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«He sido alcohólico y toxicómano» • «De nuevo me siento un hombre fuerte» Todo el mundo me dice lo mismo: "Nunca has tenido tan buen aspecto." Lo sé. Sé que por fin puedo reírme de nuevo. Sé que mi aspecto es el de un iiombre feliz. Y adivino la razón. Ahora quiero vivir. Hubo un período en mi vida durante el cual mi estado mental y emocional era el de un suicida. Había perdido la necesidad de vivir, esa fuerza misteriosa que anima al hombre. Ni el más elemental instinto de conservación lograba mantenerme. Esto ocurría cuando el nombre de Tennessee Williams era el más popular de la escena norteamericana. Corrían los años entre 1963 y 1969. Para esta fecha todo el mundo conocía "Un tranvía llamado deseo" y "La gata sobre el tejado de cinc". Ha,bian sido dos grandes éxitos y habían obtenido dos premios Pulitzer. Drogas y alcohol Yo nací en 1911. Pero hasta 1953 no necesité ni alcohol ni drogas para trabajar. Ahora que toda esta pesadilla ha pasado tomo un martini por la mañana .y otro por la tarde. Pero cuando trabajaba en "La calda de Orfeo" y en "La noche de la Iguana", las cosas fueron muy diferentes. No puedo precisar con exactitud lo que bebía. Ni las veces que me abondonaba a la necesidad de tomar drogas. En aquellos momentos era la única, fuerza que me permitía continuar viviendo. Sin el apoyo de estas dos trampas mi vida habría terminado. Yo mismo la habría cortado. Llegué a pensar que "La noche de la iguana" iba a ser mi última obra. No creía, en el fu- • turo. El porvenir no existía para mí. Sin embargo, escribí "El tren de leche ya no para aquí". Todo parecía ir bien. Por lo menos funcionaba de algún modo. Más bien todo continuaba igual, mal. Pero continuaba. Una serie de acontecimientos vinieron a complicar el absurdo ritmo de mi vida. La actriz TalluUah Bankead, para la que estaba escribiendo esta obra, murió. 'Mi mejor amigo también falleció. Caí en una terrible depresión nerviosa. Me encerré en mi apartamento de Nueva York. Sólo salía a la calle para comprar una bolsa de spaghetti. Volvía a casa y los cocinaba. Esa era mi vida. A eso había quedado reducido mi mundo. Era un sentimiento de odio el que yo tenía en mi cuerpo. Odio y desprecio. También indiferencia. La muerte. Me atemorizaba y me atraía la idea de la muerte. Nunca abría la puerta. No contestaba al teléfono. No dormía. Algunas veces no • dormía en cuatro noches. No vivía: estaba en la tierra nada más. Un día una prima mía llamó a mi puerta. No abrí. Pero ella se dedicó a llamar en todos los apartamentos del edificio. Cansada de que yo no contestara, pidió ayuda y derribó la puerta. Sus primeras palabras fueron: "Veo que no duermes bien. ¿Te gustaría dormir profundamente durante diez o veinte horas?" Mi respuesta surgió de un modo Inmediato: "No hay nada que pueda hacer." Hundido 5f Fui donde un curandero. DefMa haber ido a un médico, i>ero no tenía confianza en ellos. En ocasiones anteriores sus consejos no me habían servido para nada. Me dio unas inyecciones Intramusculares. F i n a 1 m ente, terminé por inyectarme todas las mañanas para poder trabajar. Estaba demasiado solo. No ténía ningún interés en mantenerme consciente, excepto para trabajar. Me había encerrado en un caparazón. Me envolvía un Por Tennessee WILUAMS continuo estado de trance, una. atmósfera suspendida. La gravedad había desaparecido de mi vida. ' No comprendo qué es lo que me impulsaba a vivir de este modo. Me revolcaba en mi propia soledad. Me sentía resbalar en mi vitalidad creadora. Desorientado. Camino del suicidio. Moribundo. Muerto. Oecidí vivir. Tampoco sé los motivos. Quizá por averiguar aonae Tiermmaba la aventura ae mi vida, si el callejón en el que me encontraba metido tenía salida o acababa en un muro. La única posibilidad era desintoxí^ carme. Fui a un hospital •para dragadlctos. Era un lugar espantoso, lleno de muchachos enviciados. Un vulgar hospital del Estado. Pero decid! internarme voluntariamente. Si no lo hubiera hecho las autoridades m« hubieran obligado. bos años de profesor en Estados Unidos El choque con ei encierro me salvó. Pddezco claustrofobia. Sin embargo, empecé a comprender que no me interesaba vivir en un continuo estado hipnótico. De alguna manera el interés por la vida, la gente y mi capacidad de escritor renacieron en mi. Ahora, Cuando todo ha terminado, he recuperado mi condición de hombre. Me importan los demás, soy oapáa dé verlos a,nte mis ojos, Me siento •^'^,pA'' "•m "De alguna manera, ci interés por la vida, la gente y mi capacidad de escritor renacieron en mí." me jo- y no abuso de mí mismo. Siempre pensé que era un fracasado, un hombre acabado. Sin embargo, he recuperado la confianza en mí mismo. En la actualidad me siento fuerte. Tengo un mal corazón. Nunca conseguiré un seguro de vida. He pagado Un alto precio. Pero oreo que mereció la pena. Europa PrésS-Singer Features.) Martín Recuerda vuelve de su «exilio» • AQUÍ :>OLO SE SABE FRUSTRAR AL DRAMATURGO QUE NACE CON BRÍOS" José Martín Recuerda ha vuelto a España después de dos años de voluntario "exilio" en los Estados Unidos Allí fue profesor en una Universidad californiana, a la vez que veía teatro y daba conferencias por todo el oaís sobre damática española "Veía aquel teatro, soñaba y rabiaba, porque era algo que nosotros no podremos alcanzar nunca; ni creo que a nuestro país le interese el teatro", nos decía al recordar su estancia en América £n estos dos años ha escrito una importante obra, "Las arrecogías del beatorio de Santa Mana Egipciaca", intentada estrenar en un teatro nacional, pera, como muchas obras anter ores suyas, condenada a ser •'irrepresentable" en nuestro país Vuelve para hacerse cargo de la cátedra de Teatro Juan del Enzina, de la Universidad de Salamanca Entre sus proyectos está el montar las versiones de "El amadls", "El lazarillo", 'Abelardo y Eloísa", "Los persas", y obras de Rodríguez Méndez, Lauro Olmo u otros autores españoles —¿Por que Martin Recuerda que, aunque con dificultades en estrenar, conoció el éxito en parte de su obra, ha pasado unos años de silencio en Estados Unidos' —Ha sido muy conveniente: primero, por la amplitud vital, cultural y dramá/tica que USA me ha dado; segundo, porque tenía la esperanza de que al pas&r el tiempo nuestros escenanos avanzaran y se renovaran. Renovación que también esperaba fuera por parte de todos: público, empresarios, dirige entes, etcétera. Pero veo que no ha sido así. Seguimos peor. Quiza hayamos retrocedido por causa de la mala orientación hacia lo europeo. Creo que en un terreno dramático el artista español se hace o puede hacerse europeo, cuando aporta una técnica, un estilo y unas ideas españolas, es decir, cuando no se ven en sus obras rasgos de Artaud, de Blake, de Pintar, de Tonesco o del expresio n i s m o alemán, pongo por caso. El premio Pulitzer del 1970, dado a un autor negro llamado Charles Gordon, que se está representando con gran éxito en Estados Unidos, acusa la entraña de una parte viva y humana de dicho país. La obra premiada está hecha, técnicamente, con unos procedimientos muy del teatro norteamericano, modernizando la línea de O'Neil, Tennesse Williams, Arthur Miller, etc., es decir, tradicionalmente norteamericano. Al misrao tiempo que este premio Pulitzer se representa, he leído en "The Times", de Nueva York, un comentario atacando a un grupo de vanguardia, al considerarlo desfasado por representar "Esperando a Godot", de Samuel Beckett. La experiencia americana —¿Tu «.atancia allí rompió esa %ena creadora que en "La lla nura' , "Los atritias", "Comolas secas cañas del camino", "Las salvajes en Puente San Gil", "El Cristo" o "El caraqueño", tuvo a la grave y dramática Andalucía como tema? —Todo lo contrario. Se acentuó mucho más esta vena de la Andalucía grave y dramática que dices. Allí escribí la que creo, hasta ahora, mi mejor obra, "Las arrecogías del Beatorio de Santa María Egipciaca", Conforme más vivía en tierra norteamericana se hacía más vivo el recuerdo de mi Andalucía y el amor por ella. A pesar de todo, como es lógico que ocurra, mis horizontes se ampliaron con temas norteamericanos, que siempre intento enraizarlos con lo español, —¿Como dramaturgo cuáJl fue lu experiencia dé mayor utilidad en USA' —^La ambición que el país me dio para progresar y ser mejor de lo que yo pueda ser. Salía de los teatros norteamericanos con rabia y hasta cOtt lágrimas por e! gran teatro qtté teía, por el respeto y el amor con que se hace y por cómo 10 vé y lo escucha la gente. A' esa meta los españoles no podremos llegar n'inea. No tenemos los menores estímulos materiales y espirituales. Aquí sólo se sabe frustrar al dramaturgo que nace con bríos, si éste aspira a ser libre y a no someterse a ninguna orientación política. En el terreno vital y cultural, Estados Unidos me dio una visión amplia de ambas cosas. Visión también de. rabia y dolor por no poder alcanzar nunca lo inalcanzable. El teatro español —¿Se conoce allí y se repre- -senta el teatro clásico español? (Y el contemporáneo? —Ninguno de los díMi lo conoce el público verdad, o sea, el gran publico. Las manifestaciones dtl poquísimo teatro español que se conoce quedan sólo* •x modo de fósiles, para eruditos, profesores o estudiantes hispanistas. De vez en cuando sale un profesor norteamericano en busca de "siglos de oro", y si no los encuentra, los inventa. Muy norteamericano este Invento. Sé que un inteligente director montó "Yerma", dé García Lorca, en el Broadway de Nue- T . York y fracasó la obra. Estados H'nidos es para mí un país muy realista, quizá naturalista, a pesar de las renovaciones espirituales y creativas que tienen lugar en California, sobre todo en Berkelcy, y sus habitantes casi siempre suelen decidirse por estas dos tendencias: realismo y naturalismo ett sU entronque con lo profundamente poético. —¿Has notado diferencias en la actividad teatral de nuestro país a tu vuelta? ¿En qué consisten estas diferencias? —^El teatro comercial queda más estancado y retrógrado que cuando me fui. En cambio hay una minoría de gít*íip6s independientes que merecen mis elogios. A éstos les falta, entre otras cosas, posibilidades écanómicas para desarrollarse. Pof otra parte, la nata de los intelectuales del teatro ofrecen la grave dificultad de querer abrirse a Europa totalmente desorientados, introduciendo métodos y escuelas que son ajenas a nuestramanera de ser y, por lo tanto, fracasan :;iempre en el terreno verdad de las tablas. Lo he dicho cientos de veces: hay que lanzatsé a la búsqueda de un estilo español que por sí mismo nos abra a Europa. —Viendo cómo está nuestrc teatro, ¿podrás estrenar tú? —Creo que no. Lo echarían a perder todo, como siempre, entrí» intereses e ignorancias. En Salamanca —¿En qué consistirá tu trabajo en la cátedra Juan del Enzina en la Universidad de Salamanca? —En crear tíri futuro departamento de drama dentro de esta Universidad. En el esfuerzo de sostener todas estas ideas que te digo para crear un estilo español válido y que nos abra a Europa. Para los montajes que preparo cuento con autores, músicos, pintores, decoradores y iMminotécnicos que se han dado cuenta después de conocer parte de Europa" y del mundo que es de España de donde hay que sacar la riqueza del arte dramático español. Tengo el quijotesco sueño de convertir la cátedra Ju„n del Énzina de la Universidad de Salamanca en la avanzadilla del arte dramático español contemporáneo. ¿Encontraré apoyo de todos? ¿Me tendré .que volver a Estados Unidos? ¡Quién sabe! Es el interrogante de siempre. Amos, entusiasmo y deseos de luchar no me faltan. íVhora me acuerdo de aquello de "KI Quijote": "Podrán los en cantadore.s qiiitarme ia ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, nunca." S. de las Heras 18 »E SEPTIEMBRE DE 1971 MADRID
Los Reyes de iBdB el munilB se reunirán en la ciudad de Lona Persépolls, bu el sueño de Darlo el Grande Cuando los pocos turistas que se asoman estos días a Persépolis oyen el "jAlto!" a diez metros de la puerta de la, ciudad de lona, piensan, inevitablemente, que les están tomando el pelo. Cincuenta y dos grados a la sombra es una temperatura muy respetable para estar al quite de cualquier broma pesada. Sin embargo, el casco y Ja bayoneta de los soldados iraníes hace olvidar rápidamente el chiste. Están hablando en serio. I« visito de las üenáaé desdie t^ plataforma de Peirsépolis no es una paiiorámlca desdeñable. y el fotógrafo se conlonna coa acercarla a base de teleobjetivo. Comprende que la seguridad de 50 Jefes de Estado, Beyes y Prindpes, merece toda cautela. La dudad de lona es ima auténtica "zona de tregua", donde dmante tres dias y dos nodies los hombires que manejan loa hilos de la poliítlca Internaoioaal se reimlr án por primera vez en la IDstorla desde hace dos mil quÉnientos años. Así, ai cabo de veiotiotoco siglos, Dajrio el Grande verá, cumplidos ios deseos que le movieron a poner la |B*nera piearío. Marisa Ortega En Naqsh-i-Rustam, las tumbas de Darío el Grande, Xerxe Artaxerxes I y Darío II ofrecen una visión sobrecogedora por la grandiosidad que representa. Son cuatro cruces griegas, horadando la roca con multitud de inscripciones y bajorrelieves. Hasta el momento muchos de dichos relieves permanecían cubiertos por una capa de tierra acumulada en la falda de la roca. Delante de las tumbas, los trabajos se centran en tomo a habilitar unos pasillos de grava que faciliten a. los reales invitados del Sha el acceso a la£ mismas. Es curioso que para este cometido los obreros empleen el rudimentario rodillo de piedra, tirado a mano por dos gruesas cuerdas. Un paradójico con- (Europa Press.)
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