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Alejandro De Oto María Marta Quintana

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120<br />

5/ En relación al humanismo entendemos<br />

que éste constituye una reacción intelectual,<br />

tributaria de la oposición hombreanimal<br />

como clave organizativa del saber,<br />

que produce, en términos conceptuales,<br />

una disponibilidad de los cuerpos, por un<br />

lado, y de las agregaciones poblacionales,<br />

por otro.<br />

del perfeccionamiento o no, se lleva a cabo recortando la historia colonial<br />

como clave para el proceso moderno. Por consiguiente, insistimos en que es<br />

crucial prestar atención a la colonialidad dado que con ella se incorpora el problema<br />

analítico de la racialización en tanto forma histórica de relación social<br />

(Quijano 2000) –para gran parte del espacio americano y caribeño primero, y<br />

luego en otros espacios históricos y sociales. Asimismo, esta racialización en<br />

sus efectos prácticos funciona como una suerte de gestión y regulación de las<br />

poblaciones y de las formas de vida, al mismo tiempo que tiene su correlato<br />

epistemológico en el humanismo 5 ; el cual, desde nuestra perspectiva, prefigura<br />

una configuración biopolítica ligada a tácticas de subjetivación y determinadas<br />

identificaciones: entre ellas, la animalización. Esta entrada, la de la animalización,<br />

será persistente en los modos históricos en que se despliega un saber y una<br />

práctica sobre los cuerpos y las poblaciones subordinadas.<br />

Ahora bien, cabe preguntar: ¿por qué insistimos sobre la colonialidad y<br />

sobre la configuración histórica de las colonias como marcas centrales de este<br />

debate? En primer lugar, porque, como señala Achille Mbembe, ellas son formaciones<br />

de terror en las que se explayan, horizontal y verticalmente, la noción<br />

de estado de excepción, en lo que respecta a la legalidad y el derecho, y el estado de<br />

sitio; constituyendo la “raza” la figura clave en toda la cadena (Mbembe 2003,<br />

p. 22). Esta categoría ha sido en las historias coloniales la llave para determinar<br />

los límites de los cuerpos y de los grupos sociales entramados en la disposición<br />

colonial, y la regulación de ciertas prácticas como la prohibición de casamientos<br />

mixtos o la determinación de quienes constituyen poblaciones deseables<br />

y quienes no, etc. En este sentido y en la trama de estas operaciones, la plantación<br />

esclavista es para Mbembe una de las primeras formas históricas en la<br />

que se constituye una formación de terror, en términos del estado de excepción,<br />

donde se suspenden todos los límites para el ejercicio de la soberanía, la<br />

cual escasamente se ve interrumpida en su acción práctica. En consecuencia,<br />

Mbembe denomina a esta forma singular del poder como necropolítica, en<br />

tanto el poder que se despliega no persigue resguardar las vidas o regularlas<br />

en sus extremos, sino establecer una zona permanente de existencia en la

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