ISSN 1677-1419 Ano 4, Vol. 4, Número 4 - 2003 - DHnet
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poblaciones indígenas, uno de los grupos<br />
particularmente afectados por la<br />
discriminación, deben ser uno de los temas<br />
centrales de la declaración y el programa de<br />
acción”, y el “Documento de trabajo sobre<br />
la lucha contra el racismo sufrido por los<br />
pueblos indígenas”, presentado por la Sra.<br />
Erica – Irene Daes, miembro del “Grupo de<br />
Trabajo sobre las Poblaciones Indígenas de<br />
la Subcomisión de Promoción y Protección<br />
de los Derechos Humanos”, al Comité<br />
Preparatorio de la Conferencia Mundial<br />
contra el Racismo, la Discriminación Racial,<br />
la Xenofobia y las Formas Conexas de<br />
Intolerancia de la Asamblea General de NU<br />
(Documento A/CONF.189/PC.3/4, en fecha<br />
de 20 de julio de 2001), puntos 1, 2, 4, 6 y<br />
7: “Los pueblos indígenas son por lo general<br />
vulnerables al desposeimiento de sus tierras<br />
y recursos naturales, entre otras cosas<br />
debido a que carecen de poder para<br />
defenderse. No sólo carecen de poder físico,<br />
sino de estatuto jurídico y de acceso a<br />
recursos jurídicos y asequibles. El racismo<br />
es a menudo el motivo por el cual los<br />
territorios indígenas son invadidos por otros<br />
grupos; el racismo es asimismo el motivo<br />
por el cual se deniega a los pueblos<br />
indígenas el acceso a recursos jurídicos<br />
eficaces. De ese modo, el racismo crea un<br />
círculo vicioso de desposeimiento, de<br />
inacción por parte de las autoridades<br />
públicas y de nuevo desposeimiento. El<br />
desposeimiento provoca una situación de<br />
pobreza extrema entre los pueblos<br />
indígenas, que a su vez intensifica el<br />
racismo dirigido contra ellos. El problema<br />
de la tierra y el problema del racismo deben<br />
abordarse conjuntamente; son un único<br />
problema. Los últimos diez años de<br />
liberalización global del comercio y de<br />
crecimiento rápido de las inversiones en los<br />
países en desarrollo han agravado el círculo<br />
vicioso del racismo y el desposeimiento.<br />
Con objeto de atraer inversiones extranjeras<br />
y promover el comercio exterior, muchos<br />
países en desarrollo han abierto a empresas<br />
dedicadas a la extracción, como las de<br />
explotación minera y forestal, zonas hasta<br />
ahora aisladas de sus territorios que<br />
constituyen a menudo los últimos refugios<br />
de los pueblos indígenas y de su diversidad<br />
cultural. De ese modo, los pueblos indígenas<br />
son sacrificados colectivamente a fin de<br />
aumentar los ingresos de otros ciudadanos.<br />
El racismo contra los pueblos indígenas<br />
hace que sea relativamente fácil para los<br />
dirigentes políticos y empresariales<br />
nacionales concebir esas medidas y<br />
movilizar un amplio apoyo del público en<br />
favor de ellas. Si las comunidades indígenas<br />
se resisten al desposeimiento, el racismo<br />
hace más fácil que los políticos justifiquen<br />
la utilización de la violencia para aplastar<br />
las protestas. Desde ese punto de vista, es<br />
imposible separar el racismo y los derechos<br />
a la tierra de la política de comercio. En la<br />
medida en que avanzamos hacia un<br />
comercio más libre, creamos mayores<br />
incentivos para que los Estados y sus<br />
sectores de exportación invadan las tierras<br />
de los pueblos indígenas y estimulen de ese<br />
modo el crecimiento de las exportaciones en<br />
sectores como los de petróleo, metales,<br />
productos de la madera y cultivos en<br />
plantaciones. El vínculo entre el comercio y<br />
el desposeimiento será máximo en los países<br />
en que el racismo es más fuerte y en que las<br />
instituciones nacionales de lucha contra el<br />
racismo y de resarcimiento de sus víctimas<br />
son relativamente débiles. Este problema<br />
presenta una gran paradoja. Los Estados<br />
sometidos a la máxima presión económica<br />
para aumentar sus ingresos por<br />
exportaciones, y que por ello desplazan a los<br />
pueblos indígenas, tienden a ser Estados que<br />
han sido ellos mismos las mayores víctimas<br />
de racismo colectivo en el plano<br />
internacional. Los países en desarrollo han<br />
argumentado repetidamente que las<br />
actitudes y creencias racistas en los países<br />
más industrializados han sido la causa de<br />
relaciones de intercambio punitivas, plazos<br />
de reembolso de la deuda estrictos y<br />
medidas represivas de ajuste estructural. Si<br />
esto fuera verdad, y no considero que ello<br />
pueda negarse por completo, de ahí se<br />
deduce que el racismo entre países puede<br />
provocar la intensificación del racismo<br />
dentro de los países, en particular contra<br />
grupos extremadamente aislados o<br />
marginados como los pueblos indígenas;<br />
Este análisis de las relaciones entre los<br />
derechos de los pueblos indígenas a la tierra,<br />
el racismo y la liberalización del comercio<br />
me lleva a hacer tres recomendaciones<br />
principales: a) No puede haber comercio<br />
‘libre’ o ‘leal’ entre los Estados a menos que<br />
éstos respeten y protejan los derechos de los<br />
pueblos indígenas a la tierra. En la