r ^¡Tmmmmmmmmi - Biblioteca Universitaria de la Universidad de ...

101
decirse que fuese invierno.
Felicia principió entonces á dar
largos paseos por el campo, para
devolver las visitas que liabia recibido
durante el invierno de las familias
de los propietarios que vivían
en el radio de una legua d«
Flambiers, y que eran todos parientes
y deudos de su familia en grados
que solo un buen jcncalojista
hubiera podido definir. La joven era
encantadora en gracias y en amabilidad
para todos aquellos primos y
primas que sucesivamente habían venido
á cumplimentarla; y ella á su
vez les fué devolviendo una por
una sus visitas. Madama l)alanga
no podía acompañarla en todas aquellas
escurcones, y Rosita era la qi.;e
ordinariamente la seguía. Una y otra
se internaban por la multitud de senderos
que atravesaban los desiertos