Alejandro De Oto María Marta Quintana
Alejandro De Oto María Marta Quintana
Alejandro De Oto María Marta Quintana
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
sombra, esto es, de muertos vivientes. Más específicamente, se trata de subjetivar<br />
zombies. Es decir, grupos humanos disponibles para la muerte antes que<br />
para cualquier otra cosa.<br />
En este punto es importante señalar que no se trata de hacer una suerte<br />
de orden de prelación de los fenómenos históricos para atribuirles, luego, una<br />
correcta descendencia, como parece estar en juego en la noción del homo sacer,<br />
o en las versiones que afirman el origen colonial de la violencia contemporánea<br />
(una suerte de trama inversa del humanismo que señala que no son lo<br />
valores de la civilización los que fallaron sino su incorrecta apropiación por<br />
los nativos y su inmoral aprovechamiento por parte de los colonizadores), y<br />
permanecer a la espera de un orden moral más justo aunque con el mismo stock<br />
conceptual y categorial. Por el contrario, el punto importante en esta trama,<br />
siguiendo a Mbembe, es poner de manifiesto que en torno del pensamiento<br />
filosófico moderno y en las prácticas políticas europeas «la colonia representa<br />
el sitio donde la soberanía consiste fundamentalmente en el ejercicio de un<br />
poder por fuera de la ley (ab legibus solutus) y donde, probablemente, la paz<br />
toma el rostro de una “guerra sin fin”» 6 (Mbembe 2003, p. 23). Esta situación<br />
es atribuida por el autor al cruce en la historia europea de la domesticación de<br />
la guerra y la creación de un orden jurídico en el que dos principios claves<br />
se articulan. Uno, destinado a señalar la igualdad jurídica de todos los estados,<br />
en particular, en el derecho a la guerra, a tomar vidas y a definir, por lo tanto,<br />
los alcances de esa capacidad de gobernar/matar; el segundo, el principio de<br />
la territorialización de la soberanía, el cual establece (de facto) que hay partes<br />
del mundo destinadas a convertirse en estados con tales derechos y zonas<br />
para colonizar. En este marco, la guerra ocurre entre dos estados civilizados<br />
y las colonias, técnicamente, no constituyen más que fronteras habitadas por<br />
“salvajes”, carentes de reglas, incapaces de crear experiencia social o mundo<br />
humano. Según Mbembe,<br />
A los ojos del conquistador, la vida salvaje es solamente otra forma de la vida<br />
animal, una experiencia horrorosa, algo extraño más allá de la imaginación<br />
o comprensión (…) Los salvajes son, como si los hubiera, seres humanos<br />
El fauno/ <strong>De</strong> <strong>Oto</strong> y <strong>Quintana</strong><br />
6/ N. del A. : Traducción nuestra.<br />
121