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MADRID<br />
domingo<br />
EL<br />
El tema de las drogas preocupa<br />
ahora más que nunca a la<br />
opinión pública ORILO RODRÍGUEZ<br />
nos ha escrito desde Nueva York<br />
esta serie de seis capítulos, con el título<br />
"Las drogas, terror blanco".<br />
Desde una estremecedora visita a la<br />
Casa del Horizorite, centro de<br />
recuperación de adictos a la heroína,<br />
el autor narra en profundidad<br />
el sórdido mundo de la droga en los<br />
Estados Unidos. Describe asimismo<br />
las características de cada<br />
producto, su llegada al mercado<br />
y la influencia que la droga<br />
ha alcanzado en estos últimos años.<br />
UHunuuiuiuiiuuunnii<br />
ün lia inoiviilalile<br />
¡unto a los adictos<br />
do la heroína<br />
la Casa del Horizonte,<br />
el reinólo de<br />
los desesperados<br />
Del islum) a la<br />
nKfnHEEiniiiQRnBHininiBniiiii»ninn«niiimRiiiiniinBHiiRiiiiniiniitHK'<br />
Hace más de un año qiie no<br />
había vuetto a pasar delante de<br />
la puerta de Horizon Hoiie; pero<br />
ai verla otra vez he sentido el<br />
mismo estremedniieuto, la misma<br />
fascinación. Horizon House<br />
(Casa del Horizonte) es un centro<br />
de rehabilitación de adictos a<br />
la heroína situado en la cMIe 4 y<br />
la avenida C, en el mismo tenebroso<br />
rincón del East Lotrer<br />
ManbaMan. Alrededor del viejo<br />
edificio, todo un conjunto de viviendas<br />
miserables, portales oscuros<br />
sieimpre cerrados, parecen<br />
avanzar hacia el centro de las calles,<br />
hacia la suciedad de meses<br />
de abandono que se amontona<br />
junto a docenas de coches medio<br />
desmantelados. Durante el día es<br />
frecuente o^ hablar en español;por<br />
la noche dicen que sólo las<br />
ratas se sienten seguras.<br />
La puerta de Horizon House<br />
es la única que permanece abierta<br />
1 a s veinticuatro horas. Sobre<br />
ella hay un letrero con ese nombre<br />
pintado en una tabla sin cuidado<br />
alguno.<br />
Hace más de un año viví en<br />
esa casa una experiencia inolvidable:<br />
un día entero junto a más de<br />
un centenar de internados voluntarios,<br />
adictos a la heroína, que<br />
trataban de des^irenderse del vicio.<br />
Kntre las paredes desnudas<br />
de Horizon House, moviéndose<br />
sin causa o' hablando sin apejias<br />
sentido, aquellos seres todavía bumanos<br />
formaban un conjunto<br />
irregular, heterogéneo, áspero.<br />
Chicos de diez y once años que<br />
se inyectaron desde los nueve;<br />
hombres y mujeres que habían pasado<br />
por todos los grados de dependencia<br />
de la droga, que alcanzaron<br />
el límite de la resistencia<br />
física y en su desesperación buscaban<br />
esa última oportunidad antes<br />
del suicidio; muchachas de doce<br />
y trece años que habían recurrido<br />
a la prostitución para<br />
pagar la dosis diaria; jóvenes<br />
"pushers", vendedores o incitadoras<br />
a la droga, casi siempre adictos<br />
que obtienen así su dosis libre<br />
y ganan, además, dinero con la<br />
venta, que reconocían haber distribuido<br />
heroína en escuelas de<br />
Enseñanza Primaria, y n n o me<br />
confesó que en el colegio llegó a<br />
vender la droga A TODOS LOS<br />
ALUMNOS. Y A LOS PROFE<br />
SORES INCLUSO; otro de estos<br />
"pushers", que mantenía a su mujer<br />
y a sus padres con el beneficio<br />
de tal negocio, el día que decidió<br />
dejarlo y rehabilitarse fue<br />
abandonado inmediatamente por<br />
su familia y denunciado por su<br />
propia mujer a la Policía; un niño<br />
de catorce años llegó a Hori<br />
zon House con un récord de delincuencia,<br />
en el cpie se incluían<br />
robos, asaltos a mano armada,<br />
chantaje, y secuestro de un camión<br />
de mercancías en la carretera<br />
después de herir a puñaladas<br />
al conductor; todo para conseguir<br />
30 dólares diarios que le costaban<br />
sus cinco sobres de heroína.<br />
Puerta siempre<br />
abierta<br />
La puerta de Horizon House<br />
está siempre abierta. Los adictos<br />
que intentan regenerarse pueden<br />
entrar en cualquier momento y<br />
acogerse al programa de rehabilitación<br />
del centro. Nada de medicinas,<br />
ninguna coacción, prohibido<br />
el alcohol, pero los cigarrillos<br />
son gratis y se fuma ininterrumpidamentei<br />
La base del programa es<br />
sólo un proceso de auto-convencimiento,<br />
de auto-disciplina que<br />
dura seis meses. D u r a nte, este<br />
tiempo los adictos tienen su comida<br />
y su cama gratis. Nadie les<br />
pregunta su nombre o sus antecedentes,<br />
aunque muchos lo con<br />
fiesan como un gesto, de renuncia<br />
al pasado. Tienen médicos y<br />
sociólogos que los atienden dnrmite<br />
los difíciles pasos de la rehsdillitación,<br />
pero, sobre todo, tratan<br />
de ayudarse los unos a los otros<br />
en una lucha dramática por abandonar<br />
el vicio, por resistir el plazo<br />
que se considera suficiente para<br />
borrar la dependencia física y<br />
psíquica de la droga. Solamente<br />
un 10 por 100 consiguen terminar<br />
el programa y empezar de<br />
nuevo su v'da con la esperanza<br />
de no volver a caer. Li otro 90<br />
por 100 son los que abandonan,<br />
los que salen de Horizon House<br />
una noche, vencidos, y st pierden<br />
entre las sombras de la calle, con<br />
la cabeza baja y los ojos brillantes<br />
de Fiebre; son los i;ue tra^asan<br />
la puerta para nunca volver.<br />
Horizon House es como una<br />
pequeña isla en un gran mar, ea<br />
un escuálido refugio eii el mundo<br />
de las drogas, es como na<br />
símbolo y un ejemplo de esa plaga<br />
de nuestro tiempo que sufren<br />
(Continúa en la pág. siguiente.)<br />
Por CIRILO RODRÍGUEZ,<br />
desde NUEVA YORK<br />
(Capítulo I)