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Alejandro De Oto María Marta Quintana

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Al presunto choque entre soberanía y ley sucede así el choque, real en grado<br />

máximo, entre potencias rivales que se disputan el uso de los recursos y el<br />

mando en razón de diferentes caracteres raciales. Esto no quiere decir en absoluto<br />

que decaiga el mecanismo de legitimación jurídica, sino que éste, antes<br />

que precedente y regulador de la lucha en curso, constituye el resultado y el<br />

instrumento usado por quienes cada vez resultan vencedores: el derecho no<br />

dirime la guerra, sino que la guerra emplea el derecho para consagrar las relaciones<br />

de fuerza que ella define (2006, pp. 44-45).<br />

En principio, de esta extensa cita resulta importante retener que ese presunto<br />

“choque” racial entre grupos que se disputan el gobierno (la soberanía)<br />

de un territorio no hace sino evocar los enfrentamientos entre etnias, reivindicadas<br />

luego en las genealogías identitarias de las diferentes naciones<br />

europeo-occidentales, como, por ejemplo, las de galos y romanos. Sin embargo,<br />

para decirlo de un modo que evoque la contundencia de Aimé Césaire, la colonización<br />

que fecha los comienzos de la modernidad no reviste la forma de una<br />

guerra por la soberanía, sino de un profundo socavamiento histórico y político<br />

de los pueblos colonizados (y racializados). Entonces, cabe preguntar:<br />

¿cómo se podría pensar la relación poder soberano-legitimidad jurídica con<br />

respecto a la conquista y colonización de América?<br />

En el argumento de Esposito, si bien se salda críticamente cierto proceso<br />

al parecer autónomo de la cultura europea, sin embargo persiste el gesto, o el<br />

acto, que separa la conquista y en especial el colonialismo de la cultura política<br />

europea. Así, otra vez resuenan con inusitada fuerza, en un contexto ciertamente<br />

anacrónico por las posibilidades analíticas y políticas en las que escriben<br />

Agamben y Esposito, las palabras finales del señor Kurtz en El corazón de las<br />

tinieblas: «El horror, el horror». En este sentido, si Esposito habla del carácter<br />

constitutivo de la guerra aclarando que ya no se trata ni del telón de fondo,<br />

ni del límite, sino del origen y la forma de la política (2006, p. 45), nosotros<br />

pretendemos reforzar la idea del carácter constitutivo de la conquista y,<br />

por consiguiente, de la colonialidad como envés de la modernidad. Con más<br />

precisión, cabe señalar cierta obliteración al respecto. Así, no es que la potencia<br />

y la semántica de la biopolítica se explicarían recién en el siglo xix con el cruce

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