Alejandro De Oto María Marta Quintana
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del motivo evolucionista y el racismo biologicista; por el contrario, pueden establecerse<br />
antecedentes con la racialización, esto es, la imbricación entre el poder<br />
y la vida (el bios) gestionada por éste, operada en las colonias americanas. Un<br />
paso que, con justicia, debería introducirse en la genealogía (la que en Foucault<br />
iría del “poder pastoral” a la “razón de estado” y luego a los saberes de “policía”),<br />
siempre en el marco, claro está, de mantener la intriga que constituye el concepto<br />
de biopolítica.<br />
Ahora bien, esta última opción implica cierta advertencia que es necesario<br />
hacer explícita. Tal movimiento coloca la colonialidad como clave analítica y<br />
relacional que vincula las caracterizaciones particulares del fenómeno biopolítico,<br />
al menos en los desarrollos europeos del asunto, pero también en los<br />
desarrollos que afirman una dimensión de la estatalidad preeminente. Pongamos<br />
por caso la misma historia argentina. Si nos enfocamos en el problema<br />
biopolítico puede tender a centrar todas las prácticas alrededor del concepto.<br />
En cierto sentido se convierte en el programa unificador de una lectura de la<br />
historia. Así, la pregunta que debemos hacer es doble: por un lado, debemos<br />
preguntar si la colonialidad no extiende las funciones de regulación de los cuerpos<br />
y las poblaciones más allá del estado; y, por otro, si la noción de biopolítica<br />
o sucedáneos tiene alguna relevancia a partir de esa extensión. Porque, de algún<br />
modo, discutir en los términos de la biopolítica es entrar en un lenguaje que<br />
parece destinado a dirimir la diferencia entre los estados liberales europeos<br />
y sus otros, aun sus otros europeos, como el caso del nazismo. Frente a eso<br />
nos inclinamos a pensar, al menos de manera preliminar, que la colonialidad<br />
puede indicar el camino de una práctica analítica diferencial no atrapada tanto<br />
en cuestiones conceptuales como en articulaciones históricas concretas. Pues<br />
una cuestión que aparece inmediatamente es hasta dónde vale la pena extender<br />
la soberanía de la biopolítica para comprender fenómenos tan diferentes.<br />
Sin embargo, al mismo tiempo, el problema del vínculo entre, por ejemplo,<br />
el colonialismo y el estado biopolítico es tan extenso que aunque no cedamos a<br />
la hegemonía europea del concepto, habría que mostrar que el mismo se constituye<br />
a partir del acto de decidir que esa historia del estado, sea en el modo<br />
El fauno/ <strong>De</strong> <strong>Oto</strong> y <strong>Quintana</strong><br />
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