Alejandro De Oto María Marta Quintana
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ve en las fuentes de la soberanía la racionalidad moderna, a otros habitados por<br />
márgenes más amplios que tal racionalidad. En todo caso, la figura del fauno<br />
remite a un lugar de conmoción para el orden del sujeto cuando éste se funda<br />
en la autorregulación y la autonomía derivada y, desde ahí, proyecta un orden<br />
político donde la soberanía es su consecuencia 14 . El fauno es un recordatorio no<br />
tanto del lado oculto de las cosas, sino de la tensión de la historia cuando el<br />
poder de dar vida o de quitarla se despliega.<br />
Vayamos más despacio. Por un lado, la representación pictórica y pasional,<br />
ofrece la imagen misma de la ambivalencia y de la tragedia. Lo monstruoso del<br />
fauno no es su mitad animal sino la secuencia que torna a esa mitad indivisible<br />
del cuerpo humano. Y lo trágico del asunto es que se trata de un cuerpo no divisible.<br />
Tal continuidad se hace presente como recordatorio de la imposibilidad<br />
de separar las cosas. Si la mitad humana posee la cabeza, y entonces se puede<br />
suponer cierto control del resto, ella no es suficiente para abolir la trama animal<br />
que recorre todo la anatomía. Si la soberanía se expresa en los términos del<br />
sujeto en la tradición filosófica occidental, la biopolítica, y sus sucedáneos,<br />
traman ese sujeto por fuera de tal tradición pero continúan habitándolo.<br />
Lo mismo ocurre con el par indisoluble de modernidad y colonialidad. Sin<br />
embargo, es la suspensión de la continuidad corporal que produce el poder,<br />
el poder de dar y quitar la vida, lo que hace posible pensar que dicho cuerpo<br />
se puede dividir y sostener la división. Las imágenes de una absoluta intervención<br />
en las sociedades coloniales, la total disponibilidad de los restos<br />
animalizados de los cuerpos nativos presupone esta operación, en la que la soberanía<br />
europea, siguiendo la línea argumental de Fanon, no se reconoce en el<br />
fauno. Y si esta figura eurocentrada puede extenderse a la bestia artificial, al<br />
homo homini lupus que recupera Hobbes de Plauto, y que piensa <strong>De</strong>rrida, el colonialismo<br />
da un paso más como sistema de producción de sentido: suspende la<br />
posibilidad de que tal antro(lican)pofagia ocurra porque todo queda en media<br />
res. Más o menos hombre, más o menos animal, mucho más animal: “ni hombre<br />
ni bestia” no es lo mismo que mitad hombre mitad animal.<br />
El fauno/ <strong>De</strong> <strong>Oto</strong> y <strong>Quintana</strong><br />
14/ Mbembe, al principio de Necropolitics,<br />
señala que sobre la distinción razón/sin<br />
razón la crítica moderna ha establecido<br />
la idea de un sujeto moral. En ese marco<br />
la razón deviene en la verdad del sujeto y<br />
«la política es el ejercicio de la razón en la<br />
esfera pública». La secuencia que sigue es<br />
que la razón se relaciona con la libertad, la<br />
cual es el factor principal para autonomía<br />
del individuo. Y de aquí conduce a la idea<br />
de que el sujeto lleva adelante la soberanía<br />
como un proceso de autoinstitución y de<br />
autolimitación (2003, p. 13).<br />
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