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Justo González – No Creáis A Todo Espíritu

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16 u\Jo c/!eáig a todo egpí/!itu ( (.<br />

eran personas que se inventaron una falsa doctrina para engañar a la<br />

gente, sino personas convencidas de que lo que decían era verdad.<br />

Marción, quien negaba la verdadera encamación de Jesucristo y<br />

rechazaba la autoridad de las Escrituras hebreas, estaba radicalmente<br />

equivocado. El no haberles dado curso a sus doctrinas fue decisión<br />

sabia por parte de la iglesia. Marción era uno de esos acerca de los<br />

cuales Pablo diría que era necesario "taparles la boca". Ciertamente,<br />

lo que Marción decía amenazaba el corazón mismo de la fe cristiana.<br />

Pero a pesar de ello, todo parece indicar que Marción fue un hombre<br />

sincero, convencido de que lo que él decía era una versión mejor del<br />

evangelio de Jesucristo que la que proclamaba y~enseñaba el resto<br />

de la iglesia.<br />

En segundo lugar, conviene señalar que, a pesar de sus errores<br />

y en buena medida gracias a ellos, los herejes han tenido una función<br />

positiva en los designios de Dios. Fue gracias a Marción, y en<br />

reacción contra sus propuestas, que la iglesia dio los primeros pasos<br />

en la formulación del canon del Nuevo Testamento. Fue gracias a<br />

Arrio y sus seguidores, y en oposición a sus propuestas, que la iglesia<br />

desarrolló la doctrina de la Trinidad. Fue gracias a los docetas, a<br />

los apolinaristas, a los nestorianos y a los monofisitas, y en reacción<br />

a sus propuestas, que la iglesia desarrolló su doctrina cristo lógica.<br />

Fue gracias a Pelagio, y en respuesta a sus posturas, que san Agustín<br />

desarrolló su doctrina de la gracia.<br />

En tercer lugar, notemos también que el surgimiento de tales<br />

falsas doctrinas no es índice de falta de fe o de vitalidad en la iglesia,<br />

sino todo lo contrario. Las herejías surgen precisamente porque<br />

hay en la iglesia un fervor religioso y una vitalidad que buscan expresarse.<br />

Fue durante los primeros siglos de vida de la iglesia que<br />

todas las grandes herejías surgieron. Durante la Edad Media, la iglesia<br />

fue poderosa; pero posiblemente en parte porque era poderosa y<br />

dominante, y en parte porque fue una iglesia frecuentemente dada a<br />

la corrupción y a la inercia, las herejías fueron más escasas. Cuando,<br />

en tiempos de la Reforma, la iglesia cobró nueva vitalidad, pronto<br />

comenzaron a surgir movimientos que la mayoría de los cristianos,<br />

tanto católicos como protestantes, tuvieron que declarar heréticos.<br />

Hoy acontece algo parecido. Hoy los centros de vitalidad cristiana<br />

no están ya en el Atlántico del <strong>No</strong>rte, de donde antes salían los<br />

misioneros y la teología. Hoy esos centros están en Asia, África y<br />

América Latina. Por tanto, no ha de sorprendemos el hecho de que<br />

la inmensa mayoría de los nuevos movimientos religiosos dentro del<br />

cristianismo que nos causan preocupación no surgen ni se manifiestan<br />

principalmente en los viejos centros del cristianismo, sino que<br />

surgen y se manifiestan principalmente en Asia, África y América<br />

Latina.<br />

En cuanto al tema que nos ocupa, este tercer punto tiene dos consecuencias<br />

importantes: Primera, que no hemos de pensar que los<br />

nuevos movimientos religiosos en América Latina se deban sencillamente<br />

a que nuestra fe sea inmadura, a que no tengamos buenos<br />

teólogos, o a cosas parecidas. <strong>Todo</strong> eso entra en juego. Pero la principal<br />

razón por la que tales movimientos surgen es que hay entre<br />

nuestro pueblo y nuestras iglesias un bullir que no existe en los viejos<br />

centros de la antigua cristiandad. Y la segunda consecuencia de<br />

ese tercer punto es que nos equivocamos si pensamos que la respuesta<br />

a tales movimientos nos ha de venir del norte, de donde antes<br />

nos vinieron los misioneros y la teología, y en muchos casos todavía<br />

nos viene el dinero. ¡<strong>No</strong>! El norte sí tiene contribuciones que hacer<br />

a toda la iglesia. Pero las respuestas a los retos de los nuevos movimientos<br />

misioneros se han de gestar aquí, en América Latina, entre<br />

quienes comprenden dónde está el atractivo de tales movimientos<br />

para nuestra gente.<br />

Por último, en cuarto lugar entre estos comentarios generales<br />

acerca de las herejías, hay que decir que el poder de tales herejías, así<br />

como de todo nuevo movimiento, no está en la mentira o el error que<br />

puedan conllevar, sino en la verdad que contienen. Recordemos lo<br />

que cité antes, tomado de Ireneo, en el sentido de que la mentira no<br />

tiene poder, sino que su poder está en la medida de verdad que contiene.<br />

La mayor parte de las herejías antiguas tenían atractivo porque<br />

parte de lo que decían era cierto. En muchos casos, también en eso<br />

estuvo su error, pues tomaron algo que era cierto, y quizá hasta una<br />

corrección necesaria, y lo llevaron a tal extremo que se convirtió en<br />

error.<br />

Así, por ejemplo, la gran herejía de la iglesia antigua, y la más<br />

dificil de erradicar, fue el docetismo. Los docetas sabían y afirmaban<br />

una gran verdad: Que lo que ha acontecido en Jesucristo es algo<br />

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