AZ -MXCMO. SMWOM DON RAMÓN JOSEF DE ARCE, Arzobispo ...

DÍA SEGUNDO. C. 85
grado incomprehensible nuestro amable Redentor Jesús:
el Señor baja del cielo á la tierra , no para hacer su vo- ••
luntad sino la de su eterno Padre : vive en la tierra obedeciendo
á su madre y al glorioso Patriarca San Josef;
y muere en una cruz como holocausto de la obediencia:
Factus obediens usque ad mortem , mortem autem crucis.
Virtud preciosa que sostiene la fé , anima la esperanza
, acompaña la caridad, perfecciona la templanza,
y hace mas graciosas delante de Dios y de los hombres
todas las virtudes. Virtud que hace de una alma religiosa
el templo de la paz , el centro de la tranquilidad , y
la coloca sobre un trono de placeres puros en que se dexa
conducir no por la guia ciega de su voluntad propia,
sino por la regla infalible de la voluntad de Dios , intimada
por sus prelados. ¡O feliz sacrificio que tantos
bienes temporales y eternos nos proporcionas!
Pero, señoras , si este es sacrificio ventajoso para las
almas ehristianas y virtuosamente religiosas ; es también
un sacrificio durísimoé insoportable para los amadores
del mundo , cuyas balanzas son falsas , cuyos entendimientos
están líenos de ilusión, y cuyos corazones
están pervertidos. No se persuaden á que puede haber felicidad
donde el' hombre no es libre- y se vive en la dependencia^-pero
ignoran que allí está la verdadera libertad
, donde habita el espíritu de Dios , y gradúan á
la sujeción de yugo insoportable y afrentoso : idolatran
en una libertad mal entendida y así resisten sacrificar
sus propias luces alas agenas, y sienten no servirse
déla razón mas que para someterla á las órdenes de
los superiores. Quisieran los del mundo ser arbitros de
su propia voluntad , disponer de sus acciones, y mandar
en todos ios movimientos de su espíritu , de su corazón
y sus sentidos ¡y al escuchar la voz de Dios intimada
por San Pablo , que me oísteis en el principio
de qhe toda alma esté obediente alas potestades superiores
; sienten gravada su imaginaria independencia , y
suspiran por sacudir la carga de la obediencia. H'cee