeli­zadora, tarea que llevó a cabo en todo el Reino Unido <strong>de</strong> Gran Bretaña. Contar<br />

esa dramática historia, llena <strong>de</strong> emotivas y extrañas peripecias y extraordinarias realizaciones<br />

en el campo religioso, nos tomaría mucho espacio. Los que <strong>de</strong>sean penetrar más hondo en la<br />

vida <strong>de</strong> este hombre tienen a su disposición una gran varie­dad <strong>de</strong> libros y otros materiales.<br />

Tenemos espacio tan solamente para notar algunas <strong>de</strong> las muchas caracterís­ticas <strong>de</strong> ese<br />

largo ministerio. Antes, empero, daremos otra nota biográfica que pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> interés para<br />

com­pletar el cuadro <strong>de</strong> la semblanza.<br />

Juan Wesley, siempre tan sagaz y clarivi<strong>de</strong>nte en sus contactos y conocimientos <strong>de</strong> la<br />

naturaleza humana, fue muy infeliz en la búsqueda <strong>de</strong> una compañera que le secundara en su<br />

obra y le diera un hogar don<strong>de</strong> pudie­se rehacer "sus fuerzas al calor <strong>de</strong>l afecto familiar. N o<br />

tuvo éxito alguno en varias tentativas que hiciera, tanto en Inglaterra como en América o que<br />

terminaron por una razón u otra en disgustos y <strong>de</strong>silusiones.<br />

Final­mente casóse en 1752 con una viuda, madre <strong>de</strong> dos hi­jos, y que había sido la esposa <strong>de</strong><br />

un comerciante <strong>de</strong> nom­bre Vizelle o Vazeille, mujer <strong>de</strong> cierta inteligencia, que aparentaba<br />

tener dotes suficientes como para darle el hogar que necesitaba. Pero pronto diose cuenta que<br />

ésa no era mujer para su temperamento y tareas. El no era hombre que podía estarse quieto<br />

en casa. Dos meses <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l enlace estuvo nuevamente entregado <strong>de</strong> lleno a su vida<br />

itinerante.<br />

Ella acompañóle por algún tiempo, pero acostum­brada como había estado a otro tenor <strong>de</strong><br />

vida, no pudo naturalmente darse a ese constante peregrinar. El Dr. Stevens la <strong>de</strong>scribe así:<br />

"Remisa para viajar, disgustóse igualmente con las ausencias habituales <strong>de</strong> su esposo. Su<br />

disgusto tomó finalmente la forma <strong>de</strong> celos monomaníacos. Durante veinte años lo persiguió<br />

con sus sospechas infundadas y sus importunaciones intolerables. Ante esas pruebas<br />

<strong>de</strong>stacóse admirablemente la gran­<strong>de</strong>za genuina <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> Wesley, puesto que su carrera<br />

pública nunca tambaleó ni perdió una iota <strong>de</strong> su energía o éxito durante su prolongada<br />

<strong>de</strong>sgracia doméstica. Una y otra vez ella lo abandonaba, pero volvía a él a sus reiteradas


instancias. Ella abría, interpolaba y exponía entonces ante sus enemigos su correspon<strong>de</strong>ncia y,<br />

algunas veces, viajaba hasta cien millas para ver, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una ventana, quién le acom­pañaba<br />

en su carruaje. Finalmente, tomando consigo porciones <strong>de</strong> su Diario y otros papeles, que<br />

nunca <strong>de</strong>volvió, <strong>de</strong>jóle en 1771 con la seguridad <strong>de</strong> que no volvería a él jamás. La alusión que<br />

él hace a este hecho en su Diario es característicamente lacónica. No sabía, dice, la causa<br />

inmediata <strong>de</strong> su <strong>de</strong>termina­ción, y aña<strong>de</strong>:<br />

"Non cam reliqui, non dimissi, non revocabo" ("No la abandoné, no la <strong>de</strong>spedí, no la reclamaré<br />

<strong>de</strong> vuelta"). Vivió cerca <strong>de</strong> diez años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>­jarlo. Su piedra sepulcral conmemora sus<br />

virtu<strong>de</strong>s como madre y amiga, pero no como esposa." (5)<br />

Sabemos que muy pronto <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Al<strong>de</strong>rsgate, Juan Wesley tuvo que hacer frente al<br />

antagonismo <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s eclesiásticas <strong>de</strong> su propia Iglesia, las cuales hallaban que su<br />

predicación, a pesar <strong>de</strong> ser neta­mente bíblica y llana, era <strong>de</strong> tipo revolucionario y contraria a<br />

los cánones y or<strong>de</strong>nanzas <strong>de</strong>l eclesiasticismo oficialista imperante.<br />

Vivió una vida peregrina <strong>de</strong> iti­nerante. Hasta don<strong>de</strong> sus energías se lo permitieron, viajó "a<br />

tiempo y a <strong>de</strong>stiempo", primero a caballo y luego en calesas.<br />

Calcúlase que anduvo cosa <strong>de</strong> 250.000 millas, algo así como 400.000 kilómetros, y que predicó<br />

42.400 sermones, naturalmente que éstos no eran todos diferentes, tal vez sería mejor <strong>de</strong>cir<br />

que predicó 42.400 veces, puesto que confesó que sólo predicaba bien un sermón <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

haber lo dado unas treinta veces. Poseía un genio organizador extraordinario que brota­ba <strong>de</strong><br />

su manera <strong>de</strong> ser metódica, puesto que jamás cejó <strong>de</strong> observar el hábito <strong>de</strong> dividir todas las<br />

horas <strong>de</strong>l día entre sus diferentes activida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> tal manera que le sobrase siempre algún<br />

tiempo para la meditación, la oración y el estudio.<br />

A los 82 años todavía escribía en su Diario: "Nunca me canso <strong>de</strong> escribir, <strong>de</strong> predicar y <strong>de</strong><br />

viajar". Jamás tuvo una parroquia regular como ministro <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana, a pesar <strong>de</strong> lo<br />

cual no se le retiraron las ór<strong>de</strong>nes. Pero cuando se le cerraron las puertas <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong>claró:<br />

"Mi parroquia es el mundo entero", proclamando <strong>de</strong> esta manera no solamente su<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s eclesiásticas sino tamo bien la amplitud <strong>de</strong> sus miras.<br />

A pesar <strong>de</strong> que su cuerpo estaba sujeto a graves en­fermeda<strong>de</strong>s, y más <strong>de</strong> una vez estuvo al<br />

bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l sepul­cro, era <strong>de</strong> una resistencia admirable. Casi hasta el final <strong>de</strong> su larga vida<br />

estuvo activo, moviéndose <strong>de</strong> un lado para otro para aten<strong>de</strong>r a las múltiples necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su<br />

obra.<br />

Nunca pensaba en sí mismo ni en la posibili­dad <strong>de</strong> ahorrar energías. Las necesida<strong>de</strong>s<br />

humanas ya fueran físicas, morales o espirituales, no le permitían pensar en sí mismo. Toda la<br />

vida era una ofrenda a Dios que se consumía apasionadamente en el servicio a sus<br />

semejantes. Conmovedora es la entrada que regis­tra en su Diario, cuando tenía ya 81 años:<br />

"Martes, enero 4 <strong>de</strong> 1785. Durante esta estación usualmente distribuimos carbón y pan entre<br />

los pobres <strong>de</strong> la "sociedad". Pero consi<strong>de</strong>ré que en las presentes contingencias necesitaban<br />

tanto <strong>de</strong> ropa como <strong>de</strong> alimento. De manera que en éste, así como en los cuatro días<br />

subsiguientes, caminé por la ciudad y solicité doscientas libras esterlinas para vestir a los que<br />

más necesitaban. Sin embargo fue un trabajo duro, visto que la mayoría <strong>de</strong> las calles estaban<br />

llenas <strong>de</strong> nieve en <strong>de</strong>shielo, en la que muy a menudo me hundía hasta el tobillo, <strong>de</strong> manera<br />

que mis pies andaban metidos en la nieve casi <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mañana hasta el anochecer. Pasé muy<br />

bien hasta el atar<strong>de</strong>cer <strong>de</strong>l sábado, mas entonces tuve que meterme en cama con un resfrío<br />

violento, que aumentaba <strong>de</strong> hora en hora, hasta que hubo nece­sidad <strong>de</strong> que el Dr. Whitehead<br />

viniera a verme a las seis <strong>de</strong> la mañana. Su primera dosis <strong>de</strong> medici­na me alivió bastante y<br />

tres o cuatro más perfec­cionaron la cura. Si él llega a vivir algunos años, no dudo que será<br />

uno <strong>de</strong> los médicos más emi­nentes <strong>de</strong> Europa.”<br />

Generalmente levantábase a las 4 <strong>de</strong> la mañana y a pesar <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que él "nunca tenía tiempo<br />

para estar apurado", estaba siempre en movimiento y ocupado. Como lo hicieran uno <strong>de</strong> sus<br />

abuelos, su madre, su hermano Carlos y muchos otros <strong>de</strong> su época, conservó un diario, que<br />

hoy está reunido en muchos volúmenes y cuya lectura todavía causa la admiración <strong>de</strong> cuantos<br />

lo leen. Era también un gran escritor <strong>de</strong> cartas, las cuales han sido recogidas y forman una


colección con­si<strong>de</strong>rable, estando también impresas. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> eso, era un escritor incansable<br />

y trató muchos asuntos, pero sus obras principales fueron diversos comentarios sobre los<br />

textos bíblicos, especialmente <strong>de</strong>l Nuevo Testamen­to y las colecciones <strong>de</strong> sermones para sus<br />

predicadores itinerantes.<br />

Tal vez ninguna otra persona por sí misma y por sus propios medios haya publicado tantos<br />

trata­dos y libros como él. No sólo los distribuía personal­mente sino que exhortaba a sus<br />

predicadores a que lle­vasen siempre en sus maletas material impreso para propagar el<br />

mensaje cristiano. Entre los manuales que publicó trató una variedad <strong>de</strong> asuntos como <strong>de</strong><br />

divini­da<strong>de</strong>s, poesía, música, historia, moral, metafísica, filoso­fía, política, etc. Buscaba poner<br />

en lenguaje popular las obras más clásicas. Su interés en la literatura no era por la literatura<br />

misma, sino para ilustrar al pueblo <strong>de</strong> sus socieda<strong>de</strong>s.<br />

Ciertamente si él se hubiese <strong>de</strong>dicado a la carrera militar hubiera llegado a ser un gran<br />

estratega, dado que en la organización <strong>de</strong>l movimiento metodista <strong>de</strong>­mostró poseer un<br />

acabado carácter <strong>de</strong> organizador. Fue por eso que su obra perduró, porque no solamente era<br />

capaz <strong>de</strong> atraer a sí las muchedumbres para que escu­chasen sus mensajes, sino que sabía<br />

también agruparlas en socieda<strong>de</strong>s, clases y bandas, <strong>de</strong> tal manera que man­tenía una<br />

supervigilancia constante sobre los adheren­tes y promovía <strong>de</strong> esta manera la profundización<br />

<strong>de</strong> su carácter cristiano y la divulgación <strong>de</strong> las doctrinas bí­blicas.<br />

Cuando <strong>de</strong>scubrió que los ministros <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana no estaban dispuestos a<br />

acompañarle en su empresa renovadora <strong>de</strong>l espíritu humano y <strong>de</strong> las cos­tumbres sociales,<br />

lanzó mano <strong>de</strong> predicadores laicos, no or<strong>de</strong>nados, a los cuales mantenía en constante<br />

movi­miento y a quienes exigía una disciplina tan férrea como la suya, buscando <strong>de</strong><br />

suplementarles la falta <strong>de</strong> conocimientos teológicos por lecturas abundantes y estu­dios <strong>de</strong><br />

carácter personal.<br />

No comprendía que hubiese predicadores capaces <strong>de</strong> cumplir con sus obligaciones <strong>de</strong><br />

proclamar el mensaje cristiano sin un estudio constante y diario <strong>de</strong> seis horas por lo menos.<br />

Esto <strong>de</strong>bíase en parte porque él mismo se <strong>de</strong>dicaba constantemente a la lectura, no sólo en<br />

horas <strong>de</strong> sosiego o tranquilidad, mas también cuando viajaba a caballo.<br />

Ciertamente no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que Juan Wesley hu­biese sido un gran teólogo, a la manera <strong>de</strong><br />

Cal vino o Lutero. Fue primeramente un evangelista, un hombre que dio lugar prominente a la<br />

Biblia y <strong>de</strong> un modo particular al Nuevo Testamento. Las "Notas" que escribió sobre el mismo<br />

vinieron a ser una especie <strong>de</strong> compendio normativo obligado para todo predicador metodista.<br />

En su exposición bíblica no seguía a ningu­na escuela en particular. Cristo era el que en<br />

realidad dominaba su pensamiento e interpretación y su espí­ritu era la medida para juzgar el<br />

valor <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminados personajes o i<strong>de</strong>as.<br />

Su énfasis centrábase en Cristo y en la salvación que cada ser humano pue<strong>de</strong> recibir por la<br />

sola fe en Él. A pesar <strong>de</strong> que el hombre no se salva por las obras, éstas son imprescindibles<br />

para revelar el carácter <strong>de</strong> esa fe. La salvación no es ofrecida solamente a unos cuantos<br />

elegidos: está al alcance <strong>de</strong> todo ser humano que responda a la invitación divina. Dios en<br />

Cristo llama a todos los hombres y éstos son los que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n acerca <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stino ya al<br />

aceptar o rehusar la gracia divina.<br />

Por esto mismo que la posibi­lidad <strong>de</strong> la salvación es universal, empeñóse en procla­mar y en<br />

que se proclamara, con carácter <strong>de</strong> urgencia, el Evangelio "a tiempo y fuera <strong>de</strong> tiempo", en<br />

cual­quier lugar y a toda persona, puesto que "Dios no hace acepción <strong>de</strong> personas", sino que<br />

recibe a todo aquel que confiesa su pecado y acepta Su perdón y Su gracia.<br />

El Espíritu Santo está al alcance <strong>de</strong> toda persona que se exponga a Su influencia y <strong>de</strong>be ser el<br />

po<strong>de</strong>r dominante en la vida <strong>de</strong>l cristiano, <strong>de</strong> tal manera que llegue a exclamar, por Su<br />

presencia en su vida: "Abba, Padre", esto es, que sienta íntimamente que Dios es el Padre<br />

Celestial que le ama, perdona, salva y que está siempre cerca <strong>de</strong> quién le busca.<br />

A<strong>de</strong>más el Espíritu Santo con­duce por el camino <strong>de</strong> la santificación y la perfección a toda<br />

persona cuya dirección busca. Juan Wesley, sin embargo. nunca afirmó que él mismo había


alcanzado un grado tal <strong>de</strong> perfección capaz <strong>de</strong> eximirle <strong>de</strong> toda vigilancia y disciplina personal,<br />

aunque creía firmemen­te que la voluntad <strong>de</strong> Dios es po<strong>de</strong>rosa para convertir a un pecador en<br />

un santo integral. Como vemos, nada hay <strong>de</strong> realmente nuevo en la "teología" <strong>de</strong> Juan<br />

Wes­ley, sino un subrayar <strong>de</strong> elementos que <strong>de</strong>bieran estar siempre a flor <strong>de</strong> la conciencia<br />

cristiana. Uno <strong>de</strong> los obispos <strong>de</strong> la Iglesia <strong>Metodista</strong>, al consi<strong>de</strong>rar la natu­raleza <strong>de</strong>l<br />

metodismo, escribió:<br />

"No fue una nueva doctrina, sino una nueva vida lo que los primeros metodistas buscaron para<br />

sí y los <strong>de</strong>más. Conseguir que tuviera realidad, en el corazón y la conducta <strong>de</strong> los hombres, el<br />

ver­da<strong>de</strong>ro i<strong>de</strong>al <strong>de</strong>l Cristianismo y mantener la expe­riencia personal <strong>de</strong>l mismo y exten<strong>de</strong>rla a<br />

otros -­eso era su propósito-. La controversia <strong>de</strong> ellos no era con la Iglesia o las autorida<strong>de</strong>s<br />

estatales, sino con el pecado y Satanás. Su único objetivo era el <strong>de</strong> salvar almas." (6)<br />

En conexión con esto, cabe aquí consignar la propia opinión <strong>de</strong> Wesley: "Creo que el Dios<br />

misericordioso lleva más en consi<strong>de</strong>ración la vida y la manera <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> los hombres que sus<br />

i<strong>de</strong>as. Creo que acepta más la bondad <strong>de</strong>l corazón que la gloria <strong>de</strong>l mundo."<br />

Esta <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> Wesley revela a<strong>de</strong>más que él era muy tolerante, en cuanto a i<strong>de</strong>as<br />

teológicas. Aunque sea importante lo que uno piensa, es más importante aún lo que uno es.<br />

Decía también: "Diez mil opiniones pue­<strong>de</strong>n separarnos, pero si tu corazón es cual el mío<br />

estre­cha mi mano porque somos hermanos."<br />

Tal vez no sea indicado que en esta época hagamos las cosas <strong>de</strong> la misma manera con que<br />

ese gran hombre las llevaba a cabo, ni sea recomendable usar las mismas figuras <strong>de</strong><br />

pensamiento al presentar el Evangelio. No obstante, el movimiento metodista nos legó<br />

característi­cas que son <strong>de</strong> valor permanente y que jamás podremos ignorar o <strong>de</strong>spreciar,<br />

porque en realidad emanan no <strong>de</strong> la mente o voluntad <strong>de</strong> Juan Wesley, sino <strong>de</strong> la mente y<br />

voluntad <strong>de</strong> Cristo, quien nos or<strong>de</strong>nó que fuéramos por todo el mundo predicando el Evangelio<br />

a toda cria­tura.<br />

Anualmente nuestros hermanos metodistas <strong>de</strong> Ingla­terra eligen un presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> su<br />

Conferencia Anual. Al asumir su cargo el nuevo presi<strong>de</strong>nte, recibe <strong>de</strong> las ma­nos <strong>de</strong>l saliente<br />

un pequeño libro gastado como sím­bolo <strong>de</strong> autoridad: es el Nuevo Testamento que Juan<br />

Wesley usaba en sus predicaciones al aire libre, cuando las muchedumbres que no hallaban<br />

cabida en los tem­plos venían a él para oír la Palabra <strong>de</strong> Dios. Simbóli­camente nosotros<br />

recibimos también <strong>de</strong> sus manos ese Libro Santo para que pasemos, con la misma pasión y<br />

urgencia, su contenido a las almas afligidas y a los cora­zones extraviados.<br />

No po<strong>de</strong>mos vivir <strong>de</strong> una tradición por muy heroica que sea. En nosotros mismos<br />

tenemos que oír la urgen­cia inquietante <strong>de</strong>l “¡Ay <strong>de</strong> mí si yo no predicare el Evangelio!"<br />

--------------------------<br />

(1) Beal, William Rev., citado por Stevenson, G. J., Op. Cit., Pág. 16.<br />

(2) Stevens, A., "History of Methodism" , Vol. 1, págs. 59, 60.<br />

(3) "A New History of Methodism", editado por Townsend, W. J. y otros, Vol. 1, pág. 200.<br />

(4) "A New History of Methodism", Vol. 1, pág. 178<br />

(5) Op. Cit., Vol. I, Pág. 370-371<br />

(6) Mc Tyeire, H. N., "History of Methodism", Pág. 13.


CAPÍTULO CUARTO.<br />

EL HERALDO MELODIOSO<br />

"Cristo, encuentro todo en ti, y no necesito más". Carlos Wesley<br />

El <strong>de</strong>cimoctavo hijo, el último varón <strong>de</strong><br />

Samuel y Susana Wesley, fue Carlos el cual<br />

nació según se presume el 18 <strong>de</strong> diciembre<br />

<strong>de</strong> 1707 (algunos historiadores dan el año<br />

1708). Su prematuro nacimiento tuvo lugar<br />

diversas semanas antes <strong>de</strong> tiempo y al nacer<br />

parecía más muerto que vivo, ya que no<br />

lloraba ni abría los ojos.<br />

Lo conser­varon entre algodones hasta la<br />

época en que <strong>de</strong>bía haber nacido y cumplido<br />

el tiempo normal dicen que abrió los ojos y<br />

lloró. Como su hermano Juan, <strong>de</strong> quien era menor cinco años, nació en la casa<br />

pastoral <strong>de</strong> Epworth y fue sometido a la misma disciplina familiar. Era <strong>de</strong> dis­posición<br />

más jovial que su hermano y sujeto al estro poético.<br />

Juan Gambold, compañero suyo <strong>de</strong>l "Club Santo", que llegó a ser obispo moravo, <strong>de</strong>jó<br />

<strong>de</strong>l temperamento <strong>de</strong> Carlos este retrato, entre otras consi<strong>de</strong>raciones que <strong>de</strong> él hiciera:<br />

"Para puntualizar el carácter <strong>de</strong> Carlos, basta con <strong>de</strong>cir que era hombre hecho para la<br />

amistad. Por su jovialidad y viveza era capaz <strong>de</strong> refrescar el corazón <strong>de</strong> sus amigos y<br />

por su hábito franco e in<strong>de</strong>pendiente no <strong>de</strong>jaba lugar a incomprensiones." (1)<br />

En 1716 entró a la escuela <strong>de</strong> "Westminster". Su her­mano mayor Samuel, el cual vivía<br />

en Londres y tenía ya vida in<strong>de</strong>pendiente, pagaba los gastos <strong>de</strong> sus estudios y el padre<br />

proveíale <strong>de</strong> ropa. Pero evi<strong>de</strong>nció tal inteligencia que se le otorgó el premio "El Alumno<br />

<strong>de</strong>l Rey" (King's Scholar). Según el historiador <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong> Westmins­ter", esa<br />

distinción "confería para siempre al que la reci­bía tal sentimiento <strong>de</strong> orgullo que ningún<br />

muchacho <strong>de</strong> otra escuela jamás experimentaba. El haber sido Alumno <strong>de</strong>l Rey no es<br />

honor muy pequeño." (2) De allí en a<strong>de</strong>­lante sus gastos fueron pagados por la<br />

fundación esco­lar (1721).<br />

Durante este período presentóse a Carlos la oportuni­dad <strong>de</strong> ser here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> un rico<br />

pariente <strong>de</strong> nombre Garrett Wesley. Poseía muchas propieda<strong>de</strong>s en Irlanda y quería<br />

adoptar un muchacho <strong>de</strong> su parentela que lle­vara el nombre <strong>de</strong> Carlos. Escribió pues<br />

a la familia pastoral <strong>de</strong> Epworth, preguntando si no contaba en su seno con uno <strong>de</strong> tal<br />

nombre. Informado <strong>de</strong> que había y que se encontraba en Londres envió dinero para<br />

mante­nerlo estudiando por algunos años.<br />

Más tar<strong>de</strong> fue a verlo en la escuela e hízole personalmente el ofrecimiento. Los padres<br />

no quisieron hacer la <strong>de</strong>cisión, <strong>de</strong>jando que el muchacho mismo resolviera, y ¡él <strong>de</strong>clinó<br />

la oferta! El Sr. Garrett adoptó entonces a otro <strong>de</strong> nombre Ricardo Colley, quien cambió<br />

su nombre por el <strong>de</strong> su benefactor. Vendría a ser el abuelo <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong> Wellington, el<br />

que venció a Napoleón en Waterloo. Carlos perdió una for­tuna y un título.<br />

En 1726 terminó sus estudios secundarios y entró a la Universidad <strong>de</strong> Oxford, don<strong>de</strong> se<br />

le eligió para que fre­cuentara el colegio "Christ Church", con una beca <strong>de</strong> cien libras


esterlinas anuales. Así como distinguiérase anteriormente en sus estudios, continuó<br />

<strong>de</strong>scollando en la Universidad, a tal punto que, al igual que su herma­no, poco <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> graduarse fue también nombrado tutor <strong>de</strong> su colegio. Siguiendo el ejemplo <strong>de</strong> su<br />

hermano Juan, esforzóse por llevar una vida metódica y seria. El fue quien fundó en<br />

1929, con algunos otros compañeros <strong>de</strong> la misma ten<strong>de</strong>ncia, lo que se llamó el "Club<br />

Santo".<br />

Los que se adherían al mismo eran pocos. Se reunían dos veces por semana al<br />

atar<strong>de</strong>cer, para <strong>de</strong>dicar el período <strong>de</strong> las 6 a las 9 a la oración, al estudio <strong>de</strong>l Nuevo<br />

Testa­mento y a los autores clásicos. También pasaban revista a su trabajo y hacían<br />

planes para los días subsiguientes. A<strong>de</strong>más ayunaban dos veces por semana, tratando<br />

al mis­mo tiempo <strong>de</strong> hacer un examen introspectivo y partici­paban <strong>de</strong> la Santa Cena<br />

semanalmente. Y con mucha diligencia empleábanse en actos <strong>de</strong> caridad y visitas a<br />

prisioneros.<br />

Debido a que ese grupo se regía por un horario estric­to y vivían una vida or<strong>de</strong>nada,<br />

sufría la burla <strong>de</strong> los condiscípulos que se consagraban poco a los estudios y a la<br />

piedad. Sus componentes eran apodados <strong>de</strong> metodis­tas, nombre que daríase más<br />

tar<strong>de</strong> igualmente a los que vinieron a formar parte <strong>de</strong> las "Socieda<strong>de</strong>s Unidas"<br />

fun­dadas por Juan Wesley. A la sazón éste, como vimos, encontrábase en Epworth<br />

ayudando a su padre en las li<strong>de</strong>s ministeriales. Cuando volvió encontró al "Club Santo"<br />

en pleno funcionamiento y como cosa natural se adhirió al mismo. Por ser el mayor y el<br />

más responsable se le dio la dirección <strong>de</strong>l grupo.<br />

Fue en ese mismo año (1729) que Carlos adoptó la costumbre <strong>de</strong> conservar un diario,<br />

hábito que le duró por casi cincuenta años.<br />

A pesar <strong>de</strong> haber terminado sus estudios y <strong>de</strong> haber sido or<strong>de</strong>nado clérigo <strong>de</strong> la Iglesia<br />

Anglicana, permane­ció en la Universidad en su calidad <strong>de</strong> tutor hasta el 14<br />

<strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1735 cuando, con su hermano Juan, fue a Georgia. Su cometido era el<br />

<strong>de</strong> servir <strong>de</strong> secretario al general Oglethorpe, gobernador <strong>de</strong> la Colonia. Su estada,<br />

empero, duró menos <strong>de</strong> un año, porque en agosto <strong>de</strong> 1736 se embarcó <strong>de</strong> retorno a su<br />

tierra natal don<strong>de</strong> llegó en diciembre.<br />

Sus experiencias en tierras americanas no fue­ron mucho más felices que las <strong>de</strong> su<br />

hermano. Pasó mucho <strong>de</strong> su tiempo enfermo y las intrigas que se arma­ron allí contra<br />

él llegaron a tal punto que quisieron ase­sinarle. Después <strong>de</strong> un período tumultuoso,<br />

durante el cual se indispuso con el general, <strong>de</strong>cidió abandonar ese campo y reasumir<br />

su ministerio en su tierra <strong>de</strong> origen.<br />

Volvió a la Universidad <strong>de</strong> Oxford don<strong>de</strong> continuó con sus labores <strong>de</strong> instructor y su<br />

costumbre <strong>de</strong> visitar a los presos en la prisión comúnmente conocida con el nombre <strong>de</strong><br />

"Castillo". Debido a su estado físico no empezó a predicar hasta la mitad <strong>de</strong>l año 1737<br />

y cuando lo hizo su predicación revelábase como algo muy formal y le faltaba aquel<br />

fuego que pudiera proporcionarle la satis­facción íntima que anhelaba. En ese mismo<br />

año entró en contacto con los moravos y tuvo conversaciones fre­cuentes con el con<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> Zinzendorf, el lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l movi­miento, el cual se encontraba en Londres por ese<br />

enton­ces para hacer provisiones a favor <strong>de</strong> los inmigrantes moravos que estaban<br />

establecidos o por establecerse en la colonia <strong>de</strong> Georgia.<br />

Entre los que se aprestaban para ir a Georgia estaba el pastor Pedro Böhler, quien<br />

buscó a Carlos en la Universidad para que le enseñara inglés. Fue durante esas clases<br />

que Carlos Wesley adquirió más cabal conocimiento <strong>de</strong> la vida religiosa <strong>de</strong> los moravos<br />

y se instruyó más a fondo sobre la naturaleza <strong>de</strong> la ora­ción y la fe.


En febrero <strong>de</strong> 1738 Carlos cayó muy enfermo. Una noche siendo ya tar<strong>de</strong> y estando<br />

muy grave le visitó Pedro Böhler. Carlos pidióle que orara por él. Después <strong>de</strong> la oración<br />

díjole: "Tú no morirás". Tres días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l hecho mejoró y parecía volver<br />

nuevamente a la plenitud <strong>de</strong> la vida. Los médicos recomendáronle que mantuviera su<br />

posición en Oxford y no tratara, como pensaba, <strong>de</strong> volver a Georgia.<br />

En el mes <strong>de</strong> mayo lo encontramos viviendo en casa <strong>de</strong> Juan Bray, a quien <strong>de</strong>scribe<br />

como siendo "un pobre mecánico ignorante, quien no conoce otra cosa a no ser a<br />

Cristo, pero que por conocerle sabe discernir todas las cosas". Fue a vivir con él para<br />

aprovechar su sencilla compañía espiritual y <strong>de</strong>scubrir el secreto <strong>de</strong> una vida religiosa<br />

tan llena <strong>de</strong> íntimo gozo y exenta <strong>de</strong> aprehen­siones.<br />

Estaba aún bastante débil cuando fue a vivir con Bray. Tuvieron que llevarlo en una<br />

silla. Muy a menudo invitaba a su aposento a Bray para que orase con él y por él. Fue<br />

durante este período que un amigo suyo llamado Holland, lo familiarizó con el<br />

comentario que Lutero hizo sobre la carta <strong>de</strong> San Pablo a los Gálatas. Su lectura hízole<br />

mucho bien y llegó a compren<strong>de</strong>r cla­ramente lo que era vivir por la fe. Y lo que más le<br />

impresionó fue la referencia al pasaje: "El me amó y se dio a sí mismo por mí".<br />

La noche <strong>de</strong>l 21 <strong>de</strong> ese mismo mes, que era Pentecostés, llegó finalmente a la<br />

convic­ción íntima <strong>de</strong> que poseía la verda<strong>de</strong>ra fe en Cristo, anticipándose en tres días a<br />

la experiencia que su her­mano tendría en la calle Al<strong>de</strong>rsgate y <strong>de</strong> la cual ya hici­mos<br />

referencia. Sintióse renovado no sólo en el espíritu sino también en el cuerpo.<br />

Para celebrar tan transcen<strong>de</strong>ntal acontecimiento, el martes siguiente escribió el que es<br />

consi<strong>de</strong>rado el primer himno metodista. Su primera línea dice así:<br />

"Where shall my won<strong>de</strong>ring soul begin?"<br />

(¿Do hallará refugio mi alma errante?)<br />

En ese himno expresa su ineptitud para celebrar en sus justos términos el<br />

extraordinario acontecimiento <strong>de</strong> su restablecimiento físico y espiritual y compárase a<br />

un "tizón arrancado <strong>de</strong>l fuego eterno". Confía, empero, en que le será dado cómo<br />

proclamar la bondad <strong>de</strong> Dios que le arrancara <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong>l infierno para<br />

conver­tirlo en uno <strong>de</strong> sus hijos, o por haber recibido la certeza <strong>de</strong> que .sus pecados<br />

habían sido perdonados, haciéndole gustar así por anticipado el cielo.<br />

Pregunta si sería justo y apropiado ocultar esa señal <strong>de</strong>l favor divino en su corazón, sin<br />

compartir con otros el privilegio <strong>de</strong> la salvación. Contesta que no, aún cuando el diablo<br />

y sus huestes arremetiesen contra él, tendría que proclamar igualmente que Jesús es<br />

siempre el mismo amigo <strong>de</strong> los pecadores. Y termina haciendo una apelación<br />

conmove­dora, llamando a los pecadores <strong>de</strong> cualquier índole, a que vengan a recibir el<br />

abrazo <strong>de</strong> Aquél que está con sus brazos extendidos esperándoles.<br />

Al parecer éste fue el himno que la noche <strong>de</strong>l 24 can­taron para celebrar la notable<br />

experiencia religiosa <strong>de</strong> su hermano Juan, cuando éste volvió jubiloso <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

reunión <strong>de</strong> Al<strong>de</strong>rsgate en compañía <strong>de</strong> otros que con él habían estado juntos, para<br />

celebrar lo acaecido. Un año más tar<strong>de</strong> al conmemorar el primer aniversario <strong>de</strong> su<br />

experiencia, Carlos escribiría aquel otro himno tan querido <strong>de</strong> los cristianos evangélicos<br />

<strong>de</strong>l mundo entero y que empieza:<br />

"Oh for a thousand tongues to sing"<br />

(Mil voces para celebrar...)<br />

El que <strong>de</strong>seaba, como dice el original, poseer "mil lenguas" para cantar la gloria <strong>de</strong> su<br />

Señor, a través <strong>de</strong> su larga carrera llegó a escribir algo así como seis mil seiscientos


himnos, un promedio <strong>de</strong> tres por semana. Tal vez esos himnos más que la misma<br />

predicación penetra­ron en la conciencia y la vida <strong>de</strong> aquellos que fueron alcanzados<br />

por el movimiento metodista.<br />

Lo maravilloso fue que indujeron a cantar a un pueblo triste y <strong>de</strong>sco­razonado ¡y<br />

muchas veces la emoción era tan profunda que llegaba a arrancar lágrimas <strong>de</strong> los que<br />

cantaban! Lutero dijo en cierta ocasión sobre el empleo religioso <strong>de</strong> la buena música:<br />

"El diablo pue<strong>de</strong> aguantar cualquier cosa excepto la buena música y ésta le hace rugir".<br />

¡Ciertamente el diablo habrá tenido que rugir frecuen­temente ante el efecto benéfico<br />

<strong>de</strong> las canciones <strong>de</strong> Car­los!<br />

A menudo la urgencia <strong>de</strong> la inspiración era tal que, al llegar a algún lugar, <strong>de</strong>scendía<br />

<strong>de</strong>l caballo corriendo y gritando: "Denme papel, papel y tinta''. Otras veces sobre la<br />

misma montura <strong>de</strong> su cabalgadura imprimía en el papel el sentir tumultuoso <strong>de</strong> su<br />

corazón inflamado.<br />

En 1739, publicó su primer himnario con el titulo "Hynms and Sacred Poems" (Himnos<br />

y Poemas Sagra­dos). Hiciéronse tres ediciones en el mismo año. Escribió sobre una<br />

variedad ilimitada <strong>de</strong> temas que incluyen toda la gama <strong>de</strong> la vida religiosa. Un<br />

comentarista dice:<br />

“La variedad <strong>de</strong> los asuntos que ocupaban su mente y pluma es tan extensa que pue<strong>de</strong><br />

incluir casi todo acontecimiento o circunstancia concebible en la vida." (3)<br />

Juan <strong>de</strong> La Flechere (ver capítulo séptimo) escribió sobre la colección <strong>de</strong> himnos que<br />

Carlos y Juan publi­caron y su valor para la vida religiosa <strong>de</strong> esa época las siguientes<br />

palabras: "Una <strong>de</strong> las bendiciones más gran<strong>de</strong>s con que Dios agració a los metodistas,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Biblia, son sus colecciones <strong>de</strong> himnos."<br />

La Flechere tenía razón. A pesar <strong>de</strong> que la mayoría <strong>de</strong> los himnos <strong>de</strong> Carlos caerían en<br />

el olvido, pues solo sirvieron al momento y a la ocasión que los inspiraron ya que no<br />

tenían valor literario o <strong>de</strong>vocional permanente, unos cuantos quedaron formando parte<br />

<strong>de</strong> la himno­logía cristiana universal. El que éstas páginas escribe, cierta vez<br />

encontrábase en Londres un atar<strong>de</strong>cer <strong>de</strong> domingo. Cerca <strong>de</strong>l hotel había una iglesia<br />

bautista y resolvió asistir al culto, por no aventurarse a ir más lejos. Cuando entró en el<br />

templo, faltando unos minutos para que comenzara el servicio religioso, tomó un<br />

himnario y leyó la in.troducción. Decía el compilador que esos himnos habían sido<br />

escogidos con el fin <strong>de</strong> que estuvieran encuadrados <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la tradición bautista.<br />

Cuando el pastor se levantó y anunció el primer himno congregacional ¡éste era <strong>de</strong> la<br />

pluma <strong>de</strong> Carlos Wesley!<br />

Tan pronto Carlos mejoró su salud, volvió con reno­vados bríos a la vida pública<br />

predicando sin cesar do­quier la ocasión se le presentara, aunque no lo hizo al aire<br />

libre hasta junio <strong>de</strong> 1739, época en que empezó a predicar a los mineros <strong>de</strong> la región<br />

<strong>de</strong> Moorfields. Uno <strong>de</strong> sus, temas predilectos basábase en las palabras <strong>de</strong> Cris­to:<br />

"Venid a mí todos los que estáis cansados y afligidos y yo os daré aliento." Des<strong>de</strong> 1739<br />

hasta 1771 el centro principal <strong>de</strong> sus activida<strong>de</strong>s fue la ciudad <strong>de</strong> Bristol y más tar<strong>de</strong> lo<br />

sería Londres.<br />

Como su hermano, estuvo siempre ocupado en viajes yendo <strong>de</strong> pueblo en pueblo.<br />

Especialmente durante los primeros años <strong>de</strong>l movimien­to, su vida estuvo sujeta a<br />

constantes amenazas y tumul­tos promovidos por el populacho' azuzado por<br />

instiga­ción <strong>de</strong> los eclesiásticos regulares. Especialmente entre los años 1741-1743 en<br />

que estuvo en serio peligro muchas veces. Es lástima que no podamos acompañarle<br />

en esas aventuras, que reeditan en muchas instancias escenas con­movedoras <strong>de</strong> los<br />

primeros tiempos <strong>de</strong>l Cristianismo.


Sin embargo, para dar una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su temple, serenidad y valentía, citaremos lo que él<br />

mismo escribió en su Dia­rio acerca <strong>de</strong> los ataques que el populacho dirigió contra una<br />

capilla en el interior <strong>de</strong> Inglaterra, don<strong>de</strong> se encon­traba dirigiendo un culto. Dice:<br />

“...ellos resolvieron <strong>de</strong>moler la casa <strong>de</strong> oración y empezaron su obra mientras<br />

estábamos orando y alabando a Dios. Fue una ocasión gloriosa para nosotros. Cada<br />

palabra <strong>de</strong> exhortación penetró hon­do. Cada oración encontró eco y muchos hallaron<br />

el espíritu <strong>de</strong> gloria <strong>de</strong>scansando sobre ellos."<br />

La turbamulta continuó durante gran parte <strong>de</strong> la no­che en su intento <strong>de</strong> <strong>de</strong>rrumbar las<br />

pare<strong>de</strong>s y penetrar en la casa. El y la congregación se conservaron don<strong>de</strong> estaban,<br />

pues no habría sido pru<strong>de</strong>nte retirarse <strong>de</strong>l lu­gar. No consiguieron los atacantes su<br />

intento, a pesar <strong>de</strong> que por la mañana encontróse que parte <strong>de</strong>l edificio estaba<br />

<strong>de</strong>struido. El evangelista comenta en su Diario: "y sus gritos, <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong>, me<br />

<strong>de</strong>spertaron durante la noche, pero creo que yo dormí más que los otros."<br />

Dominado por su espíritu <strong>de</strong> aventura e irresistible sentido <strong>de</strong> responsabilidad por la<br />

salvación <strong>de</strong> su prójimo, a las 5 <strong>de</strong> la mañana animóse a salir dé la casa para predicar<br />

al aire libre y en esa misma ciudad. Lo hizo durante todo el día bajo constantes<br />

amenazas. A la noche al regresar a su pieza la encontró <strong>de</strong>smantelada, Sin em­bargo,<br />

pasó allí la noche expuesto al frío y al peligro.<br />

De esa fibra indómita eran no solamente él y su her­mano Juan, sino todos aquellos<br />

que en esos días les acompañaban en la gloriosa aventura <strong>de</strong> predicar el Evange­lio a<br />

toda criatura. A pesar <strong>de</strong> que no fue un predicador itinerante <strong>de</strong> la talla <strong>de</strong> su hermano<br />

Juan, sin embargo no le fue en zaga por lo menos hasta el 8 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1749, época <strong>de</strong><br />

su casamiento, cuando limitó sus salidas. Entonces <strong>de</strong>dicose más a la obra literaria,<br />

especialmente a la poética. Su hermano Juan muy a regañadientes consintió que<br />

Carlos se casara, pues temía que eso vendría, como <strong>de</strong> hecho vino, a disminuir la<br />

efectividad <strong>de</strong> su itinerancia.<br />

Casóse con la señorita Sara Gwynne. En vir­tud <strong>de</strong> esto Juan le pasaba una anualidad<br />

<strong>de</strong> cien libras esterlinas, que provenían <strong>de</strong> la venta <strong>de</strong> los libros que publicaba. Carlos y<br />

Sara formaron un hogar mo<strong>de</strong>lo pues congeniaban admirablemente. Cuando se<br />

casaron ella tenía la reputación <strong>de</strong> ser una mujer muy hermosa, pero algunos años<br />

<strong>de</strong>spués fue acometida por la viruela, lo que la <strong>de</strong>sfiguró completamente. En el día <strong>de</strong><br />

su casa­miento, Carlos levantóse a las cuatro <strong>de</strong> la mañana y con su hermano y otros<br />

familiares, pasó cuatro horas en oración cantando salmos e himnos antes <strong>de</strong> la<br />

ceremonia. Juan bendijo las bodas.<br />

En conexión con esto <strong>de</strong>seamos subrayar que a pesar <strong>de</strong> las diferencias <strong>de</strong><br />

temperamento y <strong>de</strong> no siempre coincidir en los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> las resolu­ciones y en las<br />

actitu<strong>de</strong>s que tomaban, especialmente con relación a la Iglesia Oficial (Carlos en esto<br />

era más con­servador que Juan), raramente encontramos a dos herma­nos<br />

estimándose y queriéndose tan estrechamente como ellos, colaborando con tanta<br />

eficacia y por tantos años en la misma obra. Carlos murió el 29 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1788,<br />

cuando tenía poco más <strong>de</strong> 80 años y fue sepultado el 5 <strong>de</strong> abril en el cementerio <strong>de</strong> la<br />

Iglesia <strong>de</strong> Marylebone.<br />

Su esposa le sobrevivió largo tiempo. Ella acabó su carrera terrenal a los 92 años,<br />

falleciendo en 1822. De sus hijos (tuvieron ocho y sólo tres llegaron a criarse)<br />

solamente dos, Carlos y Samuel, heredarían su tempera­mento artístico.<br />

Acostumbraban a dar conciertos en el "living" <strong>de</strong> su casa y a los mismos asistían<br />

muchos <strong>de</strong> los más notables músicos <strong>de</strong> Londres. Juan Wesley asistía ocasionalmente<br />

a esas tertulias musicales, aunque no armonizaran con su temperamento.


Una <strong>de</strong> las características más salientes <strong>de</strong> su larga carrera ministerial fue la <strong>de</strong> ejercer<br />

incesantemente su ministerio entre los prisioneros, a quienes <strong>de</strong>dicaba tierna<br />

consi<strong>de</strong>ración. Nos acordamos que en aquel entonces, especialmente los<br />

<strong>de</strong>sprotegidos <strong>de</strong> la suerte y a veces por cosas que a nosotros nos parecerían hoy día<br />

triviales, eran con<strong>de</strong>nados a muchos años <strong>de</strong> prisión y en cárceles que más parecían<br />

círculos infernales. Un número impre­sionante <strong>de</strong> ellos eran con<strong>de</strong>nados a morir en la<br />

horca. Era muy común ajusticiar al mismo tiempo a unos cuan­tos y hacer <strong>de</strong> eso un<br />

espectáculo público para escar­miento <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.<br />

La referencia que el historiador Stevens hace <strong>de</strong> su ministerio particular a los<br />

prisioneros, es la que sigue:<br />

"Hasta el último año <strong>de</strong> su vida mantuvo su hábi­to metodista <strong>de</strong> ministrar a los<br />

con<strong>de</strong>nados <strong>de</strong> las prisiones, tal cual lo hiciera primeramente en Ox­ford, visitándoles<br />

en sus celdas y presentando sus casos a las congregaciones para que se orase<br />

públicamente. La última <strong>de</strong> sus publicaciones poéticas, publicada solamente tres años<br />

antes <strong>de</strong> su muerte, tenía por título: 'Oraciones para Malhechores Con­<strong>de</strong>nados'." (4)<br />

Y en nota que antepuso al manuscrito, escribió:<br />

"Estas oraciones fueron contestadas el martes 28 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1785, en la persona <strong>de</strong><br />

diecinueve malhe­chores, todos los cuales murieron penitentes. ¡No a mí, oh Señor, no<br />

a mí (la gloria)!" (5)<br />

La enfermedad que le condujo a la muerte fue larga y penosa, sin embargo conservó<br />

siempre su ilimitada con­fianza en Cristo. Mantuvo su mente en un estado <strong>de</strong> com­pleta<br />

paz y tranquilidad. A su esposa, a quien quiso siempre entrañablemente, le dictó <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

su cama la últi­ma expresión poética, la que dice en traducción libre:<br />

"¿Quién redimirá a un <strong>de</strong>spreciable pecador<br />

ya viejo y presa <strong>de</strong> flaqueza externa?<br />

Jesús, tú eres mi única esperanza,<br />

la fortaleza <strong>de</strong> mi frágil carne y corazón.<br />

¡Oh, que yo pudiera mirar tu rostro sonriente<br />

y, así, sumirme en la eternidad!" (6)<br />

Hasta los últimos momentos <strong>de</strong> su vida y frente a la fragilidad humana, su<br />

preocupación fue la <strong>de</strong> anunciar a Cristo y <strong>de</strong> señalarIe cual única y eterna esperanza<br />

<strong>de</strong> salvación. Ni en su ministerio ni en su producción poéti­ca tuvo otra pasión más<br />

honda que ésa. Como Pablo, el apóstol, podía <strong>de</strong>cir: "Para mí el vivir es Cristo y el<br />

morir es ganancia."<br />

-------------------------------------------<br />

(1) Citado por McTyeire, H. N., Op. Cit., Pág. 57.<br />

(2) Mr. Forshall, citado por Wiseman, F. L., Op. Cit., pág. 24.<br />

(3) Citado por G. J., Op. Cit., pág. 395.<br />

(4) Stevens, A., Vol. II, Op. Cit., pág. 275.<br />

(5) I<strong>de</strong>m.<br />

(6) I<strong>de</strong>m, Pág. 276


CAPÍTULO QUINTO.<br />

EL HIJO DE UN TABERNERO<br />

"¡Oh, por un po<strong>de</strong>r igual a mi voluntad!<br />

Desearía volar <strong>de</strong> polo a polo anunciando<br />

el Evangelio sempiterno <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios!"<br />

Jorge Whitefield.<br />

Es difícil medir las proyecciones <strong>de</strong> bien moral y espiritual resultantes <strong>de</strong> las reuniones que los<br />

Wesley, y algunos pocos <strong>de</strong> sus condiscípulos, tuvieron en el lla­mado "Club Santo", cuya<br />

existencia prolongóse por cerca <strong>de</strong> ocho años (1728-1735).<br />

Pero seguramente el resultado más positivo y permanente, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> lo que ese círculo<br />

piadoso aportó a la vida <strong>de</strong> los fundadores <strong>de</strong>l metodismo, ninguno podrá compararse a la<br />

influencia que ejerció en la vida y obra <strong>de</strong> un estudiante pobre, quien en 1732 penetró con<br />

temor y temblor por los umbrales <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Oxford, matriculándose en el colegio <strong>de</strong><br />

Pembroke.<br />

Su nombre era Jorge Whitefield. Nació el 16 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1714, en la localidad <strong>de</strong><br />

Gloucester, Inglaterra, en la taberna "Bell".<br />

Por cierto que ése no fue un medio ambiente muy<br />

propicio para la formación <strong>de</strong> su carácter juvenil,<br />

pues­to que una taberna en esos días era todavía<br />

mucho peor a las que se encuentran en los barrios<br />

bajos <strong>de</strong> todas las gran<strong>de</strong>s ciuda<strong>de</strong>s mo<strong>de</strong>rnas. Si,<br />

como <strong>de</strong>cía Juan y Carlos Wesley, ellos eran<br />

“tizones arrancados <strong>de</strong>l fuego”, ciertamente Jorge,<br />

más que esos dos hermanos, fue un tizón<br />

arrancado <strong>de</strong>l infierno.<br />

Sin embargo, aun cercado por una atmósfera<br />

completamente insana, en su alma se manifestaba<br />

una extraña inquietud por las cosas superiores <strong>de</strong>l<br />

espíritu y en el Diario que más tar<strong>de</strong> escribiera nos<br />

cuenta que muy a menudo se extralimitaba en<br />

ejercicios espirituales, aunque cayera <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en<br />

tar<strong>de</strong> bajo la influencia <strong>de</strong> su medio ambiente. De<br />

su Diario po<strong>de</strong>mos recoger algunos vislumbres <strong>de</strong> su vida, antes <strong>de</strong> iniciarse como estudiante<br />

uni­versitario. Entre sus datos autobiográficos encontramos los siguientes:<br />

"Mi padre y mi madre mantenían la taberna llamada "Bell". El primero murió cuando yo tenía<br />

dos años <strong>de</strong> edad. Ella todavía vive y me ha con­tado muchas veces cuánto soportó durante<br />

catorce meses <strong>de</strong> enfermedad, <strong>de</strong>spués que me trajo al mun­do. Acostumbraba a <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

que yo era un párvulo, que ella esperaba alguna consolación dé mi parte más que <strong>de</strong> cualquier<br />

otro <strong>de</strong> sus hijos. Esto, y bajo las circunstancias <strong>de</strong> haber nacido yo en una taberna, me ha sido<br />

muchas veces útil para esforzarme por venir al encuentro <strong>de</strong> las esperan­zas <strong>de</strong> mi madre,<br />

siguiendo <strong>de</strong> esta manera el ejemplo <strong>de</strong> mi Salvador, quien nació en un pesebre junto a una<br />

posada." (1)<br />

Naturalmente Whitefield escribió esto <strong>de</strong>spués que hubo alcanzado un grado <strong>de</strong> vida muy<br />

superior al que estaba acostumbrado, al encontrarse en posesión <strong>de</strong> un título universitario y al<br />

ser ya recipiente privilegiado <strong>de</strong> ór<strong>de</strong>nes eclesiásticas. De los días <strong>de</strong> su infancia y juventud no<br />

conservaba muy grata memoria:


"Sería muy largo mencionar los pecados y ofen­sas <strong>de</strong> mis días más juveniles. Son más<br />

numerosos que los cabellos <strong>de</strong> mi cabeza." (2)<br />

Evi<strong>de</strong>ntemente que trasunta algo <strong>de</strong> exageración este juicio <strong>de</strong> sí mismo. Sin embargo, está a<br />

tono con el concepto <strong>de</strong>l hombre que presenta <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cuadro total formado por su<br />

pensamiento teológico. Al lado <strong>de</strong> esa <strong>de</strong>scripción pesimista <strong>de</strong> sus años juveniles,<br />

encon­tramos esta obra que se refiere a cuando él tenía 16 años <strong>de</strong> edad, dada por el Dr.<br />

Stevens:<br />

"El comenzó ayunando dos veces por semana durante treinta y seis horas seguidas. Oraba<br />

mu­chas veces en el día, recibía la Comunión cada diez días y ayunaba casi hasta la inanición<br />

durante los cuarenta días <strong>de</strong> la Cuaresma. Mientras duraba ese período habíase propuesto<br />

como caso <strong>de</strong> conciencia, el no ir nunca menos <strong>de</strong> tres veces por día al servicio público .<strong>de</strong><br />

adoración, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> obligarse diariamente a tener siete veces <strong>de</strong>vociones priva­das." (3)<br />

Y así, entre altibajos en su conducta y en sus luchas agónicas por sobrevivir al ambiente<br />

adverso, llegó casi a los 18 años. Finalmente, ayudado por personas que <strong>de</strong>scubrieron en él<br />

gran<strong>de</strong>s posibilida<strong>de</strong>s, entró a la Universidad.<br />

Antes <strong>de</strong> eso había tenido ya algunos estudios tanto con un maestro particular como en la<br />

escuela <strong>de</strong> Santa María <strong>de</strong> Crypt. Esos estudios fueron harto irregulares pues los interrumpió<br />

varias veces por una u otra causa, principalmente porque veíase obligado a ayudar a su madre<br />

en los menesteres <strong>de</strong> la posada. Esta experiencia serviríale en la Universidad, pues allí para<br />

po<strong>de</strong>r sos­tenerse y obtener su educación tuvo que trabajar como criado.<br />

Durante el tiempo que pisó los atrios universi­tarios vivió muy frugalmente, castigando su<br />

cuerpo a la manera monástica, <strong>de</strong>jando <strong>de</strong> comer frutas y cosas por el estilo, escogiendo la<br />

peor calidad <strong>de</strong> alimento, aunque, si hubiese <strong>de</strong>seado, podría haber obtenido, se­gún dice, una<br />

variedad discreta <strong>de</strong> manjares. Vestíase pobremente, más <strong>de</strong> lo que era necesario,<br />

interpretando literalmente la expresión bíblica <strong>de</strong> que: "El Reino <strong>de</strong> Dios no consiste en<br />

comidas y bebidas". según él, esos renunciamientos conducían a una vida espiritual más<br />

profunda e intensa. Sin embargo, ese tratamiento ascético <strong>de</strong> su físico le hizo sufrir<br />

consecuencias a lo largo <strong>de</strong> toda su vida. Y murió prematuramente consu­mido por trabajos<br />

que su cuerpo mal podía aguantar.<br />

Antes <strong>de</strong> entrar a la Universidad ya tenía cono­cimiento <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong>l "Club Santo",<br />

puesto que su fama ultrapasaba los ámbitos <strong>de</strong> los claustros univer­sitarios. Generalmente<br />

consi<strong>de</strong>rábase la manera <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong> los que componían ese círculo, como si fueran unos<br />

extravagantes y fanáticos. Whitefield llevó más <strong>de</strong> un año antes <strong>de</strong> tener contacto con el grupo,<br />

dado que se sentía indigno por su condición <strong>de</strong> sirviente <strong>de</strong> apro­ximarse a personas a quienes<br />

juzgaba muy distinguidas.<br />

Debemos acordamos que por aquella época (1734) Car­los y Juan ya eran bastante adultos y<br />

poseedores <strong>de</strong> sus grados y ór<strong>de</strong>nes, mientras que Jorge era tan sólo un estudiante en el<br />

principio <strong>de</strong> su carrera. A<strong>de</strong>más, pesaba sobre él el hecho <strong>de</strong> que naciera en un medio<br />

ambiente <strong>de</strong>testable y vicioso. Y sus parientes no ostentaban nin­guna posición social<br />

respetable. Con cierta "santa envi­dia" los miraba <strong>de</strong> lejos, cuando los veía pasar para ir a<br />

participar <strong>de</strong> los servicios divinos en la iglesia <strong>de</strong> Santa María.<br />

El primer contacto con el grupo fue a través <strong>de</strong> Carlos Wesley, sintiendo por él una atracción<br />

especial. De cierto <strong>de</strong>bíase al hecho <strong>de</strong> que ambos congeniaban, siendo uno ardiente poeta y<br />

el otro orador fogoso. Los dos eran muy fervorosos en espíritu y exal­tados en su manera <strong>de</strong><br />

ser, sentir y expresarse. A través <strong>de</strong> la amistad que trabó con Carlos, quien le tomó<br />

fra­ternalmente bajo su custodia espiritual, penetró por los umbrales <strong>de</strong>l "Club Santo", hízose<br />

miembro <strong>de</strong>l mismo, viniendo por lo tanto a participar <strong>de</strong> sus métodos <strong>de</strong> estudio y conducta.<br />

Decía que esos nuevos compañeros, que eran los que "su alma anhelaba", lo "iban<br />

robusteciendo diariamente en el conocimiento y en el temor <strong>de</strong> Dios y le enseñaban a soportar<br />

toda privación como buen soldado <strong>de</strong> Jesu­cristo." (4)


Aunque le fue difícil al principio someterse a esa disciplina, pronto se hizo a ella. Y con los<br />

<strong>de</strong>más viósele emplear una hora por día, por lo menos, visitando a enfermos y prisioneros,<br />

como así también leyendo páginas Devocionales y <strong>de</strong> las Escrituras a las familias pobres <strong>de</strong>l<br />

vecindario.<br />

A pesar <strong>de</strong> esa asociación y disciplina rígidas, <strong>de</strong> las buenas obras que practicaba a diario<br />

todavía perduraba en su alma un sentido <strong>de</strong> frustración, una atormentadora incertidumbre <strong>de</strong> si<br />

realmente estaría salvo <strong>de</strong> la "ira divina", puesto que a pesar <strong>de</strong> todo a lo que se sometía con<br />

tan eximia diligencia, parecíale que existía un abismo infranqueable entre su fragilidad humana<br />

y la gloria divina. Finalmente, tuvo una experiencia religiosa que fue <strong>de</strong>cisiva para el resto <strong>de</strong><br />

sus días. Esa vivencia daríale la seguridad que buscara tan afanosamente y sería el punto <strong>de</strong><br />

partida <strong>de</strong> todo su ministerio. El mismo cuenta esa experiencia en sus memorias:<br />

"Cierto día atormentándome una sed fuera <strong>de</strong> lo común y sintiendo una viscosidad<br />

<strong>de</strong>sagradable en mi boca, hice todo. lo que pu<strong>de</strong> por tener alivio, pero fue en vano. Me vino<br />

entonces la sugestión <strong>de</strong> que cuando Jesucristo exclamó 'tengo sed' sus sufrimientos<br />

estuvieron cerca <strong>de</strong>l fin. Sin po<strong>de</strong>r impedirlo, caí sobre mis rodillas junto a la cama, gritando:<br />

'¡Tengo sed, tengo sed!' Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> eso hallé y sentí en mí mismo que había sido<br />

libe­rado <strong>de</strong>l peso que tan gran<strong>de</strong>mente me oprimiera. El espíritu <strong>de</strong> pesar me fue quitado y<br />

supe lo que era verda<strong>de</strong>ramente regocijarse en Dios mi Salva­dor y por algún tiempo no pu<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> cantar salmos doquier estuviese. "Así terminaron, pues, los días <strong>de</strong> mi pesar. En ese<br />

entonces el espíritu <strong>de</strong> Dios tomó posesión <strong>de</strong> mi alma." (5)<br />

Esto acaeció siete semanas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Pascua <strong>de</strong> 1735. Como acontecería tres años más<br />

tar<strong>de</strong> con Wesley, no pudo contener la alegría <strong>de</strong> su hallazgo y tuvo que proclamar la gracia<br />

divina a todos aquellos que estaban bajo la maldición <strong>de</strong>l pecado y presa <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación.<br />

En el principio <strong>de</strong> la primavera <strong>de</strong> ese mismo año <strong>de</strong> su conversión, Whitefield volvió al mismo<br />

lugar <strong>de</strong> su nacimiento, en Gloucester, don<strong>de</strong> el médico le había enviado con la esperanza <strong>de</strong><br />

que aflojara en su "exage­rada disciplina religiosa". Fue durante ese período <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso<br />

forzoso que encontró su paz con Dios.<br />

Pronto la fama <strong>de</strong> sus predicaciones alcanzó a las mu­chedumbres y éstas vinieron<br />

atropelladamente a escu­charle. Esa popularidad, a pesar <strong>de</strong> la humildad que habíale<br />

caracterizado hasta entonces, convenciéronle que <strong>de</strong>bía realmente ser un escogido <strong>de</strong> Dios, un<br />

instrumento al que el Señor lanzara mano para hacer cosas maravillosas. Esa fue la tremenda<br />

tentación <strong>de</strong> su vida y trazas <strong>de</strong> la exaltada opinión <strong>de</strong> sí mismo aparecen en los escritos que<br />

encierran sus memorias. Esa exage­rada autoestima acarreóle tremendas críticas,<br />

especial­mente <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> aquellos que no podían suscitar la misma popularidad.<br />

A algunos parecíales que él obraba abusivamente con la impresionable imaginación, <strong>de</strong>l pueblo<br />

común. Mas innegablemente él lo hacía movido por un irresistible sentido <strong>de</strong> vocación y por su<br />

entrañable amor a Cristo, a quien daba el crédito <strong>de</strong> habcrle trasladado <strong>de</strong> los tormentos<br />

terrenales y eternos, a una vida <strong>de</strong> santidad en la tierra y <strong>de</strong> gloria en el cielo. Las palabras<br />

fluían <strong>de</strong> su boca en torrentes, la gente lloraba extasiada y conmovida, quedando a veces<br />

como fulminada bajo el empuje <strong>de</strong> su elocuencia. Sus contemporáneos aseveran que jamás<br />

hubo otro que impresionara más con su mágica palabra que Jorge Whitefield. La gente venía<br />

<strong>de</strong> distancias consi<strong>de</strong>rables para oírle y nunca saciábase con lo que oía, a pesar <strong>de</strong> que él<br />

pero­raba largo y tendido.<br />

No era costumbre en la Iglesia Anglicana or<strong>de</strong>nar a un ministro muy joven, generalmente no lo<br />

hacían antes <strong>de</strong> los 23 años <strong>de</strong> edad. Sin embargo, el obispo <strong>de</strong> Gloucester, Martín Benson,<br />

contando Whitefield tan solo 21 años, mandóle un día a llamar y díjole que si estaba dispuesto<br />

a recibir or<strong>de</strong>nación, él no tendría reparos en hacerlo. Parece que en ese asunto intervino Lady<br />

Selwyn, una mujer <strong>de</strong> la nobleza, quien le escuchara y quedara profundamente impresionada<br />

con su prédica. Esta fue la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong>l buen obispo:<br />

“Aunque afirmé que no or<strong>de</strong>naría a nadie menor <strong>de</strong> 23 años <strong>de</strong> edad, sin embargo creo que es<br />

mi <strong>de</strong>ber or<strong>de</strong>narte cuando quisieres venir a recibir las sagradas ór<strong>de</strong>nes.” (6)


Y como para sellar su buena voluntad, le regaló tam­bién cinco guineas. El joven quedó<br />

anonadado, pero finalmente aceptó el ofrecimiento.<br />

El 20 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1736 fue or<strong>de</strong>nado por ese obispo. A la semana siguiente recibió su título <strong>de</strong><br />

Bachiller en Artes <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Oxford y al domingo siguiente <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>nación, aquel<br />

que cinco años atrás había sido el pobre sirviente <strong>de</strong> una taberna, predicó en la Iglesia <strong>de</strong><br />

Santa María <strong>de</strong> Cript, precisamente situada muy próxima a aquélla. Una enorme muchedumbre<br />

fue a escucharle. Fue or<strong>de</strong>nado Presbítero el 14 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1739 por el mismo obispo<br />

Benson.<br />

La gente que lo veía pasar por las calles lo llamaba "el muchacho predicador" y muchos tan<br />

sólo al oír <strong>de</strong>­cir que pasaba salían a la vereda para verlo. Jamás habíase visto en Inglaterra un<br />

joven ministro ascen<strong>de</strong>r en la estima <strong>de</strong>l pueblo común como lo consiguió Whitefield. El secreto<br />

estaba en que hablaba al corazón <strong>de</strong> los humil<strong>de</strong>s, conocedor como era <strong>de</strong> la naturaleza <strong>de</strong> su<br />

miseria espiritual y <strong>de</strong> la magnitud <strong>de</strong> la gracia divina.<br />

No po<strong>de</strong>mos acompañarle en los tres primeros años <strong>de</strong> su ministerio en Inglaterra, por lo<br />

limitado <strong>de</strong> estos estudios. Extraño como pudiera parecer, repentinamen­te el joven Whitefield<br />

sintió una fuerte inclinación por abandonar su tierra natal e irse también como misio­nero a<br />

Georgia. Sus amigos no pudieron compren<strong>de</strong>r la razón <strong>de</strong> ese abandono e hicieron todo lo<br />

posible por retenerle, mas él fue sordo a todas las ofertas y rue­gos que le hacían. Despidióse<br />

a gran costo <strong>de</strong> sus gran<strong>de</strong>s asambleas y admiradores, especialmente <strong>de</strong> aquellos que habían<br />

asistido a sus primeros triunfos oratorios en Gloucester y Bristol. El mismo refiere qué le pasó<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber predicado en Bristol su sermón <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida:<br />

"Las muchedumbres me siguieron hasta casa llorando y al día siguiente tuve que entretenerme<br />

con ellos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las siete <strong>de</strong> la mañana hasta la medianoche, hablando y dando consejos<br />

espirituales a las almas que habían sido olvidadas." (7)<br />

Poco antes <strong>de</strong> partir para América llegó a predicar hasta nueve veces por semana y los<br />

domingos por la mañana, aun antes que fuera <strong>de</strong> día, podíase ver a la gente llenando las calles<br />

en dirección a la iglesia. Su popularidad había crecido tanto que ya no podía ir a 1a iglesia a<br />

pie, sino que tenía que hacerlo oculto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un carruaje para evitar los "hosannas <strong>de</strong> la<br />

muchedumbre".<br />

A pesar <strong>de</strong> que se embarcó para América el 30 <strong>de</strong> Diciembre <strong>de</strong> 1737, no consiguió salir <strong>de</strong> las<br />

costas <strong>de</strong> Inglaterra antes <strong>de</strong>l 2 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1738. El día antes encontróse con Juan Wesley<br />

quien ya había vuelto <strong>de</strong> Georgia. Este tentó <strong>de</strong> disuadirlo y quiso convencerle <strong>de</strong> que no fuera<br />

a las nuevas tierras, ya que su experiencia había sido negativa, pero Whitefield <strong>de</strong>cidido a todo<br />

ya había cortado las amarras y no se <strong>de</strong>jó impresionar por los <strong>de</strong>cires <strong>de</strong>l amigo. Tocó<br />

primeramente Gibraltar y sólo a principios <strong>de</strong> mayo llegó a tierras americanas. No se quedó<br />

mucho tiempo en América. A pesar <strong>de</strong> que tuvo un recibimiento favorable <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l<br />

Arzobispo <strong>de</strong> Canterbury y que regresaba <strong>de</strong>l Nuevo Mundo con más prestigio <strong>de</strong>l que se<br />

granjeara antes <strong>de</strong> partir <strong>de</strong> Inglaterra, encuentra al volver que su popularidad en Bristol ha<br />

<strong>de</strong>clinado y que por lo menos cinco iglesias, en las cuales acostum­braba predicar antes, le<br />

habían cerrado sus puertas.<br />

Esa oposición fue acentuándose tanto que el 17 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1739 ya le encontramos en<br />

Kingswood predi­cando por vez primera al aire libre. Ese lugar quedaba cerca <strong>de</strong> Bristol. Allí en<br />

un tiempo existieron bosques don<strong>de</strong> el rey se entretenía en cacerías, pero ahora era casi un<br />

<strong>de</strong>scampado, pues se explotaban minas <strong>de</strong> car­bón y era habitada por gente "<strong>de</strong>sarreglada y<br />

brutal" muy distinta <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> la población. Ese gesto lleva­ría, poco tiempo más tar<strong>de</strong>, a<br />

Juan y Carlos Wesley a seguir el mismo curso.<br />

De esta manera, Jorge White­field fue el que llevó nuevamente el Evangelio a la calle, a la<br />

plaza pública, fuera <strong>de</strong> los recintos consi<strong>de</strong>rados sagrados y sólo aptos para la proclamación<br />

<strong>de</strong> la Palabra. De pie sobre una elevación <strong>de</strong> tierra, pro­clamó en ese día el Evangelio a cerca<br />

<strong>de</strong> doscientos mineros, gente que vivía en el completo abandono y en un medio ambiente<br />

<strong>de</strong>gradado y soez. De esa ocasión hace memoria en su Diario:


"Bendito sea Dios que el hielo ha sido roto y que ahora he tomado el campo abierto. Algunos<br />

pue­<strong>de</strong>n censurarme, ¿pero hay acaso motivo? Los púl­pitos me son negados y los pobres<br />

mineros están a punto <strong>de</strong> perecer por falta <strong>de</strong> conocimiento." (8)<br />

Ese proce<strong>de</strong>r llamó inmediatamente la atención <strong>de</strong>l pueblo común. Se dice que cuando predicó<br />

la segunda vez más <strong>de</strong> dos mil personas asistieron y en la tercera hubo <strong>de</strong> cuatro a cinco mil,<br />

creciendo la concurrencia, según datos estadísticos <strong>de</strong> esos días, hasta a diez, catorce y veinte<br />

mil asistentes.<br />

La gente no se inquietaba por los fuertes rayos solares, sino que guardaba tan profundo<br />

silencio que llegaba a llenarle <strong>de</strong> "una admiración san­ta". Para escucharle se subían hasta en<br />

los árboles y cercados. Tan pronto empezaba a hablar reinaba, un silencio que duraba a lo<br />

largo <strong>de</strong> toda su exposición, la que comúnmente extendíase más <strong>de</strong> una hora. Pronto hízose<br />

notar la influencia <strong>de</strong> su prédica en la vida <strong>de</strong> esos pobres miserables, quienes yacían tan<br />

abandonados a su <strong>de</strong>sdichada condición, que parecía que hasta Dios les había <strong>de</strong>spreciado y<br />

olvidado. Ante la enormidad <strong>de</strong>l trabajo y la imposibilidad <strong>de</strong> hacer frente a todas las<br />

<strong>de</strong>mandas, mandó pedir a Juan Wesley que viniera en su socorro. Este al, principio juzgó<br />

extraño ese pro­ce<strong>de</strong>r y su espíritu rechazaba la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> predicar <strong>de</strong> esa manera y en terreno<br />

no consagrado.<br />

Hasta el 2 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1739 no se aventuró a seguir en las pisadas <strong>de</strong> Whitefield, diciendo en<br />

su diario: "Sometime a lo más vil". Pero más tar<strong>de</strong> lo hizo y más <strong>de</strong> tres mil personas<br />

escucharon su primer sermón al aire libre, que se basaba en el texto: "El Espíritu <strong>de</strong>l Señor<br />

está sobre mí, porque él me ungió para predicar el Evangelio a los pobres ... " La suerte estaba<br />

echada y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces el movimiento metodista no respetaría ninguna traba, crítica,<br />

oposición o prueba. Habíanse abierto las compuertas y cual río caudaloso el movimiento se<br />

exten<strong>de</strong>ría por toda Ingla­terra y más allá <strong>de</strong> los mares. A Jorge Whitefield pues <strong>de</strong>bemos la<br />

innovación <strong>de</strong> esta "irregularidad" que llevó a emular a nuestro Maestro que jamás escogió<br />

"lugares sagrados" para predicar, sino que hablaba <strong>de</strong>l Reino allí don<strong>de</strong> la gente le buscaba<br />

con sus problemas y necesida<strong>de</strong>s.<br />

Este ministerio "irregular" Jorge Whitefield lo transplantaría al nuevo mundo. Convirtióse en el<br />

evangelista por excelencia, sin posada cierta, sin jamás tener una congregación propia, no<br />

implicándose en cuestio­nes <strong>de</strong>nominacionales y <strong>de</strong>seando tan solamente acercar a los<br />

pecadores al trono <strong>de</strong> Dios.<br />

Uno <strong>de</strong> los testimonios más fehacientes que nos que­dan, sobre la naturaleza y resultados <strong>de</strong><br />

la obra <strong>de</strong> evangelización <strong>de</strong> Whitefield, se halla en la autobiografía <strong>de</strong> Benjamín Franklin, uno<br />

<strong>de</strong> los próceres <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los Estados Unidos, que dice:<br />

"En 1739 llegó <strong>de</strong> Irlanda entre nosotros el Rev. Sr. Whitefield, quien se había distinguido como<br />

predicador itinerante. Al principio permitiósele predicar en algunas <strong>de</strong> nuestras iglesias, pero el<br />

clero disgustado con el, rehusó muy pronto ce<strong>de</strong>rle el púlpito, por lo cual viose obligado a<br />

predi­car al aire libre. Las muchedumbres <strong>de</strong> todas las sectas y <strong>de</strong>nominaciones que iban a<br />

escuchar sus sermones eran enormes y era materia <strong>de</strong> especulación para mí, que era uno <strong>de</strong>l<br />

número, observar la influencia extraordinaria <strong>de</strong> su oratoria sobre sus oyentes y lo mucho que<br />

le admiraban y respetaban, aun a <strong>de</strong>specho <strong>de</strong>l abuso que muy a menudo hacía <strong>de</strong> ellos al<br />

asegurarles que eran naturalmente medio bestias y medio diablos. Era maravilloso ver el<br />

cambio que se producía tan prontamente en los hábitos <strong>de</strong> nuestros habitantes. De un estado<br />

religiosamente indiferente y <strong>de</strong>spreocupado, parecía ahora como si todo el mundo estuviese,<br />

tornándose religioso, <strong>de</strong> tal manera que nadie, al atar<strong>de</strong>cer, podía caminar por la ciudad sin oír<br />

cantos <strong>de</strong> salmos en muchos hogares y en cada calle." (9)<br />

En ese su entusiasmo evangelizador, fue más allá <strong>de</strong> su propia teología. Contrariamente a<br />

Juan y Carlos Wesley, Whitefield creía en la elección divina: elección que permite que algunos<br />

se salven y otros se pierdan para "la gloria <strong>de</strong> Dios". Solamente aquellos a quienes Dios eligió<br />

“<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la fundación <strong>de</strong>l mundo” podían salvarse. Esto, naturalmente, partía <strong>de</strong> su propia<br />

experiencia religiosa. ¿Cómo había podido él, un réprobo <strong>de</strong> tan maligna estirpe, llegar a ser un<br />

predicador tan po<strong>de</strong>­roso <strong>de</strong> la Palabra a no ser que Dios en su maravillosa provi<strong>de</strong>ncia le<br />

hubiese elegido para eso? Ciertamente, por su propia voluntad, jamás hubiera llegado a ser lo


que fue. Sólo la gracia inmerecida <strong>de</strong> Dios le salvó y arrebató, literalmente hablando, <strong>de</strong> uno <strong>de</strong><br />

los círculos más infernales <strong>de</strong> la tierra. Teóricamente, predicaba para que aquellos que habían<br />

sido elegidos <strong>de</strong>spertasen a la realidad <strong>de</strong> su elección y no menospreciasen, en su ignorancia,<br />

la gracia divina que los distinguiera con su favor. Sin embargo no era muy consecuente con su<br />

teología y predicaba como si todos hubiesen sido elegidos para la salvación.<br />

Esa diferencia teológica lo distanció por algún tiempo <strong>de</strong> los Wesley, distanciamiento que se<br />

produjo principal­mente por la publicación <strong>de</strong> un sermón <strong>de</strong> Juan Wesley sobre la "Gracia<br />

Gratuita" y la réplica que al mismo había hecho Whitefield en una carta, la que se publicó sin su<br />

conocimiento, pero que fue causa para que en 1741 se enar<strong>de</strong>cieran los ánimos y se suscitara<br />

una agria controversia entre los amigos y camaradas. A pesar <strong>de</strong> todo ese distanciamiento no<br />

duraría permanentemente, aunque fuera causa principal <strong>de</strong> una primera división en el<br />

movimiento. Cuando en 1770 Inglaterra supo <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Whitefield, pues murió en las<br />

colonias inglesas <strong>de</strong> América, Juan Wesley predicó un sermón a su memoria haciendo una<br />

apología conmovedora y encomiástica <strong>de</strong> su antiguo camarada.<br />

A pesar <strong>de</strong> que su gran talento fue ser un predicador evangelístico, uno <strong>de</strong> los intereses<br />

capitales <strong>de</strong> su minis­terio se concretó en el establecimiento <strong>de</strong> un orfanato que fundó al<br />

comenzar su obra en América, en Savan­nah, Georgia, y al cual impuso el nombre <strong>de</strong><br />

"Bethesda". Esta empresa costóle mucho trabajo, afanes, viajes, disgustos y controversias.<br />

Nunca se supo precisa­mente cuántos niños y jovencitos se beneficiaron con esa institución,<br />

por cuya existencia luchó noblemente hasta casi el fin <strong>de</strong> su vida y cuyo establecimiento y<br />

sostén fue en gran parte <strong>de</strong>bido a su oratoria.<br />

Benjamín Franklin que era amigo <strong>de</strong> Whitefield, sin participar por ello <strong>de</strong> sus sentimientos<br />

religiosos, pues se estilaba cual "libre pensador", publicó muchos <strong>de</strong> sus escritos y le ayudó en<br />

otras empresas. Sin embargo no estuvo <strong>de</strong> acuerdo con Whitefield <strong>de</strong> que se abriera ese<br />

orfanato en Georgia, dado que allí faltaban materiales y obreros para llevar a cabo un proyecto<br />

<strong>de</strong> tan alto vuelo, como el que el evangelista proyectaba. Este se encaprichó en abrirlo en<br />

Georgia, por lo que Franklin le negó su apoyo. Pero cuando Whitefield celebró en Fila<strong>de</strong>lfia,<br />

ciudad don<strong>de</strong> vivía Franklin, una asamblea para levantar dinero para esa institución, éste<br />

resolvió ir para escucharle, pero con la <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> no con­tribuir ni con un centavo a la<br />

empresa. Lo que sucedió en esa reunión lo <strong>de</strong>scribe FrankIin así:<br />

"Yo tenía en mi bolsillo un puñado <strong>de</strong> monedas <strong>de</strong> cobre, tres o cuatro dólares <strong>de</strong> plata y cinco<br />

doblones <strong>de</strong> oro. Mientras él proseguía, comencé a ablandarme y resolví dar las monedas <strong>de</strong><br />

cobre. Otro golpe <strong>de</strong> su oratoria me avergonzó <strong>de</strong> esa resolución y <strong>de</strong>terminé entonces darle<br />

las <strong>de</strong> plata. Y terminó tan admirablemente que vacié enteramente mi bol­sillo en el plato <strong>de</strong> la<br />

ofrenda con oro y todo. Escu­chando ese sermón estaba también un señor <strong>de</strong> nuestro Club,<br />

quien teniendo el mismo parecer que yo en cuanto al edificio <strong>de</strong> Georgia y sospechando que se<br />

tomaría una ofrenda, tomó la precaución <strong>de</strong> vaciar sus bolsillos antes <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> casa. Hacia la<br />

conclusión <strong>de</strong>l discurso, sin embargo, sintió un fuerte <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> dar y solicitó <strong>de</strong> un vecino, que<br />

estaba cerca suyo, que le prestara algún dinero para lá ofrenda. Infelizmente el pedido fue<br />

hecho tal vez a la única persona en el grupo que tuvo la firmeza <strong>de</strong> no <strong>de</strong>jarse afectar por el<br />

predicador. Su respuesta fue: 'En cualquier otra ocasión, amigo, te prestaría liberalmente pero<br />

no ahora pues me parece que estás fuera <strong>de</strong> juicio'." (10)<br />

Por muchos años Whitefield, fiel a sus i<strong>de</strong>as ascéticas, pensó en no casarse, pero finalmente<br />

resolvió hacerlo más bien por un sentido práctico <strong>de</strong> la vida que por sentimentalismo. En este<br />

sentido, oró para que Dios le concediera una esposa que le permitiese vivir como si no la<br />

tuviera. Dice un biógrafo suyo que esta oración ciertamente fue escuchada, pues que la que<br />

vino a ser su esposa poco interfirió en su trabajo, pero cuando ella falleció confesó que su<br />

muerte había <strong>de</strong>jado su "mente en mucha libertad".<br />

Su vida matrimonial no se distinguió por lo tanto por alguna <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> profundo afecto,<br />

pero congenió bastante discretamente con su esposa. Casóse el día 14 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1741 con<br />

Elizabet James, una viuda que <strong>de</strong>bía contar en ese entonces con cerca <strong>de</strong> 34 años <strong>de</strong> edad.<br />

De ella tuvo un hijo, el cual murió a los cuatro meses <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> nacer y no le nacieron otros.<br />

Estuvo casado veintisiete años, falleciendo la señora <strong>de</strong> Whitefield el 9 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1768, dos


años antes que él. Juan Wesley escribió en sus memorias que era una mujer "candorosa y<br />

humanitaria". Varios testi­monios dan fe <strong>de</strong> que ella fue esposa consagrada y cons­ciente <strong>de</strong><br />

sus <strong>de</strong>beres, aunque Whitefield por su itine­rancia tenía que <strong>de</strong>jarla largo tiempo sola en casa,<br />

tanto en Inglaterra como en América, puesto que no era muy dada a viajar.<br />

A pesar <strong>de</strong> sus gran<strong>de</strong>s esfuerzos evangelísticos casi sin prece<strong>de</strong>ntes y <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción en<br />

favor <strong>de</strong> los huérfanos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> otras empresas menores, su obra no alcanzó la<br />

transcen<strong>de</strong>ncia que tuvo, y tiene, la que llevaron a cabo Juan y Carlos Wesley. Faltábale genio<br />

organizador, equi­librada calma y paciencia para recibir consejos <strong>de</strong> otros, puesto que tenía la<br />

convicción <strong>de</strong> que para todas las cosas recibiría la dirección <strong>de</strong> Dios y que por lo tanto todo<br />

<strong>de</strong>bía tener una solución feliz.<br />

Sin embargo, siempre se le recordará en la historia <strong>de</strong> la Iglesia Cristiana como uno <strong>de</strong> los<br />

raros prodigios <strong>de</strong> oratoria fulminante y casi <strong>de</strong>magógica. Predicaba a tiem­po y fuera <strong>de</strong><br />

tiempo, sin medida y sin preocuparse por el esfuerzo que esto exigía a su físico, siempre<br />

enfermizo y sujeto a periódicos achaques. Calcúlase que durante un período <strong>de</strong> treinta y cuatro<br />

años, predicó dieciocho mil sermones. Su promedio semanal era <strong>de</strong> unos diez. En América<br />

asumió el compromiso <strong>de</strong> viajar a caballo en un circuito <strong>de</strong> mil quinientas millas, para predicar<br />

ince­santemente mientras itineraba.<br />

Es inverosímil lo que se cuenta acerca <strong>de</strong> las muchedumbres que agolpábanse <strong>de</strong> todas<br />

partes, cuando corría la voz <strong>de</strong> que se aproximaba a alguna localidad. Venían a pie, a caballo,<br />

en carros, cruzando campos, valles y bosques, como atraídos por una fuerza irresistible. Y rara<br />

era la persona que no le escu­chara y sintiera en sí el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> arrepentirse <strong>de</strong> su vida pasada<br />

y aceptar la cruz salvadora <strong>de</strong> Cristo. En cierta ocasión, cuando el médico aconsejóle a que se<br />

limitara en sus predicaciones, escribió en su Diario: "Estoy redu­cido a la corta ración <strong>de</strong><br />

predicar solamente una vez durante los días hábiles y dos veces los domingos."<br />

Su ministerio fue compartido entre América y Gran Bretaña. Cruzó el Atlántico trece veces, su<br />

itinerario en América iba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo que es hoy el estado <strong>de</strong> Georgia hasta Maine. Viajaba a<br />

Inglaterra principalmente para levantar dinero para su orfanato <strong>de</strong> Savannah y para conservar<br />

vivas sus relaciones en la madre patria. Amé­rica fue su campo predilecto. De hecho escribió:<br />

"Me gusta andar errante por los bosques <strong>de</strong> América y mu­chas veces pienso que no <strong>de</strong>bo más<br />

volver a Inglaterra."<br />

Y realmente no volvería más. Murió el 30 <strong>de</strong> setiembre <strong>de</strong> 1770, encontrándose a la sazón y a<br />

pesar <strong>de</strong> lo precario <strong>de</strong> su salud, en una jira evangelística. Es realmente impresionante el relato<br />

que tenemos <strong>de</strong> sus últimas horas <strong>de</strong> vida:<br />

"El había partido en ese mismo día para New­buryport, don<strong>de</strong> esperábase que predicaría al día<br />

siguiente. Durante la hora <strong>de</strong> la cena, el, patio en frente <strong>de</strong> la casa y aún la entrada, llenáronse<br />

con gente, que empeñábase en oír unas pocas palabras <strong>de</strong> sus labios elocuentes. Pero estaba,<br />

exhausto y, levantándose <strong>de</strong> la mesa, dijo a uno <strong>de</strong> los clérigos que estaban con él: "Hermano,<br />

usted <strong>de</strong>be hablar a esta gente yo no puedo <strong>de</strong>cirles una sola palabra". Y tomando una vela se<br />

apresuró para ir a su dor­mitorio, pero antes <strong>de</strong> llegar se paró, una sugestión <strong>de</strong> su corazón<br />

generoso le <strong>de</strong>cía que no <strong>de</strong>bía aban­donar así a una muchedumbre ansiosa y hambrienta por<br />

el pan <strong>de</strong> vida que anhelaba recibir <strong>de</strong> sus manos. Parose sobre los peldaños para dirigirles la<br />

Palabra. El ya había predicado su ultimo sermón. Esta sería su última exhortación: Parecería<br />

que algún extraño pensamiento, algún vago presentimiento se hubiese posesionado <strong>de</strong> su<br />

alma con la aprehensión triste <strong>de</strong> que esos momentos eran <strong>de</strong>masiado precio­sos para que los<br />

usara para su <strong>de</strong>scanso. Demoróse en la escalera, mientras la muchedumbre lo contem­plaba<br />

con ojos llorosos, como Eliseo al contemplar al profeta que ascendía al cielo. Su voz, que tal<br />

vez jamás vibrara más musical y emotiva, fluyó incesantemente hasta que la vela, que<br />

levantara en su mano, consumióse totalmente. A la mañana siguiente él ya no era, Dios<br />

habíale tomado para sí." (11)<br />

:Murió <strong>de</strong> un ataque <strong>de</strong> asma. Cumplióse así el <strong>de</strong>seo que expresara en cierta ocasión, cuando<br />

un compañero le recomendaba que no se excediera en sus activida<strong>de</strong>s y no predicara tan a<br />

menudo como lo hacía: "Quiero consumirme antes que aherrumbrarme". Así terminó su vida<br />

aquél que fuera el verbo mágico y electrizante <strong>de</strong>l metodismo calvinista. Durante su época


ningún otro predicador tuvo la distinción <strong>de</strong> viajar tanto como él lo hiciera y <strong>de</strong> predicar con<br />

tanta vehemencia y constancia en un circuito tan vasto y lleno <strong>de</strong> innumerables tropie­zos e<br />

imprevistos.<br />

---------------------------------------<br />

(1) George Whitefield “A Short Account of God’s Dealing with the Rev. Mr. George Whitefield” (London<br />

1740), Pág. 8.<br />

(2) George Whitefield, Op. Cit., págs. 9-10.<br />

(3) Stevens, A., Vol. I, Op. Cit., Pág 74.<br />

(4) Citado por Stevens, A., Vol. I, Op. Cit., Pág 75.<br />

(5) Op. Cit., Pág 48-49.<br />

(6) Citado por Stuárt, C. H., "George Whitefield", pág. 26.<br />

(7) Diario, Vol. I, pág. 40.<br />

(8) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. I, Pág. 115.<br />

(9) Harvard Classics, Vol. I, pág. 100.<br />

(10) Harvard Classics, Vol. I, págs. 101, 102.<br />

(11) Stevens, A., Vol. I, Op. Cit., Pág 466.<br />

CAPÍTULO SEXTO.<br />

UNA ESTRELLA DE LA GRACIA<br />

"Mi labor ha concluido. Nada más tengo<br />

que hacer sino ir a mi Padre".<br />

Selina Shirley.<br />

Con<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Huntingdon.<br />

Fue en la primavera <strong>de</strong> 1741 que Jorge Whitefield<br />

volvió por segunda vez <strong>de</strong> sus peregrinajes<br />

evangelísticos en América. Durante su segunda<br />

visita estableció el orfanato, por el cual había<br />

estado pidiendo ayuda en Ingla­terra <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su<br />

primer retorno. Poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> llegar fue<br />

publicada la carta en la que atacaba a la teología <strong>de</strong><br />

Juan Wesley, especialmente sus i<strong>de</strong>as. arminianas,<br />

esto es la <strong>de</strong> la universalidad <strong>de</strong> la salvación. Juan<br />

Wesley publicó un sermón con el título <strong>de</strong> “Gracia<br />

Gratuita” en el que confirmaba sus convicciones<br />

arminianas.<br />

De esta controversia, que por momento tomó un<br />

cariz virulento, como ya dijimos surgieron las dos<br />

ramas <strong>de</strong>l metodismo: la arminiana y la calvinista.<br />

Parece que Whitefield, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> sus convicciones<br />

personales, había recibido en América esa<br />

influencia calvinista, especialmente al asociarse con algunos grupos bautistas y presbiterianos.<br />

En Gran Bretaña los que apoyaban las mismas ten<strong>de</strong>ncias y que habían sido <strong>de</strong>spertados en<br />

su interés religioso por el movimiento <strong>wesley</strong>ano, agrupáronse alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> Whitefield a quien<br />

reconocieron como su guía. Entre éstos encontrábase una mujer que jugaría papel importante<br />

en el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> ese movimiento calvinista. Era conocida con el título <strong>de</strong> Lady Huntingdon.


Esa dama nació el 24 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1707 en la localidad <strong>de</strong> Chartley y al parecer tenía<br />

conexión lejana con la familia real. Era la segunda hija <strong>de</strong> Washington, con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Ferrars. A<br />

pesar <strong>de</strong> que estaba acostumbrada a una vida fácil y lujosa, pues tanto su padre como su<br />

esposo poseían numerosas propieda<strong>de</strong>s en diferentes localida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Reino, siempre tuvo<br />

profundo interés por las cosas religiosas y por socorrer en sus necesida<strong>de</strong>s a sus<br />

<strong>de</strong>pen­dientes y a los pobres <strong>de</strong>l vecindario.<br />

Casóse a los 21 años <strong>de</strong> edad con Teófilo Huntingdon. Este murió en abril <strong>de</strong> 1746 a los 50<br />

años <strong>de</strong> edad, <strong>de</strong>jándola viuda cuando frisaba los 39. Ella no volvió a casarse, antes empleó su<br />

viu<strong>de</strong>z y sus haberes para incrementar y exten<strong>de</strong>r la obra religiosa.<br />

..<br />

Fue a los 32 años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una seria enfermedad, que ella tuvo ocasión <strong>de</strong> verse con los<br />

Wesley (año 1739). Al parecer, el primer contacto fue con Carlos. Sin em­bargo, según'<br />

algunos historiadores, ella frecuentó las reuniones <strong>de</strong> los moravos en Fetter Lane, con quienes<br />

también los primeros metodistas solían reunirse durante algún tiempo, antes <strong>de</strong> que formaran<br />

su grupo aparte. A<strong>de</strong>más, mostró simpatía por la obra <strong>de</strong> Whitefield y tuvo cierta influencia para<br />

que el gran evangelista fuese or<strong>de</strong>nado presbítero en enero <strong>de</strong> 1739, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su primer<br />

regreso <strong>de</strong> América, conforme se infiere <strong>de</strong> una carta que el Obispo Benson escribió al con<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> Huntingdon. En ella expresaba el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que esa or<strong>de</strong>nación diese a Lady Huntingdon<br />

alguna satisfacción y esperaba, a la vez, que ella no tuviese otro motivo para quejarse <strong>de</strong><br />

.alguna falta <strong>de</strong>l obispo. La con<strong>de</strong>sa parece haberse irritado con la oposición hostil que los<br />

clérigos <strong>de</strong> la iglesia oficial hicieron a que Whitefield fuera or<strong>de</strong>­nado presbítero. A renglón<br />

seguido, ella comenta:<br />

"Aunque equivocado en algunos puntos, creo que él (Whitefield) es un joven piadoso, con<br />

buenas in­tenciones, gran<strong>de</strong>s habilida<strong>de</strong>s y mucho celo. Certi­fico que el obispo <strong>de</strong> Canterbury<br />

tiene una elevada opinión <strong>de</strong> él." (1)<br />

Una <strong>de</strong> las más <strong>de</strong>cisivas influencias que tuvo en su vida religiosa, y la que en verdad la llevó a<br />

tomar la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> lanzar su suerte con los metodistas, fue la <strong>de</strong> su cuñada Lady Margarita<br />

Hastings, a pesar <strong>de</strong> ser ella <strong>de</strong> la alta alcurnia en la sociedad inglesa. Margarita casóse en<br />

1741 con James Ingham, que fue uno <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong>l "Club Santo". Ambas hicieron<br />

pública profesión <strong>de</strong> fe con los metodistas., Vale la pena consignar aquí que Betty, la. hermana<br />

<strong>de</strong> Margarita, una década antes ya patrocinaba el tradicional grupo <strong>de</strong>l "Club Santo" en Oxford.<br />

De allí la relación <strong>de</strong> Ingham con Margarita y <strong>de</strong> los metodistas con la familia <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

Ferrars.<br />

Después <strong>de</strong> entrar en contacto con el movimiento metodista, extremóse en su celo religioso y<br />

en obras <strong>de</strong> caridad, lo que alarmó algo al esposo. Este dirigióse al obispo Benson, que era su<br />

tutor, para que tratara <strong>de</strong> atenuar el fervor <strong>de</strong> la esposa. Concertóse una entrevista en la cual el<br />

obispo aconsejóle a que no fuera tan estricta en su conducta y sentimientos. Pero ella lo<br />

acorraló con citas <strong>de</strong> las Escrituras, mostrándole que otro <strong>de</strong>bía ser su comportamiento y no el<br />

<strong>de</strong> buscar que la gente tuviese menos religión. El quedó algo resentido con esta recon­vención,<br />

diciéndole que lamentaba haber or<strong>de</strong>nado a Jorge Whitefield, a quien atribuía todo ese fervor<br />

religioso que ella y otros estaban experimentando, por ser él uno <strong>de</strong> los guías <strong>de</strong>l movimiento y<br />

confesóle que se sentía directamente implicado por haberle impuesto las ór<strong>de</strong>nes eclesiásticas,<br />

a lo que la señora replicó:<br />

"Mi señor, grabe bien mis palabras: cuando usted se encuentre en el lecho <strong>de</strong> muerte, ésta<br />

será una <strong>de</strong> las pocas or<strong>de</strong>naciones que recordará con complacencia.” (2).<br />

Esas palabras fueron proféticas. Cuando el obispo estuvo a las puertas <strong>de</strong> la muerte, dispuso<br />

que se envia­sen al gran evangelista diez guineas como prueba <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>ración y admiración,<br />

con el ruego <strong>de</strong> que orase a. su favor. Este inci<strong>de</strong>nte nos da una muestra <strong>de</strong>l carácter firme,<br />

<strong>de</strong>cidido y osado <strong>de</strong> esa mujer que no temía enfrentarse con los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> sus días.<br />

En 1744 Lady Huntingdon invitó a los Wesley durante el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la primera Conferencia<br />

Anual <strong>Metodista</strong>, que tuvo lugar en Londres a fines <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1744, a que celebraran una<br />

sesión en su resi<strong>de</strong>ncia. Eso <strong>de</strong>bióse a que ella, aunque se hubiese esposado con la rama


calvinista <strong>de</strong>l metodismo, consi<strong>de</strong>raba. a ambos grupos como embarcados en una causa<br />

común. Juan Wesley predicó durante esa reunión, habiendo usado como texto el siguiente:<br />

"¿Qué ha obrado Dios?" Fue el primer sermón <strong>de</strong> ese tipo que se predicó en esa mansión<br />

señorial. Más tar<strong>de</strong> ella invitaría a Whitefield para que predicara regularmente en esa casa y en<br />

otras <strong>de</strong> su propiedad, a muchos <strong>de</strong> los nobles <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

Cuando Whitefield retornó <strong>de</strong> su tercer viaje <strong>de</strong> América, en julio <strong>de</strong> 1748, Lady Huntingdon<br />

envió a Howel Harris, uno <strong>de</strong> los predicadores, a encontrarle para invi­tarle a que fuese a su<br />

casa en Chelsea, cerca <strong>de</strong> Londres, para que predicara a un gran círculo <strong>de</strong> sus relaciones <strong>de</strong><br />

la alta sociedad inglesa. Más tar<strong>de</strong> ese ministerio a los nobles ingleses se exten<strong>de</strong>ría a sus<br />

fincas en Bath y Brighton. En esos lugares' ella construyó capillas y nom­bró a Whitefield como<br />

uno <strong>de</strong> sus capellanes, éste fue realmente el único nombramiento que el gran evange­lista<br />

tendría en Inglaterra.<br />

Después <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su esposo y sin <strong>de</strong>scuidar sus <strong>de</strong>beres maternales, -ya que tenía<br />

cinco hijos- trató <strong>de</strong> emplear gran parte <strong>de</strong> su fortuna en comprar propieda<strong>de</strong>s para que los<br />

predicadores <strong>de</strong> su conexión tuvieran don<strong>de</strong> ejercer propiamente su ministerio. Adquirió<br />

teatros, salas públicas y capillas abandonadas ya en Londres, en Bristol o en Dublín y las<br />

refaccionó para que en ellas se anunciara la Palabra. A<strong>de</strong>más levantó capillas tanto en<br />

Inglaterra, como en el país <strong>de</strong> Gales e Irlanda. Ella significó <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l movimiento calvinista, lo<br />

que Juan Wesley <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l movimiento arminiano, con la diferencia que tenía a su alcance<br />

mayores posibilida<strong>de</strong>s eco­nómicas.<br />

Dividió los territorios en distritos y envió evangelistas itinerantes a predicar y ella hacía frente a<br />

todos los gastos que eso implicaba. Calcúlase que gastó en todas esas obras <strong>de</strong><br />

evangelización cerca <strong>de</strong> medio millón <strong>de</strong> libras esterlinas. Esa suma, sin duda alguna,<br />

representa mucho más <strong>de</strong> lo que hoy valdría. Llegó hasta ven<strong>de</strong>r sus joyas con el fin <strong>de</strong><br />

comprar capillas, Despidió a muchos <strong>de</strong> sus sirvientes, disminuyó gran<strong>de</strong>mente su tren <strong>de</strong> vida<br />

para que le sobrase lo suficiente como para hacer frente a los crecientes gastos <strong>de</strong> la obra. Un<br />

alto dignatario en cierta ocasión quejóse al rey Jorge III <strong>de</strong> que esa señora y sus predicadores<br />

estaban extremándose en sus li<strong>de</strong>s religiosas. El mismo rey, que la tenía en alta estima,<br />

relatóle el inci<strong>de</strong>nte.<br />

El monarca halló por bien <strong>de</strong>cir a ese dignatario, que tratase él mismo <strong>de</strong> imitar el celo <strong>de</strong> esos<br />

predicadores y que en cuanto a Lady Huntingdon <strong>de</strong>seaba que hubiese una como ella en cada<br />

diócesis <strong>de</strong> su reino. Ella misma muchas veces acompañaba a sus capellanes y predicadores a<br />

lo largo <strong>de</strong> toda Inglaterra, animando con su presencia al movimiento e inspeccionando las<br />

obras para ver cuáles eran las necesida<strong>de</strong>s y oportunida<strong>de</strong>s. El más importante <strong>de</strong> esos<br />

lugares <strong>de</strong> culto (que todavía existe) fue el que se <strong>de</strong>nominó "Totten­ham Court Road Chapel",<br />

que sustituyó al tabernáculo que en 1741 se levantara por primera vez en Moorfields para<br />

abrigar a las muchedumbres que, antes <strong>de</strong> reunirse allí, reuníanse al aire libre y que Whitefield<br />

inaugurara a su regreso <strong>de</strong> su segunda visita a América.<br />

El movimiento calvinista, a la para que el arminiano, fue creciendo sensiblemente, lo que exigía<br />

un mayor número <strong>de</strong> pastores y capellanes. Hízose evi<strong>de</strong>nte que a éstos <strong>de</strong>bíase proporcionar<br />

una preparación más a<strong>de</strong>cua­da a sus tareas ministeriales. Por lo tanto Lady Huntingdon<br />

resolvió establecer un colegio para predicadores. Establecióse en Gales <strong>de</strong>l Sur, utilizándose<br />

un antiguo castillo <strong>de</strong>l cual se le dio el nombre <strong>de</strong> "Casa Trevecca"<br />

Fue <strong>de</strong>dicado el 24 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1768. Jorge Whitefield predicó el sermón <strong>de</strong>dicatoria y tomó<br />

por texto: "En todos los lugares don<strong>de</strong> yo escriba mi nombre vendré a ti y te ben<strong>de</strong>ciré". El<br />

domingo siguiente volvió a predicar en el patio <strong>de</strong>l colegio ante miles <strong>de</strong> personas y esta vez su<br />

texto fue: "Nadie pue<strong>de</strong> poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo".<br />

No obstante ser un colegio que tenía que ver en primer término con la preparación <strong>de</strong> los<br />

predicadores <strong>de</strong> la rama calvinista, algunos predicadores <strong>de</strong> la tradición arminiana también<br />

colaboraron en esa obra educacional.<br />

Relaciones ricas y nobles <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>sa aportaron fondos para hacer frente a los gastos <strong>de</strong><br />

compra y refección <strong>de</strong> la propiedad. Juan Wesley aprobó la iniciativa y Juan Guillermo <strong>de</strong> la<br />

Flechcre fue el primer presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la escuela. Uno <strong>de</strong> los mineros convertidos por su


predicación en los "Montes <strong>de</strong> Ma<strong>de</strong>ley", cerca <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba su parroquia, fue el primer<br />

estudiante que entró en esa escuela.<br />

Los estudiantes podían permanecer en "Casa Trevec­ca" durante tres años con <strong>de</strong>recho a<br />

pensión, enseñanza y un traje por año. Para cursar sus estudios, no existía compromiso alguno<br />

<strong>de</strong> servir a <strong>de</strong>terminada iglesia o grupo en particular, podían solicitar ór<strong>de</strong>nes eclesiásticas en<br />

la Iglesia Anglicana o entre cualquier otra <strong>de</strong>nomi­nación cristiana a la cual se sintiesen<br />

llamados a servir. McTyeire escribe lo siguiente sobre Trevecca:<br />

"Trevecca, durante años fue como el cuartel gene­ral <strong>de</strong>l metodismo calvinista. Suplió sus<br />

púlpitos y aportó a la vez contribuciones ministeriales impor­tantes a la Iglesia Oficial y a los<br />

otros grupos Disi­<strong>de</strong>ntes. La con<strong>de</strong>sa vivía allí gran parte '<strong>de</strong> su tiem­po. Conveníale por causa<br />

<strong>de</strong> la obra extensa que sostenía. Y <strong>de</strong> esta manera podía <strong>de</strong>spachar con pre­mura emisarios y<br />

ayuda a muchos púlpitos. Siempre se tenían a mano caballos para que los estudiantes fuesen<br />

llevados los sábados a los puntos distantes, mientras que los más cercanos eran visitados a<br />

pie. Frecuentemente salían para circuitos remotos predi­cando en campos, graneros,<br />

mercados, hogares. Las clausuras anuales eran como reuniones <strong>de</strong> campa­mentos metodistas.<br />

En cierta ocasión mil trescientos caballos <strong>de</strong> visitantes e invitados viéronse sueltos en un gran<br />

campo, sin contar los que habían sido <strong>de</strong>ja­dos en las al<strong>de</strong>as circunvecinas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> un<br />

gran número <strong>de</strong> carruajes. En un extremo <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong>l colegio fue erigido un palco sobre el<br />

cual se colocó un atril y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> seis o siete predicadores pero­raban sucesivamente a<br />

congregaciones atentas y an­siosas. Un visitante informa que trescientas personas se<br />

<strong>de</strong>sayunaron juntas en el lugar y cuenta que eran abundantes los sermones, exhortaciones,<br />

sacramen­tos, ágapes espirituales, tanto en inglés como en galés y que muy cálidos eran los<br />

muchos amenes y ferviente el clamor <strong>de</strong> 'Gloria a Dios':” (3)<br />

Naturalmente, la educación que se dispensaba era más práctica que teológica y sus<br />

estudiantes eran entrenados en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> conducir personas a Cristo y se les urgía a que<br />

salieran a predicar por collados, encrucijadas y doquier hubiese almas necesitadas <strong>de</strong>l mensaje<br />

<strong>de</strong> la sal­vación eterna.<br />

Cuando ella falleció contaba 84 años. Dejó todas las propieda<strong>de</strong>s que le quedaban para el<br />

sostenimiento <strong>de</strong> las setenta y cuatro capillas que había ayudado a cons­truir en diferentes<br />

partes <strong>de</strong> Gran Bretaña y una consi­<strong>de</strong>rable suma para obras <strong>de</strong> beneficencia. Dentro <strong>de</strong>l<br />

grupo calvinista ocupó un lugar que se pue<strong>de</strong> comparar al <strong>de</strong> Juan Wesley en el grupo<br />

arminiano. Y ciertamente si no hubiese sido mujer, habría tenida una influencia tan gran<strong>de</strong> o<br />

mayor que la <strong>de</strong> él. En la historia <strong>de</strong> la Iglesia Cristiana tal vez no haya habido otra mujer que<br />

ejerciera tanto po<strong>de</strong>r "eclesiástico" sin realmente tenerlo, co Lady Huntingdon. Horacio<br />

Walpole, ilustre hom­bre <strong>de</strong> 1etras y miembro <strong>de</strong>l parlamento, que fue su contemporáneo,<br />

llamóla "la Reina <strong>de</strong>l Metodismo" y otro sabio también <strong>de</strong>l mismo siglo calificóla como la<br />

"Estre­lla <strong>de</strong> Primera Magnitud en el Firmamento <strong>de</strong> la Iglesia".<br />

Al morir, exclamó: "Mi obra ha concluido; nada más tengo que hacer sino ir a la casa <strong>de</strong> mi<br />

Padre". Su enfer­medad fue larga y dolorosa, pero durante la misma no solo conservó fuerte el<br />

ánimo sino que una y otra vez entró en éxtasis, pareciéndole por momentos encontrarse ya en<br />

los umbrales <strong>de</strong> la gloria celeste.<br />

------------------------------------------<br />

(1) Citado por Stuart, C., Op. Cit., pág. 44.<br />

(2) McTyeire, Op. Cit., pág. 242.<br />

(3) Op. Cit., pág. 246.


CAPÍTULO SÉPTIMO<br />

EL PALADIN DE LA DIVINA MISERICORDIA<br />

"¡No permita Dios que yo excluya <strong>de</strong> mi afecto fraternal y <strong>de</strong><br />

mi asisten­cia ocasional, a cualquiera <strong>de</strong> los ver­da<strong>de</strong>ros<br />

ministros <strong>de</strong> Cristo, porque él eche sus re<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Evangelio<br />

con los presbiterianos o los in<strong>de</strong>pendientes<br />

o los cuáqueros o los bautistas."<br />

Juan Guillermo <strong>de</strong> La Flechère.<br />

En el estudio que hicimos <strong>de</strong> Juan Wesley<br />

dijimos que no había sido primeramente un<br />

teólogo sino un evangelista y que su principal<br />

fuente <strong>de</strong> predicación era el Nuevo Testamento.<br />

Cuando recru<strong>de</strong>ció la controversia sobre el<br />

principal punto teológico que los dividía en<br />

calvinistas y arminianos, como dos corrientes<br />

metodistas paralelas, Juan Wesley tuvo que<br />

echar mano <strong>de</strong> Juan Guillermo <strong>de</strong> La Flechère o<br />

Juan Fletcher, como comúnmente se le conocía,<br />

quien había aparecido en el escena­rio metodista<br />

cuando el movimiento había tomado ya gran<br />

vuelo en Inglaterra.<br />

La razón por la cual el movi­miento metodista<br />

nunca se distinguió como sistema teo­lógico fue<br />

porque su principal interés había sido el <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>spertar la conciencia evangélica <strong>de</strong> aquellos<br />

que nomi­nalmente se <strong>de</strong>cían cristianos y <strong>de</strong><br />

llevar el mensaje <strong>de</strong>l Evangelio a los que no<br />

tenían conocimiento. Para cum­plir con tal<br />

propósito, lo más importante era la exposición<br />

que <strong>de</strong> las Escrituras se pudiera hacer. Para<br />

Juan Wesley un sistema particular <strong>de</strong> doctrina<br />

era cosa secun­daria, <strong>de</strong> acuerdo con lo que él<br />

mismo escribiera <strong>de</strong> la naturaleza <strong>de</strong> un creyente<br />

metodista:<br />

"Estos son los principios y prácticas <strong>de</strong> nuestra secta; éstos son los rasgos <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro<br />

metodista... Si alguien dice: "Pero ésos son sólo los principios fundamentales comunes <strong>de</strong> la fe<br />

cristiana... " Es precisamente eso lo que quiero <strong>de</strong>cir... Ruego a Dios que tú y todos los<br />

hombres sepan que yo y todos los que piensan como yo, rehusamos vehemente ser<br />

distinguidos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más hombres por algo que no sean los principios comunes <strong>de</strong>l<br />

cristianismo...<br />

"Por estas señales, por estos frutos <strong>de</strong> una fe viva, tratamos <strong>de</strong> distinguimos <strong>de</strong>l mundo<br />

creyente... Pero <strong>de</strong> los verda<strong>de</strong>ros cristianos, <strong>de</strong> cualquier <strong>de</strong>no­minación que sean, <strong>de</strong>seamos<br />

ansiosamente no distin­guimos en absoluto... ¿Es tu corazón sincero como el mío lo es hacia<br />

ti? No te pregunto otra cosa. Si es así, dame la mano... ¿Amas y sirves a Dios? Eso basta. Yo<br />

estrecho tu diestra en señal <strong>de</strong> comu­nión." (1)<br />

En su “Pequeña Historia <strong>de</strong>l Pueblo Llamado Meto­dista", Wesley dice lo siguiente sobre su<br />

hallazgo <strong>de</strong> La Flechère:<br />

"Marzo 13, 1757. Hallándome en estado <strong>de</strong> fla­queza, en Snowfields, oré a Dios para que si le<br />

pare­cía bien me enviase ayuda para mis capillas. Así lo hizo. Y tan pronto como yo terminara


<strong>de</strong> predicar, vino el señor Fletcher, que había sido recientemente or<strong>de</strong>nado presbítero (<strong>de</strong> la<br />

Iglesia Anglicana) y se apresuró en llegar a la capilla con la intención <strong>de</strong> ayudarme, suponiendo<br />

que yo estaría solo. ¡Cuán maravillosos son los caminos <strong>de</strong>l Señor! Cuándo mi fuerza física<br />

flaqueaba y ningún clérigo en Inglate­rra estaba en condiciones o listo para ayudarme, envióme<br />

ayuda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las montañas <strong>de</strong> Suiza y ¡un verda<strong>de</strong>ro compañero en todo sentido! ¡Dón<strong>de</strong><br />

ha­bría podido yo encontrar otro igual!" (2)<br />

El fundador <strong>de</strong>l metodismo tenía esperanza <strong>de</strong> que ese hombre, que Dios le había <strong>de</strong>parado <strong>de</strong><br />

una manera tan provi<strong>de</strong>ncial, vendría a ser su sucesor en la dirección <strong>de</strong>l movimiento. Por<br />

aquel entonces Wesley encontrábase algo <strong>de</strong>salentado en cuanto a su estado físico y juzgó<br />

que no viviría mucho tiempo ya. Estaba buscando quien pudiera ocupar su lugar para el caso<br />

<strong>de</strong> que llegara a faltar. ¡Sin embargo él sobreviviría a Juan <strong>de</strong> La Flechère!, el cual era <strong>de</strong><br />

constitución física mucho más precaria que la <strong>de</strong> Wesley.<br />

Aunque no le sucedió en la dirección, le fue muy útil en la lucha que tuvo que sos­tener para<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el punto <strong>de</strong> vista arminiano ante sus opositores calvinistas. De esta manera, el<br />

metodismo pro­dujo un gran teólogo sin que éste realmente escribiera un tratado <strong>de</strong> teología<br />

como "La Suma. Teológica" <strong>de</strong> Tomás <strong>de</strong> Aquino, o "las Instituciones Cristianas" <strong>de</strong> Calvino.<br />

Limitóse a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r una doctrina que parecióle más a tono con la enseñanza que el<br />

cristianismo primi­tivo impartía según el testimonio <strong>de</strong>l Nuevo Testa­mento.<br />

Juan Guillermo <strong>de</strong> La Flechère no nació en Inglaterra. Vio la luz en un pequeño pueblo no muy<br />

lejos <strong>de</strong> Gine­bra, Suiza, en Nyon, y casi a la orilla <strong>de</strong>l lago Leman, el día 12 <strong>de</strong> setiembre <strong>de</strong><br />

1729. Descendía <strong>de</strong> una familia <strong>de</strong> la Saboya francesa. Hizo sus estudios en la Universidad <strong>de</strong><br />

Ginebra y se distinguió como alumno estudioso. Había pensado hacerse pastor <strong>de</strong> la Iglesia<br />

Reformada <strong>de</strong> Suiza, pero por cuestiones <strong>de</strong> conciencia rehusó final­mente entrar. Lo que le<br />

obstó tomar ese paso fue el credo calvinista. Repugnaba a su conciencia el creer que Dios,<br />

para su gloria, hubiese <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la fundación <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong>cretado la perdición <strong>de</strong> muchos seres<br />

humanos. Renun­ció a su vocación ministerial por ese motivo y se fue al otro extremo<br />

abrazando la carrera militar. No duró mu­cho sin embargo esa <strong>de</strong>terminación suya y pronto<br />

halló que allí nunca prosperaría, ya que tenía ánimo <strong>de</strong>ma­siado gentil como para acomodarse<br />

a las li<strong>de</strong>s brutales <strong>de</strong> la guerra. Fue cuando resolvió emigrar a Inglaterra.<br />

En el nuevo ambiente, como medio <strong>de</strong> vida, aceptó un lagar <strong>de</strong> tutor junto a una familia que<br />

vivía en el campo y que acostumbraba a pasar los inviernos en Londres. Sus ocupaciones<br />

docentes no hicieron disminuir su interés por las cosas <strong>de</strong>l espíritu. Una inquietud profunda por<br />

conocer más íntimamente las cosas <strong>de</strong>. Dios no le <strong>de</strong>jaba completamente en paz.<br />

Oyendo hablar <strong>de</strong> los metodistas, inquirió acerca' <strong>de</strong> ellos. Dijéronle: "Son gente que ora día y<br />

noche". A esto replicó: "Entonces yo los encontraré, si ellos están a mi alcance". Durante una<br />

<strong>de</strong> sus perma­nencias en Londres pudo entrar en contacto con los metodistas y renació<br />

nuevamente en él el celo religioso, <strong>de</strong>seando servir a su Señor así como lo anhelara en sus<br />

años más juveniles. Juan Wesley aconsejóle que buscara ór<strong>de</strong>nes eclesiásticas en el seno <strong>de</strong><br />

la Iglesia Anglicana. Aceptó la indicación y obtuvo allí la or<strong>de</strong>nación.<br />

Después <strong>de</strong> ser or<strong>de</strong>nado ministro, el rico señor, en cuya casa sirviera <strong>de</strong> tutor, ofrecióle la<br />

capellanía <strong>de</strong> su capilla particular, en Dunham, don<strong>de</strong> se le dijo que había "poco trabajo y buen<br />

salario". Poco antes que se le hiciera ese ofrecimiento había visitado el pueblo <strong>de</strong> Ma<strong>de</strong>ley,<br />

lugar no muy gran<strong>de</strong> pero don<strong>de</strong> prosperaban algunas industrias y minas.<br />

Notó en el pueblo mucha miseria y perdi­ción. La iglesia anglicana <strong>de</strong>l lugar vivía <strong>de</strong>sierta y la<br />

gente no manifestaba ningún interés por las cosas <strong>de</strong>l espíritu. Observó también que<br />

abundaban los <strong>de</strong>spachos <strong>de</strong> bebidas. Cuando su antiguo amo ofrecióle esa capella­nía tuvo<br />

una i<strong>de</strong>a: la <strong>de</strong> ofrecérsela al párroco <strong>de</strong> Ma<strong>de</strong>­ley en cambio <strong>de</strong> su parroquia. Muy<br />

gustosamente éste aceptó el cambio y poco <strong>de</strong>spués La Flechère estuvo en su nuevo puesto,<br />

<strong>de</strong> trabajo.<br />

La respuesta que obtuvo al principio <strong>de</strong> su ministerio allí fue magra. La gente levantábase tar<strong>de</strong><br />

en los días <strong>de</strong> culto Y por eso no asistía a los servicios religiosos. Pero daban como excusa,<br />

que tomábales mucho tiempo el lavar y arreglar los chicos, <strong>de</strong> manera que estuviesen listos


para la hora en que comenzaban los ejercicios divinos. Entonces él resolvió el problema<br />

lanzando mano <strong>de</strong>l expediente <strong>de</strong> ir tem­prano por las calles, tocando una campanilla para que<br />

se levantaran a tiempo.<br />

A<strong>de</strong>más se propuso visitar, asi­duamente <strong>de</strong> casa en casa, yendo lo mejor que pudo al<br />

encuentro <strong>de</strong> las muchas necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> esa gente, que durante largo tiempo había, vivido en<br />

el abandono.<br />

Por ese entonces ya adquirió dominio <strong>de</strong> la lengua inglesa y usábala maravillosamente. No era<br />

hombre <strong>de</strong> alta elocuencia, pero imprimía tal espíritu <strong>de</strong> piedad y tal sentimiento candoroso en<br />

lo que <strong>de</strong>cía, que sus pala­bras llegaban hondo al corazón <strong>de</strong> sus oyentes. Un con­temporáneo<br />

suyo dio este testimonio: "Su palabra viva remontábase como vuelo <strong>de</strong> águila".<br />

A gran costo los oyentes podían retener las lágrimas y sus mensajes eran recordados por<br />

mucho tiempo, pues <strong>de</strong>jaban una impresión in<strong>de</strong>leble en las almas. Extremábase en el cuidado<br />

<strong>de</strong> los pobres, los cuales encontraban en él no solo la mano caritativa, sino el corazón<br />

comprensivo. Una y otra vez llegó a ven<strong>de</strong>r los muebles <strong>de</strong> su casa para ha­cer frente a alguna<br />

necesidad apremiante <strong>de</strong> sus parroquianos pobres. Atendía con cariño a los niños, a quie­nes<br />

instruía en el catecismo y los cercaba con consejos paternales. Consta que llegaba a reunir<br />

hasta trescien­tos <strong>de</strong> ellos.<br />

Su salud nunca fue muy buena. Estaba sujeto a acha­ques y al parecer sufría <strong>de</strong> tisis. Pero, a<br />

pesar <strong>de</strong> eso, entre enfermedad y enfermedad llevaba a<strong>de</strong>lante su ministerio con <strong>de</strong>dicación y<br />

cariño. No pasarían muchas semanas en su parroquia antes que viera el premio <strong>de</strong> sus<br />

esfuerzos. Llenósele la iglesia <strong>de</strong> gente y muchos encontraron el camino <strong>de</strong> la salvación y el<br />

sabor <strong>de</strong> una nueva vida en Cristo.<br />

No solamente mejoró las condiciones <strong>de</strong> muchas familias, sino que el pueblo todo sintió la<br />

influencia <strong>de</strong> su piedad y consa­gración. Quedó conocido por toda Inglaterra con el nombre <strong>de</strong><br />

"El Vicario <strong>de</strong> Ma<strong>de</strong>ley". Aquellos que le conocieron <strong>de</strong>cían que su sólo aspecto ya infundía<br />

áni­mo y que toda su manera <strong>de</strong> ser invitaba a una vida más santa.<br />

Juan Guillermo <strong>de</strong> La Flechère,. a pesar <strong>de</strong> perte­necer como eclesiástico a la Iglesia <strong>de</strong><br />

Inglaterra, nunca perdió su fervor metodista y como ya lo notamos, fue uno <strong>de</strong> los compañeros<br />

más allegados y fieles' <strong>de</strong> Juan Wesley. Por la cita <strong>de</strong> Juan Wesley, que transcribimos más<br />

arriba, vemos que él apareció casi provi<strong>de</strong>ncialmente en una época <strong>de</strong> apremiante necesidad.<br />

Wesley, en su' anotación, olvidó <strong>de</strong>cir que en ese mismo día La Flechère recibió su or<strong>de</strong>nación<br />

<strong>de</strong> presbítero. El his­toriador Stevens nos hace una clara evaluación acerca <strong>de</strong> su contribución<br />

al movimiento metodista:<br />

"De allí en a<strong>de</strong>lante, <strong>de</strong> entre el clero <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana, fue el coadjutor más ardiente <strong>de</strong><br />

Wesley, su consejero y compañero <strong>de</strong> viaje en la itinerancia evangelizadora, un asistente en<br />

sus Conferencias, un campeón <strong>de</strong> sus puntos teológicos y, sobre todo, un ejemplo santo <strong>de</strong><br />

vida y <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Cristianismo, así como lo enseñaba el metodismo. Era leído y conocido,<br />

admirado y amado por los metodistas a través <strong>de</strong>l mundo entero, tanto es así que Ma<strong>de</strong>ley, su<br />

parroquia, les es tan familiar y la estiman tanto como a la misma Epworth". (3)<br />

Wesley sintió mucho que él se resistiera a aceptar la invitación <strong>de</strong> substituirle en caso <strong>de</strong> que él<br />

llegara a faltar. Y por dos motivos no aceptó: por su mala salud y su mo<strong>de</strong>stia.<br />

A pesar <strong>de</strong> que ejerció su ministerio entre la gente humil<strong>de</strong>, pobre y viciosa, nunca perdió su<br />

contacto con los más ilustrados <strong>de</strong> su época, gozaba <strong>de</strong> la misma admiración y prestigio tanto<br />

entre ignorantes como entre sabios.<br />

Casi hasta el fin <strong>de</strong> su vida mantúvose soltero. En 1770, hizo su primer visita <strong>de</strong> regreso a<br />

Suiza. En ese viaje pasó por Italia y empeñóse en visitar la vía Appia y en su presencia se<br />

<strong>de</strong>scubrió y arrodilló en homenaje a los cristianos primitivos que por ella habían pasado y dado<br />

su vida en testimonio <strong>de</strong>l Evangelio.<br />

Volvió a su parroquia más animado en el espíritu y más fuerte en el cuerpo, pero en el verano<br />

<strong>de</strong> 1777 <strong>de</strong>clina nueva­mente su salud, <strong>de</strong>sesperando <strong>de</strong> curarse. Al final <strong>de</strong> ese verano volvió<br />

nuevamente a Suiza y permaneció allí hasta 1781. Nuevamente los aires dé su tierra natal


<strong>de</strong>volviéronle parte <strong>de</strong> la salud, ya que nunca llegó a curarse <strong>de</strong>l todo. En ese mismo año volvió<br />

a Inglaterra y en el mes <strong>de</strong> noviembre contrajo matrimonio con María Bosanquet, la cual había<br />

sido una eficiente cooperadora <strong>de</strong> Juan Wesley y una <strong>de</strong> las pocas mujeres a quienes<br />

concediera permiso para dirigir la palabra en las reunio­nes metodistas.<br />

María nació <strong>de</strong> padres pudientes en 1739 y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tierna edad mostró pronunciada inclinación<br />

hacia la religión. Cuando sólo tenía ocho años <strong>de</strong> edad ya meditaba acerca <strong>de</strong> su salvación<br />

eterna, preguntándose: "¿Qué será eso <strong>de</strong> que los pecados <strong>de</strong> uno son perdonados y que<br />

<strong>de</strong>bemos tener fe en Jesús?" Su familia mantenía relaciones con círculos <strong>de</strong> la alta sociedad y<br />

así tuvo ocasión <strong>de</strong> conocer la vida placentera y los centros al1istocráticos <strong>de</strong> las ciu­da<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

Bath y Londres, igualmente que las salas <strong>de</strong> baile y la ópera, y sin embargo su espíritu religioso<br />

no <strong>de</strong>smayó. En su casa trabajaba una joven sirvienta que fue alcanzada por el movimiento<br />

metodista. Esta ejerció gran influencia sobre ella y una hermana suya y merece gran crédito por<br />

la resolución que María tomara al adherirse al metodismo.<br />

Después en Londres, en su temprana juventud, entró en contacto con algunos elementos<br />

femeninos metodistas que influyeron en su manera <strong>de</strong> vivir. Los padres alar­máronse con la<br />

religiosidad <strong>de</strong> la hija y quisieron lle­varla a un lugar veraniego para tratar <strong>de</strong> alejar <strong>de</strong> su mente<br />

lo que, a juicio <strong>de</strong> ellos, eran "i<strong>de</strong>as exóticas y extravagantes", pero ella suplicó que no la<br />

llevasen y quedóse con algunos amigos en Londres, quienes alimen­taban sentimientos más<br />

afines a los suyos.<br />

En el seno <strong>de</strong> esa familia su <strong>de</strong>terminación afirmóse más y más <strong>de</strong> <strong>de</strong>di­carse completamente<br />

a una vida religiosa. 'Un día su padre impacientóse con ella y díjole: "Tengo una pro­mesa<br />

expresa que exigirte y es la <strong>de</strong> que nunca, en nin­guna oportunidad, ya sea ahora o más tar<strong>de</strong>,<br />

tientes hacer <strong>de</strong> tus hermanas lo que tú llamas un cristiano". A eso contestó (ella misma lo<br />

relata): "En concordancia con lo que consi<strong>de</strong>ro ser la voluntad <strong>de</strong>l Señor, no oso consen­tir en<br />

tal cosa".<br />

El padre entonces replicó: "En tal caso me obligas a que te eche <strong>de</strong> mi casa". A lo que<br />

respondió "Está bien, señor, y <strong>de</strong> acuerdo con su manera <strong>de</strong> ver las cosas, entiendo su actitud.<br />

Por mi parte me guardaré <strong>de</strong> provocar un ambiente <strong>de</strong>sagradable". Y cuando alcanzó la<br />

mayoría <strong>de</strong> edad, estando en posesión <strong>de</strong> una pequeña fortuna por <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> herencia,<br />

abandonó el hogar. Con el consentimiento. <strong>de</strong> sus padres establecióse en compa­ñía <strong>de</strong> su<br />

sirvienta y en un sitio algo alejado <strong>de</strong> su ante­rior morada. Allí <strong>de</strong>dicóse a la vida religiosa a la<br />

que tanto aspiraba y, exceptuando lo que reservaba para su mo<strong>de</strong>sto sostén, distribuía todas<br />

sus entradas entre algu­nas viudas pobres.<br />

De ese entonces en a<strong>de</strong>lante pasó su vida en sencillez, profundizándose en la piedad y<br />

extremándose en su acti­vidad benevolente. Púsose a disposición <strong>de</strong> las "Socieda­<strong>de</strong>s<br />

<strong>Metodista</strong>s" <strong>de</strong> Londres y fue un alto exponente <strong>de</strong> la manera <strong>de</strong> vivir, pensar y creer <strong>de</strong> los<br />

Wesley. Muchas habían sido ya las activida<strong>de</strong>s que ejerciera, cuando se casó con Juan <strong>de</strong> La<br />

Flechère. Los historiadores dicen que nunca antes dos almas tan gemelas vivieron bajo un<br />

mismo techo. El poeta Roberto Southey da el siguiente parecer; “Es mujer profundamente<br />

apropiada para él en edad, temperamento y talentos" (4)<br />

Fue constante com­pañera <strong>de</strong> su esposo en todos sus menesteres pastorales, secundándole<br />

en todas las jiras evangelísticas y sostenién­dole en su débil salud. Escribiendo a Carlos<br />

Wesley sobre su casamiento, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> poco más <strong>de</strong> un año <strong>de</strong> casados, La Flechère le<br />

dice:<br />

"Yo tenía miedo al principio <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir mucho sobre este particular, porque los recién casados no<br />

se cono­cen <strong>de</strong>bidamente uno al otro, pero habiendo vivido en mi nuevo estado por estos<br />

catorce meses, puedo <strong>de</strong>cirle que la Provi<strong>de</strong>ncia reservó para mí un premio y que mi esposa es<br />

mucho mejor para mí que la Iglesia para Cristo, <strong>de</strong> tal manera que si el parale­lismo falla será<br />

por mi causa". (5)<br />

Con la publicación <strong>de</strong> las Actas <strong>de</strong> la Conferencia Anual reunida en Londres, en 1770, surge<br />

una nueva controversia con los elementos calvinistas. Estos habían interpretado algunas<br />

aseveraciones <strong>de</strong> las mismas como si abogasen "la salvación por medio <strong>de</strong> las obras" y no por


la sola fe, poniendo el grito en el cielo diciendo que se habían apartado por completo <strong>de</strong> la<br />

sana doctrina. Realmente lo que la Conferencia quiso subrayar era la necesidad <strong>de</strong> que la fe<br />

<strong>de</strong>bería ser confirmada por una vida pura, <strong>de</strong>dicada al bien.<br />

De este inci<strong>de</strong>nte que al principio parecía una cosa sin importancia, <strong>de</strong>satóse una controversia<br />

que duró largo tiempo y Juan Guillermo <strong>de</strong> La Flechère convirtió se en el <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> la tesis<br />

doctrinaria <strong>de</strong>l metodismo arminiano. Lo hizo con altura y profundidad en cartas y folletos que<br />

<strong>de</strong>spués fueron reunidos en cinco volúmenes llamados: "Cheeks to Anti­nomianism", en los que<br />

se esforzó por exponer lo que consi<strong>de</strong>raba ser la esencia <strong>de</strong>l Evangelio, sin herir<br />

sus­ceptibilida<strong>de</strong>s. Juan Wesley hace el siguiente comentario acerca <strong>de</strong> esas publicaciones:<br />

"Uno no sabe qué admirar más: si la pureza <strong>de</strong>l lenguaje o la fuerza y la claridad <strong>de</strong>l argumento<br />

o la gentileza y dulzura <strong>de</strong> espíritu que se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong> todo esto." (6)<br />

Como resultado <strong>de</strong> esta controversia Lady Huntingdon <strong>de</strong>spidió al metodista arminiano José<br />

Benson <strong>de</strong> la dirección <strong>de</strong>l colegio Trevecca, en virtud <strong>de</strong> su negativa en aceptar la doctrina <strong>de</strong><br />

la pre<strong>de</strong>stinación absoluta. Ante esa actitud <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>sa, la que había sido también<br />

responsable <strong>de</strong> llamar la atención <strong>de</strong>l contenido <strong>de</strong> las actas <strong>de</strong> 1770, La Flechère, elegido a la<br />

sazón presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Institución, envióle la renuncia <strong>de</strong> su cargo, diciéndole entre otras cosas<br />

que:<br />

"El Sr. Benson hizo una <strong>de</strong>fensa muy justa cuando dijo que conmigo sostenía la posibilidad <strong>de</strong><br />

salva­ción para todos los hombres y que' la misericordia es ofrecida a todos, aunque pue<strong>de</strong> ser<br />

recibida o rechaza­da. Si esto es lo que su señoría i<strong>de</strong>ntifica como opinión <strong>de</strong>l Sr. Wesley, libre<br />

albedrío o arminianismo, y si todo arminiano tiene que <strong>de</strong>jar el colegio, <strong>de</strong> hecho estoy<br />

igualmente <strong>de</strong>spedido. Ante mi actual punto <strong>de</strong> vista en esta cuestión véome obligado a<br />

mantener este sentimiento, si en verdad la Biblia es verda<strong>de</strong>ra y Dios es Amor." (7)<br />

El mantúvose en ese cargo durante dos años y <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong> visitaba la escuela para<br />

quedarse allí por algu­nos días y platicar con los alumnos. De estas visitas, tene­mos este<br />

testimonio <strong>de</strong> Benson:<br />

"El lector me perdonará si piensa que estoy exce­diéndome, pero mi corazón se' ilumina<br />

mientras escribo. Esto es lo que yo veía: ¿qué diré?, ¿un ángel en carne humana? No me<br />

extralimitaría mucho <strong>de</strong> la verdad si así lo dijera. En verdad yo veía ante mí a un <strong>de</strong>scendiente<br />

<strong>de</strong>l caído Adán tan completa­mente restaurado <strong>de</strong> las consecuencias <strong>de</strong> la caída, que aunque<br />

con el cuerpo estuviera atado a la tierra, sin embargo toda su conversación era <strong>de</strong> los cielos y<br />

su vida estuvo día tras día escondida con Cristo en Dios. Oración, loor, amor y consagración,<br />

todo eso ardiente y elevado muy por encima <strong>de</strong>; lo que comúnmente juzgamos ser posible<br />

alcanzar en este nuestro estado <strong>de</strong> flaqueza, eran los elementos por los cuales vivía<br />

constantemente.<br />

Las lenguas, las artes, la ciencia, la gramática, la lógica y aún las mismas divinida<strong>de</strong>s eran<br />

puestas <strong>de</strong> lado, cuando él aparecía en el aula entre los estudiantes. Estos raramente le<br />

escuchaban por mucho tiempo sin que brotaran lágrimas <strong>de</strong> sus ojos, y sin que cada corazón<br />

se encendiera con la llama que ardía en su alma." (8)<br />

Tal vez sea conveniente <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> seis años <strong>de</strong> controversia, los dos grupos se<br />

reconciliaron recono­ciendo que, a pesar <strong>de</strong> sus diferentes puntos <strong>de</strong> vista teológicos, estaban<br />

trabajando para la misma causa y que <strong>de</strong> cierto habíanse excedido en su celo, y. expresiones.<br />

En conexión con este hecho, es reconfortante recordar aún que Fletcher poseía un exquisito<br />

espíritu ecuménico, para quien lo más' importante no era pertenecer a ésta o aquella<br />

<strong>de</strong>nominación sino tener el espíritu <strong>de</strong> Cristo en la vida y en el alma. Una <strong>de</strong>claración suya,<br />

acerca <strong>de</strong> su actitud para con sus colegas <strong>de</strong> otras <strong>de</strong>nominaciones, nos revela ese su espíritu:<br />

"¡No permita Dios que yo excluya <strong>de</strong> mi afecto fraternal y <strong>de</strong> mi asistencia ocasional, a<br />

cualquiera <strong>de</strong> los verda<strong>de</strong>ros ministros <strong>de</strong> Cristo, porque él eche sus re<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Evangelio con<br />

los presbiteriano s o con los in<strong>de</strong>pendientes o con los cuáqueros o con los bautistas! Si ellos no<br />

me <strong>de</strong>sean buena suerte en el Señor, yo se la <strong>de</strong>searé. Ellos. pue<strong>de</strong>n excomulgarme si sus<br />

prejuicios les compelen a eso, pue<strong>de</strong>n levantar si quieren muros <strong>de</strong> separación entre ellos y yo


pero por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> mi Señor, cuyo amor es tan ilimitado como su inmensidad, saltaré por<br />

encima <strong>de</strong> sus mu­ros." (9)<br />

La muerte lo sorprendió el 14 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1785, sola­mente cuatro años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su<br />

enlace matrimonial. Su salida <strong>de</strong> este mundo fue tan gloriosa y luminosa como su propia vida.<br />

Su esposa acompañóle cariñosamente en su lecho <strong>de</strong> muerte, vigilándole minuto tras minuto y<br />

bebiendo <strong>de</strong> sus labios sus Últimas palabras hasta que ya no pudo hablar más. Durante sus<br />

últimos días, en medio <strong>de</strong>l dolor, abuse <strong>de</strong> vez en cuando estas exclamaciones: "¡Dios es<br />

amor! ¡Proclamadlo, proclamadlo fuerte! ¡Oh, que una ola <strong>de</strong> alabanza se extienda hasta los<br />

confines <strong>de</strong> la tierra!"<br />

Su espíritu arminiano, el <strong>de</strong> que el amor <strong>de</strong> Dios está siempre permanente y activo,<br />

acompañóle hasta los Últimos momentos <strong>de</strong> su vida. En el Último día, cuan­do estaba<br />

agonizando, los pobres que él había socorrido, vinieron <strong>de</strong> todas partes <strong>de</strong>seando ve<strong>de</strong> por<br />

última vez y <strong>de</strong>jaron que pasasen frente a la puerta <strong>de</strong>l dormitorio don<strong>de</strong> yacía para que diesen<br />

una postrera mirada a su rostro.<br />

No pudiendo hablar más, su esposa inclinándose sobre él, díjole: "Conozco tu alma, pero por<br />

amor a los <strong>de</strong>más, si Jesús está muy cerca <strong>de</strong> ti, levanta tu mano <strong>de</strong>recha". Inmediatamente la<br />

levantó. Otra vez ella ha­blóle diciendo: "Si las perspectivas <strong>de</strong> gloria se abren ampliamente<br />

sobre ti, repite la señal". Instantáneamente la levantó otra vez y pasado medio minuto, una vez<br />

más.<br />

Acto seguido levantóla tan alto como si quisiera alcanzar la cabecera <strong>de</strong> la cama. Después <strong>de</strong><br />

eso sus manos no se movieron ya y como si estuviera durmiendo, murió. Juan Wesley <strong>de</strong>jó<br />

este comentario acerca <strong>de</strong> su vida:<br />

"Muchos hombres ejemplares, santos en la vida y el corazón, he conocido durante ochenta<br />

años <strong>de</strong> vida, pero igual a él no he conocido ninguno tan consa­grado a Dios tanto<br />

interiormente como exteriormen­te, un carácter tan sin tacha en todo respecto. No he<br />

encontrado ni en Europa ni en América, tampoco espero encontrar otro igual en este lado <strong>de</strong> la<br />

eter­nidad." (10)<br />

-------------------------------------------<br />

(l) Citado por Schofield, C. E. "La Iglesia <strong>Metodista</strong> ", pág. 131.<br />

(2) Stevens, A., Op. Cit., Vol. I, Pág. 365.<br />

(3) Stevens, A., Op. Cit., Vol. 1, pág. 367.<br />

(4) Southey, R., citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. 11,<br />

(5) Wesley, C., citado por Stevens, A., Vol. II, págs. 270-27l.<br />

(6) Wesley, citado en "A New History of Methodism", Vol. I, págs. 319-320.<br />

(7) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. II, pág. 37.<br />

(8) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. 1, pág. 425.<br />

(9) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. II, pág. 272..<br />

(10) Citado por Stevens, A., Vol. II, pág. 274.


CAPÍTULO OCTAVO.<br />

EL DE LAS ALAS DE AGUILA<br />

"Ansío tener las alas <strong>de</strong> un águila<br />

y la voz <strong>de</strong> una trompeta, para po<strong>de</strong>r<br />

proclamar el Evan­gelio por los<br />

cuatro puntos cardi­nales <strong>de</strong> la tierra".<br />

Tomás Coke.<br />

Durante la Conferencia Anual que Juan<br />

Wesley pre­sidió en Leeds, Inglaterra, en<br />

agosto <strong>de</strong> 1778, hallábase presente por<br />

primera vez, en una reunión como ésa, un<br />

hombre que vendría a figurar en los anales <strong>de</strong>l<br />

movi­miento metodista como uno <strong>de</strong> sus<br />

actores principales. Su nombre era Tomás<br />

Coke, doctor en leyes. Esa no era, sin<br />

embargo, la primera vez que él entraba en<br />

contacto con los metodistas. Antes <strong>de</strong> eso,<br />

había estado relacionado con Tomás Maxfield<br />

(<strong>de</strong> quien hablaremos más a<strong>de</strong>lan­te), que fue<br />

el primer predicador laico metodista y quien le<br />

habló <strong>de</strong> la naturaleza <strong>de</strong> la religión que<br />

abrazara mu­chos años ha. Y <strong>de</strong>spués entró<br />

en contacto con otros que habían sido<br />

alcanzados por el metodismo <strong>wesley</strong>ano.<br />

Esos contactos lleváronle a modificar su propia religión y siendo a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> doctor en<br />

leyes un ministro <strong>de</strong> la Igle­sia Anglicana, empezó a predicar a la manera metodista. Lo<br />

interesante en el caso <strong>de</strong> Coke es que fue llevado a una vivencia más espiritual <strong>de</strong> la<br />

religión cristiana a través <strong>de</strong> la instrumentalidad <strong>de</strong> laicos, los cuales en su sencilla pero<br />

profunda fe, tuvieron el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> mostrarle algo que no encontrara a través <strong>de</strong> la<br />

teología formal <strong>de</strong> su Iglesia.<br />

La <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> volcar su interés religioso con los meto­distas, aunque no hubiese tenido<br />

aún ocasión <strong>de</strong> encontrarse con Juan Wesley, obligáronle muy temprano a habérselas<br />

con las autorida<strong>de</strong>s eclesiásticas. Las obras <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> La Flechère y los sermones <strong>de</strong><br />

"Wesley hiciéronle tan gran<strong>de</strong> impresión, que le compelieron a modificar<br />

completamente el contenido y la forma <strong>de</strong> su predicación, con tal osadía que llegó a<br />

ejercer su ministerio fuera <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la iglesia.<br />

A<strong>de</strong>más introdujo el canto <strong>de</strong> himnos en la congregación y empezó a predicar<br />

"extempore". Fue amonestado por el obispo <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Bath y Wells y su superior<br />

en la parroquia lo <strong>de</strong>spidió. Los parroquianos lo amenazaron con apedrearlo. Hasta que<br />

finalmente le expulsaron <strong>de</strong> la iglesia. Por toda con­testación predicó en la calle, cerca<br />

<strong>de</strong> la iglesia. Volvió a predicar al aire libre al domingo siguiente y con gran dificultad<br />

pudo salir ileso <strong>de</strong> la muchedumbre que quiso apedrearle. Un joven y su hermana<br />

hiciéronle <strong>de</strong> escudo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo.<br />

Finalmente vióse obligado a salir <strong>de</strong>l lu­gar llamado Petherson, don<strong>de</strong> iniciara. su<br />

ministerio. En ese día las campanas <strong>de</strong>l pueblo fueron echadas a vuelo para celebrar


su expulsión y el metodismo ganó para siempre a aquél que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Wesley, sería<br />

su figura más señera. Juan Wesley escribió lo siguiente en su Diario, bajo la fecha<br />

agosto 13 <strong>de</strong> 1776:<br />

"Aquí (en Kingston) encontré al Dr. Coke, que a propósito viajó veinte millas para<br />

encontrarse con­migo. Tuve una larga conversación con él y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese instante se<br />

inició una verda<strong>de</strong>ra comunión que espero no termine nunca". (1)<br />

Y su <strong>de</strong>seo se cumplió. Juan Wesley estaba poniéndose ya muy anciano y anhelaba<br />

encontrar quién pudiese coadyuvar con él en la administración <strong>de</strong> una obra que había<br />

ido mucho más allá <strong>de</strong> sus posibilida<strong>de</strong>s. Como anteriormente vimos él puso sus<br />

miradas en La Flechcre, pero no pudo concretado. No cejó en su empeño <strong>de</strong> bus­car<br />

algún otro, pero sus esfuerzos resultaron infructuosos. Ahora era Dios el que ponía a<br />

su alcance al hombre que tanto <strong>de</strong>seara y necesitara.<br />

Antes <strong>de</strong> proseguir, diremos algo más sobre sus ante­ce<strong>de</strong>ntes. Nació en el pueblo <strong>de</strong><br />

Brecon en el año 1747, en el país <strong>de</strong> Gales. Era hijo único <strong>de</strong> padres pudientes. estudió<br />

en la Universidad <strong>de</strong> Oxford, habiéndose matriculado en el colegio <strong>de</strong> "Jesús" el 10 <strong>de</strong><br />

junio <strong>de</strong> 1770. Fue or<strong>de</strong>nado diácono y tres días <strong>de</strong>spués recibió el título <strong>de</strong> Maestro en<br />

Artes, El 23 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1772 fue or<strong>de</strong>­nado presbítero. En junio <strong>de</strong> 1775 recibióse <strong>de</strong><br />

doctor en leyes civiles. Al <strong>de</strong>dicarse al ministerio fue nombrado vicario <strong>de</strong> la parroquia<br />

<strong>de</strong> South Petherston, quedándose allí hasta ser expulsado por los motivos ya<br />

mencionados. En ese puesto extremóse en celo, <strong>de</strong> tal manera que llamó la atención<br />

<strong>de</strong> sus parroquianos.<br />

Pronto la iglesia fue pequeña para contener la asistencia. Apeló reiterada­mente al<br />

directorio <strong>de</strong> la congregación ("vestry") para que pusiera una galería que suplementara<br />

la capacidad <strong>de</strong>l templo ante la creciente asistencia a los servicios reli­giosos, mas su<br />

pedido fue rechazado. Entonces hizo colocarla por su propia cuenta.<br />

Esa su <strong>de</strong>terminación ya es una revelación <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> ese hombre, para quien<br />

pareciera no existir la palabra "imposible". Naturalmen­te, tenía al alcance <strong>de</strong> su mano<br />

recursos materiales pro­pios, que con frecuencia ayudáronle a solucionar proble­mas<br />

que <strong>de</strong> otro modo hubiérale sido difícil, sino impo­sible. Trajo al servicio <strong>de</strong>l metodismo<br />

una mente erudita, una fuerza <strong>de</strong> voluntad inquebrantable y una asombrosa amplitud<br />

<strong>de</strong> miras, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> un potencial económico muy provi<strong>de</strong>ncial.<br />

Su primer nombramiento fue hecho por la Conferencia <strong>de</strong> 1778, como uno <strong>de</strong> los<br />

ayudantes <strong>de</strong> Juan Wesley. Su ascen<strong>de</strong>nte trayectoria en el seno <strong>de</strong>l metodismo fue<br />

rá­pida. En 1780 ya le encontramos itinerando extensa­mente y predicando sin cesar.<br />

Bajo la dirección <strong>de</strong> Wesley visitaba las Socieda<strong>de</strong>s tratando <strong>de</strong> informarse en cuanto a<br />

su crecimiento y problemas, con el propósito <strong>de</strong> mejo­rar su eficacia. Esa itinerancia<br />

duraría casi sin interrup­ción, hasta el día en que las aguas <strong>de</strong>l océano Índico lo<br />

recibieran en su seno para guardar celosamente sus restos.<br />

Ya en 1782 le encontramos en Dublín, Irlanda, presi­diendo por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>' Wesley la<br />

Conferencia <strong>de</strong> predica­dores irlan<strong>de</strong>ses. La primera 'en esa isla Uev6se a cabo en<br />

1752 y Juan Wesley la había presidido por treinta anos con intervalos <strong>de</strong> dos o tres<br />

años. Pero, a partir <strong>de</strong> 1782, la Conferencia comenzó a reunirse anualmente.<br />

Por mu­chos años el Dr. Coke visitó anualmente Irlanda para presidir sus Conferencias.<br />

A la vez ejerció su ministerio a lo largo <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> Gran Bretaña, esto es: Inglaterra,<br />

Escocia y el país <strong>de</strong> Gales. En 1781 cruzó por vez primera el Atlántico para pisar tierras<br />

americanas. De allí en a<strong>de</strong>­lante surcaría esas mismas aguas <strong>de</strong>l Atlántico otras<br />

diecisiete veces. En total realizó nueve viajes <strong>de</strong> ida y vuelta, todos por su propia<br />

cuenta.


Hicimos referencia a su primer viaje a América en 1784. Esa fecha marca en la historia<br />

<strong>de</strong>l metodismo un hecho trascen<strong>de</strong>nte, pues que en ese año fue formal­mente<br />

organizada como <strong>de</strong>nominación la primera iglesia metodista <strong>de</strong>l mundo. En la llamada<br />

"Conferencia <strong>de</strong> Navidad" (Christmas Conference), que abrió sus sesio­nes en la<br />

víspera <strong>de</strong> la fecha en que se celebra el naci­miento <strong>de</strong> Cristo, reconociese <strong>de</strong> hecho la<br />

separación <strong>de</strong>l metodismo americano <strong>de</strong> su congénere en las Islas Británicas.<br />

Como se recordará, en 1776 las trece colonias originales <strong>de</strong>l país que compren<strong>de</strong> lo<br />

(pie hoy es Estados Unidos, proclamaron su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Y al separarse<br />

políticamente rompiéronse también los lazos con la Igle­sia <strong>de</strong> Inglaterra, la cual estaba<br />

íntimamente ligada al estado inglés. Ahora. que el gobierno inglés ya no tenía nada que<br />

ver con la nueva nación, tampoco la Iglesia Oficial.<br />

De este modo, Juan Wesley juzgó que la única forma capaz <strong>de</strong> dar estabilidad a la obra<br />

metodista en el nuevo mundo (obra que veníase llevando a cabo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> i766), seria la<br />

<strong>de</strong> constituida en grupo in<strong>de</strong>pendiente y darle gobierno, ministerio, leyes eclesiásticas y<br />

ritual, tales que le garantizaran vida propia. Para llevar a cabo esa misión escogió al Dr.<br />

Tomás Cake, a quien llamaba su "mano <strong>de</strong>recha".<br />

Aunque la obra <strong>de</strong> los Estados Unidos empezara en la fecha ya indicada, <strong>de</strong>bido a las<br />

guerras <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen­<strong>de</strong>ncia no quedó en las antiguas colonias inglesas ningún<br />

ministro metodista or<strong>de</strong>nado <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>ncia inglesa. Pero sí Francisco Asbury, quien<br />

jamás había recibido or<strong>de</strong>nación, a pesar <strong>de</strong> que actuaba en calidad <strong>de</strong> predicador<br />

itinerante <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muchos años.<br />

Los clérigos <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana en América, al avecinarse el movimiento <strong>de</strong> la<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, también <strong>de</strong>jaron en casi su totalidad el país, <strong>de</strong> manera que las<br />

condiciones espirituales <strong>de</strong> am­bos grupos estuvieron a merced <strong>de</strong> las contingencias<br />

por largos años.<br />

Asbury consiguió mantener a sus compañe­ros sujetos a la supervisión <strong>de</strong> Wesley,<br />

aunque por mucho tiempo no hubo comunicación con él. Hombre acostum­brad9 a la<br />

disciplina, no concebía que un pastor sin or<strong>de</strong>nación pudiese celebrar la Santa Cena y<br />

por esto vigilaba sobre sus compañeros metodistas para que no lo hiciesen e insistía,<br />

principalmente con los que se oponían a su criterio, a que buscasen la ayuda <strong>de</strong> los<br />

pocos ministros or<strong>de</strong>nados que quedaban en las ex colonias.<br />

Por lo visto, ese estado <strong>de</strong> cosas no era satisfactorio bajo ningún punto <strong>de</strong> vista.<br />

Cuando se reanudaron las comunicacio­nes, enviáronse a Wesley insistentes pedidos<br />

para que enviase predicadores or<strong>de</strong>nados a· América, don<strong>de</strong> en el año 1784 los<br />

metodistas ya eran quince mil y sus predi­cadores itinerantes no or<strong>de</strong>nados sumaban<br />

ochenta y tres.<br />

Juan. Wesley tentó sin éxito por dos veces convencer al obispo Lowth a or<strong>de</strong>nar, por lo<br />

menos, a dos predi­cadores para enviarlos a América. Entonces viose obliga­do a<br />

recurrir a una medida extrema, justificando su acción en la tesis <strong>de</strong> que según el Nuevo<br />

Testamento no hay diferencia entre el presbítero y el obispo, sino en el ejercicio <strong>de</strong> sus<br />

funciones. Nos acordaremos que un ante­pasado suyo ya había sostenido esa misma<br />

tesis. Por lo tanto <strong>de</strong>cidió or<strong>de</strong>nar él mismo a algunos <strong>de</strong> sus predi­cadores itinerantes;<br />

con la asistencia <strong>de</strong> otros presbíteros. Esto acaeció en la ciudad <strong>de</strong> Bristol en 1781.<br />

Uno <strong>de</strong> los que fueron or<strong>de</strong>nados, el Rev. R. Whatcoat, recuerda en su Diario:<br />

"Septiembre 1 <strong>de</strong> 1784. El Rey. Juan Wesley, Tomás Coke y James Creighton,<br />

presbíteros <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong> Inglaterra formaron un presbiterio y or<strong>de</strong>­naron a Ricardo<br />

Whatcoat y Tomás Vasey diáconos y el 2 <strong>de</strong> septiembre, por las mismas manos, R.


Whatcoat y T. Vasey fueron or<strong>de</strong>nados presbí­teros y Tomás Coke, doctor en leyes,<br />

superinten<strong>de</strong>nte para la Iglesia <strong>de</strong> Dios baja nuestro cuidado en América <strong>de</strong>l Norte." (2)<br />

Juan Wesley ratificó este su proce<strong>de</strong>r escribiendo más tar<strong>de</strong> una carta circular que<br />

comienza así:<br />

"Visto que nuestros hermanos americanos están ahora completamente<br />

<strong>de</strong>sembarazados, .tanto <strong>de</strong>l estado como <strong>de</strong> la jerarquía eclesiástica inglesa, nosotros<br />

no osamos enredarnos nuevamente tanto con uno como con el otro. Ahora están con<br />

plena libertad <strong>de</strong> ceñirse tan sólo a .las Escrituras y a la Iglesia Primitiva. Y nosotros<br />

juzgamos que lo mejor es que ellos permanezcan firmes en aquella libertad con que<br />

Dios hízoles <strong>de</strong> esa manera provi<strong>de</strong>ncialmente tan libres."<br />

El título <strong>de</strong> superinten<strong>de</strong>nte usado para el Dr. Coke, fue cambiado en América por el <strong>de</strong><br />

obispo, porque los hermanos allí dijeron que según las Escrituras, el uso <strong>de</strong>l término<br />

obispo era más apropiado que el otro. En las actas <strong>de</strong>l año 1785 <strong>de</strong> la Conferencia <strong>de</strong><br />

ministros en América, se halla la siguiente nota:<br />

"Como los traductores <strong>de</strong> nuestras versiones <strong>de</strong> la Biblia han usado la palabra inglesa<br />

"obispo" en vez <strong>de</strong> "superinten<strong>de</strong>nte", pensamos que sería más conveniente según las<br />

Escrituras adoptar el término obispo." (3) .<br />

De esta manera Tomás Coke vino a ser el primer obispo <strong>de</strong> la Iglesia <strong>Metodista</strong> en el<br />

mundo entero. Y por cierto que fue digno <strong>de</strong> esa distinción y su obra lo justificaría. Es<br />

<strong>de</strong> notar que Wes1ey no hubiera llegado a tal extremo si no fuera porque la necesidad<br />

lo obligó y al doblegarse ante la necesidad, sintió el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> justificar su acción como<br />

para darle carácter y fuerza <strong>de</strong> legalidad.<br />

La misión <strong>de</strong>l Dr. Coke en los Estados Unidos consistía en organizar a los metodistas<br />

en cuerpo separado, que en un principio se a<strong>de</strong>cuaría, con ligeras modificaciones, a las<br />

leyes canónicas y a la liturgia <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana, pues parecíale a Juan Wesley<br />

que eran las mejores que él podía ofrecerles <strong>de</strong> entre todas las <strong>de</strong>más liturgias y<br />

formas <strong>de</strong> gobierno eclesiástico. A<strong>de</strong>más, iba con po<strong>de</strong>res como para or<strong>de</strong>nar a tantos<br />

ministros itinerantes cuantos estuviesen en condiciones <strong>de</strong> serlo y <strong>de</strong> consagrar cual<br />

superinten<strong>de</strong>nte juntamente con él a Francisco Asbury, quien fue el lí<strong>de</strong>r natural <strong>de</strong>l<br />

grupo americano.<br />

Cuando el Dr. Coke se apersonó a Asbury en Amé­rica, éste rehusó aceptar como<br />

terminantes y finales las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Juan Wesley. Propuso que se convocara a una<br />

Conferencia a todos los predicadores para que ellos mismos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse<br />

enterado <strong>de</strong> la resolución <strong>de</strong> Juan Wesley, tomasen las <strong>de</strong>terminaciones que mejor les<br />

pareciera. Sólo si sus colegas americanos estuviesen <strong>de</strong> acuerdo en elegirle<br />

superinten<strong>de</strong>nte, aceptaría tan alta responsabilidad.<br />

Fue <strong>de</strong>spachado entonces Freeborn Garrettson, uno <strong>de</strong> los predicadores itinerantes <strong>de</strong><br />

ma­yor influencia entre sus compañeros, el cual salió a todo galope para convocar a los<br />

predicadores <strong>de</strong> América que pudiera encontrar para una Conferencia General en la<br />

ciudad' <strong>de</strong> BaItimore, Maryland. En ella se resolvería el <strong>de</strong>stino futuro <strong>de</strong>l metodismo<br />

americano y se realiza­ría la elección <strong>de</strong> los que habrían <strong>de</strong> asumir la dirección <strong>de</strong> la<br />

flamante iglesia. (4) Esa fue la tan mentada Con­ferencia <strong>de</strong> Navidad.<br />

De los ochenta y tres predicadores estuvieron presen­tes cerca <strong>de</strong> sesenta y eligieron<br />

por unanimidad a Cake y Asbury como superinten<strong>de</strong>ntes conjuntos <strong>de</strong>l meto­dismo<br />

americano. En el segundo día <strong>de</strong> la Conferencia, día <strong>de</strong> Navidad, Asbury fue or<strong>de</strong>nado<br />

diácono por Cake, asistido por Whatcoat y Vasey. Al día siguiente fue or<strong>de</strong>nado<br />

presbítero y al otro, consagrado superinten<strong>de</strong>nte.


En el servicio <strong>de</strong> consagración participó tam­bién el Rev. Felipe Otterbein, un ministro<br />

alemán, gran admirador y amigo personal <strong>de</strong> Asbury. En esa misma conferencia fueron<br />

or<strong>de</strong>nados quince diáconos <strong>de</strong> los cuales trece fueron or<strong>de</strong>nados presbíteros. Dos <strong>de</strong><br />

éstos fueron enviados a Nova Escocia respondiendo a un lla­mado <strong>de</strong> allí, y otro a<br />

Antigua, en las Islas Occi<strong>de</strong>ntales.<br />

El nombre adoptado por la nueva organización fue "Methodist Episcopal Church"<br />

(Iglesia <strong>Metodista</strong> Epis­copal). La Conferencia adoptó el primer libro <strong>de</strong> disci­plina<br />

eclesiástica que, en substancia, era el mismo ya existente para todo el metodismo y<br />

llamado: "Enlarged Minutes" (Actas Ampliadas), con adaptaciones para las<br />

necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Norte América. Definiéronse los <strong>de</strong>be­res <strong>de</strong> los predicadores, fijóse el<br />

salario <strong>de</strong> los mismos y estableciéronse dos fondos: uno para el sostén minis­terial y<br />

otro para los gastos generales <strong>de</strong> la obra.<br />

Es interesante conocer algo <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong>l Dr. Coke y acompañarle en su primer viaje<br />

a América, que dura­ría diversas semanas. A pesar <strong>de</strong> la ru<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l cruce <strong>de</strong>l Atlántico<br />

en barcos tan frágiles, ocupó el tiempo en estudios y regocijóse <strong>de</strong> tener tan largo<br />

tiempo a su disposición para ello. Con los incesantes viajes y jiras que tenía en Gran<br />

Bretaña, jamás ofreciósele oportunidad tan propicia para lecturas prolongadas, <strong>de</strong><br />

modo que pudo <strong>de</strong>dicarse a sus anchas a la lectura, "tragan­do" una serie <strong>de</strong> libros y<br />

entre ellos a Virgilio. Anotó en su Diario:<br />

"Puedo <strong>de</strong>cir en sentido mucho mejor que él (Virgilio) ¡Deus nobis haec otia fecit,<br />

Nanque erit Hill mihi semper Deus!" (¡Dios hizo estas horas <strong>de</strong> ocio para nosotros.<br />

Des<strong>de</strong> ahora él será mi Dios para siempre!) (5) *<br />

Realmente no fueron horas <strong>de</strong> ocio, sino <strong>de</strong> estudio y meditación en preparación para<br />

la tarea que le espe­raba en la otra orilla <strong>de</strong>l Mar. Esa su disposición revé­lase<br />

principalmente por otras notas <strong>de</strong> ese mismo Dia­rio, bajo fecha 24 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong><br />

1784:<br />

"Entretúveme leyendo la vida <strong>de</strong> Francisco Ja­vier. ¡Oh quién me diera tener un alma<br />

como la suya, pero gloria sea a Dios que nada hay imposible para él! ¡Ansío tener las<br />

alas <strong>de</strong> un águila y la voz <strong>de</strong> una trompeta, para po<strong>de</strong>r proclamar el Evangelio por los<br />

cuatro puntos cardinales <strong>de</strong> la tierra!... Martes 28.... Durante estos últimos días he<br />

estado leyendo la vida <strong>de</strong> David Braynerd. ¡Oh, que yo pueda seguirle como él siguió a<br />

Cristo! Su humildad, su renunciamiento, su perseverancia y su celo ardiente por Dios,<br />

son en verdad ejem­plares... Lunes 4, octubre. Terminé <strong>de</strong> leer la vida <strong>de</strong> David<br />

Braynerd" (6)<br />

Des<strong>de</strong> que comenzó a viajar fuera <strong>de</strong> las Islas Britá­nicas, no cejó en sus<br />

peregrinaciones por el mundo. En 1786, en su segundo viaje a América, fue a dar en la<br />

isla <strong>de</strong> Antigua <strong>de</strong>jado por el capitán <strong>de</strong>l navío, que casi lo arroja por la borda en<br />

ocasión <strong>de</strong> una furiosa tempestad que puso en peligro <strong>de</strong> naufragio al barco. ¡Tomó al<br />

Dr. Coke como a un nuevo Jonás, causante <strong>de</strong> la tempestad! Y aunque no llegó a<br />

arrojarlo al mar, tiró por la borda todos sus libros y manuscritos.<br />

En Antigua el Dr. Coke encontróse con un tal Juan Baxter, carpintero naval, quien<br />

estaba a cargo <strong>de</strong> una sociedad metodista <strong>de</strong> más <strong>de</strong> mil quinientos miembros, todos<br />

<strong>de</strong> raza negra con excepción <strong>de</strong> diez. Esa sociedad había tenido sus principios en 1760<br />

por iniciativa <strong>de</strong> un abo­gado llamado Natanael Gilbert, un plantador <strong>de</strong> esa isla, el cual<br />

comenzó las reuniones en su propia casa. El y dos <strong>de</strong> sus esclavas habían oído a<br />

Wesley en Ingla­terra, en enero <strong>de</strong> 1758. Esas esclavas, <strong>de</strong> origen afri­cano, fueron las<br />

primeras personas <strong>de</strong> color que Juan Wesley bautizara y el principio <strong>de</strong> una obra entre<br />

los africanos que se exten<strong>de</strong>ría en diversas partes <strong>de</strong>l globo.


El Dr. Coke, en ese viaje iba con <strong>de</strong>stino a Nova Escocia, conjuntamente con tres<br />

misioneros, pero en vista <strong>de</strong> que no pudo llegar por la tempestad y encontró un grupo<br />

tan numeroso <strong>de</strong> creyentes en Antigua, resolvió <strong>de</strong>jar esos misioneros allí. Baxter había<br />

arribado en 1778, enviado por. el gobierno inglés para trabajar en obras navales,<br />

encontrando los remanentes <strong>de</strong> la socie­dad establecida por Gilbert, que se habían<br />

conservado en la fe principalmente por el celo <strong>de</strong> dos mujeres afri­canas.<br />

El Dr. Coke, al encontrarse con Baxter, convenciólo a que <strong>de</strong>jase su trabajo con el<br />

gobierno y se entregara completamente a la tarea evangelística. El doctor y sus<br />

misioneros fueron <strong>de</strong> isla en isla predicando y estable­ciendo socieda<strong>de</strong>s. No po<strong>de</strong>mos<br />

acompañar al Dr. Cake en todos sus viajes <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los límites que nos hemos<br />

impuesto en estos estudios, pero lo ya relatado nos da una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su espíritu celoso y<br />

evangelizador.<br />

Ya mencionamos que Juan Wesley consi<strong>de</strong>raba al Dr. Cake como su mano <strong>de</strong>recha.<br />

Con el <strong>de</strong>sarrollo que logró el movimiento metodista, Juan Wesley vióse en la<br />

obligación <strong>de</strong> ir adquiriendo propieda<strong>de</strong>s para albergar a las socieda<strong>de</strong>s que iban<br />

surgiendo, <strong>de</strong> manera que en muchos lugares se levantaron capillas o se refaccionaron<br />

fincas para lugares <strong>de</strong> culto. Pero no se tenía ninguna seguridad <strong>de</strong> que con la muerte<br />

<strong>de</strong> Juan Wesley esas propieda<strong>de</strong>s pudiesen continuar en manos <strong>de</strong> los meto distas, lo<br />

que podría poner en peligro la estabilidad <strong>de</strong>l movimiento, pues las mismas podrían<br />

pasar a manos <strong>de</strong>l Estado.<br />

Hacía falta por lo tanto que esa entidad no oficializada, a la que Juan Wesley llamaba<br />

la "Conferen­cia" y que consistía <strong>de</strong> una asamblea anual que reunía en consulta a los<br />

predicadores, se constituyera con perso­nería jurídica, a fin <strong>de</strong> que asegurara una<br />

continuidad legal y permitiera poseer propieda<strong>de</strong>s. Fue el Dr. Coke quien sugirió la<br />

conveniencia <strong>de</strong> conseguir para esa Con­ferencia la personería jurídica y el que<br />

preparó el instru­mento legal que se adoptaría.<br />

Fue llamado "Deed of Declaration" (Acta <strong>de</strong> Declaración), por el que dábase po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>positarios <strong>de</strong> las propieda<strong>de</strong>s, a la muerte <strong>de</strong> Juan Wesley, a cien predicadores <strong>de</strong> la<br />

Conferencia Anual. Ese cuerpo legal ha subsistido a través <strong>de</strong> los años, llenándose en<br />

cada caso los claros que se verifican. De esta manera garantizóse en Inglaterra la<br />

continuidad <strong>de</strong>l. movimiento que en 1797 se constituyó en Iglesia, habien­do sido<br />

anteriormente sólo las Socieda<strong>de</strong>s Unidas bajo la dirección <strong>de</strong> Juan Wesley.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las características ya señaladas, menciona­remos dos más que nos<br />

parecen también <strong>de</strong> mucha impor­tancia para revelamos su carácter ecuménico y<br />

liberal. Cuando fue a América <strong>de</strong>l Norte por primera vez chocóle ver el estado en que<br />

yacían los esclavos africanos traídos por navíos negreros <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el África. Su ánimo<br />

rebelóse al ver ese estado <strong>de</strong>plorable y predicó con vehemencia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los púlpitos<br />

contra la <strong>de</strong>nigrante institución <strong>de</strong> la esclavitud.<br />

Esto acarreóle enemistad <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> aquellos que se beneficiaban con el tráfico y la<br />

explotación <strong>de</strong> los esclavos aun mismo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la comunidad meto­dista. Hasta el<br />

fin/<strong>de</strong> su vida tanto en Inglaterra como en otras partes, no cejó <strong>de</strong> levantar su voz <strong>de</strong><br />

protesta contra este abuso abominable.<br />

Hicimos referencia a su actividad en la isla Antigua y en otras <strong>de</strong> las <strong>de</strong> Sotavento.<br />

Durante esa jira encariñóse sobremanera con la raza africana y se <strong>de</strong>spertó en él un<br />

<strong>de</strong>seo po<strong>de</strong>roso <strong>de</strong> exten<strong>de</strong>r su ministerio hasta el África. En su Diario escribe:<br />

"Des<strong>de</strong> mi visita a las islas (las <strong>de</strong> las Indias Occi­<strong>de</strong>ntales), encontré que tengo un don<br />

especial para hablar a los negros". Paréceme una cosa irresistible. ¿Quién sabe si el


Señor no está preparándome para una visita en algún tiempo futuro a las costas <strong>de</strong><br />

África?". (7)<br />

De ese <strong>de</strong>seo suyo nacería la obra misionera que la Iglesia <strong>Metodista</strong> <strong>de</strong> Inglaterra<br />

empezaría en aquel con­tinente.<br />

La otra característica es su amor por la libertad. En 1779 fue con Asbury a felicitar al<br />

primer presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los Estados Unidos, George Washington, en el nombre <strong>de</strong> la<br />

Iglesia <strong>Metodista</strong> Episcopal <strong>de</strong> ese país. La nota que llevaron comenzaba así:<br />

"Nosotros, los obispos <strong>de</strong> la Iglesia <strong>Metodista</strong> Episcopal, conjunta y humil<strong>de</strong>mente<br />

solicitamos en nombre <strong>de</strong> nuestra Sociedad vuestra atención, a fin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r expresar<br />

los cálidos sentimientos <strong>de</strong> nues­tros corazones y <strong>de</strong> presentar ante V. E. nuestras<br />

sinceras congratulaciones con motivo <strong>de</strong> su nombra­miento a la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> estos<br />

Estados ... " (8)<br />

Este paso significó un gran disgusto para sus hermanos <strong>de</strong> Inglaterra, los cuales le<br />

amonestaron por hallar que en su calidad <strong>de</strong> súbdito británico no le correspondía tal<br />

manifestación y aprobaron unánimemente un voto <strong>de</strong> censura contra su carácter. A<br />

pesar <strong>de</strong> eso el Dr. Coke dio su informe sobre la obra misionera que llevara a cabo y<br />

¡no pudieron sino escucharle con interés!<br />

Sin embargo la mayor obra <strong>de</strong>l Dr. Coke consistió en m pasión misionera, tanto así que<br />

se le apodó con la <strong>de</strong>signación <strong>de</strong> "Ministro <strong>de</strong> Relaciones Exteriores <strong>de</strong>l Metodismo".<br />

Ya hicimos referencia a unos pocos <strong>de</strong> sus viajes. Es realmente una historia<br />

extraordinaria la que pasa ante nuestros ojos cuando repasamos las memorias que<br />

este hombre <strong>de</strong>jó en su Diario. Como dijimos, era hijo único <strong>de</strong> una pudiente familia,<br />

a<strong>de</strong>más casóse dos veces y ambas con mujeres adineradas que tenían su mismo<br />

espíritu, tanto en fervor religioso como en generosidad.<br />

En realidad fue el "Consejo <strong>de</strong> Misiones" <strong>de</strong>l metodismo primitivo: el que formulaba los<br />

planes, el que los ejecu­taba y el que asumía la responsabilidad mayor por los gastos.<br />

Comprometíase con 10 suyo para cubrir todo lo que hiciese falta para la obra que se<br />

iba llevando a cabo en diferentes partes <strong>de</strong>l mundo. Por ejemplo, publicóse en 1794 un<br />

informe sobre las entradas y salidas que se habían registrado durante el año<br />

prece<strong>de</strong>nte para la obra misionera y en el mismo él aparecía como acreedor <strong>de</strong> una<br />

suma equivalente a mil cien dólares, por anticipos que diera para hacer frente a los<br />

gastos. Terminó por donar toda esa suma a la Causa.<br />

No contento con sus incesantes viajes por Inglaterra, Escocia, Irlanda, País <strong>de</strong> Gales,<br />

América y las islas ingle­sas <strong>de</strong>l Caribe, llamadas Indias Occi<strong>de</strong>ntales, hacia el final <strong>de</strong><br />

su carrera vivió obsesionado por abrir una obra misionera en la India. En. 1813<br />

compareció ante la Con­ferencia Anual en Inglaterra, suplicando a sus hermanos que le<br />

enviasen, junto a otros misioneros, a ese punto distante, con el cual había estado en<br />

contacto por correspon<strong>de</strong>ncia que mantuviera a lo largo <strong>de</strong> muchos años.<br />

A la Conferencia Anual parecióle su plan misionero a la India una cosa <strong>de</strong>scabellada e<br />

imposible <strong>de</strong> llevarse a cabo, especialmente por la erogación financiera que eso<br />

implicaba. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> eso, obraba contra el plan la oposición <strong>de</strong> los que en Inglaterra<br />

mantenían intereses comerciales en la India y que no <strong>de</strong>seaban que la influen­cia <strong>de</strong>l<br />

Evangelio viniese a perjudicarles económicamente. A su vez algunos amigos trataron<br />

<strong>de</strong> disuadirlo <strong>de</strong>bido a su edad <strong>de</strong> que cumpliera este propósito. Contaba entonces 66<br />

años y su salud era pobre. A un amigo, que le escribiera queriendo convencerlo a que<br />

renunciara a sus <strong>de</strong>signios, contestó:


"Estoy muerto para Europa y vivo para la India. El mismo Dios me ha dicho: 'Ve a<br />

Ceilán'. Prefe­riría antes que no ir ser arrojado <strong>de</strong>snudo a sus costas y sin un amigo.<br />

Estoy aprendiendo la lengua portu­guesa continuamente." (9)<br />

Cuando la Conferencia Anual finalmente <strong>de</strong>sechó su proyecto, él volvió a su aposento<br />

llorando <strong>de</strong> <strong>de</strong>sespera­ción por las calles. Pasó casi toda la noche en lágrimas y<br />

orando. Un misionero amigo suyo que le había acompañado la noche anterior, encontró<br />

a la ma­ñana siguiente la cama tendida así como en la víspera. Realmente el Dr. Coke<br />

no se había acostado y cuando volvió a la sala <strong>de</strong> sesiones hizo una apelación<br />

conmovedora y patética para que la Conferencia revocara su anterior <strong>de</strong>cisión.<br />

Nuevamente ofrecióse a sí mismo para ir, a<strong>de</strong>más puso a disposición <strong>de</strong> la misma una<br />

suma igual a treinta mil dólares para hacer frente a los gastos. Ante ese dramático<br />

ofrecimiento, escudado por el apoyo <strong>de</strong> algunos amigos, la Conferencia ya no pudo<br />

resistir. ¡Hubiera, a<strong>de</strong>más, parecido ser una oposición a la misma voluntad <strong>de</strong> Dios!<br />

Finalmente se votó autorizándolo a ir y a llevar consigo otros siete compañeros, uno<br />

para África <strong>de</strong>l Sur y los otros para la India. Regresó a su aposento llorando ahora <strong>de</strong><br />

alegría y diciendo al mismo misionero que acompañárale el día anterior: “¿No te había<br />

dicho que Dios respon<strong>de</strong>ría a nuestras oraciones?"<br />

El 30 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1813 el Dr. Cake y los otros misioneros partieron hacia la India.<br />

El viaje fue <strong>de</strong>masiado largo para el anciano y enfermo visionario; Muchas tempesta<strong>de</strong>s<br />

habían azotado al convoy en que iban y en la mañana <strong>de</strong>l 3 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1814 cuando<br />

estaban cerca <strong>de</strong> la meta, el sirviente que llamó a su puerta a las cinco y media, hora<br />

en que siempre se levantaba, no recibió contestación. El Dr. Coke yacía extendido en<br />

el suelo <strong>de</strong>l camarote. Sobre su rostro dibujábase todavía una sonrisa. Parece que se<br />

levantó para llamar por socorro y que quedó sin vida tras un golpe apoplético.<br />

El seno <strong>de</strong> las olas recibieron el cuerpo <strong>de</strong>l gran misio­nero. Los soldados que estaban<br />

en el barco fueron alinea­dos para prestarle el postrer homenaje mientras que la<br />

campana <strong>de</strong>l barco tocaba tristemente el adiós. Todos los pasajeros y tripulantes<br />

asistieron en patético silencio a la ceremonia <strong>de</strong> su sepultura, en la hora en que el sol<br />

tra­montaba sobre las aguas. Alguien dijo que el cuerpo <strong>de</strong> un alma tan gran<strong>de</strong><br />

solamente podía tener por sepultura un lugar tan inmenso como el océano. Su obra no<br />

tra­montó con el tramontar <strong>de</strong> ese día.<br />

A pesar <strong>de</strong> que sus compañeros quedaron consternados con su muerte, prosiguieron<br />

en la empresa. Y plan­taron en esas tierras lejanas la simiente <strong>de</strong> la fe, que con los<br />

años produciría frutos permanentes y abundantes. Cuando recibióse en América la<br />

noticia <strong>de</strong> su muerte, la Conferencia Anual pidió que F. Asbury predicase el sermón en<br />

memoria <strong>de</strong>l extinto. Su antiguo colega recordó la ocasión en su Diario:<br />

"Domingo 21 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1815. Por voto <strong>de</strong> la Conferencia ayer prediqué el sermón en<br />

memoria <strong>de</strong>l Dr. Coke -benévolo <strong>de</strong> mente y alma, <strong>de</strong> la ter­cer rama <strong>de</strong>l metodismo <strong>de</strong><br />

Oxford- un gentil­hombre, un erudito y para nosotros un Obispo. Como ministro <strong>de</strong><br />

Cristo, fue en abnegación, en labores y en obras, el hombre más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>l último<br />

siglo."<br />

Mayor tributo que el que le rindiera Asbury no po<strong>de</strong>­mos hacerle nosotros. No sólo fue<br />

el hombre más sobre­saliente <strong>de</strong> su época, entre los que Dios levantó en el seno <strong>de</strong>l<br />

movimiento metodista, sino que su figura aún nos <strong>de</strong>safía a que no cejemos <strong>de</strong> ir<br />

"hasta los confines <strong>de</strong> la tierra" en obediencia al mandato <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong> "Id y predicad el<br />

Evangelio a toda criatura."


----------------------------------------------------------<br />

(1) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. II, pág. 187.<br />

(2) Citado por "A New History of Methodism", Vol. I, pág. 231.<br />

(3) De las Actas <strong>de</strong> la Conferencia Anual <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> 1785, pág. 50.<br />

(4) Para mayores <strong>de</strong>talles ver Diario <strong>de</strong> Asbury, <strong>de</strong> fecha 14 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1784.<br />

(5) * “Dios hizo estas horas <strong>de</strong> ocio para nosotros. Des<strong>de</strong> ahora él será mi Dios para siempre.”<br />

(6) Barclay, Wa<strong>de</strong> Crawford, "History of Methodist Missions”, Vol. 1, pág. 107.<br />

(7) Barclay, Wa<strong>de</strong> Crawford, Op. Cit., Vol. 1, págs. 108-lO9.<br />

(8) I<strong>de</strong>m; pág. 110.<br />

(9) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. II, pág. 330.<br />

CAPÍTULO NOVENO.<br />

EL PROFETA DEL CAMINO SOLITARIO<br />

"Quiero fe, valor, paciencia, mansedum­bre y amor.<br />

Cuando otros sufren tanto por sus intereses materiales,<br />

ciertamente yo puedo sufrir un poco para la gloria <strong>de</strong> Dios<br />

y el bien <strong>de</strong> las almas".<br />

Francisco Asbury.<br />

Corría el año 1771. La Conferencia Anual <strong>de</strong> las<br />

Socieda<strong>de</strong>s <strong>Metodista</strong>s <strong>de</strong> Gran Bretaña tuvo lugar en la<br />

ciudad <strong>de</strong> Bristol, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Londres era el cen­tro<br />

más importante y tradicional <strong>de</strong>l metodismo en Inglaterra.<br />

Durante sus sesiones, Juan Wesley dirigió la siguiente<br />

pregunta a los asistentes: "Nuestros herma­nos en América<br />

están clamando por ayuda, ¿Quién está dispuesto a ir para<br />

ayudarles?".<br />

A este <strong>de</strong>safío para ir a servir como misioneros en América,<br />

cinco contestaron, pero solamente dos fueron enviados:<br />

Francisco Asbury y Ricardo Wright. El 4 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong><br />

ese mismo año los dos se embarcaron hacia el nuevo<br />

<strong>de</strong>stino y llegaron a Fila<strong>de</strong>lfia el 27 <strong>de</strong> octubre. Des<strong>de</strong> la<br />

Conferencia Anual <strong>de</strong> 1767, que se reuniera en Londres y<br />

en la cual fue admitido a prueba, hasta 1771 Asbury estuvo<br />

ejerciendo la itinerancia en Inglaterra. Ese período sería el<br />

único <strong>de</strong>dicado a su tierra natal. Porque <strong>de</strong> América no<br />

volvería más.<br />

Ya en 1769 habían sido enviados por la Conferencia<br />

Ricardo Boardman y José Pilmoor, como los dos prime­ros obreros <strong>de</strong> Inglaterra a América. En<br />

1773 y 1774 Irían dos por vez y respectivamente: Tomás Rankin, Jorge Shadford, Martín<br />

Rodda y Jaime Dempster.


Cuando el movimiento <strong>de</strong> In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia tuvo lugar en 1776, los misioneros que todavía<br />

quedaban en Amé­rica se volvieron a su tierra natal, con la excepción <strong>de</strong> Francisco Asbury que<br />

rehusó abandonar a sus herma­nos metodistas. Como los americanos sospecharan <strong>de</strong> sus<br />

intenciones <strong>de</strong> quedarse allí, tuvo que ocultarse por casi un año, viviendo y predicando como<br />

podía fiel a su cometido e instando a sus hermanos pre­dicadores americanos a que siguiesen<br />

a<strong>de</strong>lante en su vocación, sin extralimitarse en sus funciones, puesto que como ya dijimos se<br />

oponía a que una persona no or<strong>de</strong>nada celebrara el sacramento <strong>de</strong> la Santa Cena.<br />

De esta manera constituyóse en figura señera y cardinal <strong>de</strong>l movimiento metodista en el nuevo<br />

país. Ninguna otra figura aparece como él en los Estados Unidos con señales más evi<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> apostolicidad. Parece casi una figura legendaria, <strong>de</strong> esas que dan la impresión <strong>de</strong> estar en<br />

todas partes al mismo tiempo y que <strong>de</strong>jan tras <strong>de</strong> sí huellas luminosas que el tiempo no pue<strong>de</strong><br />

borrar ni la memoria <strong>de</strong> los hombres olvidar.<br />

Sus orígenes humil<strong>de</strong>s no hubieran podido anticipar su trayectoria y el papel prepon<strong>de</strong>rante<br />

que tendría, no sólo en el seno <strong>de</strong>l movimiento religioso al que per­tenecía, sino en la vida<br />

misma <strong>de</strong> una joven nación. Nació <strong>de</strong> padres <strong>de</strong> discretos haberes, sin ser realmente pobres, el<br />

20 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1745, en la localidad <strong>de</strong> Staffordshire, a cuatro millas distantes <strong>de</strong><br />

Birmingham, Inglaterra.<br />

Sus padres habían tenido también una hija, la cual murió en su niñez, quedándoles Francisco<br />

como hijo Único. Debido a eso quisieron darle una educación esmerada. Pusiéronle bajo los<br />

cuidados <strong>de</strong> un maestro, pero sus maneras <strong>de</strong> enseñar eran tan brutales y antipe­dagógicas,<br />

que el niño en vez <strong>de</strong> sentir amor por los estudios, más bien tuvo aversión por los mismos y su<br />

educación formal no fue más allá <strong>de</strong>l tercer grado.<br />

Tenía trece años cuando trató <strong>de</strong> ejercitarse en algún menester <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n comercial. Des<strong>de</strong><br />

muy niño estuvo sometido en el hogar a una disciplina rígida, a la vez que a una atmósfera<br />

verda<strong>de</strong>ramente religiosa. Su madre quedó muy afectada con la muerte <strong>de</strong> su hija y <strong>de</strong>jábase<br />

estar largos ratos en aislamiento, <strong>de</strong>dicándose a lecturas <strong>de</strong>vocionales y a la oración. Asbury<br />

registra lo siguiente en su Diario acerca <strong>de</strong> su hogar:<br />

"Aprendí <strong>de</strong> mis padres unas ciertas palabras formales como oración y recuérdome muy bien<br />

que mi madre urgía insistentemente a mi padre a que tuviese lecturas y oraciones familiares.<br />

La práctica <strong>de</strong> cantar salmos era costumbre muy común entre ellos. Muchas veces se me<br />

ridiculizaba mucho y me llamaban "el cura metodista" porque mi madre in­vitaba a casa a<br />

cualquier persona que tuviese la apariencia <strong>de</strong> ser muy religiosa."<br />

Naturalmente que una atmósfera como ésta no podía sino <strong>de</strong>sarrollar una ten<strong>de</strong>ncia favorable<br />

hacia la reli­gión. Cuando tenía catorce años apareció en su casa un hombre piadoso, a quien<br />

su madre invitara y el cual interesóse por el joven. Platicó con él acerca <strong>de</strong> asuntos religiosos y<br />

le ejercitó en la oración. Esto hizo que se aplicara más seriamente a la religión y empezara a<br />

leer libros que <strong>de</strong>spertaran en él la búsqueda <strong>de</strong> una vida piadosa más profunda. Dice en sus<br />

memorias:<br />

"Me torné muy serio –leyendo mucho los sermo­nes <strong>de</strong> Whitefield y Cennick (éste también<br />

meto­dista)–, y todo buen libro que yo podía encontrar. y no pasó mucho tiempo antes que yo<br />

comenzara a investigar junto a mi madre quiénes eran los metodistas, dón<strong>de</strong> estaban y qué<br />

hacían. Ella dióme un informe favorable y dirigióme a una persona que podía llevarme a<br />

Wednesbury para escuchar­los. Inmediatamente hallé que ésa no era como la Iglesia –sino que<br />

era mejor–.<br />

La gente era tan <strong>de</strong>vota que hombres y mujeres, arrodillándose, <strong>de</strong>cían "amén". Y he aquí que<br />

ellos estaban can­tando himnos –¡qué dulces son!– y, ¡cosa extraña, el predicador no tenía<br />

ningún libro <strong>de</strong> oración y sin embargo oraba maravillosamente!<br />

Lo más extra­ordinario todavía fue que el hombre tomó su texto y no usó ningún libro <strong>de</strong> notas,<br />

¡esto es en verdad extraordinario! –pensé yo–. Es ciertamente una manera extraña, pero la<br />

mejor manera. Habló acer­ca <strong>de</strong> la confianza, certeza, etc.”... (1)


Antes <strong>de</strong> pasar más a<strong>de</strong>lante, registraremos aquí la influencia que tuvo en su sentir religioso el<br />

pensamien­to <strong>de</strong> Whitefield. En el año 1798 encontramos este testimonio:<br />

"Agosto 14. Comí y me apresuré yendo por la región <strong>de</strong> Ipswich y <strong>de</strong> ahí a Newburyport: aquí<br />

pasé enfrente <strong>de</strong> la tumba <strong>de</strong>l antiguo profeta, el querido Whitefield, sepultado bajo el lugar<br />

don<strong>de</strong> se realizan cultos presbiterianos. Sus sermones me establecieron en la doctrina <strong>de</strong>l<br />

Evangelio más que cualquier otra cosa que yo hubiese escuchado y leído en ese tiempo, <strong>de</strong> tal<br />

manera que yo me encontraba excepcionalmente preparado para hacer frente al reproche y a<br />

la persecución." (2)<br />

Entregóse <strong>de</strong> lleno a una nueva expresión religiosa sólo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> asistir a otras reuniones,<br />

<strong>de</strong> conversar con sus integrantes, <strong>de</strong> ejercitarse en sus lecturas, <strong>de</strong> sufrir la persecución y <strong>de</strong><br />

ver que se cerraban las casas don<strong>de</strong> se celebraban las reuniones por miedo a las<br />

conse­cuencias. Entonces <strong>de</strong>cidió tener reuniones en la casa <strong>de</strong> sus propios padres, don<strong>de</strong>,<br />

exhortaba a la gente a que fuese más piadosa.<br />

Constató pronto que su predicación producía buenos efectos en la vida espiritual <strong>de</strong> sus<br />

oyen­tes. Finalmente, entrando más íntimamente en contacto con los metodistas en la casa <strong>de</strong><br />

reunión <strong>de</strong> éstos, sus trabajos se intensificaron y muchos quedaron admirados por los<br />

resultados que alcanzaba. Y así, <strong>de</strong> modo casi natural, encontró que se había convertido en un<br />

predi­cador local siempre listo a servir y a acudir al llamado que se le hiciera a cualquier hora<br />

<strong>de</strong>l día o <strong>de</strong> la noche, yendo a todos los pueblos <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores en busca <strong>de</strong> almas para<br />

salvar.<br />

Predicaba generalmente tres, cuatro y cinco veces por semana, a la vez que continuaba con su<br />

trabajo regular. Este ritmo y práctica los mantuvo hasta pasados los 20 años. Dice en sus<br />

memorias:<br />

"Pienso que yo estaba entre los 21 y 22 años <strong>de</strong> edad cuando me entregué completamente a<br />

Dios y a su trabajo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> servir como predicador local casi por espacio <strong>de</strong> cinco años."<br />

(3)<br />

En su viaje a América puso a dura prueba su fe y <strong>de</strong>ter­minación. Primeramente no tenía<br />

ningún dinero para el viaje. Confiesa en su Diario:<br />

"Cuando vine a Bristol no tenía un centavo, mas el Señor pronto abrió el corazón <strong>de</strong> amigos<br />

que me proporcionaron ropa y diez libras esterlinas. Así hallé por experiencia que el Señor<br />

provee a aquellos que confían en El." (4)<br />

De su viaje sobre el mar escribió:<br />

"Octubre 13-1771. Muchas han sido mis pruebas en el curso <strong>de</strong> este viaje por falta <strong>de</strong> cama<br />

a<strong>de</strong>cuada y provisiones apropiadas, por causa <strong>de</strong> enfermedad y por estar circundado por<br />

hombres y mujeres ignorantes <strong>de</strong> Dios y muy malos." (5)<br />

Cuando inició el viaje, examinóse a sí mismo sobre la naturaleza <strong>de</strong> los motivos que le estarían<br />

llevando a América, aun cuando esos <strong>de</strong>seos ya los tenía antes <strong>de</strong> ir a ofrecerse a la<br />

Conferencia Anual, pues escribió en su Diario:<br />

"Antes <strong>de</strong> aceptar, sentí por cerca <strong>de</strong> seis meses fuertes insinuaciones en mi mente que yo<br />

<strong>de</strong>bía ir a América, lo que puse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Señor, no que­riendo hacer mi propia voluntad y<br />

a<strong>de</strong>lantarme antes <strong>de</strong> ser enviado." (6)<br />

Presa, pues, <strong>de</strong> ese sentir escrupuloso, es que sobre el océano vuelve a consultar su<br />

conciencia:<br />

"¿Para dón<strong>de</strong> voy? Al Nuevo Mundo. ¿A hacer qué cosa? ¿A ganar honra? ¡No!, ¡yo conozco<br />

mi corazón! ¿A ganar dinero? ¡No! ¡Voy a vivir para Dios y para inducir a otros a hacer lo<br />

mismo! Paré­ceme que son los metodistas el pueblo que Dios tiene en Inglaterra. Las doctrinas<br />

que predican y la disciplina que imponen son, según creo, las más puras al presente <strong>de</strong> entre<br />

cualquier otro grupo en el mundo.


El Señor ha ben<strong>de</strong>cido gran<strong>de</strong>mente sus doctrinas y disciplina en los tres Reinos (Inglaterra,<br />

Escocia e Irlanda): <strong>de</strong>ben, por lo tanto, agradarle.<br />

Si Dios no me confirma en América, volveré inmediatamente a Inglaterra. Sé que mis objetivos<br />

son por ahora justos: ¡que nunca vengan a ser otra cosa!" (7)<br />

Dos testimonios que consigna acerca <strong>de</strong> sus padres valen la pena que sean registrados aquí,<br />

porque revelan no solamente el carácter <strong>de</strong> ellos sino la estima que el hijo les tenía. Cuando<br />

resolvió ir a América, volvió a su casa paterna para <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> ellos y <strong>de</strong> sus relaciones.<br />

Des­cribiendo esa visita, comenta:<br />

"Aunque era penoso para la carne y la sangre, consistieron en <strong>de</strong>jarme ir. Mi madre es una <strong>de</strong><br />

las más tiernas en el mundo; creo, pues, que ella fue ben<strong>de</strong>cida en la presente circunstancia<br />

con la asis­tencia divina para po<strong>de</strong>r separarse <strong>de</strong> mí." (8)<br />

En ocasión <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su padre en 1798, escribió en su Diario: "Por cerca <strong>de</strong> 39 años, mi<br />

padre tuvo pre­dicación <strong>de</strong>l Evangelio en casa."<br />

Como vimos, Asbury llegó a América el 27 <strong>de</strong> octubre. El 20 <strong>de</strong> noviembre ya escribía lo<br />

siguiente acerca <strong>de</strong> cómo la obra se llevaba a cabo por los obreros allí <strong>de</strong>s­tacados:<br />

"Quedéme en York, aunque no estoy contento porque estamos estacionados en la ciudad (el<br />

otro era R. Boardman). No tengo todavía lo que busco –una circulación <strong>de</strong> los predicadores,<br />

para evitar parcialidad y popularidad. En verdad, me aferro al plan metodista y hago lo que<br />

hago, fielmente para Dios. Tengo el presagio <strong>de</strong> dificulta<strong>de</strong>s inmediatas.<br />

Estas ya las esperaba cuando <strong>de</strong>jé Inglaterra, estoy dispuesto a sufrir, en verdad, a morir,<br />

antes que traicionar una causa tan excelente por cualquier bagatela. Será cosa dura enfrentar<br />

la oposición y permanecer firme contra ella, fuerte cual columna <strong>de</strong> hierro y firme cual muro <strong>de</strong><br />

bronce. Sin embargo, podré todas las cosas por Cristo que me fortalece. (9)<br />

En concordancia con esa su <strong>de</strong>terminación, a pesar <strong>de</strong> que fuera nombrado para trabajar en<br />

Nueva York, lo vemos itinerando <strong>de</strong> lugar en lugar en busca <strong>de</strong> nuevos sitios y personas para<br />

evangelizar. Fue principalmente <strong>de</strong>bido a su ejemplo que la Iglesia <strong>Metodista</strong> se extendió por<br />

todo el territorio <strong>de</strong> la nueva nación y que la itine­rancia entró a formar parte, como cosa<br />

imprescindible, <strong>de</strong>l sistema eclesiástico metodista.<br />

En la historia <strong>de</strong> la Iglesia <strong>Metodista</strong> <strong>de</strong> los Estados Unidos, se le conoce con el título <strong>de</strong> “EI<br />

Peregrino <strong>de</strong> los Caminos Solitarios". Quien viaje hoy en ese país no se da cuenta <strong>de</strong> lo que<br />

era hace cosa <strong>de</strong> doscientos años. En aquel entonces no' había caminos, a veces ni para<br />

andar a pie. Había que ir a través <strong>de</strong> enmarañadas flo­restas y por valles umbrosos, cruzar ríos<br />

sin puentes y pantanos, siempre bajo el constante peligro <strong>de</strong> ataques <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> los indios<br />

salvajes o resentidos.<br />

Asbury y sus compañeros <strong>de</strong> itinerancia, veíanse muy a menudo en la necesidad inevitable <strong>de</strong><br />

abrir picadas en muchos luga­res, a fin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r alcanzar a los colonos dispersos por las<br />

regiones más avanzadas <strong>de</strong> la frontera movible, mucho más allá <strong>de</strong> pueblos y ciuda<strong>de</strong>s. El<br />

relato <strong>de</strong> las peripe­cias acaecidas en esos viajes es algo tan dramático que sobrepasa la<br />

misma ficción.<br />

¡Nada <strong>de</strong>tenía a ese hombre admirable! ni las incle­mencias <strong>de</strong>l tiempo, ni cansancio, ni<br />

peligros, ni ame­nazas, ni largas soleda<strong>de</strong>s, ni enfermeda<strong>de</strong>s, a no ser cuando éstas le<br />

postraban inmóvil en cama. El peregrino solitario, muchas veces temblando <strong>de</strong> fiebre y con la<br />

garganta en llagas, seguía su camino llevado por el.· impe­rativo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber, por no querer faltar<br />

al compromiso tomado <strong>de</strong> estar presente en cierto lugar, en cierto día y a cierta hora.<br />

Conviene recordar que las distancias eran enormes y que comúnmente no le era posible visitar<br />

un mismo punto sino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> algunas semanas o meses. Per<strong>de</strong>r una cita era postergar la<br />

visita por un período in<strong>de</strong>terminado. De su Diario entresacamos algunas anotaciones acerca <strong>de</strong><br />

esos viajes a caballo. En un lugar dice:


"Viajé casi 300 millas (cerca <strong>de</strong> 500 kilómetros) hacia Kentucky en seis días y a mi retorno<br />

cerca <strong>de</strong> 500 millas (800 kilómetros) en nueve días. i Oh, qué excursiones para un hombre y su<br />

caballo!"<br />

En otra parte registra:<br />

"Hice los cálculos que viajé 4.900 millas (8.000 kilómetros) <strong>de</strong>s<strong>de</strong> julio 30 <strong>de</strong> 1801 a setiembre<br />

12 <strong>de</strong> 1802. ¿Cómo podría quejarse un hombre responsa­ble y cristiano?"<br />

Era para él cosa intolerable verse obligado a guardar cama, eso enfermábale más todavía.<br />

¿Quién aten<strong>de</strong>ría sus compromisos? Durante los últimos años <strong>de</strong> su itiner­ancia viajaba en<br />

carruaje, cosa que hizo hasta casi el último día <strong>de</strong> su vida. Murió en la casa <strong>de</strong> Jorge Arnold,<br />

un amigo suyo, a 20 millas distantes <strong>de</strong> Fre<strong>de</strong>rickburgo (Virginia). Su compañero <strong>de</strong> viaje, Juan<br />

Wesley Bond, que había sido su asistente durante los dos últimos años, escribió acerca <strong>de</strong> su<br />

muerte:<br />

"Nuestro querido padre nos ha <strong>de</strong>jado, se ha uni­do a la Iglesia Triunfante. Murió <strong>de</strong> la misma<br />

ma­nera que vivió –lleno <strong>de</strong> confianza y lleno <strong>de</strong> amor– a las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l domingo 31<br />

<strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1816."<br />

El domingo anterior había predicado por última vez en la ciudad <strong>de</strong> Richmond (Virginia).<br />

Tuvieron que cargado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el carruaje al púlpito y ponerlo en un asiento especial preparado<br />

para él, pues ya no podía caminar ni permanecer <strong>de</strong> pie. Aún así, obligado a hacer <strong>de</strong> vez en<br />

cuando una pausa para recobrar aliento, pre­dicó cerca <strong>de</strong> una hora sobre Romanos 9:28:<br />

"Porque palabra consumadora y abreviadora en justicia, porque palabra abreviada, hará el<br />

Señor sobre la tierra". Ese sería su último sermón.<br />

Como vimos en el capítulo anterior, en 1784 fue ele­gido superinten<strong>de</strong>nte general para la<br />

América <strong>de</strong>l Norte, conjuntamente con el Dr. Coke. Contaba en ese enton­ces 39 años <strong>de</strong><br />

edad. Su ministerio episcopal duró 32 años. Y hasta su muerte fue indiscutiblemente el guía<br />

casi absoluto <strong>de</strong> la obra metodista en los Estados Unidos, a pesar <strong>de</strong> haber tenido al Dr. Coke<br />

como compañero en las li<strong>de</strong>s episcopales y, más tar<strong>de</strong>, a otros más jóvenes que él.<br />

Fue él mismo quien conservó unida una obra tan extendida y dispersa y el que dio a la Iglesia<br />

<strong>Metodista</strong> en ese país su sentido <strong>de</strong> cohesión. Tanto él como sus colegas no tenían territorio<br />

<strong>de</strong>finido para el ejercicio <strong>de</strong> su ministerio episcopal. Eran superinten<strong>de</strong>ntes generales <strong>de</strong> la<br />

Iglesia <strong>Metodista</strong> y <strong>de</strong> esta manera servían a todas las congregaciones como si fuera un solo<br />

cuerpo.<br />

Durante los años <strong>de</strong> su superinten<strong>de</strong>ncia calculase que Asbury viajó algo así como 270.000<br />

millas, predicando unas 16.000 veces. Or<strong>de</strong>nó a 4.000 ministros y presidió 224 Conferencias<br />

Anuales. Tenemos que llevar en consi<strong>de</strong>ración que todo eso lo cumplió luchando<br />

constante­mente contra toda suerte <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s y bajo el peso constante causado por los<br />

excesos <strong>de</strong> las tareas y viéndose sujeto a toda suerte <strong>de</strong> incomodida<strong>de</strong>s y a dormir al raso, una<br />

y otra vez con las ropas húmedas, mal nutrido, sin cuidado médico y tomando remedios para<br />

nosotros incon­cebibles.<br />

Fue sorpren<strong>de</strong>nte que su organismo aguantara tanta fatiga y ¡las infusiones que se obligaba a<br />

tomar! En su Diario, casi sin excepción, encontramos referencias a sus constantes<br />

enfermeda<strong>de</strong>s y aun cuando no se queja notamos que gime bajo el yugo <strong>de</strong> tormentos<br />

in<strong>de</strong>cibles. Vivió una vida <strong>de</strong> continuas zozobras y pruebas, sin tener jamás, por amor a Cristo<br />

y a su Evangelio, una morada cierta y el calor <strong>de</strong> un hogar. Generalmente tenía que posar en<br />

las hacinadas cabañas <strong>de</strong> los colonos, que en esos tiempos poseían escasa comodidad.<br />

A veces, cuando quedábase inmovilizado por las intemperies o enferme­da<strong>de</strong>s, veíase<br />

obligado a pasar las horas. <strong>de</strong>l día en la única habitación disponible para todos los <strong>de</strong> la familia<br />

y don<strong>de</strong> se cumplían todos los menesteres <strong>de</strong>l hogar, entre los brincos y la algarabía <strong>de</strong> los<br />

niños. Para un hombre habituado a la soledad <strong>de</strong> los caminos y con achaques físicos, todo eso<br />

era un tormento in<strong>de</strong>cible, pero inevitable.<br />

Nunca quiso casarse, no por sus i<strong>de</strong>as más bien ascé­ticas, sino porque creía que al hacerla<br />

contribuiría a la limitación <strong>de</strong> su obra. Siempre causábale amargura el enlace <strong>de</strong> alguno <strong>de</strong> sus


predicadores itinerantes; figurá­baselo como la casi segura pérdida <strong>de</strong> un colaborador, dado<br />

que muy frecuentemente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> casarse, los itinerantes se localizaban. Eso <strong>de</strong>bíase en<br />

gran parte al sostén tan limitado e incierto que recibían y que no alcanzaba para mantener a<br />

una familia.<br />

Aquellos que casándose no se localizaban lo hacían siempre sujetán­dose a tremendas<br />

renuncias y sacrificios y se les acababa la vida prematuramente. 'Cuando uno <strong>de</strong> sus<br />

predicado­res se casaba, generalmente <strong>de</strong>cía que ése "había sido tentado por el diablo" a<br />

cambiar <strong>de</strong> estado, para entorpecer la obra. Naturalmente muy pocos eran aquellos que podían<br />

aceptar su tren <strong>de</strong> vida y sus i<strong>de</strong>as sobre el celibato.<br />

Admira también que él, con tan escasa educación for­mal, llegase a ocupar lugar <strong>de</strong> tanta<br />

responsabilidad, alcance y trascen<strong>de</strong>ncia. Debióse eso a que, a pesar <strong>de</strong> su aversión a los<br />

estudios cuando estuvo sujeto a un maes­tro inconsciente, <strong>de</strong>sarrolló <strong>de</strong>spués el hábito <strong>de</strong><br />

educarse a sí mismo, tratando <strong>de</strong> adquirir por esfuerzo propio algo <strong>de</strong> lo que no pudo cuando<br />

estudiante.<br />

Por lo tanto lo encontramos, a la manera <strong>de</strong> Juan Wesley, estudiando mientras viajaba a<br />

caballo y en esas condiciones llegó a obtener no sabemos cómo un conocimiento discreto <strong>de</strong>l<br />

hebreo y <strong>de</strong>l griego, tanto que hacía muchos <strong>de</strong> sus estu­dios bíblicos basados en las lenguas<br />

orientales. Más pudo la fuerza <strong>de</strong> voluntad que las oportunida<strong>de</strong>s que tuvo en sus años<br />

juveniles. Los períodos <strong>de</strong> enfermedad eran ocasiones para que se <strong>de</strong>dicara a la lectura y al<br />

estudio. ¡De otra manera érale casi imposible!<br />

A<strong>de</strong>más, como nos habremos dado cuenta por las reite­radas referencias, a lo largo <strong>de</strong> su vida<br />

conservó un dia­rio. Su lectura hasta el día <strong>de</strong> hoy inspira, a quien lo lea con <strong>de</strong>tención y<br />

paciencia, a ambicionar una vida más consagrada y consciente para usarla en holocausto a la<br />

obra eterna <strong>de</strong> Dios. Su ministerio quedaba suplementado todavía por la siembra que hacía<br />

constantemen­te <strong>de</strong> porciones bíblicas, tratados y libros, conectando <strong>de</strong> esa manera a las<br />

familias aisladas con el resto <strong>de</strong> la Iglesia y <strong>de</strong>l mundo.<br />

Pocos hombres existieron en la historia <strong>de</strong> la Iglesia Cristiana que hubiesen tenido como él un<br />

espíritu tan apostólico y un celo tan aventurero y tan exento a la vez <strong>de</strong> gloria personal. El<br />

fragmento <strong>de</strong> una carta que él escribió a Tomas Rankin, en agosto <strong>de</strong> 1775, el entonces<br />

"Superinten<strong>de</strong>nte General <strong>de</strong> las Socieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> América" (*), en respuesta a una invitación que<br />

aquél le hi­ciera <strong>de</strong> abandonar el país en vista <strong>de</strong>l movimiento <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong>muestra<br />

cabalmente ese temple:<br />

"No puedo <strong>de</strong> manera ninguna concordar con abandonar un campo que se presenta tan<br />

pródigo en cosechas <strong>de</strong> almas para Cristo, como el que tene­mos en América. Sería un<br />

<strong>de</strong>shonor eterno para los metodistas, que abandonáramos a tres mil almas que <strong>de</strong>sean<br />

entregarse a nuestros cuidados y tampoco es el papel <strong>de</strong> un pastor el <strong>de</strong>jar a su rebaño en una<br />

época <strong>de</strong> peligro. Por lo tanto, he resuelto por la gracia <strong>de</strong> Dios no abandonarlo, sean las<br />

consecuen­cias que fueren." (10)<br />

No tuvo otra pasión en el alma sino Cristo. Su hogar fue el camino abierto e interminable y su<br />

suprema ambi­ción la <strong>de</strong> ver muchas almas a los pies <strong>de</strong> Cristo. Tal vez se le pueda criticar en<br />

muchas <strong>de</strong> sus características peculiares, especialmente la <strong>de</strong> que fue casi <strong>de</strong>spótico en el uso<br />

<strong>de</strong> su autoridad episcopal.<br />

Sin embargo eso emanaba <strong>de</strong> la disciplina a la que él mismo se sometía. Tenía la íntima<br />

convicción que esa disciplina producía benefi­cios inestimables para el Reino y por lo tanto<br />

hallaba que sería excelente para todo buen soldado <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

Olvidábase que son muy pocos aquellos que tienen una fe tan profunda, capaz <strong>de</strong> hacerlos<br />

aceptar todas las pri­vaciones y renuncias. A la vez este hecho nos da una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la<br />

sorpren<strong>de</strong>nte humildad <strong>de</strong> este hombre estupendo, quien no se consi<strong>de</strong>raba superior a nadie,<br />

sino que juz­gaba que todos podían ser fuertes, nobles y consagrados como él.<br />

----------------------------------------------<br />

(1) Citado por McTyeire, H. N., Op. Cit., Págs. 293-4.


(2) Diario, Vol. II, pág. 388.<br />

(3) Diario, Vol. 1.<br />

(4) Diario, Vol. I, pág. 12.<br />

(5) í<strong>de</strong>m, Vol. 1.<br />

(6) í<strong>de</strong>m, Vol. 1.<br />

(7) Diario, Vol. 1, pág. 12.<br />

(8) I<strong>de</strong>m, Vol. 1, pág. 17.<br />

(9) Diario, Vol. 1, pág. 17.<br />

(10) Citado por Barclay, W. O., en Early American Methodism, Vol. I, Pág, 43.<br />

(*) Este nombramiento recibiólo <strong>de</strong> J. Wesley cuando vino a América como misionero en 1773.<br />

CAPÍTULO DECIMO<br />

LA BANDA DE LOS IRREGULARES<br />

Parte Primera<br />

"No, no puedo temer; no, no puedo te­mer al hombre o al diablo,<br />

mientras sienta en mi alma el amor <strong>de</strong> Dios,<br />

como ahora lo siento".<br />

Juan Nelson.<br />

El distinguido historiador y pensador metodista<br />

contemporáneo H. B. Workman hace la siguiente<br />

<strong>de</strong>cla­ración:<br />

"Contrariamente a lo que suce<strong>de</strong>ría con la Iglesia<br />

Anglicana, el Metodismo aún privado <strong>de</strong> su minis­terio<br />

podría así sobrevivir, pero privado <strong>de</strong> sus obreros laicos,<br />

ciertamente se moriría. No sólo su bienestar, su mismo<br />

ser <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l servicio <strong>de</strong> ellos".<br />

Esta opinión no es solamente un tributo que se le hace al<br />

elemento laico <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l movimiento metodis­ta, sino que<br />

respon<strong>de</strong> también a un hecho histórico: el <strong>de</strong> que privado<br />

<strong>de</strong>l ministerio laico no hubiera podido sobrevivir, y esto es<br />

porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio su obra y su vida están<br />

íntimamente tejidas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la textura general.<br />

En verdad no po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>r e1 movimiento<br />

metodista sin llevar en consi<strong>de</strong>ración la obra efectiva <strong>de</strong> tantos que trabajaron en posiciones<br />

secundarias y sin or<strong>de</strong>nación eclesiástica <strong>de</strong> ninguna especie, pero que recibieron sin lugar a<br />

duda la or<strong>de</strong>­nación invisible <strong>de</strong>l Espíritu Santo.<br />

Porque el <strong>de</strong> que se lleve a cabo la obra <strong>de</strong> Cristo no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> or<strong>de</strong>­nación humana, sino <strong>de</strong><br />

una pasión profunda por Cristo y su Evangelio, Juan Wesley ya <strong>de</strong>cía en su época:


"Dadme cien predicadores que nada teman, a no ser el pecado y nada <strong>de</strong>seen a no ser Dios y<br />

no me importaría un comino si fuesen clérigos o laicos, con ellos solos sacudiría las puertas <strong>de</strong>l<br />

infierno y establecería el Reino <strong>de</strong> Dios en la tierra".<br />

Tenía ciertamente razón para expresarse así, dado que en más <strong>de</strong> una ocasión fue llevado a<br />

tomar <strong>de</strong>ci­siones, que no hubiera tomado si <strong>de</strong>trás suyo no hubiese estado la importunación y<br />

a veces casi la imposición, <strong>de</strong> los elementos laicos. ¿Cómo vino a organizarse la primera<br />

Sociedad <strong>Metodista</strong>? ¿Por qué un día se le ocurrió a Juan Wesley organizada para tener con<br />

ella un grupo al que exponer sus convicciones religiosas? El mismo nos cuenta en la<br />

introducción a las "Reglas Generales <strong>de</strong> las Socieda<strong>de</strong>s" <strong>de</strong> cómo surgió la primera <strong>de</strong> éstas.<br />

Al efecto dice:<br />

"En la última parte <strong>de</strong>l año 1739, ocho o diez personas vinieron a mí en Londres y <strong>de</strong>searon<br />

que yo empleara algún tiempo con ellas en oración y que les aconsejara cómo huir <strong>de</strong> la "ira<br />

veni<strong>de</strong>ra". Este fue el origen <strong>de</strong> la SOCIEDAD UNIDA". (1)<br />

Y aña<strong>de</strong> que esto acaeció inmediatamente <strong>de</strong>spués que fuera consagrado el hogar <strong>de</strong> cultos<br />

llamado la "Fundación". (Este local habíalo abierto –el 11 <strong>de</strong> no­viembre <strong>de</strong> 1739– para la<br />

Adoración pública a instancias <strong>de</strong> dos personas ajenas a él). El número <strong>de</strong> los asis­tentes<br />

creció rápidamente y, si la primera noche hubo doce, la siguiente hubo cuarenta y pronto eran<br />

cerca <strong>de</strong> cien.<br />

De esta manera Juan Wesley fue compelido a organizar la primera Sociedad <strong>Metodista</strong> por el<br />

expreso <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> algunos laicos que querían estar bajo su minis­terio, visto que él no tenía<br />

púlpito <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual pre­dicar. (Antes <strong>de</strong> eso ya se había iniciado la construcción <strong>de</strong> la primera<br />

capilla metodista <strong>de</strong> Bristol –la piedra angular fue ben<strong>de</strong>cida el 12 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1739– y allí<br />

también por esa época habían sido formadas las primeras “bandas", pequeños grupos <strong>de</strong><br />

cuatro o seis personas que se reunían informalmente para examen introspectivo y oración.)<br />

Cuando se terminó <strong>de</strong> construir la primera capilla que se levantó en la ciudad <strong>de</strong> Bristol, quedó<br />

pendiente una fuerte <strong>de</strong>uda que los miembros <strong>de</strong> la sociedad allí trataban <strong>de</strong> saldar. Encarando<br />

cómo resolver ese pro­blema, surgieron acci<strong>de</strong>ntalmente las llamadas "clases" metodistas. Eso<br />

acaeció el 15 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1742. Wesley así <strong>de</strong>scribe sus principios:<br />

"Estaba hablando con varios miembros <strong>de</strong> la So­ciedad <strong>de</strong> Bristol acerca <strong>de</strong> los medios para<br />

pagar la <strong>de</strong>uda ahí, cuando uno se puso <strong>de</strong> pie y dijo: "que cada miembro dé un penique por<br />

semana, hasta que todo esté pago". Otro contestó: "Mas muchos <strong>de</strong> ellos son pobres y no<br />

pue<strong>de</strong>n dar tanto".<br />

Entonces dijo el primero: "Pónganse once <strong>de</strong> los más pobres conmigo; si ellos no pue<strong>de</strong>n dar<br />

nada yo daré por ellos tanto cuanto por mí mismo y cada uno <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s visitará<br />

semanalmente a otros once <strong>de</strong> sus vecinos, recibirá lo que ellos le <strong>de</strong>n y pondrá <strong>de</strong> lo suyo<br />

cuanto falte". Así se hizo.<br />

Pasado poco tiempo, algunos <strong>de</strong> éstos me informaron que habían hallado a tal o cual persona<br />

que no vivía como <strong>de</strong>biera. Eso me llamó inmediatamente la atención y dije: "Esta es la cosa, la<br />

mismísima cosa que <strong>de</strong>seé por mucho tiempo". Reuní a todos los guías <strong>de</strong> clases (así nosotros<br />

acostumbrábamos a llamarlos) y <strong>de</strong>seé que cada uno <strong>de</strong> ellos hiciese una investigación privada<br />

<strong>de</strong> la conducta individual <strong>de</strong> aquellos a quienes vería semanalmente. Así lo hicieron.<br />

Muchos que actuaban <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nadamen­te fueron <strong>de</strong>scubiertos. De ese modo algunos fueron<br />

<strong>de</strong>sviados <strong>de</strong> sus malos caminos. Otros fueron escla­recidos. y los hubo quienes fueron<br />

eliminados y aún otros se humillaron y regocijáronse ante Dios con reverencia." (2)<br />

Como vemos también ésta fue una iniciativa que Juan Wesley tomó por sugestión y ayuda <strong>de</strong><br />

laicos. Encontrábase Wesley en otra ocasión igualmente en Bristol visitando la sociedad allí,<br />

cuando alguien que había venido <strong>de</strong> Londres informóle que uno <strong>de</strong> sus laicos, a quien <strong>de</strong>jara<br />

allí para exhortar en su ausencia, se extralimitaba predicando sobre un texto <strong>de</strong> las Escrituras.<br />

Un exhortador solamente podía aconsejar a los <strong>de</strong>más miembros <strong>de</strong> la sociedad, leer algún<br />

trozo <strong>de</strong>vo­cional y orar con ellos, pero no predicar tomando como base un texto. Eso era<br />

prerrogativa tan sólo <strong>de</strong> los ministros or<strong>de</strong>nados.


Juan Wesley resolvió volver inmediatamente a Londres para poner coto a ese "abuso". Su<br />

madre aconsejóle que antes <strong>de</strong> hacerla, escuchara al que se extralimitaba en sus funciones <strong>de</strong><br />

exhortador. Juan aceptó la indicación materna y fue a escuchar a su predicador improvisado.<br />

Después <strong>de</strong> oírle, no pudo sino convencerse que el hombre hablaba inspirado por el Espíritu<br />

Divino. Oponérsele, hubiera sido temeridad.<br />

De esta manera, por la puerta <strong>de</strong>l fondo, tuvo entrada en el sistema metodista el predicador<br />

laico. Esto a fines <strong>de</strong> 1739 en la "Fundición". Y en el año 1744 eran ya cuarenta los<br />

predicadores locales que Juan Wesley usaba. Mientras él y su hermano iban itinerando <strong>de</strong> un<br />

lado para otro por el Reino Unido, esos predicadores locales cuidaban <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s o<br />

predicaban en los lugares <strong>de</strong> su resi<strong>de</strong>ncia.<br />

Aunque evi<strong>de</strong>ntemente no podamos pasar revista a todos aquellos que sin ór<strong>de</strong>nes<br />

eclesiásticas merecerían ser recordados, tendremos que, por lo menos, mencio­nar algunos<br />

para que tengamos una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la natura­leza <strong>de</strong> su carácter y obra.<br />

TOMÁS MAXFIELD<br />

En las páginas <strong>de</strong>l metodismo siempre será recordado con cariño, el nombre <strong>de</strong> Tomás<br />

Maxfield, el primero que tuvo la osadía <strong>de</strong> ir más allá <strong>de</strong> las ór<strong>de</strong>nes dadas por Juan Wesley.<br />

Era un humil<strong>de</strong> albañil. Fue conver­tido espectacularmente el 21 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1739. En el<br />

principio <strong>de</strong>l movimiento metodista muy frecuentemen­te la predicación inflamada <strong>de</strong> los<br />

Wesley y Whitefield provocaba una conmoción tal en los oyentes que mu­chos se <strong>de</strong>smayaban<br />

o eran presa <strong>de</strong> convulsiones y soltaban a la vez exclamaciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación o gritos <strong>de</strong><br />

angustia o clamores por el perdón divino.<br />

Esas extra­ñas manifestaciones eran criticadas acerbamente por los <strong>de</strong> afuera, pues las<br />

interpretaban como exageraciones morbosas o actos teatrales como para impresionar. En una<br />

reunión como ésa Tomás Maxfield fue convertido y también fue presa <strong>de</strong> una manifestación<br />

violenta. Juan Wesley comenta en su Diario esas manifestaciones y a su vez <strong>de</strong>scribe la<br />

conversión <strong>de</strong> Maxfield en estos términos:<br />

"Uno, otro y otro fueron <strong>de</strong>rrumbándose al suelo, temblando tremendamente en la presencia <strong>de</strong><br />

Su po<strong>de</strong>r; otros gritaban, con voz fuerte y airada: "¿Qué <strong>de</strong>bemos hacer para ser salvos?" Y en<br />

menos <strong>de</strong> una hora siete personas, completamente <strong>de</strong>sco­nocidas para mí hasta entonces,<br />

regocijábanse y cantaban y con toda su fuerza daban gracias a Dios por su salvación. (Esto<br />

ocurrió al aire libre y por la tar<strong>de</strong>) (Nota <strong>de</strong>l Autor)<br />

De noche narré lo que Dios había ya hecho como prueba <strong>de</strong> esa importante verdad <strong>de</strong> Dios<br />

que no <strong>de</strong>sea que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Otra persona<br />

cayó al suelo junto a un individuo que era muy contrario a esas manifestaciones. Mientras éste<br />

quedó pasmado con esa escena, un muchacho también cerca suyo fue arrebatado <strong>de</strong> la misma<br />

manera.<br />

Un joven que esta­ba parado <strong>de</strong>trás suyo clavó los ojos en él y cayó como si estuviera muerto,<br />

mas inmediatamente empezó a rugir y a golpearse contra el suelo, <strong>de</strong> tal manera que dos<br />

hombres escasamente podían suje­tarlo. Su nombre era Tomás Maxfield... Yo nunca vi a nadie<br />

tan castigado por el maligno." (3)<br />

La transformación que se operó en ese hombre fue tal que poco <strong>de</strong>spués Wesley lo nombró<br />

exhortador <strong>de</strong> la sociedad que se reunía en la "Fundición". Ya hicimos anteriormente referencia<br />

al hecho <strong>de</strong> que Wesley, en un viaje que hiciera a Bristol, <strong>de</strong>jó a un exhortador a cargo <strong>de</strong> esa<br />

sociedad.<br />

Ese exhortador, como los lectores habrán inferido, era Tomás Maxfield. Mencionamos también<br />

la interferencia que su madre tuvo en el asunto. El consejo que ella le dio en esa oportunidad<br />

fue:<br />

"Juan, tú conoces cuáles han sido mis sentimientos. No sospecharás que yo favorezca<br />

ligeramente cualquier cosa <strong>de</strong> esta especie. Pero toma cuidado en lo que haces con respecto a


este joven, porque en verdad él ha sido igualmente llamado a predicar como lo has sido tú.<br />

Examina cuáles han sido los frutos <strong>de</strong> su predicación y también escúchalo tú mismo." (4)<br />

Así lo hizo y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberle oído exclamó; "¡Es el Señor, es el Señor! Haga El como a El<br />

le plazca". Lady Huntingdon también escuchóle predicar y quedó tan impresionada con la<br />

palabra can<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l joven que escribió a Wesley:<br />

"Él es una <strong>de</strong> las manifestaciones más gran<strong>de</strong> que yo conozco <strong>de</strong>l favor peculiar <strong>de</strong> Dios. Ha<br />

levantado <strong>de</strong> entre las piedras a uno para que se sentara entre los príncipes <strong>de</strong> su pueblo. Él<br />

es mi asombro; ¡Cuán po<strong>de</strong>rosamente se manifiesta el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios en la flaqueza!". (5)<br />

De allí en a<strong>de</strong>lante, Maxfield ascen<strong>de</strong>ría en la estima­ción <strong>de</strong> Juan Wesley y ayudóle en todo<br />

sentido, relacio­nándolo con un estrato social superior al que conviviera anteriormente,<br />

proporcionándole este hecho un casa­miento ventajoso. Más tar<strong>de</strong> Wesley consiguió para su<br />

colaborador la or<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>l obispo <strong>de</strong> Lon­don<strong>de</strong>rry, Irlanda, uno <strong>de</strong> los pocos<br />

eclesiásticos <strong>de</strong> ese rango que favorecían su obra. El obispo dijo al or<strong>de</strong>­narlo: "Señor, le<br />

or<strong>de</strong>no para que ayu<strong>de</strong> a este buen hombre para que no se mate trabajando." (6)<br />

Maxfield trabajó con Wesley hasta poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> 1760, cuando tuvo una diferencia con él,<br />

irritado especialmente por lo que él juzgaba ser exceso <strong>de</strong> autoridad. Wesley le había<br />

reprendido por haberse asociado a un grupo <strong>de</strong> fanáticos, encabezados por un tal Bell, quien<br />

estaba sujeto a fan­tasías y alucinaciones y <strong>de</strong>cía poseer el po<strong>de</strong>r milagroso <strong>de</strong> curar y prever<br />

el futuro.<br />

A raíz <strong>de</strong> esa <strong>de</strong>savenencia una cantidad consi<strong>de</strong>rable <strong>de</strong> miembros <strong>de</strong> la sociedad metodista<br />

<strong>de</strong> Londres siguió a Bell y a Maxfield, a pesar <strong>de</strong> que las predicciones <strong>de</strong>l primero <strong>de</strong> que el<br />

mundo iba a acabarse en una fecha próxima, no se cumplieron, pero lo atribuían a que las<br />

oraciones que habían elevado, invocando la misericordia <strong>de</strong> Dios, podrían haber prevenido el<br />

<strong>de</strong>sastre. Con esas personas Maxfield organizó una capilla in<strong>de</strong>pendiente en el barrio <strong>de</strong><br />

Moorfields, que había sido escenario <strong>de</strong> muchas predicaciones al aire libre <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> los<br />

Wesley y don<strong>de</strong> probablemente él mismo habría sido convertido.<br />

Continuó trabajando con ese grupo por espacio <strong>de</strong> unos veinte años. Abrazó a<strong>de</strong>­más el punto<br />

<strong>de</strong> vista calvinista y llegó a publicar un escrito suyo contra Wesley. Sin embargo, Wesley nunca<br />

<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> acompañar en su interés al antiguo discípulo y <strong>de</strong> colaborar con él. Cuando ya anciano<br />

y enfermo no podía aten<strong>de</strong>r a sus parroquianos, Wesley fue a predicar por él en su capilla y<br />

estuvo también a su lado rogando a Dios que le acompañara en sus últimos días <strong>de</strong> vida. ¡A<br />

pesar <strong>de</strong> todo, él había sido el instrumento que le compeliera a adoptar la predicación laica en<br />

los prístinas tiempos <strong>de</strong>l metodismo!<br />

JUAN NELSON<br />

Entre los muchos que trabajaron con Wesley <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio, tal vez ninguno se distinguiera<br />

tanto como el que se llamó Juan Nelson. Era también <strong>de</strong> profesión albañil. Convirtióse durante<br />

la primera predicación que Juan Wesley llevó a cabo en Moorfields al aire libre. Vino a la región<br />

<strong>de</strong> Yorkshire para trabajar en su oficio en Londres. Por lo visto su trabajo proveíale un sostén<br />

para vivir <strong>de</strong>centemente y según él "en paz y hartura".<br />

A pesar <strong>de</strong> que no le faltaba lo necesario para la vida, abrumábale un gran <strong>de</strong>scontento, pues<br />

sentía interior­mente un tremendo vacío, <strong>de</strong> tal manera que llegó a <strong>de</strong>cir, que si tuviese que<br />

vivir otros treinta años como los que ya había vivido, casi preferiría ahorcarse. Andaba muy<br />

preocupado por su futuro eterno y <strong>de</strong>sesperábase al pensar que tendría que enfrentarse con<br />

Dios en el jui­cio final. Buscó, sin resultado, entre diversos grupos reli­giosos, alivio para sus<br />

inquietu<strong>de</strong>s espirituales y cuando ya <strong>de</strong>sesperaba <strong>de</strong> encontrar lo que su alma anhelaba, fue a<br />

escuchar a Whitefield, pero tampoco éste le con­venció. Acerca <strong>de</strong> este evangelista dice:<br />

"Yo quería al hombre <strong>de</strong> tal forma que si alguien se hubiese atrevido a molestado, yo hubiera<br />

estado listo para pelear por él. Yo no le entendía, sin em­bargo, obtuve alguna esperanza <strong>de</strong><br />

misericordia di­vina, <strong>de</strong> tal manera que recibí estímulo para conti­nuar orando y ocupar mis<br />

horas libres en leer las Escrituras." (7)


Tal era su preocupación por la salvación eterna que a menudo <strong>de</strong>spertábase durante la noche<br />

presa <strong>de</strong> horri­bles pesadillas que le hacían temblar y sudar. Finalmente hallóse presente en<br />

esa primera prédica <strong>de</strong> Wesley en Moorfields, <strong>de</strong> cuya' experiencia da este testimonio:<br />

"¡Oh, ésa fue una mañana ben<strong>de</strong>cida para mi alma! Tan pronto él se puso <strong>de</strong> pie en la tarima<br />

echó para atrás su cabello con un movimiento <strong>de</strong> la cabeza y en<strong>de</strong>rezó su rostro hacia el lugar<br />

don<strong>de</strong> yo estaba <strong>de</strong> pie, pensé que él tenía los ojos fijos en mí. Su apariencia provocó tan<br />

terrible temor sobre mí que, antes que le oyera hablar, hizo oscilar mi corazón como si fuese el<br />

péndulo <strong>de</strong> un reloj y cuan­do en realidad habló, pensé que toda su plática era dirigida a mí".<br />

(8)<br />

En realidad, ésa era la forma peculiar <strong>de</strong> predicar <strong>de</strong> Juan Wesley, la <strong>de</strong> dar la impresión que<br />

sus palabras eran dirigidas a cada oyente en particular. En esa ocasión las palabras que más<br />

hirieron la sensibilidad <strong>de</strong> Nelson fueron:<br />

"¿Quién eres tú que ahora ves y sientes tu impie­dad interna y externa? ¡Tú eres el hombre!<br />

Quiérote para mi Señor, <strong>de</strong>safío te a que te prepares para ser un hijo <strong>de</strong> Dios por la fe. El<br />

Señor tiene necesidad <strong>de</strong> ti.<br />

Tú que sientes que eres tan solamente digno <strong>de</strong>l infierno, eres digno <strong>de</strong> promover su gloria –la<br />

gloria <strong>de</strong> su gracia gratuita, la que justifica al impío y a aquel a quien todo le es indiferente–.<br />

¡Oh, ven ligero! Cree en el Señor Jesús y tú, tú mismo, serás reconciliado con Dios." (9)<br />

Al terminar el sermón, aún bajo la impresión <strong>de</strong> esta invitación solemne, Nelson dijo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

sí:<br />

"Este hombre pue<strong>de</strong> revelar los secretos <strong>de</strong> mi corazón, mas no me <strong>de</strong>jó allí y mostróme el<br />

remedio, a saber, la sangre <strong>de</strong> Cristo." (10)<br />

Inmediatamente al llegar a la casa don<strong>de</strong> se alojaba empezó a contar su experiencia y a vivir<br />

una vida reli­giosa intensa. Los locatarios alarmáronse con su actitud porque parecíales ser la<br />

<strong>de</strong> un fanático y lamentaban que hubiera asistido a esa reunión <strong>de</strong>l gran predicador. Pen­saron<br />

hasta en verse libres <strong>de</strong> él, temiendo que hiciese algún <strong>de</strong>smán, pues juzgaban que había sido<br />

trastornado con las i<strong>de</strong>as recibidas en vista <strong>de</strong> que pasaba mucho tiempo en oración y<br />

expresiones jaculatorias.<br />

En vista <strong>de</strong> esa actitud, Nelson resolvió <strong>de</strong>jar la casa, pero los locatarios a su vez se alarmaron,<br />

diciendo:<br />

"¿Qué hare­mos si Juan está en lo cierto?" Entonces dijéronle: "Si Dios ha hecho algo por ti<br />

más que por nosotros, mués­tranos el camino que nos pueda llevar a la misma mise­ricordia”.<br />

(11)<br />

Esto, naturalmente, agradó sobremanera a Nelson quien los dirigió a las reuniones <strong>de</strong> Juan<br />

Wesley. En su entusiasmo por contagiar a otros con la misma experiencia <strong>de</strong>l Evangelio que él<br />

tuviera, llegó a pagar a un compañero suyo <strong>de</strong> tareas las horas que per<strong>de</strong>ría <strong>de</strong> su trabajo con<br />

tal <strong>de</strong> que fuera a escuchar a Wesley.<br />

Este, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber asistido a la reunión y haber sido influenciado por ella, dijo que ése<br />

había sido el mejor regalo que jamás él y su esposa habían recibido. Nelson a<strong>de</strong>más, ayunaba<br />

una vez por semana para economizar dinero y darlo para el servicio a los pobres.<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su conversión, volvió a Birstal su pueblo <strong>de</strong> origen, don<strong>de</strong> tenía la<br />

familia, con el pro­pósito principal <strong>de</strong> recomendarle la vida religiosa que él ahora llevaba y para<br />

que esa influencia se extendiera en el vecindario y entre antiguas relaciones. En el pue­blo<br />

continuó trabajando en su oficio y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las horas <strong>de</strong> trabajo solía sentarse a la puerta <strong>de</strong><br />

su casa para leer y explicar las Escrituras a todos aquellos que tuvie­sen interés en escucharle.<br />

Pronto formóse una congrega­ción y convirtióse sin quererlo en un predicador y fue así<br />

instrumento para que el movimiento metodista se implantara en esa región; Tiempo <strong>de</strong>spués<br />

cuando Juan Wesley llegó a ese pueblo encontró allí esperándole una sociedad ya formada y<br />

un predicador. Tuvo que predi­carles la Palabra <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo alto <strong>de</strong> un cerro. Hizo <strong>de</strong> Nel­son uno<br />

<strong>de</strong> sus ayudantes e incorporó el grupo que él formara a las "Socieda<strong>de</strong>s Unidas" (1742).


Des<strong>de</strong> Birstal, el metodismo se expandió a los pueblos <strong>de</strong> toda la región <strong>de</strong> Yorkshire. En<br />

1743/44 Wesley visitó nuevamente a Birstal, don<strong>de</strong> todavía se encontraba Nel­son cuidando <strong>de</strong><br />

la" sociedad y con él tuvo algunas salidas a los centros <strong>de</strong>l mismo condado don<strong>de</strong> fundó<br />

socieda<strong>de</strong>s sobre las labores previamente hechas por su acompañan­te.<br />

En 1744, Nelson acompañó a Wesley en la región <strong>de</strong> Cornwall en uno <strong>de</strong> los extremos<br />

sudocci<strong>de</strong>ntales <strong>de</strong> Inglaterra. En el pueblo <strong>de</strong> St. Yves encontraron una sociedad con ciento<br />

veinte miembros. Tomaron a ese lu­gar como una especie <strong>de</strong> cuartel general, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong><br />

evangelizar la punta <strong>de</strong> esa península en la que encon­trábase el condado <strong>de</strong> Cornwall. Nelson<br />

trabajaba duran­te el día en su oficio y <strong>de</strong> noche ayudaba tanto a Wesley como a otro ayudante<br />

laico <strong>de</strong> éste <strong>de</strong> nombre Sheperd, en la predicación <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong> la península.<br />

En la mayoría <strong>de</strong> esos lugares el metodismo 110 había sido esta­blecido todavía y muchas<br />

veces los predicadores sufrían necesida<strong>de</strong>s. Nelson, en sus memorias, nos da un ejemplo <strong>de</strong><br />

las penurias y pruebas que tenían que afrontar:<br />

"Durante todo ese tiempo el señor Wesley y yo nos acostábamos en el piso: él tenía mi<br />

sobretodo por almohada y yo un libro <strong>de</strong> notas sobre el Nuevo Testamento. Después <strong>de</strong> estar<br />

allí por casi tres sema­nas, un día a las tres <strong>de</strong> la madrugada, el señor Wesley se dio vuelta y<br />

viendo que yo estaba <strong>de</strong>s­pierto, me palmoteó diciendo: 'Hermano, Nelson, tengamos buen<br />

ánimo; todavía tengo un lado sano, ya que <strong>de</strong>l otro estoy <strong>de</strong>sollado y me siento en carne viva'.<br />

Comúnmente predicábamos al común <strong>de</strong> la gente, yendo <strong>de</strong> un conventillo a otro y muy pocas<br />

veces se nos pedía que comiésemos o bebiésemos. Un día habíamos estado en un lugar<br />

llamado San­to Hilaría <strong>de</strong> Abajo, don<strong>de</strong> el señor Wesley predicó sobre la visión <strong>de</strong> los huesos<br />

secos <strong>de</strong> Ezequiel y mientras predicaba los oyentes fueron conmovi­dos.<br />

Cuando volvíamos, el señor Wesley <strong>de</strong>tuvo su caballo para coger algunas moras y me dijo:<br />

'Her­mano Nelson, <strong>de</strong>biéramos <strong>de</strong> estar agra<strong>de</strong>cidos que aquí hay bastantes moras, porque<br />

ésta es la mejor región en que he estado para tener un buen estó­mago, pero la peor que<br />

jamás vi para llenado. ¿Será que la gente piensa que po<strong>de</strong>mos vivir sola­mente <strong>de</strong> la<br />

predicación?'<br />

Le respondí: 'No sé lo que ellos piensan, pero alguien pidióme que yo tomara algo cuando vine<br />

<strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> San Justo, en verdad comí a mis anchas pan <strong>de</strong> centeno y miel’.. Él dijo: 'Tú<br />

estás bien entonces, yo pensé pedir una costra <strong>de</strong> pan <strong>de</strong> la mujer que me hospe­dó cuando<br />

estuve con la gente <strong>de</strong>l sitio llamado Morvah, pero lo recordé sólo cuando ya estaba a alguna<br />

distancia <strong>de</strong> la casa'." (12)<br />

Esto nos da otra muestra <strong>de</strong>l calibre <strong>de</strong> esos hombres, <strong>de</strong> las privaciones a que tenían que<br />

someterse y <strong>de</strong> la fi<strong>de</strong>lidad que mostraban en la tarea <strong>de</strong> evangelización.<br />

En otra ocasión, al encontrarse en un lugar llamado Pudsey, buscó alojamiento, pero no<br />

consiguió <strong>de</strong>bido a que se supo que los soldados lo estaban buscando y tuvo que irse a Leeds,<br />

don<strong>de</strong> en compañía <strong>de</strong> Wesley fundara una sociedad. Allí estuvo trabajando <strong>de</strong> día y<br />

predicando <strong>de</strong> noche hasta regresar nuevamente a su casa en Birstal, don<strong>de</strong> esperábale una<br />

ingrata sorpresa.<br />

Se le dijo que lo estaban buscando para obligarle a ir a servir al ejército, pues que los<br />

taberneros y el párroco habíanle <strong>de</strong>nunciado: Unos porque él alejaba los clien­tes <strong>de</strong> la taberna<br />

y el otro porque le hada <strong>de</strong>masiada competencia en la predicación. Al aconsejársele que<br />

escapara para no ser alcanzado, respondió: "Nada puedo temer porque Dios está a mi lado y<br />

Su palabra ha for­talecido mi alma en este día." (13)<br />

Al día siguiente, cuando estaba predicando en un lugar llamado Adwalton, lo tomaron preso y<br />

aunque un conciudadano suyo ofreció dinero para que lo <strong>de</strong>ja­ran en libertad, no lo soltaron y<br />

lleváronlo a la ciudad <strong>de</strong> Halifax ante un jurado <strong>de</strong>l cual formaba parte el párroco <strong>de</strong> Birstal. Los<br />

vecinos <strong>de</strong> Nelson quisieron <strong>de</strong>poner a su favor, pero el jurado no quiso oírlos y solamente dio<br />

oídos al. Párroco, quien afirmó que Nelson era un vagabundo que no tenía ningún medio <strong>de</strong><br />

vida visible. A esa mentira Nelson contestó:


"Puedo trabajar con estas mis manos en mi oficio tan bien como cualquier otro en Inglaterra y<br />

usted lo sabe". (14)<br />

Sin embargo, fue enviado a otro pueblo llamado Brad­ford. Al <strong>de</strong>jar Halifax, muchos <strong>de</strong>l común<br />

<strong>de</strong>l pueblo lloraban y oraban por él mientras pasaba por las calles. Y él les dijo: "No temáis,<br />

Dios tiene sus caminos hasta en el torbellino y Él <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rá mi causa. Solamente orad por mí<br />

que mi fe no falle". (15)<br />

En Bradford, antes <strong>de</strong> que fuera enrolado en el ejér­cito, fue puesto por una noche en una<br />

inmunda prisión. Recuerda él: "Olía como si fuese un chiquero, pero mi alma estaba tan llena<br />

<strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios que era como un paraíso para mí". (16)<br />

No tenía dón<strong>de</strong> sentarse y la cama era un montón <strong>de</strong> paja. Hasta sus enemigos inter­cedieron<br />

por él y suplicaron a las autorida<strong>de</strong>s a que se lo <strong>de</strong>jasen llevar para darle <strong>de</strong> comer en sus<br />

casas. Como las autorida<strong>de</strong>s no accedieron a ese pedido, lleváronle comida, vela yagua y le<br />

hicieron llegar esas cosas a través <strong>de</strong> un agujero que había en la puerta <strong>de</strong> su celda. La gente<br />

permaneció <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> afuera y lo acompañó durante casi toda la noche entonando cánticos.<br />

Él dividió lo que habían traído con un pobre prisionero que compartía esa pocilga.<br />

Su esposa vino a la mañana siguiente para animarlo en su <strong>de</strong>sgracia. Ella tenía dos hijos a<br />

quienes sostener y estaba esperando otro pronto. Sin embargo, dirigióle la palabra a través <strong>de</strong>l<br />

agujero <strong>de</strong> la puerta en estos términos:<br />

"No temas, la causa es <strong>de</strong> Dios, es por ella que estás aquí y El te <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rá. Por lo tanto' no te<br />

preocupes por mí y nuestros hijos, porque Aquél que alimenta a las aves nos tendrá en cuenta.<br />

El te dará fuerza en aquel día. Y <strong>de</strong>spués que hayamos sufrido un poco, él perfeccionará lo que<br />

estuviere incompleto en nuestras almas y nos llevará para don<strong>de</strong> los malos cesarán <strong>de</strong><br />

importunamos y los cansados hallarán reposo." (17)<br />

A eso le contestó:<br />

"No, no puedo temer; no, no puedo temer ni al hombre ni al diablo mientras yo sienta el amor<br />

<strong>de</strong> Dios como lo siento ahora." (18)<br />

Tiempo <strong>de</strong>spués recuperó la libertad y continuó en­tonces con sus peregrinaciones<br />

evangelísticas, predican­do todavía con más po<strong>de</strong>r, enfrentando a toda oposición que se le<br />

hacía y establecióse nuevamente en Birstal, <strong>de</strong>l que hizo su centro <strong>de</strong> activida<strong>de</strong>s, dado que<br />

allí era muy estimado por el pueblo. Su ministerio duró treinta y tres años.<br />

Murió repentinamente en una <strong>de</strong> sus jiras evangelísticas. Su cuerpo fue llevado en proce­sión<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Leeds hasta Birstal. Se cuenta que el cortejo fúnebre que ocupaba en la carretera cosa<br />

<strong>de</strong> media milla entonaba himnos <strong>de</strong> Carlos Wesley. Nunca se vio a un hombre que fuera tan<br />

estimado en su propio pueblo como él.<br />

Desafortunadamente no po<strong>de</strong>mos exten<strong>de</strong>mos en más <strong>de</strong>talles, pero esperamos que los<br />

inci<strong>de</strong>ntes narrados <strong>de</strong>jen en la mente y en el corazón <strong>de</strong> los lectores una impresión profunda,<br />

en cuanto a la calidad <strong>de</strong> hombres que el metodismo primitivo supo acuñar para la gloria <strong>de</strong><br />

Dios y. la extensión <strong>de</strong> su Reino. Ciertamente Nelson merece el elogio que uno <strong>de</strong> sus<br />

biógrafos nos <strong>de</strong>jó:<br />

"De tal fibra era Juan Nelson, un hombre <strong>de</strong> las filas más humil<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Inglaterra, mas cuyo<br />

corazón valiente e integridad inconmovible habíanle habili­tado a tomar un lugar entre los<br />

mártires más nobles, si para eso él hubiese sido llamado.<br />

Su ferviente piedad, su constante abnegación y ener­gía sajona hiciéronle uno <strong>de</strong> los apóstoles<br />

<strong>de</strong>l meto­dismo primitivo. Su magnanimidad natural, sen­tido común, clara aprehensión <strong>de</strong> las<br />

Escrituras, estilo fácil y maneras simples, hiciéronle uno <strong>de</strong> los predicadores más favoritos e<br />

idóneos entre un grupo al que pocos clérigos educados hubiesen podido alcanzar." (19)<br />

Ciertamente a la vez nos admira el espíritu heroico <strong>de</strong> la esposa <strong>de</strong> Juan Nelson, ante la<br />

prisión cuando instábale a que fuese fiel a su vocación <strong>de</strong> cristiano. Sin embargo ella es tan<br />

solamente una muestra <strong>de</strong>l espí­ritu heroico <strong>de</strong> la mujer metodista <strong>de</strong> esa época lejana.


Se nos refiere que generalmente las mujeres aceptaban con alborozo el mensaje predicado por<br />

los mensajeros metodistas. Las encontramos como guías <strong>de</strong> clases, guías <strong>de</strong> grupos <strong>de</strong><br />

oración, visitadoras sociales, maestras y a veces aún como predicadoras. Las obras buenas<br />

por ellas realizadas son innumerables.<br />

Wesley resistióse, como habíase resistido a otras innovaciones, a darle a la mujer un lugar en<br />

las li<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la predicación. Pero su buen sentido, en más <strong>de</strong> una ocasión llevóle a ce<strong>de</strong>r,<br />

diciendo: "Si Dios usa a mujeres en la conversión <strong>de</strong> pecadores, quién soy yo para<br />

interponerme entre ellas y Él".<br />

MARÍA BOSANQUET<br />

Ya hicimos referencia a María Bosanquet, esposa <strong>de</strong> La Flechère. Ella fue tal vez el tipo más<br />

característico <strong>de</strong> las mujeres que osaron predicar, a pesar <strong>de</strong> la resis­tencia <strong>de</strong> Wesley. Fue<br />

una <strong>de</strong> las pocas que obtuvieron permiso para predicar, aunque no lo hiciera <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el púlpito.<br />

Como recordaremos, ella había pertenecido a una familia <strong>de</strong> muy buena posición social y rica.<br />

Lo que le tocó en herencia, lo gastó todo para mantener a un orfanato y un hogar <strong>de</strong> caridad. El<br />

orfanato lo instaló en una casa <strong>de</strong> su propiedad en Laytonstone en 1763. A la vez convirtió ese<br />

lugar en un local <strong>de</strong> predi­cación y el 15 <strong>de</strong> diciembre formó una sociedad con veinticinco<br />

miembros. Y así esa casa en Laytonstone sirvió no solamente para los huérfanos pobres, sino<br />

que convirtióse también en santuario.<br />

Otra mujer, llamada Sara Ryan, la secundaba en sus tareas. Juan Wesley visitó ese lugar en<br />

1765 y escribió: "Viajé hasta Lay­tonstone y encontré allí una verda<strong>de</strong>ra familia cristia­na", y en<br />

1767 escribía nuevamente:<br />

"¡Oh, que casa <strong>de</strong> Dios está aquí! No solamente para la <strong>de</strong>cencia y el or<strong>de</strong>n, más aún para la<br />

vida y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la religión. Temo que se encuentren muy pocas casas como ésta en los<br />

dominios <strong>de</strong>l Rey." (20)<br />

Más tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>spués que murió Sara Ryan, la institu­ción fue trasladada a una estancia en un<br />

lugar llamado Cross-Hall en Yorkshire. Allí también instalóse un cen­tro con muchas<br />

activida<strong>de</strong>s religiosas y la gente venía a adorar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muchos lugares, <strong>de</strong> tal manera que a<br />

ve­ces faltaba espacio. No sólo allí sino que en otros luga­res mantenía servicios religiosos<br />

semejantes.<br />

Era una eximia oradora capaz <strong>de</strong> mantener encendida la aten­ción en muchas asambleas,<br />

especialmente entre gente rústica. Por un tiempo tomó a la ciudad <strong>de</strong> Leeds como centro <strong>de</strong><br />

distrito que ella atendía. Calcúlase que du­rante un año viajó más <strong>de</strong> 1.500 kilómetros, dirigió<br />

120 servicios religiosos públicos, atendió 600 clases y reuniones privadas, escribiendo también<br />

116 cartas.<br />

Durante el tiempo en que su esposo vivía, en las capi­llas que fueron originándose alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong> Ma<strong>de</strong>ley, había un asiento elevado uno o dos peldaños sobre el nivel <strong>de</strong>l piso, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong><br />

ella solía dar sus instruc­ciones religiosas al pueblo ansioso <strong>de</strong> oír su palabra. Sus<br />

disertaciones eran sensatas, luminosas, verda<strong>de</strong>ra­mente elocuentes y enriquecidas con las<br />

enseñanzas <strong>de</strong>l Evangelio. Wesley da sobre su elocución el siguiente testimonio:<br />

"Es fluida, fácil y natural, aún cuando el sentido es profundo y vigoroso". y aña<strong>de</strong>: "Sus<br />

pala­bras eran como fuego que a la vez comunicaban luz y calor a los corazones <strong>de</strong> quienes la<br />

escuchaban”. (21)<br />

Después <strong>de</strong>l fallecimiento <strong>de</strong> su esposo continuó vi­viendo en Ma<strong>de</strong>ley. Por 30 años estuvo allí,<br />

hasta su fallecimiento y su hogar continuó siendo un santuario para los pobres, las mujeres<br />

<strong>de</strong>votas y los evangelistas itinerantes. No cejó en su ministerio a pesar <strong>de</strong> su salud<br />

quebrantada y continuó predicando en las villas cerca­nas como también en su propia casa.<br />

Conservó un espí­ritu jubilosamente religioso hasta el final <strong>de</strong> su vida. Al cumplirse 28 años <strong>de</strong><br />

la fecha <strong>de</strong> su casamiento, escribía en su Diario:


"Veintiocho años ha, hoy en esta hora precisa yo di mi mano y corazón a Juan Guillermo <strong>de</strong> La<br />

Flechère. ¡Un período provechoso y ben<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> mi vida! Siento al presente un afecto más<br />

tierno para con él que lo que sentía entonces y ahora por la fe uno mi mano nuevamente a la<br />

suya." (22)<br />

Creía que su espíritu continuaba inalterablemente en comunión con el <strong>de</strong> su esposo y sentíase<br />

dispuesta a par­tir en cualquier momento para reunirse con él. Falleció el 9 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong><br />

1815, a la edad <strong>de</strong> 76 años. Su muerte fue tan lamentada, como lo fue la <strong>de</strong> su esposo, por<br />

toda la comunidad <strong>de</strong> Ma<strong>de</strong>ley y los pueblos circunvecinos. Siempre fue muy sobria en sus<br />

necesida<strong>de</strong>s personales y muy generosa para con los <strong>de</strong>más. Dice un biógrafo suyo que sus<br />

gastos personales durante todo un año nunca excedieron las cinco libras esterlinas. Sin<br />

embargo en su libreta <strong>de</strong> cuentas para el último año <strong>de</strong> su vida, figuran cerca <strong>de</strong> ciento treinta y<br />

ocho libras para los pobres.<br />

Si nos empeñáramos en escribir algunas otras biogra­fías <strong>de</strong> mujeres metodistas, no<br />

terminaríamos muy pron­to la tarea. Basta que recor<strong>de</strong>mos, sin embargo, nom­bres <strong>de</strong> otras<br />

como la señorita Mallet, <strong>de</strong>spués como la señora <strong>de</strong> Boyce, quien también recibiera en la<br />

Confe­rencia <strong>de</strong> 1787 autoridad como predicadora "por todo el tiempo en que ella predicare la<br />

doctrina metodista y se conformare con su disciplina".<br />

De Ana Kitler, quien viajaba por el distrito <strong>de</strong> Bradford y se distinguió por el po<strong>de</strong>r que tenía en<br />

la oración.<br />

De Esther A. Rogers (esposa <strong>de</strong> Jaime Rogers, uno <strong>de</strong> los predicadores itine­rantes) quien, a<br />

pesar <strong>de</strong> morir a los 38 años <strong>de</strong> edad <strong>de</strong>jó cartas y un diario que al publicarlos alentaron por<br />

mucho tiempo a los fieles metodistas.<br />

De Hannah Ball quien en 1769, antes que Roberto Raikes comenzara la suya, estableció una<br />

escuela dominical en Wycombe, la que dirigió hasta su muerte en 1792 (esta escuela todavía<br />

funciona).<br />

De Sofía Coole (quien más tar<strong>de</strong> casóse con Samuel Bradburn) recordada especialmente<br />

porque inspiró a Roberto Raikes la iniciativa <strong>de</strong> empezar formalmente con la obra <strong>de</strong> las<br />

escuelas dominicales. Fue la que marchó con Raikes por las calles <strong>de</strong> Gloucester con el primer<br />

grupo <strong>de</strong> niños maltrechos y con las ropas en jirones hacia una iglesia, para que reci­biesen<br />

instrucción y nociones <strong>de</strong> religión (1780).<br />

Todas esas mujeres y muchas otras estuvieron en la sucesión apostólica <strong>de</strong> Susana Wesley y<br />

hablan elocuen­temente <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Evangelio, en el que no hay acepción <strong>de</strong> personas, sino<br />

que salva, exhalta y usa a todo aquél que sintiendo el llamado <strong>de</strong>l Señor, se entre­ga <strong>de</strong> cuerpo<br />

y alma.<br />

----------------------------------------------------------<br />

(1) Stevens, A., Op. Cit., Vol. I, Pág 131.<br />

(2) “Works”, Vol. V, Pág. 179.<br />

(3) "Diario", 21 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1739.<br />

(4) "A New History of Methodism", Vol. I, Pág. 293.<br />

(5) Stevens, A., Op. Cit., Vol. I, Pág 174-175.<br />

(6) Stevens, A., Op. Cit., Vol. I, Pág 407-408.<br />

(7) McTyeire, H. N., Op. Cit., pág. 163.<br />

(8) I<strong>de</strong>m.<br />

(9) McTyeire, II. N., Op. Cit., Pág, 163.<br />

(10) I<strong>de</strong>m.<br />

(11) Ibid, Pág. 164.<br />

(12) Del Diario <strong>de</strong> Nelson, citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. I, págs. 193-94


(13) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. l, pág. 207.<br />

(14) Citado por Stevens, A., Op. Cit., Vol. l, pág. 207.<br />

(15) Ibid, pág. 208.<br />

(16) I<strong>de</strong>m.<br />

(l7) Stevens, A., Op. Cit. Vol. I, pág. 208.<br />

(18) I<strong>de</strong>m.<br />

(19) Stevens, A., Op. Cit., Vol. I, Págs. 179-80.<br />

(20) Stevens, A., Op. Cit., Vol. II, pág. 267<br />

(21) Stevens, A. Op. Cit. Vol. II, pág. 270.<br />

(22) Ibid, Vol. III, pág. 226.<br />

CAPÍTULO UNDECIMO.<br />

LA BANDA DE LOS IRREGULARES<br />

Parte Segunda "Felipe: tienes que predicamos<br />

o nos iremos todos al infierno y<br />

Dios exigirá nuestra sangre<br />

<strong>de</strong> tus manos”.<br />

Bárbara Heck.<br />

Hacia fines <strong>de</strong>l siglo XVII, el Rey Luis XIV <strong>de</strong> Francia <strong>de</strong>vastó, por intermedio <strong>de</strong>l<br />

Mariscal Turenne, la región alemana <strong>de</strong>l Palatinado sobre el Rin. La población <strong>de</strong> la<br />

región era casi toda formada <strong>de</strong> protestantes que se vieron en la necesidad <strong>de</strong><br />

abandonar sus tierras y refugiarse en otros países.<br />

La reina Ana <strong>de</strong> Inglaterra envió varios navíos para llevar a unos cuantos <strong>de</strong> ellos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Rótterdam a Inglaterra. Más <strong>de</strong> seis mil llega­ron a Londres, abatidos y<br />

reducidos a una pobreza lamentable. Muchos <strong>de</strong> ellos fueron a vivir a Irlanda, hasta<br />

que se les abriese alguna oportunidad para establecerse en otra parte.<br />

En 1710 el gobierno británico envió casi tres mil <strong>de</strong> ellos a<br />

América, don<strong>de</strong> estableciéronse en regiones que hoy día son<br />

abarcadas por los estados <strong>de</strong> Nueva York, Pensilvania y<br />

Carolina <strong>de</strong>l Norte. Muchos permanecieron todavía en Irlanda y<br />

fueron paulatinamente moviéndose <strong>de</strong> allí a través <strong>de</strong> los años.<br />

TOMÁS WILLIAMS<br />

El primer metodista que <strong>de</strong> Inglaterra cruzó el canal para ir a<br />

Irlanda fue un tal Tomás Williams, quien estableció una<br />

sociedad en Dublín. Juan Wesley visitó en ese mismo año esa<br />

obra y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces hizo fre­cuentes visitas a esa Isla. En<br />

pocos años el metodismo estaba diseminado en muchos<br />

puntos.


En 1752, un joven carpintero fue alcanzado por el avivamiento metodista. Su nombre<br />

era Felipe Embury. En 1758 fuele dada carta <strong>de</strong> predicador local. En 1760 formó parte<br />

<strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> emigrantes que <strong>de</strong> Limerik, Irlanda, salieron para América.<br />

Entre los mismos estaba también su prima Bárbara Heck, que al igual que el era<br />

miembro <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s metodistas. Los dos primos y sus familias<br />

estableciéronse en Nueva York. Eran <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> esos protestantes que tuvieron<br />

que abandonar el Palatinado en el siglo anterior, mu­chos <strong>de</strong> los cuales, como esos<br />

dos primos, habían sido alcanzados también por el avivamiento Wesleyano.<br />

Más o menos en la misma época otro predicador local metodista <strong>de</strong> Irlanda trasladóse<br />

a América y establecióse en la región <strong>de</strong> Maryland. Su nombre era Ricardo<br />

Strawbridge. Algunos historiadores piensan que éste no podía haberse trasladado .a<br />

América antes <strong>de</strong> 1764 ó 65, llegando algunos a poner la tardía fecha <strong>de</strong> 1766.<br />

A Embury y Strawbridge se les consi<strong>de</strong>ra como los dos primeros adali<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />

metodismo en América <strong>de</strong>l Norte. Pasaremos entonces a consi<strong>de</strong>rar a estos dos<br />

hombres, para <strong>de</strong>spués mencionar unos pocos más <strong>de</strong>l mismo carácter y que juntos<br />

servirán para ilustrar también el po<strong>de</strong>r que el avivamiento metodista tuvo en el corazón<br />

y la vida <strong>de</strong> los que militaron en las filas laicas.<br />

FELIPE EMBURY<br />

Cuando Felipe Embury y su prima Bárbara Heck llegaron a Nueva York, quedaron<br />

<strong>de</strong>svinculado s <strong>de</strong> la influencia metodista, pues no había aún en la nueva tierra ninguna<br />

sociedad formada, no obstante los viajes y las predicaciones evangelizador as <strong>de</strong> Jorge<br />

Whitefield; Al principio vinculáronse con otro grupo evangélico, pero no les agradó el<br />

ambiente y terminaron perdiendo casi por completo su fervor religioso.<br />

Narra la historia que por 1766 una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> domingo encontrábase un grupo <strong>de</strong><br />

hombres jugando a las cartas, que era el pasa­tiempo predilecto <strong>de</strong> mucha gente<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las horas <strong>de</strong> trabajo, cuando Bárbara Heck entró y ante la esce­na. irritóse<br />

a tal punto que tomó las cartas <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> los que con ellas se entretenían y las<br />

arrojó al fuego. y exhortó a las personas presentes a cambiar <strong>de</strong> cos­tumbres e instó a<br />

algunos a recordar que ellos habían sido metodistas antes <strong>de</strong> venir a América.<br />

De allí fue a la casa <strong>de</strong> Embury, su primo, e informóle <strong>de</strong> lo suce­dido y díjole con gran<br />

vehemencia: "Felipe, tienes que predicamos o nos iremos todos al infierno y Dios<br />

exi­girá nuestra sangre <strong>de</strong> tus manos". Felipe, algo sor­prendido ante esa visita<br />

inesperada <strong>de</strong> la prima y ese reto, contestó como para disculparse: "¿Cómo puedo<br />

predicar, visto que no tengo local ni congregación?" A esto Bárbara contestó: "Predica<br />

en tu propia casa y a los <strong>de</strong> tus propias relaciones".<br />

Antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarlo, con­siguió <strong>de</strong>l primo la promesa <strong>de</strong> que haría una prueba y pocos<br />

días <strong>de</strong>spués Felipe dirigía la primera reunión en su propia casa. En esa ocasión<br />

solamente cinco per­sonas escucharon su sermón y ése fue el primero pre­dicado por<br />

un metodista en América, salvo que Straw­bridge hubiera ya predicado anteriormente<br />

en el sur. Asistieron a ese servicio religioso Bárbara Heck y su esposo (Pablo), la<br />

esposa <strong>de</strong> Embury, Juan Lawrence y Betty, ésta última una niña sirvienta <strong>de</strong> origen<br />

africano.<br />

A partir <strong>de</strong> ese momento Embury ejercitó su ministe­rio laico. Pero muy pronto su casa<br />

quedó chica para po<strong>de</strong>r contener a los que se interesaban por asistir y entonces<br />

alquilóse un "Aposento Alto". Este tampoco pudo contener a los concurrentes por<br />

mucho tiempo y ya en 1767 túvose que alquilar otro local, conocido con el nombre <strong>de</strong><br />

"Rigging Loft", que medía veinte metros <strong>de</strong> largo por seis <strong>de</strong> ancho. Allí predicaba los


domingos, a las seis <strong>de</strong> la mañana y más tar<strong>de</strong> también los jueves <strong>de</strong> noche. En 1768<br />

en la calle <strong>de</strong> San Juan (St. John), fue alquilada una propiedad que finalmente<br />

compróse en 1770 (La capilla se construy6 antes <strong>de</strong> pagarse el terreno, cuando todavía<br />

lo tenían arrendado).<br />

Allí fue levantada la primera capilla me­todista en el Nuevo Mundo. Hízose una<br />

suscripción y doscientas cincuenta personas la firmaron comprome­tiéndose a ayudar.<br />

Entre los que firmaban hubo un tal Capitán Webb (sobre el cual hablaremos más<br />

a<strong>de</strong>lante) que fue el que dio la mayor suma, algo así como ciento cincuenta dólares,<br />

cantidad consi<strong>de</strong>rable para aquel entonces. Construyóse una capilla <strong>de</strong> piedra que<br />

medía veinte metros por catorce. Embury, fiel a su oficio, hizo el púlpito.<br />

Los planos para la construcción <strong>de</strong> la capi­lla los facilitó la señora Bárbara Heck, <strong>de</strong><br />

una manera original. Ella, <strong>de</strong>spués que el grupo resolvió construirla, "tuvo revelación"<br />

en un sueño <strong>de</strong> cómo se la <strong>de</strong>bía edificar y visto que ella fue la que <strong>de</strong>spertó el celo<br />

religioso en la compañía y que mucho se la estimaba, aceptaron sus indicaciones. Sin<br />

embargo había una difi­cultad. Consi<strong>de</strong>rábase a los metodistas como gente disi<strong>de</strong>nte y,<br />

según las reglamentaciones en vigencia, no podían construir capillas o templos. Para<br />

obviar la difi­cultad y no verse privados <strong>de</strong> construir, se le puso una chimenea a la<br />

capilla, para darle así la apariencia <strong>de</strong> un edificio común.<br />

El sermón inaugural al <strong>de</strong>dicar la nueva capilla para el culto divino, fue dado el 30 <strong>de</strong><br />

octubre <strong>de</strong> 1786 y Embury lo predicó. Tomó como texto: "Sembrad para vosotros en<br />

justicia, segad para vosotros en misericor­dia; arad para vosotros barbecho; porque es<br />

el tiempo <strong>de</strong> buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia."(Oseas 10:12).<br />

A la capilla diósele el nombre <strong>de</strong> "Wesley". El car­pintero-pastor estuvo asumiendo la<br />

responsabilidad <strong>de</strong> la sociedad que se formara en Nueva York hasta 1769, cuando<br />

vinieron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Inglaterra los primeros misio­neros enviados por Juan Wesley y<br />

asumieran la responsabilidad <strong>de</strong>l movimiento metodista en América.<br />

Embury y todos los miembros <strong>de</strong>l grupo alemán-irlandés <strong>de</strong> esa primera sociedad<br />

metodista, fueron a vivir en la localidad <strong>de</strong> Cam<strong>de</strong>n entre 1767-70, más tar<strong>de</strong> parte <strong>de</strong><br />

Salem, condado <strong>de</strong> Washington, en el hoy estado <strong>de</strong> Nueva York. Cerca <strong>de</strong> allí, en un<br />

lugar lla­mado Ashgrove, organizó una sociedad. En 1775, traba­jando en el campo,<br />

pues había cambiado su ocupación <strong>de</strong> carpintero por la <strong>de</strong> agricultor, hirióse con uno<br />

<strong>de</strong> los instrumentos <strong>de</strong> trabajo a consecuencia <strong>de</strong> lo cual murió.<br />

Bárbara Heck y su esposo, Juan Lawrence y su esposa (la viuda <strong>de</strong> Embury) y Samuel<br />

Embury, hijo <strong>de</strong> Felipe, trasladáronse en 1783 al Canadá y se esta­blecieron<br />

permanentemente en el pueblo <strong>de</strong> Augusta en 1785. Aquí vinieron a formar el núcleo<br />

<strong>de</strong> una clase metodista, <strong>de</strong> la cual Samuel Embury fue escogido guía. Bárbara murió en<br />

1804 y hasta el día <strong>de</strong> hoy se la recuerda con veneración, pues se la consi<strong>de</strong>ró como<br />

madre <strong>de</strong>l metodismo canadiense.<br />

ROBERTO STRAWBRIDGE<br />

Algunos historiadores son <strong>de</strong> la opinión que Strawbridge predicó antes que Embury, en<br />

el sur <strong>de</strong> los Estados Unidos, empero nunca pudo establecerse con certeza tal cosa y<br />

así comparten la gloria <strong>de</strong> haber sido ambos los primeros en diseminar el avivamiento<br />

meto­dista en tierras americanas. Lo cierto es que Strawbridge convirtióse más tar<strong>de</strong><br />

que Embury, igualmente por la predicación <strong>de</strong> Juan Wesley en 1758.<br />

No hay noticias ciertas cuanto a la fecha <strong>de</strong> su nacimiento. Estable­cióse en las<br />

colonias americanas en un lugar llamado "Sam's Creek", en Maryland, e hizo <strong>de</strong> su<br />

casa un san­tuario para todos sus vecinos, continuando así su vocación <strong>de</strong> predicador


ya ejercida en Irlanda. Pronto la casa hízose pequeña para recibir a los que venían a<br />

escuchar sus exposiciones y entonces construyó una capilla <strong>de</strong> troncos <strong>de</strong> árboles ("log<br />

house") en la cual <strong>de</strong>járonse aberturas para una puerta y tres ventanas, pero éstas<br />

nunca fueron colocadas. Sin embargo instalóse un púlpito, pues se sabe que <strong>de</strong>bajo<br />

<strong>de</strong>l mismo fueron sepultados dos <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Strawbridge.<br />

El interés por la religión propagóse tanto en esa re­gión que para aten<strong>de</strong>r a todas las<br />

<strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> predi­cación, faltóle, el tiempo a Strawbridge para aten<strong>de</strong>r sus intereses<br />

particulares y comenzó a <strong>de</strong>scuidar sus campos con la consecuencia que sus cosechas<br />

ya no bastaban para el sostén <strong>de</strong> su familia. Ante ese hecho reunió a sus vecinos y<br />

díjoles: "Si uste<strong>de</strong>s <strong>de</strong>sean que les predique el Evangelio tendrán que cultivar también<br />

mis tierras, pues yo no puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo".<br />

Los vecinos se comprometieron a ha­cerla y así pudo exten<strong>de</strong>r su campo <strong>de</strong> acción. Se<br />

le reconoce como el que estableció primeramente la obra: metodista en las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

Baltimore y Hartford. Evi<strong>de</strong>ntemente que aprovechó muchos <strong>de</strong> los frutos <strong>de</strong>­jados por<br />

la predicación <strong>de</strong> Whitefield. Como alguien dijo muy gráficamente: "El recogió los frutos<br />

que Whitefield sacudiera <strong>de</strong> las ramas". Tuvo la distinción <strong>de</strong> ser instrumento para la<br />

conversión <strong>de</strong> Ricardo Owen, el primer predicador metodista que viera la luz en<br />

América.<br />

Strawbridge era <strong>de</strong> espíritu in<strong>de</strong>pendiente. Sometióse muy a regañadientes a la<br />

dirección <strong>de</strong> Asbury y fue uno <strong>de</strong> los pocos que no obe<strong>de</strong>cieron sus ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> no<br />

administrar los sacramentos. Hallaba que en vista <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> pastores or<strong>de</strong>nados,<br />

cualquier cristiano que estuviera al frente <strong>de</strong> una congregación, por la gracia <strong>de</strong> Dios<br />

estaba en condiciones <strong>de</strong> hacerla. Debido a esto entró más <strong>de</strong> una vez en controversia<br />

con Asbury y anduvo distanciado y separado por mucho tiempo <strong>de</strong> él.<br />

Su ministerio tuvo un largo período <strong>de</strong> veintiún años. Falleció en 1781 cerca <strong>de</strong><br />

Baltimore. Ricardo Owen predicó el sermón en memoria <strong>de</strong> aquél que le llevara a<br />

Cristo. Comentando acerca <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> su minis­terio, W. C. Barclay asevera:<br />

"Si un hombre pue<strong>de</strong> ser juzgado por el fruto <strong>de</strong> sus labores, Roberto Strawbridge<br />

sirvió la causa <strong>de</strong> Dios con tanta eficacia hasta la época <strong>de</strong> su muerte como cualquiera<br />

<strong>de</strong> los predicadores primi­tivos <strong>de</strong>l metodismo. La influencia personal <strong>de</strong> ningún otro<br />

abarcó un campo más vasto y afectó vitalmente más gente que la <strong>de</strong> él.<br />

Al tiempo <strong>de</strong> su muerte aproximadamente cuatro quintos <strong>de</strong> to­dos los miembros <strong>de</strong> las<br />

socieda<strong>de</strong>s metodistas esta­ban en Maryland y hacia el sur don<strong>de</strong> su influencia se<br />

había extendido mayormente." (1)<br />

Y otro historiador contemporáneo, William W. Sweet, dice en su libro "La Religión en la<br />

Frontera Americana":<br />

"Strawbridge a<strong>de</strong>lantóse a su tiempo y él pue<strong>de</strong> muy bien ser llamado "el primer<br />

verda<strong>de</strong>ro adalid <strong>de</strong>l metodismo americano'." (2)<br />

CAPITÁN WEBB<br />

Ya mencionamos el hecho <strong>de</strong> que un tal Capitán Webb figuraba a la cabeza <strong>de</strong> la lista<br />

<strong>de</strong> contribuyen­tes, que se comprometieron por la construcción <strong>de</strong> la primera capilla<br />

metodista en Nueva York. Ciertamente pocas figuras históricas existen en el seno <strong>de</strong>l<br />

meto­dismo más interesantes que la <strong>de</strong> este viejo militar. Pertenecía a las milicias<br />

inglesas, perdiendo el ojo <strong>de</strong>re­cho en una refriega y resultando herido en el brazo<br />

<strong>de</strong>recho en otra.


En 1765 escuchó a Wesley en Bristol y unióse allí a la sociedad metodista. Poco<br />

tiempo <strong>de</strong>s­pués, concediósele licencia <strong>de</strong> predicador local. Wesley dijo <strong>de</strong> él: "Es un<br />

hombre <strong>de</strong> fuego y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios continuamente acompaña .a su palabra". No era<br />

sola­mente Wesley el que tenía una alta opinión <strong>de</strong> este militar-predicador, sino que<br />

otra autoridad en asuntos metodistas escribió <strong>de</strong>l Capitán lo que sigue:<br />

"La gente veía en su rostro al guerrero y escu­chaba en su voz al misionero. Bajo la<br />

influencia <strong>de</strong> su santa elocuencia la gente temblaba y lloraba, rindiéndose bajo el po<strong>de</strong>r<br />

extraordinario <strong>de</strong> su pa­labra." (3)<br />

Era el suyo un talento natural, aunque fuese hombre <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rable inteligencia. Leía<br />

bastante y conocía mucho a los hombres por el contacto que con ellos ha­bía tenido en<br />

su carrera militar. Llegó a leer su Nuevo Testamento en griego y el ejemplar que en esa<br />

lengua usaba, es aún una <strong>de</strong> las reliquias más preciosas que se conservan en América.<br />

Fue a América <strong>de</strong>l Norte para servir en la ciudad <strong>de</strong> Albany, Nueva York, unos tres<br />

años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su conversión. Al llegar, continuó con su costumbre <strong>de</strong> tener el culto<br />

familiar en su casa, cosa que llamó la atención <strong>de</strong> sus vecinos y más todavía por ser él<br />

un militar. Esa costumbre creó en ellos interés por cono­cer la naturaleza <strong>de</strong> la religión<br />

que esa familia profe­saba y así muchos pidieron que se les admitiera a esas reuniones<br />

familiares.<br />

Pronto formóse un grupo en su casa que se reunía periódicamente para oración y<br />

me­ditación. Mientras tanto el Capitán tuvo noticias <strong>de</strong> las reuniones que Embury dirigía<br />

en Nueva York y resolvió ir hasta allí para ver <strong>de</strong> lo que se trataba.<br />

Fue memorable esa primera visita a la congregación metodista <strong>de</strong> esa ciudad. Llegó<br />

cuando el culto ya había empezado y sentóse entre la congregación con la espada en<br />

su flanco. Los hermanos al ver la presencia <strong>de</strong> ese militar lleváronse no pequeño<br />

susto,. pues pensaron que vendría para interferir en sus reuniones y cerrarles el local.<br />

Embury mismo no se sintió muy cómodo en el púlpito con ese extraño militar ante sí y<br />

que le acom­pañaba con mucho interés, mirándole fijo con ese sólo ojo que tenía.<br />

Cuando terminó su sermón, como era costumbre en ese entonces, Embury preguntó si<br />

alguien sentíase movido por el Espíritu como .para <strong>de</strong>cir alguna palabra <strong>de</strong> exhortación.<br />

A esa invitación levantóse el Capitán, quien ocupó el púlpito y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> colocar su<br />

espada sobre él dijo: "Hermanos, yo también soy metodista". Po<strong>de</strong>mos imaginamos el<br />

suspiro <strong>de</strong> alivio y la alegría que brotó <strong>de</strong> todos los pechos al saber que tenían en él<br />

otro hermano y con quien podían contar para el afianzamiento <strong>de</strong> la causa. Realmente<br />

vino a ser una columna fuerte <strong>de</strong> esa congregación y el que contribuyó más que<br />

ninguno para que se levantara esa primera capilla en Nueva York, para lo que reunió<br />

mu­cho <strong>de</strong>l dinero necesario.<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ese encuentro se jubiló y se estableció con su familia en una<br />

isla <strong>de</strong> Nueva York, llamada Long Island, en la localidad <strong>de</strong> Jamaica, don<strong>de</strong> pronto<br />

formó una sociedad. Ahora que ya no tenía obligaciones con el ejército, entregóse<br />

enteramente a la predicación y extendió sus labores por toda la isla, yendo más allá<br />

hasta Nueva Jersey, Delaware, Maryland y Pensilvania. Pronto la fama <strong>de</strong> sus<br />

predicaciones tras­cendió y se afirmó. En la ciudad <strong>de</strong> Fila<strong>de</strong>lfia fundó una sociedad<br />

con siete miembros, quienes constituyeron el núcleo inicial <strong>de</strong> 10 que es todavía la<br />

congregación <strong>de</strong> San Jorge.<br />

Al igual que en Nueva York, interesóse para que la sociedad tuviese su propio local <strong>de</strong><br />

cultos y, en consecuencia, empeñóse para que en 1769 se adquiriera y concluyera un<br />

edificio que pertenecía a una congre­gación reformada alemana parcialmente<br />

constituida. Ese templo modificado y reconstruido en partes se usa toda­vía, siendo


consi<strong>de</strong>rado el templo metodista en constante uso y el más antiguo <strong>de</strong> América <strong>de</strong>l<br />

Norte. En esa ciu­dad y a fines <strong>de</strong> 1769 dio la bienvenida a dos <strong>de</strong> los; misioneros que<br />

vinieron <strong>de</strong> Inglaterra, enviados por Juan Wesley y la Conferencia Anual: Boardman y<br />

Pilmoor, aunque éstos no fueran los que él pidiera. Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> llegar, Pilmoor<br />

escribió a Wesley este testimonio <strong>de</strong> la obra llevada a cabo por Webb y sus resultados:<br />

"Gran<strong>de</strong> fue la sorpresa al encontrar al Capitán Webb en la ciudad y una sociedad <strong>de</strong><br />

cerca <strong>de</strong> cien miembros, que <strong>de</strong>seaban estar en estrecha relación con usted. "De parte<br />

<strong>de</strong> Jehová es esto: es maravilla en nuestros ojos". He predicado diversas veces y la<br />

gente acu<strong>de</strong> en multitu<strong>de</strong>s para escuchar. La noche <strong>de</strong>l domingo salí al raso. Tuve por<br />

púlpito la plata­forma que se usa para las carreras <strong>de</strong> caballo y creo que entre cuatro y<br />

cinco mil oyentes escucharon en profundo silencio. ¡Bendito sea Dios, por la<br />

predi­cación al aire libre! Al principio cuando hablé <strong>de</strong> predicar a las cinco <strong>de</strong> la mañana<br />

la gente pensó que eso no tendría éxito en América, sin embargo resolví experimentar<br />

y tuve una buena congregación." (4)<br />

En 1772 fue a Inglaterra y compareció ante la Confe­rencia reunida en la ciudad <strong>de</strong><br />

Leeds, la que, a raíz <strong>de</strong> una conmovedora apelación suya, envió otros dos misio­neros<br />

a América (los ya mencionados Rankin y Shadford). Y retornó al Nuevo Mundo con<br />

ellos. Uno <strong>de</strong> los docu­mentos que nos revela el espíritu aventurero <strong>de</strong> la obra<br />

misionera <strong>de</strong> aquel entonces, consiste en una cartita que Juan Wesley escribió a<br />

Shadford, cuando le avisó que había llegado el momento <strong>de</strong> partir. Aquí la<br />

transcribimos:<br />

"Querido Jorge, la ocasión ha llegado para que te embarques para América. Deberás<br />

<strong>de</strong>jar a Bristol, don<strong>de</strong> te encontrarás con Tomás Rankin y el Capi­tán Webb y su<br />

esposa. Déjote libre, Jorge, en el gran continente <strong>de</strong> América. Publica tu mensaje bajo<br />

la luz <strong>de</strong>l sol y haz todo el bien que puedas. Querido Jorge, quedo afectuosamente<br />

tuyo." (5)<br />

Pasó algún tiempo más ayudando en la obra <strong>de</strong> evan­gelización en América Y <strong>de</strong>spués<br />

volvió a Inglaterra don<strong>de</strong> continuó su obra <strong>de</strong> evangelización, siempre como laico.<br />

Murió en el mismo lugar don<strong>de</strong> había conocido a Cristo, en la ciudad <strong>de</strong> Bristol el 20 <strong>de</strong><br />

diciembre <strong>de</strong> 1796, a la edad <strong>de</strong> 72 años. Un contemporáneo suyo dice que hasta el fin<br />

<strong>de</strong> su vida Webb conservó gran vitalidad y que a los 70 años más bien parecía tener<br />

55. Un pre­dicador que le acompañara en sus últimos días relata así su <strong>de</strong>ceso:<br />

"Miércoles, diciembre 21. Anoche, cerca <strong>de</strong> las 11, el Capitán Webb repentinamente<br />

entró "en el gozo <strong>de</strong>l Señor. Participó <strong>de</strong> la cena y retiróse a <strong>de</strong>scansar cerca <strong>de</strong> las<br />

diez, sintiéndose bien. En menos <strong>de</strong> una hora su espíritu <strong>de</strong>jó la envoltura <strong>de</strong> barro<br />

para entrar en los reinos <strong>de</strong> la eterna felicidad. Tenía el presentimiento <strong>de</strong> que<br />

cambiaría <strong>de</strong> mundo durante el presente año y que su partida sería repentina." (6)<br />

En Bristol" ayudó a levantar la capilla <strong>de</strong> la calle Pórtland bajo cuyo altar fueron<br />

sepultados sus restos. Probablemente el mayor tributo que jamás se le brin­dara a este<br />

soldado-predicador fue el <strong>de</strong>l Sr. Juan Adam., quien llegó a ser uno <strong>de</strong> los presi<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> los Estados Unidos. Este le escuchó en Fila<strong>de</strong>lfia y <strong>de</strong>spués lo <strong>de</strong>s­cribió así: "El<br />

viejo soldado es uno <strong>de</strong> los hombres más elocuentes que yo jamás haya escuchado. El<br />

sabe <strong>de</strong>spertar la imaginación y emocionar mucho, expresándose con propiedad." (7)<br />

ROBERTO WILLIAMS<br />

Una <strong>de</strong> las vidas más novelescas que se registran en la historia <strong>de</strong>l metodismo<br />

americano, entre los predicado­res laicos, fue sin duda alguna la <strong>de</strong> Roberto Williams.<br />

Fue el primer predicador itinerante que llegó a la Amé­rica <strong>de</strong>l Norte antes que viniesen


los que, en 1769, la Conferencia Anual resolvió enviar. Arribó a Nueva York en agosto<br />

<strong>de</strong> 1769, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Irlanda.<br />

En la primavera <strong>de</strong> ese año, habiendo llegado noticias <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Embury y <strong>de</strong> la<br />

necesidad que éste tenía <strong>de</strong> que alguien le asis­tiera, ofrecióse a Wesley. Parece que<br />

éste no <strong>de</strong>mostró mucho interés y la razón principal habría sido el hecho <strong>de</strong> que<br />

Williams criticara ásperamente en público a clé­rigos <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana. Y esto<br />

disgustó a Wesley, quien se oponía a que se hicieran comentarios contra el clero<br />

oficial, aun cuando éste lo hubiera merecido. Final­mente, ante su insistencia casi<br />

impertinente accedió a que fuese, siempre que el mismo se hiciese cargo <strong>de</strong> los gastos<br />

<strong>de</strong> viaje y con la condición <strong>de</strong> que se colocara a las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> los misioneros que<br />

serían enviados más tar<strong>de</strong> por la Conferencia.<br />

Era hombre <strong>de</strong> mucha iniciativa y ya había predicado por tres años en Irlanda, eso<br />

granjeóle muchos amigos y entre ellos contábase un tal señor Ashton, un laico<br />

meto­dista <strong>de</strong> Dublín. Este no sólo ofreció pagarle el pasaje sino que a la vez prometió<br />

acompañarle hasta Nueva York. Ante esa estupenda promesa <strong>de</strong>l amigo, vendió su<br />

caballo para pagar las <strong>de</strong>udas y emprendió viaje a pie hasta Dublín, cargando las<br />

alforjas en su espalda, llevan­do un pan y una botella <strong>de</strong> leche.<br />

Dos meses antes que los misioneros regulares llegasen a América, Williams llegó con<br />

su amigo. Al <strong>de</strong>sembarcar no perdió tiempo, pues fue inmediatamente en busca <strong>de</strong><br />

Embury y ofrecióle sus servicios que, aceptados, continuaron hasta la llegada allí <strong>de</strong><br />

Boardman, uno <strong>de</strong> los dos misioneros regulares. No se quedó quieto en Nueva York,<br />

empezando a viajar en seguida tomado <strong>de</strong> la misma inquietud que Asbury. En verdad<br />

éste lo menciona muchas veces en su Diario, observando que lo encontraba aquí, allá<br />

y acullá, empe­llada en hacer obra <strong>de</strong> itinerante.<br />

Los mejores resultados los obtuvo en los estados <strong>de</strong> Maryland y Virginia. Se le<br />

consi<strong>de</strong>ra como el que introdujo y estableció el metodismo en este último estado. Fue<br />

constante en su minis­terio itinerante hasta que al casarse se localizó.<br />

Una <strong>de</strong> las cosas que distinguieron a este obrero con­sistió en el hecho <strong>de</strong> que fue el<br />

primer metodista que publicó y distribuyó libros en América. Por ese entonces no era<br />

permitido a ningún predicador publicar libros a no ser con licencia expresa <strong>de</strong> Juan<br />

Wesley. Mas Wi­lliams no se atuvo a esta restricción y publicó tratados, sermones y<br />

libros, evi<strong>de</strong>ntemente afrontando él mismo los riesgos <strong>de</strong> la empresa.<br />

Todo ese material lo distribuía profusamente en sus viajes, llevándolo en sus alforjas.<br />

Jesse Lee, uno <strong>de</strong> los más renombrados y eminentes pre­dicadores metodistas <strong>de</strong><br />

fines <strong>de</strong> ese siglo y quien fuera convertido bajo su ministerio, escribió:<br />

"Roberto Williams reimprimió muchos libros <strong>de</strong>l señor Wesley y los <strong>de</strong>sparramó a lo<br />

largo <strong>de</strong>l país, para gran ventaja <strong>de</strong> la religión. Los sermones que él imprimió en<br />

pequeño formato e hizo circular entre el público tuvieron un gran efecto y dieron al<br />

pue­blo luz y comprensión acerca <strong>de</strong> la naturaleza <strong>de</strong>l nuevo nacimiento y <strong>de</strong>l plan <strong>de</strong><br />

salvación. Y así, hubo oportunidad en muchos lugares para que nuestros predicadores<br />

fuesen invitados a predicar don<strong>de</strong> nunca habían estado antes." (8)<br />

Esta actividad irritó a Juan Wesley cuando supo <strong>de</strong> esas publicaciones en América y<br />

escribió una carta a Asbury para que tomase cartas en el asunto, indicándole que no<br />

permitiera publicar cualquier otro libro sin su consentimiento. A la vez escribió a<br />

Williams en el mismo sentido. Sin embargo hasta el año 1773 por lo menos, él continuó<br />

<strong>de</strong>sconociendo la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Wesley, por lo que en la Conferencia <strong>de</strong> predicadores, que<br />

se llevó a cabo en América en ese año, y probablemente obe<strong>de</strong>ciendo a ór<strong>de</strong>nes<br />

recibidas <strong>de</strong> Wesley, púsose en las actas <strong>de</strong> la Conferencia lo siguiente: "Ninguno <strong>de</strong>


los predicadores podrá reimprimir cualquiera <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong>l señor Wesley sin su<br />

licencia (cuando ésta pue<strong>de</strong> ser obtenida) y sin el consentimiento <strong>de</strong> sus hermanos".<br />

También aclaraban que Roberto Williams podía ven­<strong>de</strong>r los libros ya impresos, pero no<br />

se le permitiría imprimir otros a no ser que observara lo establecido por la Conferencia.<br />

Falleció el 26 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1775, no mucho <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse casado y<br />

localizado, en un lugar situado entre las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Suffolk y Norfolk, en Virginia. El<br />

viajó durante todo su ministerio como un simple predicador laico, pues nunca llegó a<br />

ser or<strong>de</strong>nado. Tuvo pues la distinción <strong>de</strong> ser el primer metodista itinerante en América,<br />

el primero en publicar literatura Y el pri­mero en casarse y ¡también el primero en morir!<br />

Terminaremos esta breve serie recordando un último ejemplo <strong>de</strong> estos hombres<br />

intrépidos y sin or<strong>de</strong>nación humana.<br />

JUAN KING<br />

Nació en Inglaterra en 1746. También como Roberto Williams se embarcó para<br />

América <strong>de</strong> manera irregular (esto es, sin ser enviado por la Conferencia Anual).<br />

Convirtióse como tantos otros, bajo la predicación <strong>de</strong> Juan Wesley. Educóse en Oxford<br />

y en una escuela <strong>de</strong> medicina <strong>de</strong> Londres, <strong>de</strong> la cual recibió su diploma <strong>de</strong> doctor. Su<br />

padre airóse mucho cuando él se convirtió y se adhirió al movimiento metodista,<br />

amenazándole con <strong>de</strong>sheredarlo si insistía en quedarse unido a ese grupo <strong>de</strong><br />

"entusiastas".<br />

Juan no <strong>de</strong>sistió Y el padre cumplió con su palabra <strong>de</strong>sheredándolo. Sin embargo, él<br />

no se <strong>de</strong>jó vencer por el <strong>de</strong>saliento y prosiguió en su intento, saliendo fortalecido <strong>de</strong> la<br />

prueba. Ahora estaba conven­cido más qt!c nunca <strong>de</strong> que Dios le llamaba a predicar.<br />

El nombre <strong>de</strong> Juan King aparece en la lista <strong>de</strong> los cuatro predicadores nombrados para<br />

América en el año 1770, parla Conferencia Anual <strong>de</strong> Inglaterra, aunque sólo dos lo<br />

habían sido oficialmente en 1769. King, como Williams, vino por su propia cuenta,<br />

probable­mente con el consentimiento personal <strong>de</strong> Wesley.<br />

Llegó a América en 1769, poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Boardman y Pil­moor y se presentó<br />

inmediatamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> llegar. Mas como no tenía ninguna cre<strong>de</strong>ncial oficial,<br />

Pilmoor lo rechazó con <strong>de</strong>saire. El joven, sin embargo, no per­dió sus bríos y predicó lo<br />

mismo sin permiso, pues en él clamaba el grito <strong>de</strong>l Apóstol: "¡Ay <strong>de</strong> mí si yo no<br />

predicare el Evangelio!"<br />

Fue al cementerio y predicó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los sepulcros a los pobres su primer sermón en<br />

América. Los que le escucharon suplicaron a Pilmoor que le permitiese predicar ante la<br />

sociedad metodista. Finalmente se le concedió licencia <strong>de</strong> predicador y fue a<br />

Wilmington, Delaware, a anunciar la Palabra y <strong>de</strong> ahí pasó a Maryland don<strong>de</strong><br />

Strawbridge le recibió jubi­losamente.<br />

Parece que él fue el primer predicador itinerante en llegar a la ciudad <strong>de</strong> Baltimore (era<br />

sólo local, aunque itineraba mucho) y que su primer sermón lo predicó en la esquina <strong>de</strong><br />

una calle <strong>de</strong> pie sobre el yunque <strong>de</strong> un herrero y el segundo en otra esquina sobre una<br />

mesa. El rector <strong>de</strong>. la Iglesia Anglicana <strong>de</strong> San Pablo lo invitó a predicar, pero no<br />

volvería a ha­cerlo, pues según el testimonio <strong>de</strong> alguien que lo escu­chó "hizo volar el<br />

polvo <strong>de</strong> los viejos almohadones <strong>de</strong> terciopelo".<br />

Hasta 1777 su nombre aparece en la lista <strong>de</strong> predi­cadores itinerantes juntamente con<br />

los <strong>de</strong>más y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>saparece. Mientras estuvo, fue nombrado para circuitos en las<br />

regiones <strong>de</strong> Nueva Jersey, Virginia, Nueva York y Carolina <strong>de</strong>l Norte. Cesó en la<br />

itinerancia en ese año, porque se casó.


Compró casa en Louisburgo en Carolina <strong>de</strong>l Norte don<strong>de</strong> ejerció la medicina,<br />

conti­nuando sin embargo en la categoría <strong>de</strong> predicador local, en la que continuó hasta<br />

su muerte en 1795. Aunque nunca llegó a recibir or<strong>de</strong>nación y fue siempre en ver­dad<br />

un predicador laico itinerante, dos <strong>de</strong> sus hijos, llamados Juan Wesley y Guillermo<br />

Fletcher, llegaron a ser predicadores metodistas or<strong>de</strong>nados y los otros cuatro hijos que<br />

tuvo fueron todos miembros <strong>de</strong> la Iglesia.<br />

El nombre <strong>de</strong> Juan King será siempre recordado como uno <strong>de</strong> los adali<strong>de</strong>s metodistas<br />

<strong>de</strong> América <strong>de</strong>l Norte y conservado merecidamente en su registro <strong>de</strong> honor. Fue una <strong>de</strong><br />

los cuatro predicadores metodistas llegados <strong>de</strong> Inglaterra, que durante la revolución <strong>de</strong><br />

la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia resolvieron quedarse para trabajar y mo­rir allí. (Los otros tres fueron<br />

Asbury, Williams y Dempster). Murió en New Berne, Virginia, durante una visita que<br />

hiciera allí, pero se le sepultó en el partido <strong>de</strong> Wake en Carolina <strong>de</strong>l Norte don<strong>de</strong> vivía<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1789.<br />

Nos gustaría hablar <strong>de</strong> otros laicos <strong>de</strong> la misma categoría, quienes fueron "punta <strong>de</strong><br />

lanza" en el estable­cimiento <strong>de</strong> la obra metodista en muchos otros lugares <strong>de</strong> la tierra,<br />

como en Antigua, Nova Escocia, Canadá y África.<br />

Pero estas páginas se exce<strong>de</strong>n ya <strong>de</strong>l limite que nos habíamos propuesto y tendremos<br />

que concluir aquí con nuestra lista, la que nos da realmente una muy pálida i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la<br />

legión inmensa <strong>de</strong> hombres y mujeres <strong>de</strong> estos quilates y cuyo número sobrepasó en<br />

mucho la <strong>de</strong> los que salieron a predicar con ór<strong>de</strong>nes eclesiásticas.<br />

La mayoría <strong>de</strong> ellos trabajaron heroica y noblemente en la sombra; la historia registra<br />

muy pocos <strong>de</strong> sus nombres. Solamente Dios sabe cuántos fueron y cuánto trabajo<br />

llevaron a cabo empujados por su Espí­ritu.<br />

Ciertamente lo <strong>de</strong> ser recordado por los hombres tiene valor muy relativo. Lo<br />

importante será que sus nombres y los nuestros estén en la memoria <strong>de</strong> Dios y<br />

registrados para siempre en el Libro <strong>de</strong> la Vida.<br />

--------------------------------------------------------------<br />

(1) Op. Cit. Vol. I, pág. 41.<br />

(2) Pág. 36.<br />

(3) Citado por Stevens, Abel, en "American Methodist His­tory", Vol. 1, pág. 61.<br />

(4) Citado por McTyeire, H. N., Op. Cit., pág. 279.<br />

(5) "Cartas", año 1773.<br />

(6) Stevens, A., "History of Methodisrn ", Vol. III, pág. 99.<br />

(7) McTyeire, Op. Cit., pág. 264.<br />

(8) Citado por Barclay, W. O., Op. Cit., Vol. 1, pág. 32.


CAPÍTULO DUODÉCIMO.<br />

DESTELLOS INEXTINGUIBLES<br />

"No anhelamos morar en .túmulos,<br />

Ni en oscuras monásticas celdas,<br />

Relegados por votos y barrotes;<br />

A todos, libremente, nos ofrecemos,<br />

Constreñidos por el amor <strong>de</strong> Jesús,<br />

A vivir cuales siervos <strong>de</strong> la humanidad".<br />

Carlos Wesley.<br />

Probablemente haya aquellos que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber; leído<br />

las páginas que antece<strong>de</strong>n, exclamen: "¡Pero en aquellos<br />

tiempos había gigantes en la tierra!" De que ellos fueron<br />

gigantes en el or<strong>de</strong>n moral y espiritual, no nos cabe duda,<br />

pero sí ponemos en duda <strong>de</strong> que esa estir­pe <strong>de</strong> gente sólo<br />

hubiese podido existir en "aquellos tiempos".<br />

Si analizáramos íntimamente la vida, el ser, las posibilida<strong>de</strong>s<br />

y el medio ambiente en que actuaron, amén <strong>de</strong> otros<br />

<strong>de</strong>talles, <strong>de</strong>scubriríamos que eran hombres y mujeres <strong>de</strong><br />

carne y hueso como nosotros, quienes vivie­ron sin duda<br />

alguna en épocas y circunstancias mucho menos favorables<br />

que las nuestras.<br />

El Dios que ellos ado­raban y por quien vivieron y murieron,<br />

es el mismo Dios. y el Salvador, <strong>de</strong> quien recibieron<br />

re<strong>de</strong>nción y gracia, es todavía el mismo, en el <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>l<br />

escritor <strong>de</strong> la carta a los Hebreos, "ayer, hoy y para siempre".<br />

El principal instru­mento <strong>de</strong> inspiración y trabajo es todavía el mismo: las Sagradas Escrituras.<br />

El pueblo, en el medio <strong>de</strong>l cual vivimos y actuamos, salvada la apariencia exterior y el lustre <strong>de</strong><br />

una civilización agraciada por los a<strong>de</strong>lantos téc­nicos <strong>de</strong> la ciencia, es el mismo pueblo que<br />

enfrenta, cada día, vida y muerte, tristezas y alegrías, pasiones y esperanzas, <strong>de</strong>silusiones y<br />

ensueños, sed <strong>de</strong> integración y eternidad e inquietud por permanencia y estabilidad.<br />

Esos personajes que pasamos en revista no eran todos ellos sabios, no. eran todos ellos<br />

ignorantes. Algunos, y por cierto la mayoría <strong>de</strong> los lí<strong>de</strong>res, recibieron la mejor educación<br />

posible en esa edad: pisaron los atrios uni­versitarios; casi todos ellos recogieron honores;<br />

fueron oradores <strong>de</strong> alto vuelo; se co<strong>de</strong>aron con los gran<strong>de</strong>s y sus nombres quedaron<br />

registrados en la historia entre aquellos que alcanzaron mérito ante los hombres y gra­cia ante<br />

Dios.<br />

Otros fueron humil<strong>de</strong>s, en cuanto a letras humanas y a veces completamente ignorantes, <strong>de</strong> la<br />

misma compañía <strong>de</strong> la que formaron parte los pescadores <strong>de</strong>l Mar <strong>de</strong> Galilea que<br />

acompañaron a Jesús en los prístinos días <strong>de</strong>l Evangelio. No pocos <strong>de</strong> éstos vinieron <strong>de</strong> las<br />

capas más humil<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la sociedad, don<strong>de</strong> las luces <strong>de</strong>l intelecto eran escasas <strong>de</strong>bido al<br />

apremio por ganarse el pan <strong>de</strong> cada día y a la preocupación constante por la falta <strong>de</strong> las cosas<br />

más necesarias a una vida normal y <strong>de</strong>cente.<br />

Pasamos por toda la gama <strong>de</strong> las posibilida<strong>de</strong>s intelectuales, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que está en el pináculo<br />

<strong>de</strong> la sabiduría humana hasta aquel que está sumergido en la' más <strong>de</strong>primente ignorancia. Sin<br />

embargo, vemos que todos ellos recibieron en un momento dado o a través <strong>de</strong> alguna<br />

contingencia inesperada o por una búsqueda porfiada y agonizante, la luz que ilumina el alma y<br />

que la hace ascen<strong>de</strong>r a los pináculos <strong>de</strong> las mejores alturas y arranca <strong>de</strong>l fango a los que<br />

caminan por valles <strong>de</strong> som­bra y miseria.


Tampoco fueron lo que fueron por pertenecer, por lo visto, a una sola clase, la clase <strong>de</strong> los<br />

privilegiados o <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sprotegidos. En esta nuestra "Extraña Estirpe <strong>de</strong> Audaces”<br />

encontramos a teólogos, nobles, hacendados, médicos, abogados, artesanos, soldados,<br />

agricultores, maestros, amas <strong>de</strong> casa y sirvientes, todos ellos pasan ante nuestra vista<br />

poseídos por una misma y profunda pasión, yendo en busca <strong>de</strong> un mismo blanco y bregando<br />

en el mismo afán <strong>de</strong> superación y abnegación para encontrar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la vocación común -<br />

que las distinciones humanas nada son - que lo que vale es lo que llevamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

nosotros, esa <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> sintonizar nuestro yo pequeño e insignificante con el gran Yo <strong>de</strong>l<br />

universo.<br />

Tampoco lo fueron porque pertenecieron a una <strong>de</strong>ter­minada escuela teológica. Algunos que<br />

eran teólogos, <strong>de</strong>scartaron su teología formal y tradicional. Otros nunca supieron <strong>de</strong> ella, ni se<br />

preocuparon por adquirirla <strong>de</strong> una manera sistemática, ni vinieron a constituir una nueva<br />

escuela teológica. Sus doctrinas y sus creencias son comunes a uno y otro grupo <strong>de</strong> cristianos.<br />

No <strong>de</strong>scubrie­ron nada nuevo u original o superior a lo que ya se sabía en el terreno <strong>de</strong> los<br />

conocimientos <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> Dios. Solamente dieron énfasis a ciertos conceptos teológicos y<br />

bíblicos <strong>de</strong>susados, olvidados o <strong>de</strong>spreciados por conve­niencias <strong>de</strong>l momento o para "cubrir<br />

una multitud <strong>de</strong> pecados" o por inercia para no salir <strong>de</strong>l "statu quo" o por temor a lo que<br />

pudiese <strong>de</strong>cirse o por no ofen<strong>de</strong>r a los que vivían en libertinaje.<br />

El movimiento metodista nunca distinguióse por su teología. Como lo dijimos al principio no ha<br />

sido una nueva doctrina, sino una nueva vida, un esforzarse por encarnar el espíritu <strong>de</strong> Cristo,<br />

que en el <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>l apóstol Pablo, es "tener el mismo sentir que hubo también en Cristo”.<br />

Tampoco lo fueron por querer formar una <strong>de</strong>nomina­ción con un gobierno eclesiástico más<br />

novedoso o un ministerio distinto. La forma <strong>de</strong>nominacional que toma­ría más tar<strong>de</strong> el<br />

movimiento, por diversos factores (algu­nos <strong>de</strong> los cuales fueron mencionados) fue tan<br />

solamente acci<strong>de</strong>ntal y <strong>de</strong> valor secundario.<br />

El movimiento encon­tró <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus comienzos la hostilidad y animosidad <strong>de</strong> los eclesiásticos<br />

responsables y así en lugar <strong>de</strong> operar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong> la Iglesia, tuvo que imponerse al<br />

margen <strong>de</strong> ella, con contadas excepciones. Igualmente como aconteciera con los otros<br />

movimientos <strong>de</strong> reforma en el curso <strong>de</strong> la historia.<br />

Fue un movimiento <strong>de</strong>l Espíritu por el espíritu, <strong>de</strong> la gracia divina operando en recipientes<br />

sensibles a su llamado, <strong>de</strong> la pasión <strong>de</strong> Cristo manifestándose en seres conscientes <strong>de</strong> la<br />

gran<strong>de</strong>za y per­manencia <strong>de</strong> las cosas espirituales. Juan Wesley en verdad formó socieda<strong>de</strong>s,<br />

pero esas socieda<strong>de</strong>s no eran iglesias y <strong>de</strong>bían tener sus reuniones en períodos distintos a las<br />

horas en que las iglesias celebraban sus cultos.<br />

Los mi­nistros que ministraban en ellas eran ministros que pertenecían a otras iglesias y los<br />

llamados "predicadores irregulares", itinerantes o locales, eran en la mente <strong>de</strong> Juan Wesley tan<br />

solamente coadjutores <strong>de</strong> un ministerio regular. Whitefield, por su parte, nunca preocupóse ni<br />

siquiera <strong>de</strong> reunir en alguna forma aquellos a quienes alcanzó con su palabra.<br />

Fueron otros, juntamente con la con<strong>de</strong>sa Huntingdon, quienes trataron <strong>de</strong> darle forma <strong>de</strong><br />

permanencia a sus labores <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la idiosincrasia pre<strong>de</strong>stinataria y sólo ante la negativa <strong>de</strong><br />

los clérigos <strong>de</strong> la Iglesia Oficial <strong>de</strong> incorporar el movimiento <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la misma.<br />

Desafortunadamente el movimiento <strong>de</strong>sembocó en <strong>de</strong>nominacionalismo y por esto tal vez haya<br />

perdido el empuje, el entusiasmo, la frescura y la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia que tenía en sus prístinos<br />

tiempos.<br />

¿Qué fue entonces lo que contribuyó para que los <strong>de</strong>stellos <strong>de</strong> esas personalida<strong>de</strong>s quedasen<br />

con reverbera­ciones inextinguibles? Trataremos <strong>de</strong> analizar, tan bre­vemente cuanto nos sea<br />

posible, esos elementos que transcien<strong>de</strong>n estados, clases, posiciones, conocimientos y<br />

tradiciones.<br />

1. En primer término estaba la convicción firme <strong>de</strong> que uno tenía que experimentar por sí<br />

mismo el perdón y el amor <strong>de</strong> Dios en Cristo. No bastaba que la Biblia y la Iglesia lo dijeran.<br />

Eso no daba seguridad a nadie. Cada uno presa <strong>de</strong> la angustia y la incertidumbre, <strong>de</strong>bía., por


sí mismo satisfacer la sed <strong>de</strong> estar en comunión con el Dios <strong>de</strong> la gracia y la misericordia,<br />

<strong>de</strong>bía sentirlo sin temerlo y adorarle sin temblar ante su presencia, sabiendo que el yo, "mi yo",<br />

tal cual uno lo siente ser, ha sido perdonado y rehecho por Dios, arrancado <strong>de</strong>l piélago <strong>de</strong> la<br />

muerte para vivir ante la esperanza <strong>de</strong> un mañana <strong>de</strong> inextinguible ventura junto a Dios.<br />

Aún en el caso <strong>de</strong> la elección, el recipiente <strong>de</strong> ella <strong>de</strong> alguna manera <strong>de</strong>be tener conciencia <strong>de</strong><br />

que Dios le ha elegido y <strong>de</strong> que por esa elección se convierte en vaso digno <strong>de</strong> la gracia. No<br />

que <strong>de</strong>ba hacer algo capaz <strong>de</strong> pagar la gracia <strong>de</strong> Dios, puesto que no tiene precio, sino <strong>de</strong><br />

correspon<strong>de</strong>r a la gracia con una vida que sea para "Su gloria".<br />

2. Seguíase a eso la convicción <strong>de</strong> que para perma­necer en el estado <strong>de</strong> salvación y gracia,<br />

era necesario que la dirección constante <strong>de</strong>l Espíritu Santo se manifes­tara en la vida <strong>de</strong>l<br />

individuo y la Iglesia. Su dirección es mucho más necesaria que la tradición y la costumbre,<br />

porque uno pue<strong>de</strong> seguir una y otra insensiblemente, sin que el corazón y la conciencia nada<br />

tengan que <strong>de</strong>cir y sentir.<br />

El Espíritu Santo es la acción continua <strong>de</strong> Dios en la' vida redimida <strong>de</strong>l individuo y la Iglesia. Es<br />

lo <strong>de</strong> Cristo, cuando dice: "Apartados <strong>de</strong> mí nada podéis hacer". Es lo <strong>de</strong>l pámpano que tiene<br />

que estar unido a la vid, para que produzca fruto y fruto permanente y abun­dante. El<br />

testimonio y la presencia <strong>de</strong>l Espíritu Santo no son tan solamente necesarios sino<br />

imprescindibles, el "sine qua non" en la vida <strong>de</strong>l creyente.<br />

3. Existía la convicción, por lo menos entre la mayoría <strong>de</strong> ese movimiento, <strong>de</strong> que cada<br />

persona está natu­ralmente, inevitablemente expuesta a la acción salvadora <strong>de</strong> Dios; esto es,<br />

que nadie está excluido <strong>de</strong> la posibilidad <strong>de</strong> convertirse <strong>de</strong> un hijo <strong>de</strong> las tinieblas en un hijo <strong>de</strong><br />

la luz. De un pecador a un hijo <strong>de</strong> Dios.<br />

Esta fue la "re-<strong>de</strong>mocratización" <strong>de</strong>l Evangelio, la apelación sobe­rana en esa extraordinaria<br />

cruzada que buscaba rescatar a los más <strong>de</strong>stituidos, ignorantes y abandonados al mar­gen <strong>de</strong><br />

los que consi<strong>de</strong>rábanse a sí mismos los "elegidos y privilegiados". La misericordia divina no<br />

tiene límites o favoritismos <strong>de</strong> cualquier especie o regiones don<strong>de</strong> se manifiesta más o menos.<br />

Si Juan Wesley podía <strong>de</strong>cir: "¡Mi parroquia es el mundo entero!", fue porque <strong>de</strong>scu­brió que<br />

primeramente esa parroquia <strong>de</strong>l mundo entero era parroquia <strong>de</strong> Dios, así como ya lo dijera<br />

Cristo a los fariseos <strong>de</strong> sus días cuando les contó las parábolas <strong>de</strong> la oveja, la moneda y el hijo<br />

perdido. ¿Qué diremos enton­ces <strong>de</strong> aquellos que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l movimiento creían en la elección<br />

divina?<br />

Ya dijimos cómo Whitefield, en teología pensaba como pre<strong>de</strong>stinatario, mas en su obra <strong>de</strong><br />

evan­gelización actuaba como arminiano. A<strong>de</strong>más era creencia suya, y <strong>de</strong> aquellos que como<br />

él pensaban, que era menes­ter <strong>de</strong>spertar la conciencia <strong>de</strong> los elegidos, para que pudiesen<br />

aprovechar la anchura y la profundidad <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong> Dios aún en la tierra. De allí también la<br />

urgen­cia <strong>de</strong> la predicación en los que creían en la elección divina.<br />

4,. Las Sagradas Escrituras eran primeramente la Única base e instrumento para la salvación y<br />

luego su uso se relacionaba con el cultivo <strong>de</strong> la piedad cristiana. En todas partes este <strong>de</strong>spertar<br />

religioso era siempre seguido <strong>de</strong> un interés inmediato por un conocimiento más cabal <strong>de</strong> las<br />

Sagradas Escrituras en cuanto a su carác­ter <strong>de</strong>vocional e instructivo.<br />

De allí que se hiciese hincapié en la urgencia <strong>de</strong> su lectura, exposición y divulgación. Las<br />

predicaciones, los cultos familiares, las reuniones <strong>de</strong> oración y <strong>de</strong> profundización espiritual<br />

siempre se escudaban en el testimonio <strong>de</strong> las Escrituras y en su autoridad final en la<br />

<strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> la conducta. Esa búsqueda y exacta comprensión <strong>de</strong> las Escrituras<br />

<strong>de</strong>pendían <strong>de</strong> la iluminación <strong>de</strong>l Espíritu Santo, que según su enten<strong>de</strong>r era el único instrumento<br />

capaz <strong>de</strong> abrir el secreto <strong>de</strong> la sabiduría <strong>de</strong>l texto sagrado. Los predicadores itinerantes salían<br />

con sus alforjas repletas <strong>de</strong> Biblias, porciones <strong>de</strong> la misma y <strong>de</strong> libros que pudiesen ilustrar y<br />

aplicar su contenido.<br />

5. Existía en todos ellos la necesidad <strong>de</strong> una relación más íntima con Dios y la convicción <strong>de</strong><br />

que tenían que arrepentirse cabalmente <strong>de</strong> su pasado. Esa convicción llevaba a algunos <strong>de</strong><br />

ellos a un estado <strong>de</strong> profunda tris­teza y agonía por sentirse en una condición <strong>de</strong> absoluta


insuficiencia y rebeldía. Pero, cuando ese estado daba lugar a la convicción <strong>de</strong> que les había<br />

alcanzado el per­dón y el amor <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> acuerdo con el mensaje <strong>de</strong> las Sagradas Escrituras,<br />

entonces la congoja y la <strong>de</strong>sespera­ción transformábanse en alegría y jubiloso entusiasmo, que<br />

trascendían según los <strong>de</strong> afuera los límites <strong>de</strong> la "razón y la <strong>de</strong>cencia".<br />

Esto, empero, no <strong>de</strong>be extrañar a nadie puesto que también en el día <strong>de</strong> Pentecostés fueron<br />

tomados por gente "llena <strong>de</strong> mosto" los que recibieron la bendición <strong>de</strong>l Espíritu Santo y se<br />

<strong>de</strong>rramaron jubilosos por las calles <strong>de</strong> Jerusalén, dando expansión así a su alegría espiritual.<br />

Este estado <strong>de</strong> júbilo y entusiasmo era para ellos revelador <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra naturaleza <strong>de</strong> la<br />

religión cristiana, la que según el apóstol San Pablo <strong>de</strong>be manifestarse en "caridad, gozo, paz,<br />

tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza". El apóstol también coloca el<br />

gozo como uno <strong>de</strong> las primeras manifestaciones <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong>l Espíritu en la vida <strong>de</strong>l<br />

creyente.<br />

6. A<strong>de</strong>más tenían el sentido <strong>de</strong> la urgente responsa­bilidad por alcanzar a otros, en un esfuerzo<br />

a veces heroico y siempre porfiado. Tenían la misión <strong>de</strong>, colocar a las personas bajo la acción<br />

<strong>de</strong> la gracia divina y <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertar en ellas el apetito por las "cosas que no pere­cen".<br />

No que ellos se sintiesen ahora capaces por sí mismos <strong>de</strong> obrar la salvación <strong>de</strong> alguno, sino<br />

que por gratitud y reconocimiento se colocaban a las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Dios, para que los usase<br />

como instrumentos dóciles y eficientes en la salvación <strong>de</strong> otros, para que éstos<br />

expe­rimentasen el mismo sentir <strong>de</strong> júbilo espiritual que ellos habían experimentado y gozaban<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su personal encuentro con Cristo y su Evangelio.<br />

Era el "¡Ay <strong>de</strong> mí si no predicare el Evangelio!" el secreto <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que los empujaba aún<br />

cuando eran iletrados y <strong>de</strong>stituidos <strong>de</strong> bienes materiales, que brotaba irresistible, arrollador,<br />

impetuoso, inevitable y gozoso <strong>de</strong> cada alma redimida.<br />

7. En ese afán <strong>de</strong> apelación y propagación no tenían límites el sacrificio y la osadía. Ahora la<br />

vida que poseían, redimida en el amor sacrificial <strong>de</strong> Dios en Cristo, ya no les pertenecía sino<br />

que era propiedad <strong>de</strong> Dios. Hubiera sido pecado imperdonable conservada para uno mismo y<br />

gozada en secreto, a solas en la presencia <strong>de</strong> Dios.<br />

Ahora tenían que enfrentar, así como Cristo lo hiciera, todas las dificulta<strong>de</strong>s y la cruz, a fin <strong>de</strong><br />

que el Evangelio no fuera <strong>de</strong>tenido y pudiese gozar <strong>de</strong> vía libre hacia el corazón <strong>de</strong> cada ser<br />

humano. La salvación no era por lo tanto algo que uno tuviese el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> conservar<br />

avaramente para sí.<br />

Cuando uno está en posesión <strong>de</strong> la salvación plena no pue<strong>de</strong> sino compartida con otros para<br />

que aumente el número <strong>de</strong> los here<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios. De esa manera las dificulta<strong>de</strong>s,<br />

las barreras y las persecuciones transformábanse en urgente estímulo para proseguir en la<br />

brega y alcanzar en Cristo la victoria. Si alguien llegaba a per<strong>de</strong>r la vida en la lucha, en verdad<br />

no la perdía inútilmente, pues más valía pen<strong>de</strong>rla en el combate que conservarla en la<br />

cobardía.<br />

8. Existía en ellos un agudo sentido <strong>de</strong> mayordomía. Juan Wesley escribía, dando cuenta <strong>de</strong> su<br />

última entrada registrada en su libro personal <strong>de</strong> cuentas y poco antes <strong>de</strong> terminar su carrera,<br />

lo siguiente:<br />

"1790. Por más <strong>de</strong> 86 años guardé estrictamente mis cuentas. No lo tentaré hacer más <strong>de</strong> aquí<br />

en a<strong>de</strong>lante, sintiéndome satisfecho con la convicción firme <strong>de</strong> que economicé todo lo que<br />

pu<strong>de</strong> y doné todo lo que pu<strong>de</strong> –esto es todo lo que he tenido." (1)<br />

Este sentido <strong>de</strong> responsabilidad en la mayordomía <strong>de</strong> los bienes estuvo muy presente en el<br />

ánimo <strong>de</strong> todos, sin duda ya .como nos habremos dado cuenta, tanto en el <strong>de</strong> que poseía<br />

mucho como en el <strong>de</strong> que poseía poco y ¡algunos <strong>de</strong> ellos tuvieron muy poco!<br />

Sentían que la responsabilidad <strong>de</strong> mantener la obra y expandirla no era obligación <strong>de</strong> la<br />

"Iglesia" en el sentido abstracto, sino <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> ellos, <strong>de</strong> tal manera que podríamos<br />

interpretar su actitud <strong>de</strong> la siguiente manera: "Lo que soy, lo que tengo: tiempo, dinero, talento,<br />

todo es <strong>de</strong>l Señor y para ser usado para su gloria y la salvación <strong>de</strong> mi prójimo".


Cuando existe este <strong>de</strong>sprendimiento por las cosas materiales con el fin <strong>de</strong> promover la Causa<br />

<strong>de</strong> Dios, ésta tiene necesariamente que seguir a<strong>de</strong>lante y prosperar.<br />

9. Existía también la convicción <strong>de</strong> que la obra <strong>de</strong> Dios tenía que ser hecha indistintamente por<br />

todos aque­llos que habían sido redimidos y bautizados en Cristo por los que habían sido<br />

or<strong>de</strong>nados y por los que no lo habían sido. Y en esto los que <strong>de</strong>nominamos "La Banda <strong>de</strong> los<br />

Irregulares" tuvieron mucho que ver. Recorda­remos que en más <strong>de</strong> una ocasión, ellos forzaron<br />

al mi­nisterio regular a admitirles a su lado como coadjutores en la proclamación <strong>de</strong> las<br />

verda<strong>de</strong>s divinas, <strong>de</strong>rrumbando la pared <strong>de</strong> separación que se levantaba entre eclesiás­ticos y<br />

laicos.<br />

Reestablecieron la práctica común <strong>de</strong> los primeros días <strong>de</strong> la era cristiana, cuando la<br />

proclamación <strong>de</strong>l Evangelio no era privilegio <strong>de</strong> pocos sino obligación <strong>de</strong> todos. Y ese<br />

testimonio había que dado allí don<strong>de</strong> uno se encontraba, con las muchas o pocas capacida<strong>de</strong>s<br />

y talentos que tuviera, ya con o sin educación, entre las relaciones propias y con los medios a<br />

disposición, tra­tando <strong>de</strong> mejorar siempre lo que se sabía y perfeccio­nándose incesantemente<br />

en el estado espiritual, afanán­dose por superarse día a día en la acción "a tiempo y fuera <strong>de</strong><br />

tiempo", como si <strong>de</strong> la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> cada uno, <strong>de</strong> su progreso, <strong>de</strong> su fe y <strong>de</strong> sus oraciones<br />

<strong>de</strong>pendiera la venida <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios.<br />

Probablemente con la nueva conciencia ecuménica y misionera que se va <strong>de</strong>spertando en la<br />

Iglesia Universal, no existe nada más urgente -frente a un mundo hostil, profundamente pagano<br />

y sacudido por convulsiones tremendas- que la restauración en gran escala <strong>de</strong>l "sa­cerdocio<br />

universal <strong>de</strong> los creyentes".<br />

No <strong>de</strong>bemos olvidar que el elemento laico <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la Iglesia constituye más que el noventa y<br />

nueve por ciento <strong>de</strong>l total y que es imposible que el reducido número <strong>de</strong> hombres y muje­res<br />

or<strong>de</strong>nados tomen sobre sí la responsabilidad <strong>de</strong> la salvación <strong>de</strong>l mundo. Urge que la "Banda <strong>de</strong><br />

los Irre­gulares" tome forma <strong>de</strong> ejército e invada al mundo, levantando bien en alto el<br />

estandarte glorioso <strong>de</strong> la sal­vación en Cristo.<br />

10. Finalmente, aunque esto está ya implícito en lo que dijimos, esa "Extraña Estirpe" era<br />

heroica y audaz porque sabía enfrentar resueltamente el vituperio <strong>de</strong> los hombres. En un<br />

mundo como el nuestro, lleno <strong>de</strong> sofis­mas y <strong>de</strong> orgullo humanista, envalentonado por los<br />

hallazgos sorpren<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la ciencia y las realizaciones <strong>de</strong> la técnica, son muchos los que<br />

hallan que la religión y Dios ya no tienen lugar, que el Evangelio es una doc­trina anacrónica y<br />

una superstición ridícula.<br />

Salir a la arena para predicar el Evangelio <strong>de</strong> uno que murió entre los brazos <strong>de</strong> una cruz, es<br />

todavía locura y escán­dalo. Los hombres y mujeres en cuya compañía andu­vimos a través <strong>de</strong><br />

estas páginas tuvieron que soportar la mofa, el escándalo, la indiferencia y la oposición brutal<br />

<strong>de</strong> su tiempo y sus contemporáneos.<br />

Sin embargo no se amilanaron, sino que hicieron frente a todo lo que se les oponía <strong>de</strong> una y<br />

otra forma, transformando el vitu­perio <strong>de</strong> los hombres en medio para alcanzar la gloria <strong>de</strong><br />

Dios, siguiendo en las pisadas <strong>de</strong> aquel gran misio­nero Pablo <strong>de</strong> Tarso, el primero y el más<br />

gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> todos, quien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong> una cárcel, daba el más formidable testimonio <strong>de</strong> su<br />

fortaleza <strong>de</strong> espíritu y con­fianza en la victoria final, al <strong>de</strong>cir: "Todo lo puedo en Cristo que me<br />

fortalece".<br />

Solamente con hombres y mu­jeres <strong>de</strong>l temple <strong>de</strong> esta "Extraña Estirpe <strong>de</strong> Audaces" las<br />

puertas <strong>de</strong>l infierno no prevalecerán contra la Iglesia.<br />

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(1) Ultima entrada <strong>de</strong>l libro personal <strong>de</strong> cuentas <strong>de</strong> Juan Wesley, citado en "A New History of Methodism"<br />

55, Vol. 1, pág. 232.

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