Alejandro De Oto María Marta Quintana
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procedencia histórica revelan cierta mecánica, eso no autoriza a homologar<br />
unas con otras –justamente, en vistas de la heterogeneidad y singularidad que<br />
las define–; pero sí, al menos, abre la sospecha de un vínculo en torno a los<br />
modos de productividad que la modernidad/colonialidad despliega. En otras<br />
palabras, el relato teórico y sus implicancias políticas no pueden cancelarse en<br />
la tensión entre un arcano del derecho romano y el despliegue mortífero en la<br />
Alemania nazi. Tampoco debe producir el cuento mediocre de que todas las formas<br />
de regulación y administración de la vida y de la muerte se tocan en algún<br />
sitio. Más bien, lo que hace es obligar a pensar diferencialmente, a reconocer<br />
que si bien apostamos casi de manera automática a la desagregación histórica<br />
y metodológica, lo que se toca en el mundo moderno/colonial son las formas en<br />
que el poder es producido y reproducido en él. <strong>De</strong> ahí la advertencia acerca de<br />
que al problema de la biopolítica le falta el colonialismo como una dimensión<br />
constitutiva –tanto por la vía de la omisión como por la vía de la inclusión. Por<br />
otra parte, asumir la problemática del colonialismo también demanda modificar<br />
radicalmente los términos de lo que llamamos modernidad, haciendo de<br />
ella otra cosa: un territorio de tensiones y fuertes presiones sobre los conceptos.<br />
Espósito ha señalado que «la vida en cuanto tal no pertenece ni al orden de la<br />
naturaleza ni al de la historia –no se la puede ontologizar simplemente, ni historizar<br />
por entero–, sino que se inscribe en el margen móvil de su cruce y de su<br />
tensión» (2006, p. 53). Insistiendo en lo anterior, la plausibilidad de esta tensión<br />
no es el problema a discutir, sino el hecho de que no es lo mismo esa tensión con<br />
el escenario del colonialismo, y de la colonialidad como proceso, que sin ella. <strong>De</strong><br />
otro modo, ¿en qué dimensión del problema de la temporalidad se manifiesta<br />
(o se ocluye) esa tensión? ¿Qué ocurre cuando introducimos en la dimensión<br />
vida/sociedad/historia la trama de una temporalidad diferencial frente a una<br />
relativamente estable, sea en la de un estado o en la de un relato civilizatorio?<br />
Asumiendo este interrogante, entonces, consideramos que aunque Esposito<br />
avance sobre las limitaciones que desde nuestra perspectiva manifiesta la<br />
lectura de Agamben, eso no significa, ni aun en el caso de Foucault, que se<br />
hayan resuelto las formas de la temporalidad y de la espacialidad en las que