El legalismo y el mensaje del evangelio Prioridades Evangelio ...

pensamientos ateos que pretenden anular
el evangelio.
Hemos de admitir que no es precisamente
el sentimiento religioso lo que distingue
hoy a los pueblos que durante si glos
habían permanecido bajo la influencia
de la tradición cristiana. La indiferencia
ha invadido las masas populares y es la
opinión de muchos que el cristianismo se
encuentra en retirada, impotente para sobrevivir
en un mundo que transformado
por la ciencia ya no tiene necesidad de
la “hipótesis de Dios”; un mundo donde
cualquier profesión de fe es interpretada
como signo de ignorancia o de debilidad.
Es notable que en muchos lugares la voz
del evangelio es menospreciada o simplemente
ignorada.
A continuación cinco puntos que enfrenta
la sociedad actual, los cuales demandan
atención prioritaria pues constituyen
objetivos a lograr con urgencia.
1. Robustecimiento de la fe:
Debido a que la convicción de muchos
creyentes se ha debilitado, aunque no se
confiese abiertamente, de no lograrse una
profunda revigorización de la fe —hasta
el punto de que la iglesia vibre de entusiasmo
santo y arda con el fuego del Espíritu
Santo— todas las medidas que se tomen
para consolidar nuestras congregaciones y
promover la causa del evangelio a nuestras
comunidades serán como paños tibios con
escasos efectos.
2. Reconversión a la Palabra de Dios:
Aunque esta palabra está muy de
moda, hoy la usamos en un sentido bíblico.
Si convertirse a Dios es volverse a Él,
convertirse a Su Palabra, es volver a ella.
Es respon sabilidad de cada creyente contribuir
a que los medios existentes sean
estos: servicios de cultos, estudios bíblicos
u otros medios nuevos para alcanzar
metas que dejen de ser prácticas rutinarias
y se conviertan en oportunidades de encuentros
vivos con el Señor a través de Su
Palabra. Esta responsabilidad también deberá
ser de los padres de familia con sus
hijos en un ambiente de genuina piedad
puesto que las congregaciones difícilmente
tendrán mayor consistencia espiritual al
evangelio sin que la haya en las familias de
sus miembros primeramente.
3. Profundización del concepto de
ser iglesia:
“Cristo es el mensaje y la iglesia Su
mensajero”. Estas fueron las palabras de
nuestro pasado Supervisor General Billy
D. Murray cuando enfatizaba el programa:
“Tornándonos a la cosecha”. Debemos reconocer
que somos el cuerpo de Cristo
y Su comunidad de testigos. Por consiguiente
es necesario deducir que no somos
dueños de nuestras vidas sino que pertenecemos
a Dios, siendo el vehículo para que
el señorío de Cristo se extienda plena­
mente a todos sus miembros y que éstos
puedan mantenerse sanos y vigorosos para
proseguir el ministerio de evangelización y
servicio iniciado por Jesús.
4. Revitalización del ministerio
pastoral
Urge que los ministerios pastorales
del evangelio recobren la plenitud del
poder de Dios. Que la desilusión, el agotamiento
y la decadencia de muchos
sean transformados en la renovación de
todos; que por encima de todo motivo
de debilitamiento prevalezca la fuerza de
la vocación que un día les hizo sentirse
los más privilegiados entre los hombres.
Por otro lado, es indispensable que los
creyentes apoyen a sus líderes pues muchos
ministerios se han marchitado porque
tropezaron con la incomprensión, la
tibieza y la falta de solidaridad.
5. Revolucionando la oración
Deseo concluir enfatizando la verdad
bíblica de que “si Jehová no edificare la
casa, en vano trabajan los que la edifican”
(Salmo 127:1). Sin Él, toda esta reflexión,
toda nuestra estrategia y esfuerzo
serán en vano. Volvámonos a Él con
un intenso anhelo de que ordene y confirme
la obra de nuestras manos (véase
el Salmo 90:17). Sólo cuando el espíritu
de oración sea como un fuego que se extienda
a todos podremos apropiarnos de
la clásica frase: “Esperar grandes cosas
de Dios y emprender grandes cosas para
Dios”.
Debemos de reafirmar nuestro compromiso
de anunciar el evangelio de Jesús
y vivirlo. Nuestra aspiración no debe de
ser llegar a dominar la sociedad, sino el
de desvanecer sus tinieblas mediante la
luz de Cristo para que el mundo pueda
ver y reconocer la elevación moral de
nuestro reino.
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