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169 tiempos tan malos!... Haecdmc el gusto de sentaros y manifestarme la causa que me proporciona el honor de vuestra visita, —Yenia á preponeros un negocio, contestó el médico sin andarse en preámbulos. I'osceis dos cartas de madama de Glavieres, las cuales trato de comprar si vos consentís en vendérmelas. —Venís do su parte? preguntó Áltefaye. —De su parle y de la mia. Soy amigo antiguo de su familia. Veamos: ¿qué precio pedis por esas cartas? Desde luego podéis dar por aceptadas vuestras proposiciones, sean las que fueren. Meneó Gastón la cabeza desdeñosamente, y contestó con frialdad: —Ola! ¿queréis comprarme mi
170 venganza? Injeniosa es la idea por vida mia! En la situación á que me hallo reducido, ¿cómo habéis podido concebir la esperanza de que accediera á tal trato?... Veinte! ¡treinta! cien mil francos! ¡bonita suma para un hombre que no posee uno siquiera! ¿Pero no veis que ese negocio solo á mis acreedores seria provechoso? Mi insolvencia notoria es lo único que detiene á esos perros, y si hoy tengo dinero, es seguro que mañana me encierran. —Serán pagadas todas vuestras deudas, cueste lo que cueste, replicó el médico, y se os asegurará una pensión suficiente para que viváis lejos de París. —Eso es! esclamó irónicamente el calavera, ¡daré á mis acreedores el gusto do pagarles por completo, y luego que mi corazón haya gozado
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