Fundamentos Teóricos
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ego masculino. La formación del ego en un<br />
marco de represión y agresión excedentes,<br />
es el desarrollo de una estructura precaria de<br />
violencia interiorizada. El continuo bloqueo<br />
y negación consciente e inconsciente de la pasividad<br />
y de todas las emociones y sentimientos<br />
que los hombres asocian con ésta, como<br />
el temor, el dolor, la tristeza, la vergüenza, es<br />
la negación de parte de uno mismo. La constante<br />
vigilancia psicológica y conductual de la<br />
pasividad y sus derivados constituye un acto<br />
de violencia perpetua contra uno mismo. La<br />
negación y el bloqueo de y toda una gama<br />
de emociones y aptitudes humanas se agrava<br />
el bloqueo de las vías de descarga. Es necesaria<br />
la descarga de temor, dolor y tristeza<br />
por ejemplo (ya sea por el llanto o el temblor)<br />
pues estas emociones dolorosas subsisten<br />
aun cuando no sean sentidas conscientemente.<br />
Los hombres se convierten en ollas<br />
de presión. La falta de vías seguras de expresión<br />
y emocional significa que toda una gama<br />
emociones se transforma en ira y hostilidad.<br />
Parte de esta ira se dirige contra uno mismo<br />
en forma de sentimiento de culpabilidad,<br />
odio a sí mismo y diversos síntomas fisiológicos<br />
y psicológicos; parte se dirige a otros<br />
hombres y parte hacia las mujeres.<br />
Al final de este proceso, los hombres se<br />
encuentran tan distanciados de sí mismos<br />
que el símbolo mismo de la masculinidad se<br />
convierte en un objeto, una cosa. La preocupación<br />
de los hombres por el poder y el placer<br />
genital se une a la desensibilización del pene.<br />
Según Emmanuel Reynaud, los hombres le<br />
adscriben lo mejor que pueden “la frialdad y<br />
la dureza del metal”. Lo convierten en su herramienta,<br />
su arma, su cosa. “Lo que pierden<br />
94 • CAPITULO II<br />
es placer, esperan compensarlo en poder;<br />
pero aún si consiguen un innegable símbolo<br />
de poder, ¿qué placer pueden verdaderamente<br />
sentir con una arma entre las piernas?<br />
Más allá de la Violencia Masculina<br />
A lo largo de la obra de Gabriel García Márquez,<br />
EL OTOÑO DEL PATRIARCA, el eterno<br />
dictador marcha por el palacio, arrastrando<br />
siempre sus enormes pies, en corredores<br />
interminables impregnados de corrupción.<br />
No había salida del mundo de terror, miseria<br />
y decadencia que él mismo había creado.<br />
Su tragedia era que estaba “condenado para<br />
siempre a vivir respirando el mismo aire que<br />
lo asfixiaba.” Como hombres, estamos condenados<br />
de manera similar, ¿o es que existe<br />
alguna forma de escapar de la tríada de la violencia<br />
masculina y de las precarias estructuras<br />
de la masculinidad que recreamos en contra<br />
de nosotros mismos, de las mujeres, los<br />
niños y el mundo?<br />
Dictar una serie de cambios conductuales<br />
y legales para combatir la violencia masculina<br />
contra las mujeres obviamente no basta. Aún<br />
cuando cada vez más hombres se convencen<br />
de la existencia del problema, este reconocimiento<br />
no afecta las estructuras inconscientes<br />
de la masculinidad. Cualquier hombre<br />
que simpatice con el feminismo se percata<br />
de las dolorosas contradicciones entre sus<br />
opiniones conscientes y sus más profundas<br />
emociones y sentimientos.<br />
81 Emmanuel Reynaud,Holy Viri/ity, trad. Ros<br />
Schwartz(London: Pluto Press, 1993, 41-2.<br />
82 Gabriel García Márquez, Autumnof the Patriarch, trad.<br />
Gregory Rabassa (Harmondsworth: Penguin, 1972), 111.<br />
Publicado originalmente en 1967