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luis carlos burbano zambrano

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Luis Carlos Burbano Zambrano<br />

cooperando para el ataque de problemas concretos y todos unidos en el gran proyecto<br />

común construido en consenso.<br />

La consolidación de esta red de gobiernos exige tanto el fortalecimiento de la capacidad<br />

de gobierno de las instituciones públicas como la promoción de la inclusión política de los<br />

ciudadanos y la participación activa de las organizaciones comunitarias y de la sociedad<br />

civil.<br />

2.2 LA PLANIFICACIÓN DEL DESARROLLO COMO UN PROCESO DE<br />

DIRECCIONALIDAD ESTRATÉGICA<br />

Desde esta perspectiva de la planificación estratégica pública, planificar significa pensar<br />

antes de actuar, pensar con método y de manera sistemática. La planificación es una<br />

herramienta de libertad en la medida en que contribuye a pensar y crear el futuro e<br />

imponer la razón humana a la fuerza de las circunstancias, aportando la visión que<br />

traspasa la curva del camino y hasta crea caminos en tierras vírgenes aun no transitadas y<br />

conquistadas por el hombre. De esta forma, la planificación con su vista larga da soporte<br />

a las decisiones de cada día, con los pies en el presente y el ojo en el futuro. Se trata, por<br />

consiguiente, de una herramienta vital. O sabemos planificar o estamos condenados a la<br />

improvisación, a seguir a ciegas los caminos transitados por los otros. La planificación es la<br />

mano visible que explora posibilidades donde la mano invisible (del mercado) es<br />

incompetente o no existe.<br />

De esta forma, se debe entender la planificación del desarrollo como un proceso de<br />

direccionalidad estratégica en donde se definen los objetivos que se proponen alcanzar<br />

en los diferentes horizontes de tiempo y los principales medios seleccionados para lograr<br />

las metas propuestas. Es a través de esta direccionalidad que el gobierno podrá nortear<br />

sus acciones y decisiones referentes a la realización de los objetivos de desarrollo de<br />

largo, medio y corto plazo. Sin el faro orientador de la direccionalidad estratégica el<br />

gobierno caminará a ciegas, confiado en la improvisación y en la experiencia. En este<br />

caso, el gobierno tendrá dificultades para evaluar si se encuentra en el sendero errado o<br />

si se está aproximando o alejando de las grandes aspiraciones escogidas<br />

democráticamente. Sin un norte definido, es imposible prever con anticipación las posibles<br />

dificultades que deparará el camino a fin prepararse de la mejor manera para sortearlas<br />

con eficacia.<br />

La construcción del proyecto de futuro expresado en la direccionalidad estratégica no<br />

debe ser una tarea centralizadora del gobierno, sino por el contrario, debe convocar la<br />

participación activa de la sociedad tanto en la formulación como en la ejecución y<br />

evaluación. Es necesaria la construcción democrática de acuerdos y consensos básicos<br />

sobre el futuro del colectivo social para que el proyecto disponga de la suficiente<br />

legitimidad y fuerza política en el enfrentamiento de las resistencias por parte de grupos<br />

y actores poderosos de la sociedad. En este sentido, el ejercicio del gobierno, la<br />

planificación y la evaluación no pueden constituirse en un monopolio en cabeza de las<br />

instituciones del Estado. La conducción del proyecto de futuro debe ser una tarea conjunta

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