Mirar las grietas - Universidad de Los Andes
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El Caribe cuenta y canta<br />
Enrique Plata Ramírez<br />
blamos <strong>de</strong>l discurso <strong>de</strong> la postmo<strong>de</strong>rnidad que, <strong>de</strong> cierta manera, contrapuntea<br />
la realidad y sus meandros, sus intersticios, que se <strong>de</strong>tiene en la intertextualidad<br />
rítmica y en la sonoridad musical caribeña.<br />
Así, toda esta narrativa <strong>de</strong>viene en intertextos <strong>de</strong> la cultura popular<br />
caribeña, en correlatos <strong>de</strong> lo periférico y <strong>de</strong>l melodrama. Vicente<br />
Francisco Torres consi<strong>de</strong>ra que el Caribe y Latinoamérica se vieron en la<br />
necesidad <strong>de</strong> formular sus propios textos, más alegres y festivos, <strong>de</strong>senfadados<br />
y <strong>de</strong>sprejuiciados, como forma <strong>de</strong> manifestar la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia frente<br />
al discurso cultural etnocentrista. Este discurso finisecular se reconoce<br />
como contradiscurso <strong>de</strong> la historia oficial literaria, al asumirse en cuanto<br />
discurso <strong>de</strong> contracultura, <strong>de</strong> resistencia, por sostener y articular en su interior<br />
correlatos <strong>de</strong>l melodrama como lo folletinesco, lo fotográfico, lo cinematográfico<br />
y los múltiples intertextos musicales.<br />
Esta auténtica saga literaria latinoamericana <strong>de</strong> finales <strong>de</strong> siglo,<br />
alucinante corpus narrativo, se <strong>de</strong>spliega en múltiples líneas transversales<br />
para metaforizar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cada una <strong>de</strong> el<strong>las</strong>, a la cultura popular caribeña,<br />
mostrándose como producto <strong>de</strong> la asimilación que los escritores latinoamericanos<br />
han hecho <strong>de</strong> la llamada “cultura popular”. En ella, como venimos<br />
afirmando, se dan cita distintos intertextos musicales-populares como<br />
el bolero, la salsa, el vallenato, etc., que en alguna forma sostendrán el<br />
hilo narrativo y la tensión necesaria, creando atmósferas, situaciones y motivos<br />
que nada tienen que ver con los gran<strong>de</strong>s archivos forjadores <strong>de</strong> la<br />
memoria continental.<br />
Así, po<strong>de</strong>mos afirmar que entre los iniciadores <strong>de</strong> este nuevo discurso<br />
se encuentran el venezolano Renato Rodríguez y los cubanos Severo<br />
Sarduy y Guillermo Cabrera Infante. Renato Rodríguez es autor <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
nove<strong>las</strong> Al sur <strong>de</strong>l Equanil, El bonche, ¡Viva la pasta, La noche escuece e Insu<strong>las</strong>.<br />
Al abordar su narrativa <strong>de</strong>bemos estar siempre alertas, con los sentidos<br />
aguzados a cuanto se suscita en torno al sujeto narrador. El humor y<br />
la ironía campean a lo largo <strong>de</strong>l discurso, no sólo en cuanto manifestación<br />
festiva, sino como forma <strong>de</strong> satirizar al sujeto y a la sociedad, incluso a la<br />
escritura misma. En El bonche, la connotación musical está implícita <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
el título mismo. “Bonche” es una palabra que en el Caribe <strong>de</strong>signa jolgorio,<br />
parranda, fiesta. El autor recurre constantemente a distintas manifestaciones<br />
musicales como el merecumbé, la salsa, el bolero y el mambo, para<br />
hablarnos <strong>de</strong>l sujeto <strong>de</strong> la diáspora, <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sterritorialización y<br />
posterior inserción en un contexto cultural totalmente distinto al que ha<br />
habitado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su niñez.<br />
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