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Alejandro De Oto María Marta Quintana

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marco de la modernidad, en este artículo nos proponemos extender esas vinculaciones,<br />

en el orden de la historicidad de lo conceptual, al espacio y a las<br />

tramas de la colonialidad. Más precisamente, si Esposito repara en que hay<br />

una conexión estructural entre soberanía y biopolítica, nosotros, además,<br />

queremos reforzar la tesis acerca de la conexión entre las series biopolítica/<br />

soberanía/modernidad y modernidad/colonialidad. En otras palabras, se trata<br />

de pensar si acaso las teorizaciones de la soberanía del siglo xvii no acaban<br />

por agenciarse de la experiencia histórica de la conquista, aunque velándola,<br />

tanto para diseñar la ficción del “estado de naturaleza” como para garantizar,<br />

a través de la institución de un soberano, la vida al interior de los nacientes<br />

estados europeos y la disponibilidad/muerte en las colonias 1 . Con esta observación<br />

se busca destacar el hecho de que al restringir la política exclusivamente<br />

a la dialéctica súbditos-soberano en el marco del estado-nación, el proceso colonizador<br />

iniciado en 1492 queda ocluido en las dimensiones (necro) políticas<br />

que supone y que serán cruciales para los capítulos fundacionales de “Europa”<br />

–tanto en sus aspecto históricos, como políticos y filosóficos. En consecuencia, al<br />

elaborar esta sospecha pretendemos complejizar los debates y el fecundo campo<br />

de estudios que ha comenzado a organizarse en torno de la (bio-tanato-necro)<br />

política, sugiriendo y analizando la posibilidad de concebir otras trayectorias<br />

que conecten los desarrollos conceptuales con los efectos de la conquista y el<br />

genocidio colonizador, esto es, con las violencias literales ejercidas y escritas<br />

sobre los cuerpos, con los orígenes de la acumulación capitalista y la explotación<br />

que constituyen la otra cara de Europa. Así, se trata de ampliar los “orígenes”<br />

de la política al siglo xv y de invocar al debate la presencia fantástica y fantasmática<br />

de los monstruos que habitan los conceptos.<br />

La biopolítica en la perspectiva<br />

de la colonialidad del tiempo<br />

Retomando la cuestión acerca de cómo la biopolítica, definida por Foucault<br />

como un “hacer vivir” por contraposición al derecho soberano de matar, puede<br />

revertirse en un fenómeno diametralmente opuesto, cabe señalar la posición<br />

1/ En otras palabras, si las elaboraciones<br />

ius-filosóficas de los siglos xvii en adelante,<br />

específicamente el modelo contractual<br />

que concibe el estado-nación como el<br />

resultado “artificial” de un pacto entre<br />

individuos libres (y atomizados), se consolidaron<br />

como los orígenes teóricos de la<br />

“política occidental moderna” haciendo<br />

pivotar, principalmente, la problemática<br />

de la institución estatal en torno de la<br />

cuestión de la legitimidad de la obediencia<br />

de los súbditos al soberano al interior de<br />

los territorios europeos; nosotros, aunque<br />

sin profundizar en las diferentes propuestas<br />

y sus variantes, sugerimos pensar que<br />

en ese contexto la conquista de América,<br />

a través de los relatos y crónicas de viajes,<br />

alimentó –con sus mitos de buenos/racionales<br />

y malos/irracionales salvajes– la<br />

imaginería del “estado de naturaleza” y<br />

los conflictos que allí se suscitan. Aunque<br />

para los filósofos del contrato social<br />

resulta claro que se trata de una hipótesis<br />

racional, de la que se sigue la necesidad<br />

de instituir un soberano, la referencia<br />

histórica, creemos, no por fabulada deja<br />

de estar.<br />

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