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Justo González – No Creáis A Todo Espíritu

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64 uVo Cheó¡g a todo egpíh¡tu "<br />

aburrirían. La persona siempre es otra. Por muy bien que la conozcamos,<br />

esa otredad siempre permanece; lo que es más, sin esa otredad<br />

se nos haría imposible amarla. De igual modo, esta Persona que<br />

es la Verdad es siempre otra; nunca la poseemos completamente;<br />

tiene siempre la libertad de sorprendernos. Y, como palabra de la<br />

Palabra de Dios, la Escritura tiene esa misma cualidad, esa misma<br />

libertad, esa misma otredad. La diversidad de Evangelios, la diversidad<br />

de historias de la creación, y muchos otros casos semejantes,<br />

son testimonio y ocasión de esa otredad. Pretender quitarles a las Escrituras<br />

esa otredad, simplificarla al punto que podamos resumirla<br />

en unos cuantos puntos, pretender que nuestra interpretación de la<br />

Biblia es la Biblia misma, seria como substituir a la persona que amamos<br />

con su retrato. El retrato nos puede recordar a la persona; pero<br />

no es ella.<br />

Por otra parte, al decir que la Verdad es una persona estamos<br />

diciendo también que tiene una identidad propia. Una persona que<br />

actúe cada vez de una manera diferente e inesperada, como una veleta,<br />

no es una persona sana, y en tal caso llegamos hasta a hablar de<br />

personalidades múltiples. La verdadera persona tiene una identidad,<br />

un modo de ser y de actuar. Esta Persona (con letra mayúscula) que<br />

es la Verdad (también con letra mayúscula) nos presenta diferentes<br />

rostros o facetas, y mantiene siempre su otredad; pero también tiene<br />

su identidad, su permanencia, lo que nos permite conocerla y amarla.<br />

Esta Persona, Jesucristo, "es el mismo ayer, hoy y por los siglos"<br />

(Heb. 13:8). Si el fundamentalismo se equivoca al pretender resumirlo<br />

y clasificarlo todo, como si pudiera de veras poseer esa verdad<br />

absoluta que le pertenece solo a Dios, el liberalismo se equivoca al<br />

olvidar que detrás de los múltiples testimonios de las Escrituras se<br />

encuentra un solo Dios, cuyo amor y cuyos propósitos no cambian;<br />

que en esos cuatro Evangelios diferentes se revela el único y eterno<br />

Evangelio de Jesucristo; que su autoridad no disminuye porque difieran,<br />

sino que al contrario se acrecienta porque señalan a esa Verdad<br />

que solo a Dios le pertenece.<br />

Es esa Verdad, y el texto bíblico que da testimonio de ella, lo que<br />

ha de guiar nuestra respuesta a los nuevos y tan variados movimientos<br />

religiosos que han surgido y seguirán surgiendo en nuestra<br />

América.<br />

Capítulo 4<br />

El eje de la fe cristiana: La encarnación de Dios<br />

en Jesucristo<br />

Decíamos antes que la principal deficiencia de la doctrina del<br />

Verbo como tal es que, aunque sí nos ayuda a ver valor en los conocimientos<br />

fuera del ámbito de la revelación especial, no nos<br />

ayuda a distinguir entre la verdad y el error. A ese problema tuvo<br />

que abocarse desde el principio el mismo Justino Mártir a quien<br />

mencionamos antes como proponente de la doctrina del Logos.<br />

Gracias a esa doctrina, Justino podía decir que el Verbo de Dios se<br />

manifestó en la sabiduría de Sócrates y de Heráclito. Pero tanto<br />

Sócrates como Heráclito y todos los demás filósofos dijeron cosas<br />

equivocadas. Entonces ¿qué de los errores de Sócrates y de Heráclito?<br />

El modo en que Justino responde a esta pregunta consiste<br />

en declarar que, aunque los antiguos filósofos tuvieron el Verbo "en<br />

parte", los cristianos 10 tienen "entero". Dice Justino:<br />

Así pues, nuestra religión aparece más sublime que toda otra<br />

humana enseñanza, por la sencilla razón de que el Verbo entero, que<br />

es Cristo, aparecido por nosotros, se hizo cuerpo y razón y alma.<br />

Porque cuanto de bueno dijeron y hallaron jamás filósofos y legisladores,<br />

fue por ellos elaborado, según la parte de Verbo que les cupo,<br />

por la investigación y la intuición; mas como no conocieron al Verbo<br />

entero, que es Cristo, se contradijeron también con frecuencia unos<br />

a otros 1 •<br />

Aunque la terminología de conocer al Verbo "en parte" o "entero"<br />

no sea adecuada, el punto importante es que Justino ve la<br />

necesidad de distinguir entre la verdad y el error en la filosofia<br />

pagana, y que ve también a Jesucristo, venido en carne, como piedra<br />

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