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entrevista Norberto Odebrecht
dependientes. Cada una de ellas comparte el deber y el
d e recho de expresar su cultura, sus percepciones y sus
actitudes y conductas. Instituye un nuevo modo de vivir y
t r a b a j a , ral colocar lo global a servicio de lo regional y lo
local; la colectividad a servicio del ciudadano; la pro d u c-
tividad a servicio de la promoción de la igualdad de oportunidades;
y la individualización del cliente a servicio de
la promoción de lo nuevo y lo inusitado.
Necesitamos crecer de forma
sustentable, abandonando la
“ley de la selva” y creando
nuevas reglas, fundadas en
la confianza y la cooperación
O I– ¿Qué significa ser socialmente competente?
NO – Competencia tiene la misma raíz que el térm i n o
“competitividad”, pero el significado es totalmente distinto.
“Competitividad” es “trabajar contra” un competid
o r. Competencia es trabajar a favor del cliente. Competencia,
en el caso de las organizaciones, que tengan o no
fines de lucro, es trabajar a favor del beneficiario final, o
sea, del ciudadano. Para ser competente lo importante es
la cultura, la educación y la confianza entre las personas
que tienen salud mental y, por lo tanto, están compro m e-
tidas con la construcción de algo nuevo. Solo las personas
sanas pueden alcanzar la madurez y tornarse competentes.
El que goza de salud mental no siente placer en
d e s t ru i r. Su interés es constru i r, buscando algo nuevo; es
establecer asociaciones duraderas, a partir de sueños y
de proyectos compartidos. Al igual que sucede en la vida
de una pareja, la sociedad sólo existe cuando las personas
mantienen la capacidad de soñar en común, de cre a r
e innovar, gestando continuamente algo nuevo, difere n-
te, inusitado.
O I– Usted ha acentuado la idea de que el desarrollo debe
ser necesariamente sustentable. ¿Cuál es el significado
exacto de esa sustentabilidad?
NO – S a b emos que nadie vive aislado en sociedad, como
si fuese una isla. Nuestra vida es hecha de relaciones que
tenemos los unos con los otros. En ese sentido, la vida en
sociedad se parece a un juego. Debemos tener conciencia
de que es posible escoger las reglas del juego que
q u e remos jugar en nuestra sociedad. Mucha gente sigue
atada a la “guerra de todos contra todos” que caracterizó
a la Era Industrial, en la cual, para que algunos ganasen
otros tenían necesariamente que perd e r. Entre los
que tienen visión de futuro y visión del todo impera una
conciencia diferente: es posible civilizarse, o sea, cre c e r
de forma sustentable, abandonando la “ley de la selva”
y creando nuevas reglas, fundadas en la confianza y en
la cooperación, tomando en cuenta la satisfacción del
cliente común que debe ser servido. Empresarios que
buscan la perpetuación, la verdadera sustentabilidad de
sus organizaciones, que aspiran a construir instituciones
que atraviesen generaciones, descubren que solamente
la práctica del juego “gana-gana” les permitiría re a l i z a r
ese sueño de permanencia. Ellos saben que la sustentabilidad
de cualquier actividad humana exige la eliminación
del desperdicio de tiempo, energía, dinero y re c u r-
sos naturales. Y saben que la erradicación del desperd i-
cio depende de la creatividad y de las ideas de ejecutores
eficaces, que son los únicos dueños de las habilidades,
capacitaciones y conocimientos para producir mejor,
en menos tiempo y a menores costos.
O I – ¿En qué favorece el ejercicio de la sustentabilidad
(o es) un juego “gana-gana”?
NO – Al producir mejor, economizando medios, los ejecut
o res eficaces aumentan su partición en los resultados que
generan, mediante la interacción de sus fuerzas a las fuerzas
de los demás. Al aumentar la renta, mejoran sus condiciones
de vida y las de su familia. Pasan a ahorrar e invert
i r. Al ahorrar e invert i r, se vuelven moral y materialmente
ricos, asegurando un futuro mejor para sí mismos y para
los suyos. Ese es un ciclo virtuoso, un juego del tipo “ganagana”
en que familias y comunidades, incluidas en el proceso
autosustentable de enriquecimiento moral y material
se vuelven cada vez más altruistas, contribuyendo al enriquecimiento
de todos. Esa es la sociedad con que soñamos.
Esa es la sociedad de confianza.
O I– ¿Qué necesitamos para llegar hasta allá?
NO – N e c es it amos disciplina. La disciplina genera el re s-
peto y profundiza la confianza. Les voy a hacer un cuento.
La firma de mi padre, la Emílio Odebrecht & Cía, funcionaba
al lado de casa. Cuando era pequeño, conocí a los
m a e s t ros de obra formados por mi padre, en su mayoría
20 ó 30 años mayores que yo, algunos analfabetos, pero
todos compartiendo un propósito superior y común, que
era su honor profesional. Honor profesional cuyo punto de
p a rtida era la disciplina. Disciplina en el respeto a las especificaciones,
a los plazos y a los costos, siempre tomando
en cuenta los intereses de los clientes. A los 15 años, cuan-
4 Odebrecht Informa agosto • 2003