luis carlos burbano zambrano
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Luis Carlos Burbano Zambrano<br />
imitamos? Si no pensamos en la gran estrategia estamos condenados a ser seguidores y a<br />
estar siempre atrás de los que abren el camino que seguimos.<br />
De esta forma, la gran estrategia son los faros direccionales del gobierno y se componen<br />
de equipos hacedores de caminos. Su función es explorar el futuro más allá de la curva y<br />
más allá de donde hay camino conocido. Por su naturaleza, requieren de científicos y<br />
políticos de alto vuelo, y por las características de su trabajo, no requieren de lealtad<br />
política a un jefe de gobierno. Su trabajo se mueve más en el plano de la búsqueda de<br />
los grandes consensos intentando arrancarle al futuro sus incógnitas. Es preferible que no<br />
sean entidades puramente gubernamentales, sino de carácter mixto, con una<br />
representatividad amplia para garantizar su continuidad.<br />
Estos centros hacen la diferencia entre países líderes y países seguidores. País que no<br />
tiene centros de gran estrategia está condenado irremediablemente a ser un país<br />
seguidor, con todas las consecuencias que ello implica.<br />
En la gran estrategia se requiere mucha imaginación, poco respeto por las restricciones<br />
presentes, buen dominio de lo que ocurre en la frontera de las ciencias en el mundo y<br />
voluntad y capacidad de ser líder en algún campo.<br />
La oficina de planificación no está sujeta directamente a las presiones y urgencias de<br />
gobierno, pero las sufre indirectamente, lo que hace muy difícil que ella pueda, al mismo<br />
tiempo, pensar la gran estrategia. Normalmente serán necesarios uno o varios centros de<br />
pensamiento estratégico, alejados de una relación muy estrecha con el gobierno, para<br />
que dialoguen con la oficina de planificación.<br />
2.5 IMPLANTAR LA ESCUELA NACIONAL DE GOBIERNO COMO UN INSTRUMENTO<br />
DE FORTALECIMIENTO DE LA CAPACIDAD DE GOBIERNO<br />
El arte de la política y el gobierno supone dotes personales. Aunque, en buena medida,<br />
tales dotes son potencialidades que pueden ser desarrolladas y alimentadas mediante el<br />
conocimiento de métodos y técnicas apropiadas. Precisamente, la propuesta de la Escuela<br />
de Gobierno se fundamenta en la hipótesis que es posible estimular las dotes personales<br />
de la dirigencia política mediante la formación en ciencias y técnicas de gobierno. Esa<br />
formación no puede sustituir ni crear la dosis de arte que requiere la política, pero es un<br />
camino para profesionalizar y potenciar el arte del político y mejorar la calidad del<br />
estrato tecnopolítico que le brinda soporte.<br />
El diseño de la Escuela de Gobierno debe tener como espina dorsal de su actividad<br />
formativa el desarrollo de las ciencias y técnicas de gobierno a fin de superar la mera<br />
interdisciplinaridad que se expresa en una simple “oferta de supermercado” de cursos,<br />
que muestra, al gusto del consumidor, toda una variedad de disciplinas del mundo. Sin<br />
perjuicio de reconocer que también son indispensables para elevar la capacidad de<br />
gobierno, también se debe superar la idea bien arraigada que es suficiente con la