CULTURA Y PODER EL ARTE EN LA VIDA POLÍTICA - Instituto ...
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El narcocorrido<br />
juega un papel de<br />
legitimación con<br />
la fabricación de<br />
figuras públicas y el<br />
aseguramiento de la<br />
fama<br />
pasar por alto que la banda de metales fue símbolo del<br />
poder ejercido con las armas, como orquesta de los regímenes<br />
policiacos y militares de los dictadores Santa-Anna<br />
y Díaz, de los sanguinarios programas de la Revolución,<br />
y del Maximato, fundador de la moderna estructura política<br />
de México. Por su formato y sus cualidades físicas, la<br />
banda ha sido utilizada como heraldo de los poderosos y<br />
como encantamiento para sus subyugados. No es casual<br />
que en la actualidad, en casi todo el territorio mexicano,<br />
el sitio de la banda en la plaza pública que intentó ser emblema<br />
de civilidad y Estado de derecho, ha sido ocupado<br />
por manifestaciones en que la banda recupera su antigua<br />
asociación con el poder ejercido con las armas: está ampliamente<br />
documentada la estrecha relación de la música<br />
de banda con la industria de narcóticos y su esfera de<br />
violencia, en que el narcocorrido juega un papel de legitimación<br />
con la fabricación de figuras públicas y el aseguramiento<br />
de la fama en una sociedad en que –a imitación<br />
del modelo norteamericano– la noción de popularidad,<br />
inmediatamente ligada al poder, amerita todo sacrificio<br />
(cf. Simonett, 2001; Valenzuela, 2002; Astorga, 2005 y<br />
Sánchez Godoy, 2009, por mencionar sólo algunas de las<br />
fuentes básicas sobre el tema).<br />
<strong>LA</strong> DECAD<strong>EN</strong>CIA D<strong>EL</strong> PARTIDO OFICIAL, entre 1968 y 1994,<br />
trajo también una acelerada fatiga de sus formas de propaganda<br />
y sus emblemas de poder; entre ellos su folclor<br />
musical. ¿Cuál era entonces la música del partido oficial?<br />
Aquella reproducida en los actos cívicos, militares y deportivos,<br />
encabezados o promovidos por representantes<br />
del partido en el poder. Por ejemplo, la abusiva repetición<br />
de Huapango, de J. P. Moncayo, en ceremonias nacionalistas;<br />
o de Sones de mariachi, de B. Galindo, en transmisiones<br />
de partidos de fútbol oficiales con<br />
la selección nacional. Asimismo, aquella<br />
música utilizada como firma de programas<br />
de gobierno, difundida públicamente:<br />
un ejemplo es la música emblemática<br />
que acompañaba los spots de<br />
radio y televisión del programa<br />
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FOLIOS