Friedrich Heinrich Jacobi - Revista Observaciones Filosóficas
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44 Hugo Renato Ochoa <strong>Friedrich</strong> <strong>Heinrich</strong><br />
<strong>Jacobi</strong><br />
omnipotencia, como la vida de su vida; si no la mentira es<br />
la raíz de su ser. En este último caso, cognoscente de sí<br />
mismo, tendría que sumergirse en sí mismo<br />
desesperadamente. Pero si hay verdad en él, entonces<br />
también hay libertad y el saber más verdadero brota de su<br />
querer. Su conciencia moral [45] le revela que la<br />
omnipotencia no es una naturaleza que se transforma<br />
eternamente según leyes de una necesidad inflexible, sino<br />
que por sobre la naturaleza hay un Omnipotente, cuya<br />
imagen es el hombre.<br />
----------<br />
Contemplando a Dios, el ser humano crea en sí un<br />
corazón puro y un espíritu cierto, y fuera de sí lo bueno y<br />
lo bello; la libertad creadora, por lo tanto, no es ningún<br />
concepto ficticio, su concepto es el de una facultad<br />
providencial y milagrosa, tanto así que el ser humano la<br />
vuelve interior en su personalidad racional en virtud de sí<br />
mismo; tanto así que tiene que ser exuberante en Dios, si<br />
la naturaleza proviene de Él y no Él de la naturaleza 49 ;<br />
49<br />
“Cuando <strong>Jacobi</strong> vio, además, que se admitía la naturaleza como<br />
elemento esencial en la filosofía de la naturaleza, no le quedó otra<br />
arma que la de censurar a este sistema de panteísmo, en el sentido más<br />
vulgar y grosero, y la de perseguirlo por todos los medios. La<br />
filosofía, sin embargo, no puede ocuparse sólo de lo más alto, sino que<br />
debe conectar efectivamente lo más alto con lo más bajo, a fin de que<br />
sea efectivamente una ciencia omniabarcante. Quien desecha de<br />
antemano la naturaleza como lo absolutamente carente de espíritu, se<br />
despoja por esto mismo de la materi a, en y desde la cual podría<br />
desarrollar lo espiritual. La fuerza del águila cuando vuela no se<br />
demuestra por el hecho de que no sienta ninguna atracción hacia<br />
abajo, sino por superar esa atracción, y se sirve de ella como medio<br />
para elevarse. El árbol que hunde profundamente sus raíces en la tierra<br />
puede todavía esperar que su copa florida se alce hasta el cielo; pero<br />
las ideas que se separan desde el principio de la naturaleza se parecen<br />
a las plantas sin raíces, o a lo sumo a esos delicados filamentos que<br />
planean en el aire cuando finaliza el verano, incapaces igualmente de<br />
alcanzar el cielo y de tocar la tierra por su propio peso. Un “final de<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Observaciones</strong> Filosóficas Traducciones / 2006