Seminario Bíblico de las Américas 1

108 Seminario Bíblico de las Américas
Las primeras dos acusaciones eran mentiras, pero la tercera era la verdad. Había llegado el
momento cuando Jesús declararía abiertamente quien era para que lo crucificaren. El tiempo había
llegado para que sacrificara su vida para redimir a la humanidad.
Pilato realmente creía que Jesús era inocente, y sabía que los sacerdotes le habían entregado sólo
por envidia, así es que trató de librarlo. Cuando supo que Jesús era de Galilea, le mandó a Herodes, el
tetrarca de esa región que se encontraba en Jerusalén en ese momento, para librarse del problema.
Jesús ante Herodes (Lc. 23:6-12)
Herodes, por curiosidad, quería ver algún señal milagrosa de parte de Jesús. ¡Pero el Señor no
hace milagros sólo para satisfacer la curiosidad! Cuando Jesús no le complació, se burló de él y le
mandó a Pilato de nuevo.
Jesús ante Pilato por segunda vez (Mt. 27:15-26; Mr. 15:6-15; Lc. 23:13-25)
Aunque ni Pilato ni Herodes encontraron nada digno de muerte en Jesús, Pilato decidió castigarlo
(con latigazos, que hasta podía matarle sólo con eso) y soltarle. Pero la multitud y los principales
sacerdotes seguían pidiendo su crucifixión. Entonces Pilato trató una vez más de librar a Jesús, porque
se acostumbraban soltar a un preso en la Pascua. Pilato les dejó escoger entre Barrabás, un revolucionario
y asesino, y Jesús. Pero ellos escogieron a Barrabás, y seguían pidiendo la muerte de Jesús.
La esposa de Pilato le mandó a decir que no tuviera nada que ver con Jesús, porque ella había
sufrido mucho en sueños por causa de él. Pero Pilato, por complacer a la multitud, se lavó las manos
simbólicamente para librarse de la sangre de un hombre inocente, y entregó a Jesús para ser crucificado.
Nota histórica: La tradición dice que la esposa de Pilato llegó a ser cristiana. Pero Pilato nunca
se arrepintió. Seis años después de la muerte de Jesús, Pilato compareció ante las autoridades romanas,
para contestar acerca de las acusaciones que se le hacían por haber matado sin causa a un grupo de
samaritanos. Estando allí se suicidó.
Una vez que Pilato dio la sentencia de muerte, Jesús fue llevado por los soldados al pretorio. Allí
los soldados hicieron burla de Jesús. Sabiendo que había sido acusado de auto-titularse Rey de los
judíos, ellos representaron la coronación de un rey en forma grotesca, poniendo una caña en su mano y
una corona de espinos en su cabeza, arrodillándose ante él, haciéndole burla.
Camino a la cruz (Mt. 27:31-34, Mr. 15:20-23; Lc. 23:26-33)
Inmediatamente después de hacerle burla, los soldados lo llevaron al Gólgata para ser crucificado
(en arameo “Gólgata, y en latín “Calvario”, o “Lugar de la Calavera”). Esta medida fue ilegal, ya que
una vez que el condenado a muerte sabía su sentencia, contaba con diez días para arreglar sus asuntos
y despedirse de los suyos. El Sanedrín quería su ejecución lo antes posible para que la gente no se
levantara a favor de Jesús. Una de las características del juicio hecho al Señor fue la rapidez inusual del
proceso.