You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
SEGUNDO ANCIANO.- ¿Y les predicas la reb<strong>el</strong>ión a <strong>el</strong>los? ¿Quieres que <strong>el</strong>los luchen para que tú<br />
puedas guardar tus cuartos?<br />
TERCER ANCIANO.- ¡Silencio! Escuchemos a <strong>Barioná</strong>.<br />
EL CORO.- ¡<strong>Barioná</strong>! ¡<strong>Barioná</strong>! ¡<strong>Barioná</strong>! Escuchemos a <strong>Barioná</strong>.<br />
BARIONÁ.- Pagaremos ese impuesto.<br />
EL CORO.- ¡Ay<br />
BARIONÁ.- Pagaremos ese impuesto. (Silencio) ¡Pero nadie, después de nosotros, pagará más<br />
impuestos en este pueblo!<br />
PRIMER ANCIANO.- ¿Cómo será eso posible?<br />
BARIONÁ.- Porque no habrá nadie para pagar <strong>el</strong> impuesto. ¡Oh, compañeros míos!, ved en que<br />
estado nos encontramos: vuestros <strong>hijo</strong>s os han abandonado para bajar a la ciudad y<br />
vosotros habéis querido quedaros, porque sois orgullosos. Y Marcos, Simón, Balarm,<br />
Jerevhá, aunque son jóvenes todavía, siguen entre nosotros porque son orgullosos<br />
también. Y yo, que soy vuestro jefe, hago como <strong>el</strong>los. Así me lo ordenan mis antepasados.<br />
Y sin embargo, mirad: <strong>el</strong> pueblo es como un teatro vacío cuando <strong>el</strong> t<strong>el</strong>ón ha caído y los<br />
espectadores lo han abandonado. Las grandes sombras de las montañas han caído sobre<br />
él. Os he reunido y estamos todos aquí, sentados ante <strong>el</strong> ocaso d<strong>el</strong> sol. Sin embargo, cada<br />
uno de nosotros está solo, en la negrura, y <strong>el</strong> silencio nos rodea como un muro. Un<br />
silencio muy extraño: <strong>el</strong> menor sollozo de un niño bastaría para romperlo, pero si nosotros<br />
uniésemos nuestras fuerzas y gritásemos todos juntos, nuestras viejas voces se romperían<br />
contra él. Estamos encadenados a nuestra roca como viejas águilas sarnosas. Los que<br />
todavía son jóvenes de cuerpo han envejecido en <strong>el</strong> alma y su corazón está duro como una<br />
piedra porque no esperan nada desde su infancia. No esperan nada, salvo la muerte. Todo<br />
esto era ya así en tiempos de nuestros padres: <strong>el</strong> pueblo agoniza desde que los romanos<br />
entraron en Palestina y aquél de entre nosotros que engendra una nueva vida es culpable<br />
de prolongar esta agonía. Escuchad: <strong>el</strong> mes pasado, cuando me contaron la muerte de mi<br />
cuñado, subí a lo alto d<strong>el</strong> monto Sarón; ví nuestro pueblo aplastado bajo <strong>el</strong> sol y medité en<br />
mi corazón. Pensé: nunca he salido de mi terruño y sin embargo conozco <strong>el</strong> mundo,<br />
porque allí donde se encuentre un hombre, <strong>el</strong> mundo entero se agolpa a su alrededor. Mi<br />
brazo es todavía vigoroso, pero soy sabio como un anciano. Ahora es <strong>el</strong> momento de<br />
dejar de hablar de sabiduría. Con las águilas sobre mi cabeza en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o frío, yo miraba<br />
nuestro pueblo y la sabiduría me dijo: <strong>el</strong> mundo no es más que una caída interminable, <strong>el</strong><br />
mundo no es más que una mota de polvo que no termina nunca de caer. Las personas y<br />
las cosas aparecen de repente en un punto de la caída y, apenas aparecidos, son arrastrados<br />
por esta caída universal y empiezan también a caer, se atomizan y se deshacen. ¡Oh,<br />
compañeros!, mi sabiduría me ha dicho: la vida es una derrota, nadie sale victorioso, todo<br />
<strong>el</strong> mundo resulta vencido: todo ha ocurrido siempre para mal y la mayor locura d<strong>el</strong> mundo<br />
es la esperanza.<br />
EL CORO.- ¡ La mayor locura d<strong>el</strong> mundo es la esperanza!.