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MANUEL HERRERA GÓMEZ<br />

mental yo-tú funda el mundo de la relación» (1923: 61). Según Buber, las dos<br />

vías puestas en práctica por el hombre contemporáneo para superar la propia<br />

crisis (la «soledad social»), es decir, el individualismo y el colectivismo, no conducen<br />

a ninguna salida. La vía auténtica es la de la relación «entre-hombre-yhombre»,<br />

de la relación interpersonal y de la comunidad. Sólo en la relación<br />

con el «otro» hombre el individuo se encuentra a sí mismo, al tiempo que<br />

supera la soledad y el aislamiento: sólo en el encuentro con el otro, en la relación<br />

establecida entre (zwischen) el yo y el tú, el hombre entra en la auténtica<br />

realidad, de la cual se había alejado. Con un planteamiento de clara inspiración<br />

religiosa (hebraico) pero con evidentes implicaciones sociológicas, Buber<br />

sostiene que la comprensión del problema del hombre no debe concentrarse en<br />

el individuo, sino en el «entre», es decir, en la relación. El motivo es bien sencillo:<br />

sólo en ella el hombre se constituye como persona, o sea, como un «yo»<br />

para un «tú» y como un «tú» para un «yo». La relación no es entendida como<br />

un acercamiento psicológico, interno al yo, ni como un fenómeno cosmológico<br />

u holista, propio de un mundo que contiene en sí a los individuos: es una<br />

estructura ontológica originaria, es una realidad no comprendida en el yo ni<br />

comprendente al yo, sino efectivamente existente entre el yo y el tú. La relación<br />

no está fundada en la subjetividad, sino en la esfera de la relación entre<br />

los seres.<br />

En obras más tardías (cfr. Elementi dell’interumano, 1954), Buber regresa a<br />

la teoría de la relación aclarando que, en su opinión, es necesario no confundir<br />

el componente social con el interhumano de la relación: el mundo humano es<br />

social en cuanto ligamen recíproco que genera experiencia y reacciones comunes<br />

(social es «el ser miembro de un grupo»), y es humano en cuanto las personas<br />

pueden liberarse de sus pertenencias colectivas (de tipo durkheimiano) y<br />

de sus funciones de rol (de tipo parsoniano), para entrar y vivir la relación<br />

intersubjetiva yo-tú, donde rige la reciprocidad de la mirada y del diálogo,<br />

donde se es compañero en los acontecimientos de la vida, donde se es percibido<br />

como «totalidad existente» 15 . En este sentido, Buber se aproxima a aquellos<br />

que, después de Husserl, han tratado la relación social como relación de empatía<br />

en sentido fuerte (Edith Stein), es decir, como capacidad para ubicarse en la<br />

posición del otro y así entenderlo más plenamente (concepto distinto de la<br />

simpatía). Ahora bien, conviene precisar que Buber insiste en considerar un<br />

error todo intento de comprender los fenómenos interhumanos como fenómenos<br />

psíquicos. El motivo es el siguiente: el significado de la relación no se<br />

encuentra en uno de los dos interlocutores o en ambos conjuntamente, sino<br />

sólo en su ser «inter» 16 .<br />

Aunque procedente de otros orígenes culturales (Escuela de Frankfurt),<br />

15<br />

«La esfera de lo inter-humano es aquella del recíproco estar-el uno-frente-a otro; es el desplegarse<br />

de aquello que llamamos dialógico» (M. Buber, 1954: 87).<br />

16<br />

«El ámbito de lo inter-humano se extiende más allá de la simpatía (…), esto es lo decisivo: serno-objeto»<br />

(M. Buber, 1923: 297).<br />

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