Devocionario - FUNDACIÓN OBRA CULTURAL Roger de
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su fulgor divino manifestado <strong>de</strong>finitivamente en el Resucitado glorificado a la <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l Padre,<br />
es la tarea <strong>de</strong> todos los discípulos <strong>de</strong> Cristo; por tanto, es también la nuestra.<br />
Contemplando este rostro, nos disponemos a acoger el misterio <strong>de</strong> la vida trinitaria, para<br />
experimentar <strong>de</strong> nuevo el amor <strong>de</strong>l Padre y gozar <strong>de</strong> la alegría <strong>de</strong>l Espíritu Santo. Se realiza así<br />
también en nosotros la palabra <strong>de</strong> San Pablo: "Reflejamos la gloria <strong>de</strong>l Señor y nos vamos<br />
transformando en su imagen con resplandor creciente".<br />
Quinto Misterio LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA<br />
Misterio <strong>de</strong> luz es la institución <strong>de</strong> la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su<br />
Cuerpo y su Sangre bajo las especies <strong>de</strong>l pan y <strong>de</strong>l vino, dando testimonio <strong>de</strong> su amor por la<br />
humanidad "hasta el extremo", y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio. La Iglesia, Pueblo<br />
<strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> la nueva alianza, se ha alimentado siempre con la Eucaristía. Es más, se ha<br />
construido a través <strong>de</strong> la Eucaristía: Porque, aun siendo muchos, somos un solo pueblo y un solo<br />
cuerpo, pues todos participamos <strong>de</strong> un solo pan. La Iglesia se refleja en el sacramento<br />
eucarístico como en la fuente <strong>de</strong> la que brota su propia vida.<br />
En él está el núcleo incan<strong>de</strong>scente y el corazón <strong>de</strong> la Iglesia, que pue<strong>de</strong> leer en él la<br />
historia <strong>de</strong> su propia vocación. Jesús es el pan vivo bajado <strong>de</strong>l cielo para la vida <strong>de</strong>l mundo. El<br />
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Esto nos lleva hasta la Anunciación, cuando el ángel<br />
<strong>de</strong>l Señor comunicó la gran nueva a María y, por su consentimiento libre y amoroso, Ella concibió<br />
en su seno al Verbo por obra <strong>de</strong>l Espíritu Santo. Existe, pues, un vínculo estrechísimo entre la<br />
Eucaristía y la Virgen María, que la piedad medieval acuñó en la expresión caro Christi, caro<br />
Mariae: la carne <strong>de</strong> Cristo en la Eucaristía es, sacramentalmente, la carne asumida <strong>de</strong> la Virgen<br />
María.<br />
Misterios <strong>de</strong> Dolor<br />
Primer Misterio LA ORACIÓN DE CRISTO EN GETSEMANÍ<br />
El itinerario meditativo <strong>de</strong> los Misterios dolorosos se abre con Getsemaní, don<strong>de</strong> Cristo<br />
vive un momento particularmente angustioso frente a la voluntad <strong>de</strong>l Padre, contra la cual la<br />
<strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> la carne se sentiría inclinada a rebelarse. Allí, Cristo se pone en lugar <strong>de</strong> todas las<br />
tentaciones <strong>de</strong> la humanidad y frente a todos los pecados <strong>de</strong> los hombres, para <strong>de</strong>cirle al Padre:<br />
"No se haga mi voluntad, sino la tuya".<br />
Este "sí" <strong>de</strong> Cristo cambia el "no" <strong>de</strong> los primeros padres en el Edén. Y ¡cuánto le costaría<br />
esta adhesión a la voluntad <strong>de</strong>l Padre se muestra en los misterios siguientes, en los que se ve<br />
sumido en la mayor ignominia! Hay en el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> Dios más zonas <strong>de</strong> misterio que <strong>de</strong><br />
evi<strong>de</strong>ncia... Es entonces cuando el hombre acepta el misterio, le da un lugar en su corazón. Es el<br />
momento en que el hombre se abandona al misterio, no con la resignación <strong>de</strong> alguien que<br />
capitula frente a un enigma, a un absurdo, sino más bien con la disponibilidad <strong>de</strong> quien se abre<br />
para ser habitado por algo -¡por Alguien!- más gran<strong>de</strong> que el propio corazón. Esa aceptación se<br />
cumple en <strong>de</strong>finitiva por la fe, que es la adhesión <strong>de</strong> todo el ser al misterio que se revela.<br />
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