13.06.2013 Views

Alejandro De Oto María Marta Quintana

Alejandro De Oto María Marta Quintana

Alejandro De Oto María Marta Quintana

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

112<br />

2/ Resulta interesante señalar, a propósito<br />

del alcance del concepto, que la expresión<br />

“biopolítica” no pertenece a Foucault, sino<br />

al sueco Rudolph Kjellen quien la emplea<br />

en un texto de 1916 para referir al estado<br />

como una “forma viviente”, provista de instintos<br />

e impulsos naturales, que puede ser<br />

amenazada tanto desde el exterior como<br />

desde el interior y que, por lo tanto, debe<br />

ser mantenida y preservada en su “higiene”.<br />

Para una reseña sobre los autores y teorías<br />

en las que abreva Foucault respecto del término<br />

mencionado (Esposito 2006, cap. 1)<br />

3/ En palabras de Esposito: «Resulta evidente<br />

el motivo por el cual Foucault no se permite<br />

una respuesta menos antinómica: si prevaleciera<br />

la tesis de la indistinción entre<br />

soberanía, biopolítica y totalitarismo –la<br />

hipótesis continuista–, él se vería obligado<br />

a hacer del genocidio el paradigma constitutivo<br />

de toda la parábola de la modernidad,<br />

o cuando menos, su resultado inevitable,<br />

lo cual contradiría el sentido, siempre en<br />

tensión, que él asigna a las distinciones<br />

históricas. Si prevaleciera, en cambio, la<br />

tesis de la diferencia –la hipótesis discontinuista–,<br />

su concepción del biopoder<br />

quedaría invalidada cada vez que el rayo<br />

de la muerte se proyecta dentro del círculo<br />

de la vida, no sólo en la primera mitad del<br />

siglo xx sino también más tarde. Si el totalitarismo<br />

fuese el resultado de lo que lo<br />

precede, el poder habría encerrado desde<br />

siempre la vida en un abrazo inexorable.<br />

Si fuese su deformación temporaria y contingente,<br />

ello significaría que la vida es, a<br />

largo plazo, capaz de vencer a todo poder<br />

que quiera violentarla. En el primer caso, la<br />

biopolítica se resolvería en un poder absoluto<br />

de la vida. Atenazado entre estas dos<br />

posibilidades contrapuestas, bloqueado<br />

en la aporía cuando éstas se intersecan,<br />

Foucault sigue transitando a la vez ambas<br />

direcciones» (ibíd., p. 71).<br />

antitética que asume el autor 2 . Luego de desarrollar las especificidades de esa<br />

nueva técnica de administración de la vida que constituye el biopoder, Foucault<br />

(2000) afirma que este poder capaz de hacerla proliferar, llevado a un extremo,<br />

puede destruirla, incluso destruyéndose a sí mismo. Sin abundar en los detalles<br />

de la argumentación, tal como adelantábamos, importa reparar en la pregunta<br />

acerca de si son el poder soberano y el biopoder dos formas contrapuestas, de<br />

diferente escala y objeto; o, por el contrario, se atraviesan y co-constituyen<br />

mutuamente. Al respecto, el propio Foucault arriba a una antinomia de difícil<br />

solución 3 . Porque, por un lado, si el biopoder contiene en sí mismo su germen<br />

destructivo, la genealogía, el recurso a la historia, queda oscurecido en pos<br />

de una ontologización de la cuestión (indeseable para Foucault); por el otro,<br />

si historizar la problemática implica habérselas con el genocidio colonizador<br />

(no sólo del siglo xix) y los modos en que la tecnología soberana insume a la<br />

vida –no estrictamente en los términos hobbesianos del homo homini lupi al<br />

interior de un territorio (nacional), sino extramuros, esto es, como “colonia”–,<br />

entonces habría una relación de co-constitución entre soberanía y biopolítica.<br />

Precisamente, en un artículo reciente y a propósito del atolladero en el que<br />

parece quedar atascada la genealogía foucaultiana, en especial hacia el final<br />

de la última lección de [Hay que] <strong>De</strong>fender la sociedad y en relación a la tensión<br />

entre historia y analítica conceptual del biopoder –y, por consiguiente, entre<br />

soberanía y biopolítica–, analizamos los giros conceptuales y argumentales con<br />

que Giorgio Agamben, recurriendo a la figura del homo sacer, se propone<br />

completar las tesis foucaultianas corrigiendo lo que él considera sus puntos<br />

ciegos (véase <strong>De</strong> <strong>Oto</strong> y <strong>Quintana</strong> 2010). En ese marco nuestro texto asume un<br />

fuerte tono de crítica al derrotero subyacente a la conceptualización del primero,<br />

por dos motivos centrales: a) por no tomar en su horizonte de análisis<br />

las prácticas de subjetivación política –incluida la producción de “muertos<br />

vivos”–, entre ellas las operadas por el colonialismo europeo desde el siglo<br />

xv en adelante; y b) por “deshistorizar” la problemática en virtud de una ontologización<br />

sublimada de “Europa”. En tal caso, el argumento se concentra en el<br />

hecho de que la ontologización conduce a un escenario en el que las variables

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!