El Protagonismo de las Materias Primas - Fundación Banco Santander

Cuadernos de
Sostenibilidad y
Patrimonio Natural
8
/ 2005
El Protagonismo
de las Materias
Primas

Este libro está impreso con papeles reciclados y ecológicos, altamente sostenibles;
cubierta en papel estucado mate Ikonorex Silk;
páginas interiores en papel Cyclus Offset reciclado.
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responsable de las opiniones vertidas por los autores
de estos artículos.
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publicación sin autorización de la empresa editora.
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Fundación Santander Central Hispano.
Depósito Legal: M-42311-2005
ISBN: 84-89913-67-6
Impreso en España / Printed in Spain
Diseño editorial: Investigación Gráfica, S.A. / Alberto Corazón
Imprime: Leader Printing, S.L.

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Los nuevos escenarios geopolíticos, sociales, económicos y ambientales que, tanto global como localmente, están configurándose en
este inicio de milenio, suponen un reto de dimensiones aún no bien percibidas por todos. Afrontar con decisión e inteligencia estas
nuevas singladuras de la sociedad humana constituye, además de un gran desafío, una singular oportunidad para fundamentar el desarrollo
socioeconómico en sólidas y nuevas bases. Bases que le permitirán, no sólo perdurar en el tiempo, sino también ahondar en
la equidad, armonizar economía y medio ambiente y actuar de forma que no se hipotequen las condiciones de vida de las futuras
generaciones. Es decir, estas bases deben hacer de nuestro modelo socioeconómico un modelo de desarrollo sostenible.
Las materias primas son actualmente uno de los enfoques más relevantes, desde los que abordar dicho desarrollo sostenible. Estas
materias tienen, y están adquiriendo cada vez más, una importancia decisiva, tanto para el momento presente, como para el futuro.
Consciente de esta importancia, la Fundación Santander Central Hispano ha dedicado este Segundo Foro de Economía y
Sostenibilidad al protagonismo de las materias primas.
Dada la diversidad de elementos que componen el concepto “materias primas”, y por razones de concreción al tratarse de una sola
jornada, el desarrollo de la misma se ha centrado en dos materias que son especialmente determinantes: el agua (aun cuando su naturaleza
y funciones van mucho más allá de ser sólo materia prima) y el petróleo. Además, esta atención se ha enmarcado en el contexto
actual, donde el papel de los grandes países emergentes es creciente y donde la prolongada elevación de los precios hace oportuna
la pregunta de si existe, o no, burbuja en las materias primas.
La necesidad vital del agua y la naturaleza estratégica del petróleo le han dado a este Foro una especial pertinencia. La personalidad
de los participantes en el mismo, moderados por Joaquín Estefanía, le ha dotado de una notable calidad. Con ambos elementos,
pertinencia y calidad, el contenido de este número de Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural quiere ser un factor
más de información y conocimiento, que sirva de bagaje para avanzar en el camino de la sostenibilidad.
Fundación Santander Central Hispano
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 7

Apertura del foro
José María Amusátegui
Fundación Santander Central Hispano .................................................................................................................................................................... 6
Joaquín Estefanía
Escuela de Periodismo Universidad Autónoma de Madrid / El País ..................................................................................................................... 8
¿Existe burbuja en las materias primas
Pablo Bustelo
Universidad Complutense de Madrid y Real Instituto Elcano ............................................................................................................................... 10
El desarrollo en los países emergentes: América Latina y Asia
Evolución en América Latina
José Juan Ruiz
Grupo Santander ........................................................................................................................................................................................................ 18
El despegue asiático: China
Taciana Fisac
Centro de Estudios de Asia Oriental, Universidad Autónoma de Madrid ............................................................................................................. 27
El petróleo como ejemplo de los límites del crecimiento
La segunda mitad de la era del petróleo
Mariano Marzo
Universidad de Barcelona .......................................................................................................................................................................................... 33
La energía: una materia prima invisible
Cayetano López
Universidad Autónoma de Madrid y CIEMAT ......................................................................................................................................................... 41

5
El agua: problemas de escasez
El agua, ¿un problema de escasez
Enrique Cabrera
Universidad Pontificia de Valencia .......................................................................................................................................................................... 48
Los límites del agua
Joaquín Araujo
Escritor y experto en Medio Ambiente ................................................................................................................................................................. 54
Perspectivas de la economía mundial a la luz de los nuevos problemas
Emilio Ontiveros
Universidad Autónoma de Madrid ........................................................................................................................................................................ 60
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 5

APERTURA DEL FORO
José María Amusátegui
Presidente
Fundación Santander Central Hispano
Damos hoy comienzo al Segundo Foro de Economía y Sostenibilidad, justo cuando hace un año, al celebrar el primer foro, hicimos
pública la intención de nuestra Fundación de repetir anualmente este encuentro.
Estos foros constituyen una de las múltiples actividades que la Fundación Santander Central Hispano realiza en el campo de la
sostenibilidad, como organizar diversos seminarios y debates, editar dos series de publicaciones, –Cuadernos de Sostenibilidad y
Patrimonio Natural y Manuales de Desarrollo Sostenible– o participar en la recuperación de espacios naturales degradados de alto
valor ecológico, como el que se está llevando a cabo actualmente en las Turberas de Roñanzas en Llanes.
Pero la finalidad más específica de jornadas como la de hoy es crear foros de información y discusión donde abordar las principales
cuestiones que la sostenibilidad plantea al crecimiento económico, porque entendemos que ya no se puede hablar simplemente
de crecimiento o desarrollo de los países sino de crecimiento sostenible. Se trata, en definitiva, de establecer un diálogo fluido y
permanente entre economía y sostenibilidad.
En el foro del año pasado, se ofreció una visión general de las principales cuestiones relacionadas con el crecimiento sostenible: la
sostenibilidad en el ámbito macroeconómico, sus implicaciones sectoriales o empresariales y sus aspectos financieros. En el presente
y sucesivos encuentros, se abordarán temas más concretos que suponen acercamientos al problema desde diversas perspectivas.
El foro de este año, titulado El protagonismo de las materias primas, pretende tratar una cuestión cada vez más acuciante, como es el
papel decisivo que las principales materias primas –agua, petróleo, metales– juegan y jugarán en la escena económica mundial como
posible factor limitativo del crecimiento y de su sostenibilidad en el tiempo.
Se trata de una cuestión que está en la raíz misma del hecho económico –la escasez de recursos y su utilización eficiente para satisfacer
la demanda– y que puede plantear límites al proceso global de crecimiento. Desde los planteamientos iniciales de Malthus, con
su dialéctica alimentos-población, es un tema que los economistas han resucitado de forma recurrente pero que, en el momento
actual y en el caso de las materias primas básicas, adquiere dimensiones preocupantes por los cambios ocurridos en la oferta y en la
demanda.

7
La amenaza cada vez más cercana y cuantificable del agotamiento de los recursos petrolíferos o los problemas de escasez de agua,
dramáticos en África pero crecientes a nivel global como consecuencia de las agresiones a nuestro entorno natural, debilitan
progresivamente la oferta de recursos. Junto a ello, la creciente incorporación al mundo industrializado de millones de consumidores
del Asia Oriental fortalece continuamente la demanda. El resultado: aumentos considerables en el índice de precios de materias
primas –que alcanzó el pasado marzo el nivel más alto del último cuarto de siglo– y que en último término refleja la escasez relativa
de los recursos básicos.
Tras esta cuestión se esconden graves preocupaciones para quienes estamos comprometidos con la sostenibilidad del crecimiento,
como son, entre otras: la falta de eficiencia con que frecuentemente se utilizan los recursos primarios en los procesos productivos,
la ineficacia en la búsqueda de alternativas ecológicas al actual uso de materias primas contaminantes, la exigencia de detener
definitivamente las agresiones a nuestro entorno natural que agravan a nivel planetario la escasez de recursos hídricos o la necesidad
de que los ciudadanos asuman criterios de consumo responsable.
Responder a estas y otras cuestiones y plantear en definitiva el problema de las materias primas desde la óptica del crecimiento
sostenible es el objetivo de este Segundo Foro. Expertos cualificados de diversas disciplinas, a quienes deseo agradecer su inestimable
colaboración, se encargarán de llevarlo a cabo a través de diferentes conferencias y paneles.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

APERTURA DEL FORO
Joaquín Estefanía
Director
Escuela de Periodismo UAM/El País
La Fundación Santander Central Hispano ha tenido el acierto de recuperar para el debate el protagonismo de las materias primas.
Esto no es habitual: las llamadas commodities parecían haber sido olvidadas ante otros problemas más prioritarios, casi siempre
relacionados con la economía financiera. Muchas materias primas parecían haber perdido parte de su carácter de commodities para
pasar a tomar cuerpo de contrato financiero.
Del mismo modo que Wittgenstein decía que todos los problemas filosóficos eran, en última instancia, problemas de lenguaje, las
dificultades relacionadas con las materias primas parecían sólo dificultades financieras, de mercado de futuro. Y éstas existen, pero no
son ni mucho menos únicas. La riqueza de los países no depende sólo de los flujos financieros, sino de los flujos comerciales de las
materias primas.
Las materias primas sufren, en este principio de siglo, un doble problema de oferta y de demanda. Por una parte, en muchos casos
son recursos con reservas finitas, y por la otra, como efecto de la globalización como marco de referencia de nuestra época, se han
añadido como consumidores de las mismas miles de millones de ciudadanos, sobre todo procedentes de subcontinentes como China
e India.
Esa tensión entre oferta y demanda ha llevado a un nuevo punto de equilibrio de los precios. La escasez aumenta el precio. En
general, ésta es la tendencia dominante. Hace dos meses, el índice Reuters CRB, una cesta de diecisiete materias primar básicas –que
constituye la referencia más relevante de la industria– escalaba a sus niveles más altos en el último cuarto de siglo. Además, como
sabemos, los mercados no son perfectos: aprovechando la coyuntura, muchos fondos de alto riesgo e inversores institucionales
acopiaban materias primas, y porcentajes muy pequeños de compras y ventas hacían bajar o subir la cotización de los mismos en los
mercados de futuros. Por ejemplo, según algunos expertos, hay una burbuja en el sector del petróleo causada en menor grado por
las variables fundamentales (oferta, demanda y coste de sustitución de las reservas) que por la especulación de los contratos a plazo:
todos los fondos están presentes en los mercados a plazo y apuestan por un alza de los precios para el próximo año; los precios
al contado siguen la tendencia. Empresas importantes han dejado de contratar personal para compensar en sus costes totales el
encarecimiento de los precios de las materias primas.

Durante todo este foro flotará la pregunta que da nombre a la primera conferencia: ¿existe burbuja en las materias primas Más allá
del análisis que haga Pablo Bustelo, seguramente sí se puede concluir que en estos momentos hay una burbuja de liquidez en el
mundo: existe muchísimo dinero en circulación. Se habla de burbuja en el sector inmobiliario, en el mercado de obligaciones (en sus
dos reencarnaciones: los bonos basura y la deuda de los mercados emergentes), de burbuja petrolífera e incluso de una burbuja
en el mercado de acciones, a la vista de las primas pagadas en las operaciones de fusiones y adquisiciones de empresas que estamos
contemplando.
En realidad, casi todos los mercados de activos revelan hoy los comportamientos característicos de las burbujas. La economía
mundial está inundada de una liquidez inusitada: una burbuja de liquidez. Si es así, bienvenidos a la economía de las burbujas
especulativas, versión 2005.
Cuando se dan burbujas de liquidez, casi siempre se debe a políticas monetarias laxas dirigidas por los principales bancos centrales
del mundo. Ello ha estado ocurriendo desde la última crisis financiera mundial, que arrancó en el verano de 1997 en el sudeste
asiático. El Banco de Japón acaba de anunciar que seguirá inyectando dinero barato de forma masiva en la economía japonesa, para
reactivarla y volver a la senda de la inflación. La Reserva Federal Americana (Fed) lleva más de tres años, pese a las últimas subidas
de los tipos de interés, con el precio del dinero por debajo de la inflación, animando a la gente y a las empresas a endeudarse y
consumir. Pero es el Banco Central de China el que ha añadido más madera al fuego de la liquidez: para prevenir cualquier apreciación
del yuan que desestimule sus exportaciones, hace funcionar a todo gas la máquina de la fábrica de la moneda, y así disponer de
los yuanes necesarios para comprar a las empresas chinas todos los dólares que éstas han ganado gracias a sus exportaciones.
Mis explicaciones, como no podía ser menos, ya han devenido en económicas. Pero, insisto, lo que envuelve ahora al mundo de las
materias primas no es sólo economía. Es la hora también de los físicos y de los científicos que estudian el nivel de las reservas
de agua, petróleo o metales. Y de los ecologistas. ¿Saben ustedes que el Club de Roma está preparando con toda celeridad una
actualización de su ya célebre estudio Los límites del crecimiento
Cualquier análisis ha de ser multidisciplinar, y así lo hemos pretendido. Por primera vez en un foro de estas características, el
número de economistas no es el mayoritario. Después de determinar si existe, o no, burbuja en las materias primas abordaremos la
problemática de dos zonas emergentes del mundo, con distintos ritmos de crecimiento, pero en ambos casos por encima
de Occidente: América Latina y China. Luego nos centraremos en las dos materias primas fundamentales para el bienestar y la
supervivencia ciudadana: la energía y el agua. Y terminaremos contextualizando, ahora sí desde el punto de vista de la economía, dónde
nos lleva un mundo caracterizado por problemas de escasez en la producción y de sobreabundancia en la distribución.
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Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

¿Existe burbuja en las materias primas
Pablo Bustelo
Profesor Titular de Economía Aplicada, UCM
Investigador principal del Real Instituto Elcano
El fuerte incremento de los precios de varias materias primas
durante los últimos meses ha puesto sobre la mesa la cuestión
de si tal aumento se ha debido sólo a factores de oferta y
demanda (los llamados “fundamentales”), o si también han
influido, de manera destacada, las inversiones especulativas.
En otros términos, si existe o no una burbuja en las materias
primas.
La respuesta a tal pregunta es ciertamente difícil, principalmente
por dos razones. La primera es que existe una gran
controversia entre los especialistas sobre tal cuestión. Algunos
analistas consideran que el aumento de los precios se ha
debido fundamentalmente a un aumento de demanda en un
contexto de insuficiente oferta, mientras que otros destacan
la presencia significativa en el mercado de inversores “no
convencionales”, como los fondos de pensiones y las mutuas.
La segunda razón es que quizá no se pueda saber si estamos
en presencia de una burbuja hasta que tal burbuja estalle, lo
que hasta la fecha (2005) no se ha producido y puede que no
se produzca, ni en los próximos meses ni, incluso, nunca.
En cualquier caso, lo cierto es que el aumento de los precios
de las materias primas ha sido importante y que se ha producido
en un amplio espectro de productos básicos (Matthies,
2005a). Según un conocido informe publicado recientemente
en Francia, el mundo no había conocido un incremento de los
precios similar desde los años setenta del siglo XX, ya que las
subidas han sido notables y se han producido en una amplia
gama de productos, desde el petróleo y los minerales y
metales (hierro, acero, metales no ferrosos) hasta las materias
primas agrícolas, pasando por los productos alimentarios e
incluso los productos tropicales (Chalmin, dir., 2005).
Evolución reciente de los precios
de las materias primas
Lo primero que llama la atención es el fuerte incremento de
los precios durante el último año en un amplio grupo de materias
primas. Como puede verse en la Tabla 1, el aumento de los
precios ha sido notable en minerales (hierro, zinc, cobre, etc.),
energía (petróleo y gas natural), metales (acero), productos
alimentarios (café, azúcar, arroz, etc.).
Por ejemplo, el precio del petróleo Brent ha aumentado casi
un 50% desde el primer trimestre del año pasado, situándose
en 53 dólares por barril en marzo de 2005, lo que supone un
precio más alto, en términos reales, que el que había en 1974
(aunque inferior a los 80 dólares, en términos reales, que se
alcanzaron en 1979). Ese crecimiento se explica por el fuerte
aumento de la demanda en 2004 y en el primer trimestre de
2005, así como por el incremento de la especulación (aumen-

11
Tabla 1.
Cambio de los precios en algunas materias primas entre el primer
trimestre de 2004 y el primer trimestre de 2005
Hierro +71,5% Arroz +31,0%
Café +59,9% Zinc +22,9%
Petróleo +49,1% Cobre +19,7%
Azúcar +47,4% Carbón +19,0%
Gas natural +41,9% Estaño +16,6%
Acero +32,5% Plomo +15,8%
Fuente: Banco Mundial.
to de las posiciones netas no-comerciales a largo plazo), tal y
como ha expuesto la Agencia Internacional de la Energía (AIE,
2005). En un período algo más largo, el precio de petróleo ha
aumentado de forma muy considerable: 28,8 dólares/barril en
2003; 38,3 dólares/barril en 2004 y 48,7 dólares/barril en
enero-abril de 2005 (Banco Mundial, 2005).
Con el fin de realizar un análisis más detallado de la evolución
de los precios, es necesario tener en cuenta que existen numerosos
índices de precios. Entre los más utilizados por los analistas
destacan los siguientes:
• El índice Reuters-CRB (Commodity Research Bureau), que es el
más antiguo (se creó en 1957)
• El Goldman Sachs Commodity Index (GSCI)
• El Dow Jones-AIG Commodity Index (DJ-AIGCI)
• El índice del HWWA (Instituto de Economía Mundial de
Hamburgo)
• El índice de precios de productos primarios del Fondo
Monetario Internacional
• El Rogers International Commodity Index (RICI), creado por Jim
Rogers, co-fundador, con George Soros, del Quantum Fund
y autor de un reciente libro sobre los mercados de materias
primas, en el que éstos son descritos como los más rentables
del mundo (Rogers, 2004)
• El S&P (Standard and Poor’s) Commodity Index (SPCI)
El índice Reuters-CRB (de futuros) sintetiza la evolución de los
precios, en los mercados de futuros, de una cesta de diecisiete
productos básicos agrupados en seis categorías: materias
primas agrícolas (cacao, café, zumo de naranja y azúcar), energía
(petróleo crudo, fuel para calefacción y gas natural), granos
y semillas oleaginosas (maíz, trigo y semillas de soja), metales
preciosos (oro, platino y plata), materias primas industriales
(cobre y algodón) y ganadería (ganado vivo y ganado porcino
sin engorde). Las ponderaciones de las diferentes categorías y
el procedimiento para calcular el índice pueden verse en CRB
(2005a). A partir de julio de 2005 será sustituido por el índice
Reuters-Jefferies/CRB, que modifica algunas ponderaciones y
que incluye otras dos materias primas (níquel y gasolina sin
plomo), como se explica en CRB (2005b).
Si utilizamos el índice Reuters-CRB (de futuros), que es el más
empleado por los analistas, las principales conclusiones son las
siguientes:
En primer lugar, el índice está en máximos históricos.
Empleando datos mensuales, a finales de febrero de 2005
alcanzó un segundo máximo histórico, tras el máximo absoluto
obtenido en noviembre de 1980 (Gráfico 1).
330
280
230
180
130
80
Gráfico 1.
Índice Reuters-CRB (futuros), 1956-2005 (1967=100)
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
Fuente: Commodity Research Bureau (www.crbtrader.com/crbindex/)
En segundo lugar, el índice ha registrado un aumento espectacular
desde octubre de 2001 (64%), como puede verse en el
Gráfico 2. El crecimiento se ha producido especialmente en
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

¿EXISTE UNA BURBUJA EN LAS MATERIAS PRIMAS
energía (126%), materias primas industriales (109%) y metales
(75%) y, más en concreto, en petróleo (134%), cobre (138%) y
platino (110%). Desde abril de 2004, el crecimiento del índice
ha sido del 11%, destacando las materias agrícolas (40%),
la energía (35%) y los metales (12%). El Gráfico 3 recoge la
evolución del índice y de sus componentes desde octubre de
2001.
330
310
290
270
250
230
210
190
170
150
01/95
07/95
01/96
Fuente: CRB
Gráfico 2.
Índice Reuters-CRB (futuros), 1995-2005 (1967=100)
07/96
01/97
07/97
01/98
07/98
01/99
07/99
01/00
07/00
01/01
07/01
01/02
07/02
01/03
07/03
01/04
07/04
01/05
Gráfico 3.
Índice Reuters-CRB (futuros), 2001-2005, por categorías (10/2001=100)
260
240
220
200
180
160
140
120
100
80
10/2001
12/2001
02/2202
Fuente: CRB
04/2002
06/2002
08/2002
10/2002
12/2002
Reuters-CRB
Metales
02/2003
04/2003
Agrícolas
Industriales
06/2003
08/2003
10/2003
12/2003
02/2004
Energía
Ganadería
04/2004
06/2004
08/2004
10/2004
12/2004
02/2005
Granos
En tercer lugar, hay que tener en cuenta que se trata de la
evolución del índice en dólares. De resultas de la depreciación
del dólar en los últimos años y de la apreciación consiguiente
del euro, el índice ha crecido mucho más en dólares (64%
desde octubre de 2001) que en euros (17%), como puede
verse en el Gráfico 4.
330
310
290
270
250
230
210
190
170
Fuente: CRB
Gráfico 4.
Índice Reuters-CRB (futuros), 2001-2005, en dólares y euros
10/2001
12/2001
02/2202
04/2002
06/2002
08/2002
10/2002
12/2002
Causas del aumento de los precios:
“fundamentales” y especulación
Las causas principales del fuerte aumento de los precios desde
finales de 2001 son las relacionadas con los “fundamentales” y
con la especulación.
Los “fundamentales”
02/2003
04/2003
En $
06/2003
08/2003
10/2003
12/2003
02/2004
En euros
04/2004
06/2004
En lo que se refiere a los “fundamentales”, tres factores son
destacables: el fuerte aumento de demanda, los problemas de
oferta y la caída del dólar.
El aumento de la demanda se ha debido a la recuperación
08/2004
10/2004
12/2004
02/2005

13
de la economía mundial desde 2002-2003, especialmente en
el caso de las grandes economías (EE.UU. y, en menor medida,
la U.E. y Japón) pero también en dos importantes economías
emergentes de Asia (China e India), como puede
verse en la Tabla 2. El fuerte crecimiento de esos dos países
asiáticos ha repercutido mucho en el mercado de las materias
primas. En la actualidad, China es ya el primer consumidor
mundial de cobre, aluminio, carbón o hierro y el segundo
consumidor mundial de petróleo. Es igualmente el primer
importador mundial de cobre, soja o trigo. En cuanto a
la India, es el primer consumidor mundial de oro (con una
quinta parte de la demanda mundial), así como un consumidor
que ya es apreciable en productos como el petróleo o
el cobre. No obstante, la importancia de la India como
demandante de materias primas todavía palidece en comparación
con China. A título de ejemplo, en 2004 India consumió
el 3% del petróleo mundial (8% en China) y el 2% del
cobre (20% en China).
Tabla 2.
Variación anual del PIB en el mundo y en varias economías
importantes, 2000-2004
2000 2001 2002 2003 2004
Mundo 4,6 2,5 3,0 4,0 5,1
EE.UU. 3,7 0,8 1,9 3,0 4,4
U.E. 3,7 1,8 1,2 1,2 2,5
China 8,0 7,5 8,3 9,3 9,5
Japón 2,4 0,2 -0,3 1,4 2,7
India 4,7 4,8 4,4 7,5 7,3
Fuente: FMI .
En lo que se refiere a los problemas de oferta, están relacionados
con la escasa inversión que se realizó en los años
noventa (años de bajos precios) en la producción y en el
descubrimiento de materias primas. Además, aunque los
precios han crecido desde finales de 2001, existe un retardo
entre el crecimiento de los precios y el inicio de nuevas
inversiones, y entre las inversiones y la colocación de los
productos en el mercado. Por otra parte, otros factores que
han influido han sido, especialmente en el mercado del
petróleo, la incertidumbre geopolítica en Oriente Medio y
las tensiones políticas o las dificultades de suministro en
algunos países productores de fuera de esa región
(Noruega, Venezuela o Nigeria).
La caída en la cotización del dólar, que ha sido notable
desde principios de 2002 (véase el Gráfico 5), también
ha influido en el aumento de los precios de las materias
primas. Existen tres razones principales que explican la
relación entre la caída del dólar y el aumento de los precios
de las materias primas. En primer lugar, los productores han
subido los precios para compensar la caída de ingresos en
dólares (en términos de su moneda nacional). En segundo
término, la depreciación del dólar ha aumentado la demanda
de los países consumidores no pertenecientes a la zona
del dólar (U.E., Asia, etc). En tercer lugar, la caída de la divisa
estadounidense ha hecho que inversiones que antes estaban
en el mercado de divisas invertidas en dólares, hayan
pasado a otros mercados, entre los que figura naturalmente
el de materias primas. Conviene destacar igualmente que
el aumento de los precios, a su vez, ha provocado una
apreciación de la moneda de los países productores (por
ejemplo, Canadá, Australia, África del Sur o Nueva Zelanda,
entre otros).
Gráfico 5.
Tipo de cambio del dólar de EE.UU., ponderado y con respecto a las
principales divisas, 2001-2005 (1/2001=100)
115
110
105
100
95
90
85
80
75
01/01
04/01
07/01
10/01
01/02
04/02
07/02
10/02
01/03
04/03
07/03
10/03
01/04
04/04
07/04
10/04
01/05
04/05
Fuente: Reserva Federal
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

¿EXISTE UNA BURBUJA EN LAS MATERIAS PRIMAS
La especulación
Aunque hay analistas que descartan que haya habido una presencia
significativa de inversiones especulativas, otros, sin
embargo, entienden que la creciente presencia en el mercado
de “inversores no convencionales” ha sido un factor destacado
del aumento de los precios.
Por ejemplo, Ingrid Sternby, analista de Barclays Capital, ha
señalado que, en el sector de los metales, no puede hablarse
de presencia importante de fondos de cobertura (hedge funds),
por los altos precios ya alcanzados (en cobre, níquel, plomo o
zinc) y por la elevada volatilidad. Sin embargo, considera que
los fondos de pensiones y las mutuas han aumentado sustancialmente
sus inversiones en el mercado de materias primas.
En particular, ha indicado que el volumen de dinero de las
mutuas en manos de los tres principales gestores estadounidenses
de fondos que siguen los índices de materias primas, ha
pasado de 280 millones de dólares en 2003 a 6.000 millones
de dólares en 2005. Con todo, la cantidad manejada por los
fondos de pensiones y las mutuas supone menos del 5% del
volumen de negocios en el conjunto de las materias primas y
no más del 15% en los metales (Sternby, 2005).
Otros analistas han destacado que la exposición de los fondos
de pensiones de EE.UU. al mercado de materias primas se ha
quintuplicado en los últimos tres años, lo que supondría un
aumento de la inversión de esos fondos de 9.000 millones de
dólares en 2002 a 45.000 millones de dólares en 2005.
Sumando las mutuas, la inversión habría pasado de 10.000
millones de dólares en 2002 a 50.000 millones en 2005.
También se ha destacado que las posiciones netas no comerciales
a largo plazo de los inversores en los mercados de futuros
habrían aumentado de manera significativa, especialmente
en los últimos meses. Por ejemplo, a principios de marzo de
2005 el número de contratos de futuros con esas posiciones
habría aumentado de manera considerable en comparación
con los nueve meses anteriores.
No obstante, conviene tener en cuenta que existe una proporción
considerable de analistas que descarta una presencia
significativa de especuladores en el mercado. Por ejemplo, un
informe de Bedlam Asset Mangement concluye que no hay
correlación entre la evolución de los precios del petróleo, del
cobre y del oro y los cambios en las posiciones netas a largo
plazo de los especuladores, por lo que el aumento de los precios
se debería a un incremento de demanda “genuina” (BAM,
2005).
En cualquier caso, la inversión en materias primas es una
actividad que tiene sentido para los especuladores. En primer
lugar, permite una diversificación de carteras. En segundo
término, existe una correlación inversa entre la evolución de
los índices de precios de materias primas y los índices de
rendimientos de bolsas y mercados de bonos. Finalmente, los
rendimientos han sido atractivos (11% en el último año en el
índice Reuters-CRB y 12% en el GSCI), pese a una considerable
volatilidad.
Algunos analistas concluyen que, de resultas de una presencia
notable de “inversores no convencionales”, se ha creado una
burbuja de precios en el mercado de materias primas, que
acabará por estallar cuando se haga del todo evidente el
desfase entre los precios y los “fundamentales”. Según esa
interpretación, el nivel actual de precios no sería sostenible,
por no responder a las características “fundamentales” del
mercado.
Las previsiones a corto y
medio plazo
El consenso de los analistas (véase, por ejemplo, Matthies,
2005b) es que los precios alcanzarán un máximo durante el
primer semestre de 2005 (es posible que lo hayan alcanzado
ya en marzo), que crecerán menos en 2005 que en 2004 y que
caerán en 2006. Según las previsiones del HWWA, los precios
presentarán esa evolución tanto en el índice general como en
las principales categorías (véase el Gráfico 6).

15
170
160
150
140
130
120
110
100
90
80
2000
Gráfico 6.
Índice HWWA, 2000-2006 (2000=100)
2001 2002 2003 2004 2005 2006
Total Sin energía Alimentos Industriales Energía
Fuente: HWWA (www.hwwa.de/hwwa_engl.html)
Las razones principales son que se empezará a notar el aumento
de oferta consecutivo a los altos precios y que el crecimiento
de la economía mundial se desacelerará de manera
notable (como consecuencia del aumento de los precios del
petróleo y del alza de los tipos de interés).
Según las previsiones del World Economic Outlook (abril de 2005)
del FMI, la economía mundial crecerá sustancialmente menos
en 2005 y 2006 que en 2004.
Tabla 3.
Variación anual del PIB, 2003-2006
2003 2004 2005p 2006p
Mundo 4,0 5,1 4,3 4,4
EEUU 3,0 4,4 3,6 3,7
U.E. 1,2 2,5 2,1 2,5
China 9,3 9,5 8,5 8,0
Japón 1,4 2,7 0,8 1,9
India 7,5 7,3 6,7 6,4
Fuente: FMI, World Economic Outlook, abril de 2005.
Sin embargo, caben otras posibilidades. La primera es que
los precios sigan creciendo al ritmo actual o se mantengan
en niveles elevados durante varios años. Esa es la posición
defendida por quienes creen que estamos en un “super
ciclo” de alza de los precios de las materias primas, como
consecuencia de la persistente demanda de China, la insuficiente
respuesta de la oferta, la mayor inflación, la caída
adicional del dólar y la llegada tardía e insuficiente de especuladores
en el mercado. La segunda posibilidad es que se
produzca una caída abrupta de los precios, como consecuencia
de un aterrizaje abrupto de la economía china o de
una retirada intempestiva de los especuladores, a raíz, por
ejemplo, de una crisis en el mercado de bonos o de
divisas. La primera posición parece ser defendida por
algunos analistas de Goldman Sachs, que incluso prevén un
petróleo por encima de los 100 dólares/barril en los próximos
años, o de Smith Barney Citigroup (2005). La segunda
posición es la que asemeja la burbuja actual con la burbuja
tecnológica de los últimos años noventa, o con la burbuja
del oro de los años setenta.
Así, cabe distinguir dos grandes corrientes entre los analistas.
Quienes prevén que los precios seguirán aumentando
(como en la primera mitad de los años setenta), o continuarán
elevados (como en la segunda mitad de los años
setenta), consideran que existe un cambio estructural del
mercado hacia precios permanentemente altos. Quienes,
por el contrario, prevén que los precios descenderán lentamente
(como a finales de los años ochenta), o de manera
abrupta (como en la primera mitad de los años ochenta),
consideran que existe un ciclo (crecimiento de los preciosaumento
de la inversión-incremento de la oferta-bajada
de precios-exceso de demanda-crecimiento de los precios)
y que nos encontraríamos en la mitad del mismo.
Especialmente en el sector de metales, algunos analistas,
como los de ABN Amro Morgans, se resisten a hablar de
un “super ciclo” de altos precios y creen, por el contrario,
que es de prever un descenso de precios como consecuencia
de la existencia de un “ciclo artificialmente hinchado”
(bloated cycle), creado en gran medida por especuladores
y bancos.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

¿EXISTE UNA BURBUJA EN LAS MATERIAS PRIMAS
Conclusiones
De lo anteriormente expuesto cabe extraer las siguientes conclusiones:
En primer lugar, el fuerte crecimiento de los precios registrado
en los últimos años no significa necesariamente que se haya
producido una burbuja. Se podrá hablar de burbuja si los precios
siguen aumentando o continúan altos más allá de lo razonable
o si, por el contrario, caen de manera brusca. Se podrá
descartar la existencia de una burbuja si los precios descienden
lentamente, como parece ser el pronóstico más extendido
en estos momentos (finales de mayo de 2005).
En segundo término, aunque el consenso sea el de una caída
suave de los precios en el segundo semestre de 2005 y en
2006, no cabe descartar todavía las otras posibilidades. Que los
precios sigan aumentado, continúen elevados o se desmoronen
dependerá de varios factores, entre los que cabe destacar el
tipo de aterrizaje en China (suave o abrupto), el alcance de la
eventual caída adicional del dólar y el mantenimiento o no de
importantes inversiones especulativas, así como que se produzcan
o no serios fenómenos contingentes (terrorismo,
problemas políticos en los países productores, etc.).
En tercer lugar, quizá sea pronto para contestar en un sentido
u otro a la pregunta que titula esta conferencia. Habrá que
esperar a ver si la eventual burbuja sigue hinchándose, o continúa
hinchada más allá de lo razonable o si estalla. De hecho,
algunos analistas consideran que no se puede determinar la
existencia de una burbuja hasta que explota. En tal caso, se
podría hablar de una auténtica burbuja, como la del oro a finales
de los años setenta o como la burbuja tecnológica de finales
de los años noventa.

17
Bibliografía
AIE (2005): Oil Market Report. 11 May 2005, Agencia Internacional de la
Energía, París.
BAM (2005): Quarterly Review. March 2005, Bedlam Asset Management.
Banco Mundial (2005): Commodity Price Data (Pink Sheets).
Chalmin, P. (dir.) (2005): “CyclOpe. Les marchés mondiaux 2005“,
Economica, París.
CRB (2005a): Reuters-CRB Futures Index: Current Construction and Calculation.
CRB (2005b): Reuters-Jefferies-CRB Index.
Matthies, K. (2005a): “Commodity Prices at Record Level”, Intereconomics,
vol. 40, nº 2, pp. 113-116.
Matthies, K. (2005b): “Commodity Prices 2005-2006”, Report presented
to the AIECE Spring Meeting, Asociación de Institutos Europeos de
Coyuntura Económica, Ginebra.
Rogers, J. (2004): Hot Commodities. How Anyone Can Invest Profitably in the
World’s Best Market, Random House, Nueva York.
Smith Barney Citigroup (2005): “Global Exposure”, Investment Edge, nº
12, febrero, 2005.
Sternby, I. (2005): Intervención en la PDAC 2005 International
Convention, Prospectors & Developers Association of Canada.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

Evolución en América Latina
José Juan Ruiz
Grupo Santander
Tres ideas son las que básicamente van a estructurar este
artículo. La primera es que la noción de que el desarrollo
económico puede verse limitado por el agotamiento, inevitable
e inmediato, de los recursos naturales no parece estar avalada
por la evidencia cuantitativa disponible. Es una buena noticia,
no ya para los europeos o los Estados Unidos, sino especialmente
para los países emergentes, en muchos casos productores
de estos recursos, y para los que la mera noción de la
existencia de un límite al crecimiento, impuesto por la tesis del
agotamiento de los recursos, supone un serio revés en
sus intentos por reducir sus niveles de pobreza y salir del
subdesarrollo. En corto, no al apriorismo, no al pesimismo.
El segundo de los temas que quiero comentar es lo bien
que le ha ido macroeconómicamente a Latinoamérica en los
últimos dos años y, al hilo de ello, tratar de dilucidar si los
buenos resultados han sido consecuencia del favorable ciclo
de precios de los commodities –lo que equivaldría a sugerir,
que la bonanza de 2004-2005 es básicamente temporal, o
como algunos apuntan “un temporal y excepcional caso de
buena suerte”– o, por el contrario, también está apoyado en
los avances institucionales y en las buenas políticas que
algunos de los países latinoamericanos han insistido en
aplicar a lo largo del último decenio. Mi opinión es que las
buenas políticas son responsables del 70% de los buenos
resultados y que el 30% restante, efectivamente, está asociado
a los precios de los commodities y al favorable entorno
internacional de liquidez.
Y el tercer punto es la hipótesis –a veces presentada como
históricamente novedosa– de que el ascenso de Asia, y particularmente
de China, va a permitir a Latinoamérica encontrar
una forma nueva de inserción en la economía mundial. Según
quien defiende este escenario, entre China y Latinoamérica se
está estableciendo una alianza estratégica en la que a China le
toca comprar las materias primas latinoamericanas, mientras
que a Latinoamérica se le asigna la tarea de utilizar ese shock
externo positivo para definitivamente desarrollarse y reducir
las vulnerabilidades de sus instituciones políticas y económicas.
Nuevamente de forma breve, esta “alianza” –con sus matices–
ya la hemos vivido otras veces. Fue la que se estableció
entre Argentina y Reino Unido a principios del siglo pasado, y
aunque es cierto que a Argentina le deparó sus mejores años
de prosperidad, no hay caso de insistir en que esa alianza le
permitió que fuera miembro permanente del Primer Mundo.
Desarrollo económico y recursos
naturales
La primera de las ideas se resume en esta frase: “Contra el
pesimismo de la economía, el optimismo de la inversión”.

19
La idea es muy sencilla: la teoría económica, históricamente, ha
encontrado razones para anunciar que el ritmo de agotamiento
de los recursos no renovables ineludiblemente pone un
límite a la tasa de crecimiento sustentable.
El primer economista que probablemente comentó este
“teorema de la imposibilidad” fue Malthus. El gran economista
y moralista anunció que, dado que la población humana crecía
en progresión geométrica y la producción de alimentos en
progresión aritmética, resultaba imposible que el crecimiento
de la especie se mantuviese al ritmo que entonces se registraba.
En términos prácticos, Malthus defendió la adopción de una
serie de medidas sociales, políticas y morales para impedir la
hecatombe. Como sabemos, Malthus se equivocó con su
pesimismo: en los últimos 150 años, la población mundial ha
crecido a una tasa promedio del 1,6% y la producción de
alimentos al 2%. Y la razón del “error” de Malthus no está ni
en sus supuestos, ni en su razonamiento o lógica. Malthus se
equivocó porque no pudo predecir el cambio tecnológico. No
pudo predecir la inversión y el proceso de innovación que ha
llevado a que la producción de alimentos crezca mucho más
rápidamente que en cualquier época pasada. Ni tampoco pudo
anticipar el cambio en la natalidad que iba a producirse asociado
a la liberación de la mujer y al desarrollo de métodos
anticonceptivos eficientes. Creo que para nuestra reflexión es
importante recordar que la innovación y el descubrimiento
científico son consustanciales a nuestra civilización y que, la
mayor parte de las veces, son fuente de optimismo.
El siglo XX también aportó su dosis de melancolía científica. En
el año 1972 se presentó el informe sobre Los límites al
crecimiento, que había elaborado el Club de Roma. Y, nuevamente,
emergió la idea de que el mundo no podía seguir creciendo
a las tasas registradas desde el final de la II Guerra
Mundial. Esta vez tuvieron razón: el mundo no ha vuelto a ser
el mismo desde que el shock de la energía sacudió los cimientos
de la etapa de los “milagros” de crecimiento, y de las
“edades doradas” de países desarrollados y emergentes, casi
por igual. El mundo –gran parte del mundo– no volvió a
crecer de la forma a la que se crecía hasta 1972. A partir de
entonces, se ha crecido menos y de una manera distinta.
Muchas de las cosas que hoy damos por supuestas sobre
sostenibilidad –respeto al medio ambiente, legitimidad y racionalidad
económica de la lucha contra la pobreza y la desigualdad,
etc– tienen sus orígenes en el nuevo modelo de
crecimiento que surge tras el shock energético-político de
1973. Ahora bien, también parece estar muy claro que las
sombrías predicciones del Club de Roma sobre la “hecatombe”
que se produciría a la altura del año 2050 –drástica reducción
de la población mundial y contracción de la capacidad de
producción industrial– no parece estar en el horizonte. Más
bien todo lo contrario: la población mundial sigue creciendo y
los nuevos países emergentes –China e India– amenazan con
duplicar o triplicar el potencial de la humanidad para producir
bienes y servicios. La razón del “error” del Club de Roma es
también muy clara: en el momento en que se redactaba
el documento, –cuando la población mundial era de 3.000
millones de personas–, nadie creyó necesario reparar que dos
tercios de la población mundial –buena parte de Asia,
Latinoamérica y África– vivían en esos países no desarrollados
y querían desarrollarse.
Precisamente es este “hambre de desarrollo” de algunos
países emergentes lo que está cambiando el entorno social,
económico y político de esta primera década del siglo XXI.
Hoy está aceptado –en algunos casos con gran resignación–
que en veinte, treinta o cuarenta años, los países que van a ser
las economías mayores de la Tierra no serán los actuales
países ricos, los que hoy componen el G-7. Los países grandes
van a ser los BRICs: Brasil, Rusia, India, China, México y algún
otro.
Estamos siendo testigos de un enorme cambio en los pesos
y los protagonismos relativos en la economía mundial. Y eso
produce miedo, porque no sabemos cómo seguirá el proceso
y cómo nos afectará a cada uno de nosotros. Ya en este año
2005, China será más grande que el Reino Unido, en el año
2007 sobrepasará a Alemania, en el año 2015 a Japón y en el
año 2040 China será una economía mayor que la de Estados
Unidos. Algo similar ocurre con el tamaño relativo de India,
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

EL DESARROLLO EN LOS PAÍSES EMERGENTES: AMÉRICA LATINA Y ASIA
Rusia o Brasil. Hay muy pocas personas que, una vez aceptado
lo anterior, puedan seguir pensando que la política y las pautas
culturales dominantes –en buena parte eurocéntricas– no van
a cambiar, y esto genera desasosiego e intranquilidad.
Una derivación más mundana de ese desconcierto es la idea de
que el crecimiento de “ellos” pone en riesgo “nuestro” acceso
a los recursos energéticos sobre los que se ha asentado la
prosperidad occidental.
El último punto de esta primera sección que quisiera tratar
gira en torno a una idea simple pero nada banal: los errores
que cometemos los economistas tienen consecuencias políticas
importantes. En el año 1967 Oriente Medio tenía prácticamente
el 80% de las reservas probadas de petróleo. Lo que en
términos políticos, militares, religiosos y sociales ha ocurrido
en Oriente Medio desde ese año es conocido.
Cuando se computan las reservas probadas de petróleo tal y
como lo hizo en los años 60 British Petroleum, Oriente Medio
poseía la mayor parte de las reservas probadas. Ahora bien,
cuando se tiene en cuenta no sólo las reservas convencionales,
sino las reservas no convencionales de petróleo pero que
ya son tecnológica y económicamente explotables, Sudamérica
es la zona geográfica que acumula los mayores niveles de
reservas de petróleo. Y esto no es ideología. Es el resultado del
análisis geológico de las reservas petrolíferas mundiales.
Las que sí pueden ser ideológicas son las conclusiones que se
pueden sacar de ese dato y las iniciativas políticas y sociales
que, a partir de aquél, se pueden poner en marcha en países
que, como Bolivia o Venezuela, desde hace décadas son contempladas
como “las democracias enfermas” del continente.
Entre todas las reflexiones posibles, me gustaría dejar sobre la
mesa una sola: ¿realmente se puede escapar a la maldición que
parece existir en el mundo emergente, y que apunta a las dificultades
que tienen los países ricos en recursos humanos para
crear las instituciones sobre las que se asiente su prosperidad
Dicho de otra forma, ¿cabe esperar que Latinoamérica escape
a la maldición que le “impone” ser una zona rica en recursos
naturales
Latinoamérica: manteniendo el
rumbo macroeconómico
La anterior pregunta no es retórica. Durante la mayor parte de
las ultimas tres décadas Latinoamérica ha tenido un balance
económico mediocre. Y aunque desde mediados de los 80 la
región ha restaurado la democracia, los niveles de legitimación
de la misma no han despegado, lastrados por la persistencia de
la pobreza y la desigualdad y por la acumulación de graves problemas
que afectan a la calidad de sus instituciones políticas y
económicas.
Sin embargo, desde hace algún tiempo –exactamente
desde hace once trimestres– la situación económica
de Latinoamérica ha mejorado sustancialmente. Hoy
Latinoamérica está macroeconómicamente mucho mejor que
en el pasado, pero hay un problema: la credibilidad de esta
recuperación, la confianza de los inversores en que la región
está construyendo un camino sostenible a la prosperidad sigue
siendo muy baja. La idea de una América Latina “sostenible” es
un concepto que es muy difícil de colocar en el mercado.
La historia económica y social de Latinoamérica, la historia
política de Latinoamérica es, efectivamente, una historia de
convulsiones. Y cuando se ha padecido esa historia de convulsiones
y de volatilidades, convencer a los inversores de que a
partir de ahora tu “paradigma” de crecimiento y tu modelo de
comportamiento político van a cambiar es difícil. Un empeño
costoso.
En septiembre del año 2004, cuando la economía de América
Latina estaba creciendo a tasas interanuales del 7%, los analistas
decían: “¿Pero qué crecimiento Aquí no hay crecimiento. La
economía latinoamericana no funciona”. Nueve meses
después, es decir ahora, lo que están diciendo es “Esto es
imposible: con estas tasas de crecimiento ustedes van a acabar

21
teniendo problemas. Se están acumulando excesos que, si no
se corrigen, harán inevitable la próxima crisis”.
Y quizá tengan razón. En Latinoamérica hay muchos “excesos”
y algunas “cosas” –atacar la pobreza, consolidar una cultura
de respeto a las reglas de juego y de los derechos de propiedad,
conjurar los riesgos populistas, etc.– son realmente
complicadas.
Además, América Latina, por su pasado fiscal, por sus niveles
de deuda externa, por el perfil de vencimientos de su deuda y
por su falta de grandes instituciones, es una de las zonas emergentes
probablemente más sensible a un cambio en el ciclo de
tipos de interés de la economía mundial. Si la Reserva Federal
Americana sigue subiendo los tipos, y los mercados acaban
creyéndose que esa subida de tipos a corto plazo, finalmente
va a restringir la liquidez internacional y va a hacer que
también suban los tipos de largo plazo, hay una probabilidad
de que América Latina acuse el shock y desacelere su actual
tasa de crecimiento, que la región no pueda seguir creciendo
al 4,5%.
Y si a eso le añadimos que en los próximos dieciocho meses
vamos a tener elecciones en prácticamente todos los países de
América Latina, el riesgo de que haya un cambio de clima económico
y político en la región no puede descartarse. Lo peor,
con todo, no sería que la región volviese a crecer por debajo
del 3% o con algo más de inflación, sino que nuevamente se
diese alas a quienes piensan que la reciente fase de crecimiento
sostenible y con responsabilidad social no era un cambio de
paradigma de crecimiento, sino un nuevo episodio temporal y
de buena suerte, esta vez asentado sobre el aumento de
precios de las materias primas inducido por la aparición de
China en la escena mundial.
Personalmente no estoy de acuerdo con esta visión. Yo, básicamente,
lo que creo es que se han producido cambios importantes
en América Latina en los últimos años. Y más que en
América Latina, yo lo que diría es que, en algunos países de
América Latina, se han producido cambios irreversibles y muy
positivos. Básicamente los países que pueden estar liderando
este “cambio estructural” son tres: Brasil, México y Chile, lo
que no es baladí en cuanto a que entre los tres explican más
del 80% del PIB y de la población del continente. Estos tres países
han avanzado, al tiempo que en algunos otros –Argentina,
Venezuela, Bolivia, Ecuador, otra vez Centroamérica– se han
dado, o se están todavía dando, situaciones muy complejas y no
siempre positivas, ni para la democracia, ni para la sostenibilidad
del bienestar de sus ciudadanos.
El punto crítico, que desde el punto de vista de un inversor no
puede dejar de abordarse, es que no se puede tratar de reflejar
las oportunidades de inversión que hay en América Latina
describiéndose la inestabilidad política que actualmente existe
en Bolivia o en Ecuador. Para la comunidad de negocios, lo
económicamente relevante es lo que ocurre en México, en
Chile, en Brasil, y quizá al mismo nivel, qué puede ocurrir en
estos tres países –o en los “vecinos” con capacidad de contagio-
que ponga en riesgo lo conseguido en términos políticos
y económicos en los últimos años.
En mi opinión, y este sería el primer “gran problema” no es
que América Latina vaya a ir mal. Lo arriesgado es que todo
parece indicar que América Latina se está escindiendo en dos
grupos de países: un grupo de países que parece haber
consolidado la democracia y avanzado en su integración en la
economía mundial –el L-3 al que he hecho mención: Brasil,
México y Chile– a los que quizá se les pueda añadir Colombia
y Uruguay, y algún otro país muy concreto. Y, por otra parte,
hay una segunda América Latina, en la que estaría el resto de
países, que corre el grave riesgo de quedarse atrás porque
siguen fallando sus instituciones y el apego de sus sociedades a
la democracia, lo que se traduce en una carencia de incentivos
para embarcarse en un decidido proyecto de fortalecimiento
institucional.
Dicho esto, mi segunda gran idea sería que no comparto la
tesis “Latinoamérica necesariamente va a ir mal”. No la comparto,
aunque ha sido la tesis que más capacidad explicativa
tiene del pasado de la región. América Latina ha ido muchas
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

EL DESARROLLO EN LOS PAÍSES EMERGENTES: AMÉRICA LATINA Y ASIA
veces muy mal. Ha crecido menos que Asia, sin duda alguna. Ha
crecido en realidad menos que el mundo, y lo ha hecho con
mucha más inflación. Además lo ha hecho con un ciclo económico
mucho más complejo y volátil que el resto del mundo.
¿Por qué, si ese es el pasado de la región, ahora no va a repetirse
¿Qué ha cambiado para que se “salven” de la maldición
que para un país emergente supone crecer poco y con mucha
volatilidad
En mi opinión, en América Latina lo que ha cambiado es que,
por primera vez, los países del L-3 han creado las instituciones
políticas y económicas necesarias para mantener tasas de crecimiento
en el entorno del 4%, en un momento en que el crecimiento
de la población se va a estabilizar en el entorno al
1,5%. Es decir, por primera vez en dos o tres décadas, hay tres
países que suponen el 70% de la población de América Latina,
en los que se puede producir un incremento sostenible y generalizado
de la renta per cápita. Y en función de cuáles sean sus
políticas de distribución de ese crecimiento, el aumento de la
renta per cápita promedio puede traducirse en un aumento de
las clases medias o de las clases con potencial de crecimiento,
además de en una reducción significativa de las tasas de
pobreza.
Esto es lo que básicamente ha cambiado en algunos países de
América Latina –en el L3– en los últimos años. Probablemente,
quepa preguntarse porqué el mercado cree que en Brasil,
México y Chile se puede crecer sostenidamente por encima
del 3,5% - 4%.
La idea fundamental que a mí me gustaría subrayar es que la
región está hoy creciendo por encima de lo que los economistas
pensábamos hace seis meses. Latinoamérica está creciendo
a una tasa del 4%, medio punto más de lo que se esperaba
hace tres meses. Además, es importante subrayar que
todos los países crecen a tasas por encima del 3,5% y, muy
importante, que ese crecimiento se está consiguiendo con
tasas de inflación muy bajas.
Éste es, en términos macroeconómicos, el otro gran cambio
estructural que se ha producido en la región; vencer a la inflación
y situarla de forma estable por debajo del 10%. En estos
momentos, en el 6%. Y no sólo eso. La inflación es baja porque
se han creado las instituciones de política monetaria –los bancos
centrales– y se les ha dotado de las capacidades y poderes
necesarios para instrumentar una política monetaria ortodoxa,
potente y eficiente para reaccionar y reconducir las expectativas
de inflación.
Precisamente, los tres países del L-3 han dado prueba en los
últimos meses de esas recién adquiridas “capacidades”: ante el
incremento de las expectativas de inflación que se han producido
tanto en Chile, como en México y Brasil, sus bancos centrales
han reaccionado con contundencia y han elevado los
tipos de interés, aún a sabiendas de que ello conllevaba una
desaceleración del crecimiento que precisamente se iba a
hacer presente coincidiendo con el inicio del ciclo de elecciones
en la región. Dicho de otra forma, por primera vez en
mucho tiempo, en el L-3 las prioridades económicas están
establecidas –primero la inflación, luego la política– y se cuenta
con las instituciones independientes necesarias para que las
prioridades seleccionadas realmente sean las que se trate de
alcanzar. Aunque la inflación esté plenamente “controlada”
–está por encima del 3% promedio en la OCDE– se está
luchando contra ella con los medios usados en los países desarrollados.
Como hicimos en Europa hace diez años o como
hoy se está haciendo en Estados Unidos: con Bancos Centrales
–al menos operativamente– independientes.
El segundo de los temas que refleja un adecuado funcionamiento
de las instituciones –y que es el resultado de un arduo
proceso de aprendizaje– es que en América Latina, los déficit
públicos están en el entorno del 2% del PIB.
Nos hemos olvidado de esa idea, tan frecuente en el populismo
latinoamericano, del “primero repartamos mediante el
gasto publico… y ya crearemos la riqueza”. Ese populismo ya
no tiene espacio en la región. La democracia ha disciplinado el
comportamiento de las autoridades. Aquellas autoridades
políticas que confiaron en la generación de déficit públicos, y

23
en la financiación monetaria de esos déficit públicos, han
pagado con sus derrotas políticas aquellas tentaciones. Ni
siquiera Argentina, en sus peores momentos del año 2002 y
2003, ha buscado un déficit fiscal para intentar paliar supuestamente
las tasas de pobreza. Por el contrario, ha acudido a la
ortodoxia fiscal.
El “triunfo” de la política fiscal financiera y dinámicamente sostenible
es un tema estructural importantísimo. Seguramente
hay espacios para mejorar cómo se consiguen los menores
déficit presupuestarios, cómo se recauda o cómo se gasta,
pero la idea de que los déficit fiscales son un instrumento del
desarrollo económico está totalmente desacreditada, no sólo
entre los políticos, sino también entre los ciudadanos, lo que
es más fundamental y, probablemente, más permanente. Y eso
tiene como consecuencia que, por primera vez, también en
tres décadas, América Latina tenga sus cuentas públicas casi en
negro: el déficit público está en torno al 3% y los superávit
primarios superan el 3,25% del PIB regional.
De la misma forma, las cuentas externas –la balanza de pagos
por cuenta corriente– también están en negro. América Latina,
que ha sido una región que ha necesitado recurrentemente
importar ahorro externo para crecer, está teniendo un superávit
corriente en torno al 1,5%, gracias a sus más de 70 mil
millones de US $ de superávit comercial. Obviamente, esta
situación –junto al triunfo de los regímenes de tipos de cambio
flexibles y los elevados niveles de reservas internacionales
acumulados 1 – sugiere que la región ha reducido fuertemente
sus vulnerabilidades externas.
¿Todo esto a qué conduce Pues conduce, fundamentalmente,
a que Latinoamérica esté en una buena situación. En todo
caso, mucho mejor que en el pasado. La región ha aprendido
muchas lecciones y ha creado instituciones. En definitiva, que la
prosperidad reciente no es mera “recuperación” tras la crisis
1. En los últimos tres meses, las reservas internacionales de la región han crecido en 16.000
millones de dólares, hasta los 215.000 millones de dólares. Es un nivel de reservas record que
sugiere que la región se está preparando para potenciales malos tiempos, una precaución que
tampoco era habitual en la zona.
de 1997-2002, ni siquiera un caso de excepcional buena
suerte. Todo lo contrario. Es el resultado de buenas políticas,
con buenas instituciones, que han aprovechado un entorno
internacional favorable.
La última de las preguntas es muy clara: ¿es esta prosperidad
sostenible Mi respuesta es igualmente contundente:
un proceso como éste sólo puede ser sostenible si se
invierte. Si se invierte en maquinaria, en infraestructuras, en
políticas sociales o en capital humano. Sin inversión, América
Latina –al igual que cualquier otro país– no será capaz de
mantener la prosperidad por muy exitosos que hayan sido
sus intentos de crear instituciones y de mantener políticas.
Por una sencilla razón: porque los costes de ser ortodoxo
cuando el crecimiento es bajo son muy altos. Lo que hace
que el grado de confrontación política al que se pueda llegar
sea inaceptablemente elevado y muy difícil de gestionar.
Para crecer hay que invertir. Quizás no tanto como China
–hasta el 45% del PIB– pero sí al menos un 25% del PIB.
Y América Latina invierte menos que el mundo. El porcentaje
de inversión sobre el PIB en Asia es un 35%, en los países
desarrollados un 20,4% y en América Latina apenas un
19,4%. A América Latina le hacen falta entre 5 y 6 puntos
porcentuales del PIB de mayor inversión. Una parte de esos
6 puntos porcentuales –quizá 1/3, es decir, entre 1,5 y 2
puntos porcentuales– deberían venir de la recuperación de
los flujos de inversión directa, pero el resto –3 ó 4 puntos
porcentuales– tendría que venir de la recuperación de los
flujos de inversión endógenos de los países, y ello porque
sus empresarios y ciudadanos recuperen la confianza en el
futuro de la región y tomen riesgos para posicionarse en
ese horizonte.
Hay un elemento novedoso que, en este contexto, mueve al
optimismo. Una parte de esa inversión “interna” va a encontrar
fuentes también internas de financiación: los buenos
sistemas bancarios del área. Por primera vez, Latinoamérica
cuenta con sistemas bancarios solventes y con necesidad de
intermediar el mayor ahorro nacional posible. Es decir, con
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

EL DESARROLLO EN LOS PAÍSES EMERGENTES: AMÉRICA LATINA Y ASIA
necesidad de conceder crédito al sector privado a tipos de
interés que reflejen la mayor estabilidad macro y una menor
prima de riesgo sistémico. Esta situación es determinante
para América Latina y, desafortunadamente, la región no ha
sabido hasta ahora explotar ante la comunidad internacional
el valor real de esta excepcional ventaja competitiva. En
concreto, yo creo que la mejor ventaja competitiva de
América Latina frente a China es que, por primera vez en su
historia, la región tiene sistemas bancarios sólidos que
pueden intermediar el ahorro que se está generando en sus
ciudadanos. Por primera vez, América Latina tiene un
sistema financiero en el que un tercio del total del sistema
está en manos de grupos internacionales 2 . Y dentro de los
bancos nacionales, también se han decantado ya los
“campeones nacionales” –bancos como Itaú, Bradesco,
Banco de Chile, Banco Popular, etc.– que han resultado ser
unos formidables competidores y unas instituciones que no
tienen nada que envidiar a las del mundo desarrollado. Los
sistemas bancarios de la región están, además, bien regulados,
patrimonialmente sobrados de capital y muy bien
posicionados para “fondear” su crecimiento con el aumento
que se está produciendo de la tasa de ahorro.
Lo anterior no es voluntarismo. Es reflejo de lo que está ya
pasando. En los últimos veinticuatro meses, el crédito
bancario en América Latina se ha ido acelerando hasta
situarse hoy en tasas de crecimiento en torno al 20%,
mientras que el ahorro bancario aumenta a tasas en torno
al 17%. Estamos, pues, en una situación macro-financiera
inmejorable para que los sistemas bancarios de la región
puedan financiar las necesidades de inversión adicional que
tiene el continente. Financiar domésticamente, y no en los
mercados internacionales. Invertir no en proyectos del
sector público o de los Estados soberanos, sino en empresas
privadas, preferentemente posicionadas en el sector de
bienes comerciables de las economías.
2. City, HSBC, BanK of America, ABN Amro, BBVA y Santander.
La inserción de Latinoamérica
en la economía mundial:
evitad los deja vues
La inserción de América Latina en el mundo tradicionalmente
ha sido tan compleja que jamás ha culminado. Regularmente, la
región –o alguno de sus países simbólicos– ha tratado de forjar
una asociación con alguno –o algunos países– desarrollados
que no ha llegado a buen puerto. Es muy comprensible que
en la región haya resquemores y que, en los últimos años, se
haya tratado de buscar la asociación de países emergentes
–Mercosur, APEC, etc.– y eso aunque los resultados hasta
ahora obtenidos tampoco hayan sido espectaculares.
La emergencia de China e India parece estar dando lugar a una
“tercera vía” al enfoque de inserción latinoamericano. La visión
que ahora parece ser la favorecida es subrayar que América
Latina puede encontrar su papel haciendo de triangulador
entre la economía mundial y China. Según esta visión, América
Latina podría ser el gran suministrador de materias primas a
China y, con los resultados y los recursos que obtenga de esas
ventas de largo plazo, la región podría diversificar su estrategia
de inserción en la economía mundial. Quizá. Pero no es una
visión innovadora.
La región –algún país de la región– ha ensayado antes este
papel. Esto es el modelo de asociación del Reino Unido y
Argentina de principios del siglo XX. Y conocemos los resultados.
El Reino Unido llegó a suponer en 1930 el 30% de las
exportaciones totales argentinas y en ese año el 60% de la
inversión directa que recibía Argentina se generaba en el Reino
Unido. Es más, aproximadamente un cuarto de todos los activos
que el Reino Unido tenía invertidos en el mundo estaban
localizados en Argentina. Es decir, entre los dos países había lo
que hoy, cualquier consultor de medio pelo, llamaría “une tres
grande alliance estrategique”.
Aquella experiencia terminó francamente mal. A partir de
1930, la suspensión del sistema de preferencias imperiales y el
“incorrecto” alineamiento político de Argentina cambiaron el

25
panorama y propició –no determinó, pero sí favoreció–
que entre 1930 y el año 2002, Argentina fuera el país de
América Latina cuya renta per cápita decreciese más, excluyendo
a Haití. No parece que el bilateralismo le pruebe a
Latinoamérica, algo que no es extraño, porque no le prueba a
casi nadie. Decididamente, poner todos los huevos en la misma
cesta no es la mejor forma de integrarse en el mundo. Se corre
el riesgo de que quienes se sientan excluidos de esa alianza
–o injustamente retribuidos– presionen para generar cambios
en las reglas de juego o incluso en los socios.
La frecuencia de los “cambios de rumbo” en la región es
histórica y proverbial. Entre 1825 y 1935, el 28% del tiempo
en Argentina hubo crisis institucionales, en México el porcentaje
fue del 57% y en Brasil, del 17%. El mensaje central es
claro: los mapas políticos y la apabullante inclinación de
Latinoamérica al “atajo” que debe traer la prosperidad exigen
ser muy realista ante cualquier nueva promesa de “milagro” al
alcance de la mano. Y eso aunque esta vez el nombre del atajo
sea China.
Hay que poner los pies en el suelo. Efectivamente, China –e
India, y en general los BRICs– supone una gran oportunidad
para la región. Pero hay que medir las oportunidades con
realismo.
El primer distanciamiento a adoptar es reconocer que las
exportaciones de China a América Latina o de América Latina
a China son similares que las corrientes comerciales del país
asiático con África. Según los datos del Customs Information
Network de China, las estadísticas de exportación e importación
en el año 2003 indican que las exportaciones de China a
África son de 10.000 millones de dólares, mientras que las realizadas
a América Latina ascienden a 11.900 millones de dólares.
Esto supone el 2%, aproximadamente, del comercio exterior
chino. En el caso de las importaciones a América Latina,
China le compra al continente latinoamericano el 4% de sus
importaciones. Se trata pues de flujos comerciales muy poco
desarrollados, si bien resulta interesante subrayar que
Latinoamérica es una de las pocas zonas del mundo con las
que China mantiene un ligero déficit comercial. Pero hay que
ser realistas. No estamos hablando de dos zonas geográficas
que hayan establecido o que tengan establecidas corrientes de
comercio estables. Si se quiere hacer esa integración comercial
se necesitan políticas activas, y probablemente no hay que
hacerlas de una manera bilateral –sólo con China– sino con
toda Asia.
Hay un segundo tema crucial: la inversión. China –y más en
general Asia– puede ser un gran mercado para Latinoamérica.
Para Chile ya supone el 30% de sus exportaciones, para Brasil
un 20% y un 15% para Colombia y Argentina. Pero hay otra
China: la que atrae inversiones y que por ello compite con
Latinoamérica en la atracción de esos flujos de inversión directa.
Antes sugerimos que para sostener el crecimiento de
América en el 4%, se necesitaba que la inversión extranjera
directa –la FDI– se recuperara y contribuyera con 3-4 puntos
porcentuales del PIB.
En el pasado ocurrió, pero en estos momentos –tras la crisis
de 2001-2002– Latinoamérica está recibiendo flujos de inversión
mucho menores, que se sitúan en torno a los 35.000
millones de dólares. De ellos, apenas 3.700 millones de US $
proceden de Asia. Visto de otra forma, no estamos en una
situación en la que sea perceptible que Asia realmente haya
apostado por una asociación estratégica con Latinoamérica. La
alianza es una oportunidad, quizá una gran oportunidad, pero
todavía no es una realidad, ni está en curso de serlo.
Hay otro punto que me resulta muy interesante, ya que va al
corazón de uno los supuestos mitos explicativos del subdesarrollo
latinoamericano: la idea de que el destino de la inversión
directa en la región está asociado a la explotación de su base
de recursos naturales y materias primas. Esta es una idea
errónea. El porcentaje que, entre 1966 y 1996, el sector de
recursos naturales ha supuesto como destino de la inversión
directa extranjera ha sido del 10%. La realidad es que dicha
inversión (FDI) en América Latina no “explota” ni siquiera
mayoritariamente sus riquezas naturales, sino que más bien se
siente atraída por su sector de manufacturas –un sector en el
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

EL DESARROLLO EN LOS PAÍSES EMERGENTES: AMÉRICA LATINA Y ASIA
que, en un mercado abierto, claramente competiría con
China– y, fundamentalmente, por el sector de servicios. Y ésta
es una buena noticia para Latinoamérica 3 : el nivel de competencia
entre Latinoamérica y China por los flujos de FDI en el
sector servicios es muy bajo.
En síntesis, China es muy importante para Latinoamérica, pero
más vale que no construyamos otra ensoñación. La región se
desarrollará si encuentra una forma equilibrada de insertarse
en la economía mundial, y si crea las instituciones necesarias
para sostener el crecimiento y gestionar la inestabilidad asociada
a los problemas económicos, sociales y políticos que irán
apareciendo a lo largo de la transición. Algunos países ya lo han
intentado y han progresado. Otros se están quedando atrás.
Conclusiones
Quisiera concluir este artículo con un mensaje optimista. Un
mensaje optimista que baso en los cuatro puntos que he
expuesto a lo largo de mi intervención:
El primero de los puntos es que la tecnología, la inversión bien
hecha, el mercado y la asignación de los recursos, realmente
pueden conjurar durante un largo plazo de tiempo el escenario
aterrador del “apocalipsis por el agotamiento de los recursos
no renovables”. Ha pasado en la historia reciente y volverá
a pasar.
La segunda idea clave es que Latinoamérica está en uno de sus
mejores momentos para aprovechar el cambio secular que, en
la economía mundial y en la política mundial, va a introducir la
aparición de China y de la India. La región ha aprendido mucho
de sus errores, tiene lecciones que están bien aprendidas y
cuenta con dos candidatos –México y Brasil– para estar
dentro del Grupo de los BRICs. Estos dos grandes países latinoamericanos,
junto con Chile, tienen a su vez la oportunidad
3. Aunque no tanto para España, ya que revela el desequilibrio geográfico de nuestro patrón
de FDI.
de marcar el destino económico y social del 30% restante de
la población de la región.
El tercero de los puntos es que China hasta ahora ha cumplido un
papel espectacularmente favorable para América Latina. Primero
por su impacto positivo en los precios y los volúmenes de comercio
internacional, e incluso por su impacto sobre los flujos de capital
y FDI. Pero es que, además, el peculiar sistema del régimen
cambiario chino ha conseguido globalizar las condiciones monetarias
laxas de Estados Unidos. Sin una China dispuesta a mantener
su tipo de cambio pegado al dólar, y por lo tanto a “rendir” su
soberanía monetaria, las expectativas de inflación mundial y el
grado de liquidez monetaria mundial serían distintos, aunque sólo
fuese porque China ha financiado con su acumulación de reservas
internacionales alrededor del 60% del desequilibrio externo americano.
En cierta medida, ésta ha sido la gran aportación de China
a América Latina en los últimos tiempos: contribuir a que los tipos
de interés mundiales no subieran antes y más rápido.
Y el cuarto tema capital es la solvencia de los sistemas bancarios
de América Latina. Por primera vez, América Latina tiene esos sistemas
bancarios, algo que China no tiene. América Latina tiene
una oportunidad: aprovechar ese sector esencial de la economía
para aumentar el porcentaje de su PIB destinado a la inversión y
así acrecentar de manera sostenible su tasa potencial de crecimiento.
Yo resumiría lo anterior en una sola frase: soy más optimista sobre
América Latina de lo que he sido en los últimos veinte años. Eso
sí, optimista respecto al futuro de la América Latina que está
embarcada en políticas sostenibles e instituciones solventes. Y
menos en la otra Latinoamérica, la que todavía sigue creyendo en
los atajos o los caudillos redentores.
Y aunque esta escisión del estado de ánimo comporta riesgos,
también conlleva aspectos intelectualmente reconfortantes. Al
final, las cosas son como siempre pensamos que deberían ser: el
sistema de incentivos premia a quien hace bien las cosas y advierte
a quien no lo está haciendo bien que para mejorar hay que
rectificar el rumbo.

El despegue asiático: China
27
Taciana Fisac
Directora del Centro de Estudios de Asia Oriental, UAM
Hace algunos años, hablar de Asia o de China como de los protagonistas
del siglo XXI parecía cuanto menos una previsión
futurista por la que muy pocos apostaban, pero hoy ya nadie
duda que Asia se configura como la región más dinámica del
planeta. Y dicho dinamismo tiene en primer lugar un carácter
económico. La prensa nacional e internacional recoge diariamente
noticias sobre los dos grandes gigantes de Asia: China e
India, que en tiempos y modos distintos se han convertido en
la mayor fábrica del mundo. Pero centrémonos en China, el
dragón que ha despertado y es contemplado desde Occidente
como una gran amenaza o como una oportunidad; aunque
quizá haríamos mejor en pensar en una amalgama de ambas
cosas: China es un gran reto social y económico del siglo XXI,
un lugar de oportunidades, el país hacia donde todos empiezan
a mirar y donde muchas empresas habrán de encontrar su
sitio como simple estrategia de supervivencia en la economía
nacional e internacional.
El desarrollo económico que China ha protagonizado en las
dos últimas décadas del siglo XX conlleva toda una serie de
desafíos de gran envergadura. Cuando en los años noventa se
preguntaba a la gente de las calles de Pekín qué significaba la
“economía socialista de mercado” la respuesta era bien simple:
la economía capitalista tenía un crecimiento limitado y llegada
a un punto se estancaba; el modelo chino suponía la posibilidad
de crecimiento sin límite. La realidad, por el momento, parece
no contradecir a los dirigentes chinos, pero no oculta la complejidad
social, económica y política que se ha entretejido en
PIB en millones de euros
2001 2002 2003 2004
España 653.927,00 698.589,00 744.754,00 798.672,00
Rusia 341.796,85 363.936,46 378.935,16 471.087,27
EE.UU. 11.303.515,63 11.085.597,25 9.716.171,47 9.565.540,83
China 1.310.912,46 1.341.007,28 1.250.782,55 1.339.535,93
Japón 4.654.190,20 4.217.147,97 3.792.009,45 3.768.051,63
India 525.260,24 522.290,90 507.550,81 535.663,54
Fuente: Global Market Information Database, Euromonitor International
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

EL DESARROLLO EN LOS PAÍSES EMERGENTES: AMÉRICA LATINA Y ASIA
torno a este peculiar modelo de desarrollo. El objetivo del
Partido Comunista Chino es claro: es preciso continuar elevando
el nivel de bienestar de la población, y a un mismo tiempo
garantizar el grado de legitimación del propio Partido.
Mientras haya bienestar y siga aumentando la percepción de
libertad de los ciudadanos, el Partido apenas encontrará oposición
a su monopolio del poder. La realidad es que ha habido
importantes avances, pero también graves problemas, y uno de
los más acuciantes en relación al tema que nos ocupa es la
degradación del medioambiente, que provoca numerosos
daños. La falta de cuidado del medioambiente es un legado de
la etapa maoísta. Bien es cierto que al inicio de las políticas de
reformas de Deng Xiaoping, en China todos los sectores coincidían
en que tenían derecho a preocuparse del problema de
la contaminación una vez que hubieran alcanzado un mayor
nivel de vida. ¿Por qué iban a ser distintos a los países desarrollados
Hoy, afortunadamente, la perspectiva ha cambiado.
Pero además China se enfrenta a otros grandes problemas
sociales: una vez desmantelado el antiguo sistema de unidades
de trabajo (danwei), también llamadas empresas estatales, que
proveían a sus trabajadores de todas las coberturas y servicios,
se impone la búsqueda de un sistema de pensiones y de
asistencia médica, aspecto éste cuya importancia puso de
manifiesto la crisis de la neumonía atípica (SARS) del año 2003.
La inversión en educación es insuficiente y las desigualdades
sociales crecen día a día por lo que son precisos mecanismos
de compensación.
En el ámbito político también encontramos otro de los grandes
retos de Asia en general y China en particular. El proceso
de cambio político acaecido en China ha dado lugar a un régimen
post-totalitario, que poco a poco va generalizando los
derechos a sus ciudadanos y que actualmente manifiesta sus
deseos de implementación de las leyes y en última instancia de
mayor democratización. Ante la sangrienta realidad del maoísmo,
cuyo coste en vidas humanas se cifra, según las diversas
fuentes, entre los cuarenta y ochenta millones de muertos, los
ciudadanos chinos acogen con satisfacción la relajación del
control social de la que gozan hoy en día. Es ésta sin duda una
de las claves para entender porqué no existen más reivindicaciones
de democratización, aunque sí de mayor transparencia
y lucha contra la corrupción.
Datos generales: población
Año 2004 (en millones) Año 2025 (en millones)
China 1.304 China 1.470
Japón 127 Japón 123
Corea del Sur 47 Corea del Sur 52
India 1.073 India 1.351
EE.UU. 294 EE.UU. 346
U.E. 466 U.E. n.d.
China es el país más poblado de la Tierra y su crecimiento
económico en las dos últimas décadas ha sido espectacular,
hasta el punto de que en la actualidad, medido su PIB global
en paridad de poder adquisitivo, ocupa el segundo lugar en
el mundo, por delante incluso de Japón y otros países
desarrollados.
Los habitantes de las zonas rurales se han visto beneficiados
por las reformas económicas, pero existen todavía importantes
bolsas de pobreza. Las estadísticas indican la existencia de
un 18% de la población en niveles de pobreza. Un dato que la
sitúa sin embargo muy por debajo de India, que cuenta con un
44% de su población en condiciones de pobreza.
China ha mantenido desde los tiempos de Mao Zedong una
política de seguridad económica, unida a la necesidad de autoafirmación
frente a las humillaciones sufridas durante la era en
la que las potencias extranjeras se repartían concesiones y
privilegios. De ahí que siempre considerara en su política de
planificación económica la autosuficiencia de materias primas y
materias energéticas. Pero el impresionante desarrollo económico
impulsado por las reformas lideradas por Deng Xiaoping,
continuadas por Jiang Zeming y en la actualidad por Hu Jintao,
ha hecho patente la necesidad de modificar su propia concepción
de seguridad económica.

29
PIB global en paridad de poder adquisitivo
En millones de dólares
1999 2000 2001 2002 2003 2004
España 754.528 802.622 852.823 886.264 925.051 971.724
Rusia 940.968 1.057.279 1.134.407 1.207.068 1.319.521 1.449.170
EE.UU. 9.061.422 9.599.114 10.002.774 10.357.362 10.868046 11.605.185
China 4.394.386 4.845.695 5.374.929 5.917.213 6.573.989 7.334.254
India 2.218.890 2.387.772 2.594.052 2.769.335 3.023.022 3.290.800
Japón 3.112.321 3.265.598 3.377.862 3.422.641 3.571.709 3.817.221
Fuente: Global Market Information Database, Euromonitor International
Dos son los prerrequisitos básicos para formular una política
de seguridad económica: el crecimiento económico y el desarrollo
tecnológico; y ambos se cumplen en China que, además
de un continuado crecimiento del PIB, ha hecho una fuerte
apuesta por la innovación tecnológica.
Crecimiento PIB en %
12
10
8
6
4
2
0
1998
-2
-4
-6
-8
Fuente: Global Market Information Database, Euromonitor International
1999 2000 2001 2002 2003 2004
España
Rusia
EE.UU.
China
Japón
India
Prueba de ello es el éxito de la misión al espacio que
culminó en el año 2004 y que demuestra una notable
capacidad tecnológica, pero además la inversión de capital
en telecomunicaciones y otras nuevas tecnologías ha
sido espectacular, con cifras que superan con creces a Japón
y se acercan a Estados Unidos. No en vano se trata de
una apuesta de los dirigentes chinos, que en su día
anunciaron que las Olimpiadas de 2008 en Pekín serían
recordadas como las Olimpiadas tecnológicas. Y sin duda lo
serán.
Inversión de capital en telecomunicaciones
en millones de euros
1999 2000 2001 2002 2003 2004
España 5.371 7.332 5.537 5.556 5.029 4.952
EE.UU. 24.390 31.385 33.482 36.579 33.414 34.620
China 18.191 29.040 34.393 26.435 23.911 20.946
India 2.564 3.801 3.914 4.150 3.984 4.054
Japón 28.013 35.396 27.525 16.748 12.057 9.161
Fuente: Global Market Information Database, Euromonitor International
En lo que a materia energética se refiere, China cuenta con
unas importantes reservas de carbón, de donde obtiene casi el
80% de su energía. Sin embargo, sus reservas de petróleo y gas
natural son escasas. Antes del inicio de las reformas, China
exportaba petróleo, mientras que ahora se ha convertido en el
segundo mayor consumidor de petróleo del mundo, sobrepasando
a Japón.
El continente asiático cuenta con una gran paradoja: en su
territorio se hallan las mayores reservas mundiales de petróleo
y gas natural, pero dichos yacimientos no se encuentran
situados en Asia Oriental, precisamente la región que en los
últimos años ejerce más presión sobre los recursos energéticos.
Entre los años 2001 y 2004 China acaparó la mitad del
crecimiento del consumo de petróleo en el mundo. Y en los
próximos veinte años está previsto que los países en desarrollo
de Asia doblen sus necesidades de consumo de petróleo.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL DESARROLLO EN LOS PAÍSES EMERGENTES: AMÉRICA LATINA Y ASIA
Asia es un continente con conflictos abiertos: los ya conocidos
de Oriente Medio, la península de Corea, los enfrentamientos
entre India y Pakistán o la reivindicación de Taiwán por parte
de la República Popular China. Sin embargo, existen otros
potencialmente muy peligrosos y directamente relacionados
con temas energéticos, de los que la opinión pública conoce
bien poco: los conflictos del Mar Caspio y del Mar del Sur de
China. En el primer caso está confirmada la existencia de
importantes recursos energéticos, mientras que en el segundo
se supone.
Hablamos normalmente del Mar Caspio, pero algunos países
desearían que se hablara del Lago Caspio. La consideración de
mar o lago tiene importantes consideraciones en el derecho
internacional y en la atribución del territorio de cada uno de
los países limítrofes. Kazajstán y Rusia están a favor de dividir
únicamente el lecho marino del Caspio, dejando las aguas para
uso común. Azerbaiján y Turkmenistán están a favor de dividir
ambos, el lecho y las aguas. Por su parte, Irán está a favor de la
división del lecho marino y de las aguas, pero permitiendo el
uso conjunto. Las disputas no han desembocado en graves
conflictos pero están latentes.
Por su parte, en el Mar del Sur de la China las reivindicaciones
territoriales son aún más complejas, puesto que además de los
países limítrofes en contienda, la zona sufre graves problemas
de seguridad. La República Popular China, Taiwán y Vietnam
tienen reivindicaciones sobre las Islas Paracel, mientras que
sobre las Islas Spratley lo hacen China, Taiwán, Vietnam,
Filipinas, Malasia e Indonesia.
Y ante esta compleja realidad, ¿qué dice y qué hace China
En primer lugar, desde hace años está desplegando una importante
política exterior que tiene una relación directa con el
abastecimiento de materias primas, y en especial energéticas.
Desde la Comisión Estatal para el Desarrollo y la Reforma,
en abril de 2005, se establecieron cinco pilares de la política
energética: la necesidad de basarse en los recursos nacionales,
es decir en el carbón; la prioridad del ahorro y la eficiencia
energética; la relevancia de fomentar el uso de energías limpias
y la protección del medio ambiente; y por último, la importancia
de la diversificación de la cooperación internacional. Se
trataba pues de una propuesta multipolar, afirmaba el responsable
de dicha Comisión, el señor Ma Kai, al tiempo que
aseguraba que “China no está creando tensiones y no las
crearía en el futuro por la oferta energética” 1 . Son numerosas
las declaraciones de responsables chinos que se alinean con
“la no utilización de métodos bárbaros de la guerra para
asegurarse los recursos energéticos”.
Estas últimas palabras fueron pronunciadas en el contexto de
un encuentro con el Primer Ministro de Australia, que en su
visita a China subrayaba la oferta de gas natural que este país
podía ofrecer. La política internacional que China está desarrollando
en todos los continentes se remonta a varios años
atrás, pero va tomando cada vez mayor protagonismo. Es bien
conocida la alianza estratégica que ha establecido con Irán
como abastecedor de petróleo y gas natural, su relación con
Canadá o con países africanos, pero quizá se conoce en menor
medida que la Organización de Cooperación de Shanghai,
inicialmente nacida para la creación de un espacio de cooperación
en seguridad, progresivamente ha ido trasladando su
énfasis en la cooperación para el abastecimiento de recursos
energéticos. Y se desconoce que hace ya tiempo que China
prepara cada año a un grupo de ingenieros, que tras recibir un
curso intensivo de acercamiento a la lengua española, son
enviados a Venezuela, por mencionar sólo algunos ejemplos.
Junto a la actividad internacional, se está desplegando una
política activa en el ámbito interno. Recientemente, Zhou Dadi,
Director del Departamento de Energía del Instituto de
Macroeconomía del Consejo Nacional de Planificación, hacía
una declaración ciertamente completa de la actual estrategia
política 2 . Lo interesante de estas manifestaciones es que se
realizan afirmaciones que algunos años atrás no aparecían
contempladas. Así, por ejemplo, la indicación de que los dos
1. Declaraciones del 23 de abril de 2005, recogidas en Internet.
2. Entrevista a Zhou Dadi transmitida por la televisión china (CCTV) el 11 de mayo de 2005,
y publicada en Internet en lengua original china.

31
grandes desafíos de China son el abastecimiento en materia
energética y la interrelación entre energía y protección del
medioambiente; o la consideración de que energía y medio
ambiente son problemas que van de la mano y que el problema
del calentamiento del planeta y del uso de energía han
de contemplarse de modo unificado, resultan novedosos en el
discurso chino.
De acuerdo con fuentes chinas, en el mundo actual, algo más
del 10% de la población gasta el 70% de la energía, mientras
que el otro 70-80% de la población gasta un 30% de energía.
En la actualidad China es el segundo consumidor de energía
en el mundo, aunque su PIB no ocupa ese lugar, sino varios
puestos más abajo. La consideración de China como país en
vías de desarrollo contrasta con su consumo energético y si
el desarrollo progresa en la misma dirección, dado que su
población es mayor que la de los países desarrollados, un
escenario hipotético sería que China precisaría entre el
60-70% de la energía mundial para cubrir sus necesidades o
incluso más. Ante esta realidad, las autoridades afirman que
China no puede seguir el mismo camino de los países
desarrollados.
La realidad es que el desarrollo en China no es unificado en
todas las regiones, existen enormes diferencias; no es probable
un aumento de consumo energético que afecte por igual al
conjunto de la población. No en vano los índices de pobreza
actuales afectan a casi 235 millones de personas. Pero eso
no deja en cualquier caso lugar a dudas sobre la progresiva
necesidad de garantizar el abastecimiento energético con el
desarrollo, lo cual puede traer consecuencias graves de no
conllevar un aumento de la eficiencia energética. Y de ello son
conscientes las autoridades chinas, que manifiestan que en la
actualidad el gasto energético per cápita de China es diez veces
menor que el de Estados Unidos, y que en su conjunto los
países desarrollados tienen un gasto de cuatro toneladas de
petróleo por persona, siete veces lo que cada chino.
Pese a que el señor Zhou Dadi manifiesta que China no puede
permitirse contaminar primero como han hecho los países
desarrollados y que hay que prestar una gran atención al
medio ambiente, la realidad es que el daño ya está hecho: el
46% de los ríos y el 90% de las aguas de las zonas urbanas
están contaminadas. La implantación de la industria pesada en
la época maoísta fue totalmente insensible al impacto medioambiental,
y el establecimiento de las industrias de las nuevas
tecnologías poco o nada tienen en cuenta aspectos de contaminación
ambiental. De ahí que las declaraciones públicas en
las que se acentúa este aspecto constituyan un gran cambio
con respecto a la política existente en los años 80 y 90.
Es un hecho que China tiene una sólida base en el carbón, que
supone entre el 70 y el 80% de sus recursos energéticos.
Mientras en los países desarrollados el petróleo, el gas natural,
la energía atómica e hidráulica e incluso, recientemente, la
eólica han ido sustituyendo al carbón, en China el carbón va a
continuar siendo la fuente energética predominante, y de
ahí que se precise enfatizar no sólo la mejora de la eficiencia
energética, sino la investigación de nuevas tecnologías para un
uso más limpio.
En China se considera que mantener el crecimiento energético
a la mitad del crecimiento económico sería un éxito y que
para ello es preciso promover el uso de electrodomésticos y
aire acondicionado de bajo consumo, o de energía solar en
los hogares, así como una mayor eficiencia energética en la
industria. Pero, ¿será eso suficiente
Los tiempos en los que China decía ser autosuficiente en
energía y materias primas han terminado. Es pues el momento
de crear un nuevo concepto de seguridad energética, y en esa
línea están trabajando las autoridades, los técnicos y los
científicos en China. No miran el futuro con pesimismo ni
auguran una vuelta al candil de aceite, sino que promueven la
idea de que es posible encontrar nuevas energías más limpias
y más seguras.
El desafío no sólo es de China, sino del resto del mundo que
se va a ir progresivamente viendo afectado por la nueva
demanda energética. China está desarrollando una amplia
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL DESARROLLO EN LOS PAÍSES EMERGENTES: AMÉRICA LATINA Y ASIA
política de investigación energética y son evidentes los resultados
de su política internacional, pero resulta ciertamente
insuficiente la concienciación que sobre energía y medio
ambiente existe entre la población. El factor humano es quizá
uno de los más diferenciadores de este país, aunque de ello se
hable demasiado poco. No sólo es importante la inmensidad
de la población en China, sino sus rasgos, su gran capacidad de
trabajo y de sacrificio, sus deseos de mejorar y su empuje en
el proceso de reformas. En otras palabras, los chinos quieren
ganar y si se lo proponen probablemente consigan mitigar los
problemas a los que se enfrentan, pero la realidad está ahí y
dista mucho de presentar un futuro fácil.

La segunda mitad de la era del petróleo
33
Mariano Marzo
Catedrático de Recursos Energéticos, UB
El uso global de los hidrocarburos como combustibles por el
hombre se ha multiplicado por un factor de ochocientos desde
1750 y por doce en el transcurso del siglo XX. Tal aceleración
del consumo de estos recursos energéticos, por definición
finitos, no sólo plantea el gravísimo problema del impacto
ambiental originado por su combustión (calentamiento global),
sino también la cuestión del ritmo y fecha de su inevitable
agotamiento, así como las consecuencias, económicas, políticas
y sociales, que este fenómeno podría comportar. Dentro de
este contexto, el presente escrito pretende analizar la cuestión
del futuro del petróleo, el hidrocarburo líquido que actualmente
constituye la principal fuente de energía global.
Sin contabilizar la biomasa tradicional (leña y residuos agrícolas
y ganaderos), el petróleo representa cerca del 40% del total
de la demanda mundial de energía primaria. Ello es consecuencia
de que este hidrocarburo constituye un elemento fundamental
en casi todas las actividades importantes de la vida
moderna. El 95% del transporte terrestre, aéreo y marítimo, o
lo que es lo mismo, el desplazamiento eficaz de materias
primas y mercancías, así como la movilidad humana, dependen
del petróleo. Algo similar ocurre con la producción de alimentos,
que necesita de los derivados de este compuesto químico
como combustible para la maquinaria agrícola y para la fabricación
de fertilizantes, herbicidas y pesticidas. Además, el
petróleo suministra productos de calefacción y constituye la
materia prima para la manufactura de más de 3.000 productos
de uso cotidiano, entre los que se encuentran los plásticos y
las medicinas.
Ciertamente, en la actualidad no existe otra fuente de energía
que pueda competir en versatilidad, ventajas y bajo precio con
el petróleo. En los albores del siglo XXI, la disponibilidad de
petróleo abundante y barato sigue siendo un pilar básico para
el desarrollo socioeconómico de los Estados. Como viene
sucediendo desde hace al menos cinco generaciones, asegurarse
el abastecimiento y el acceso privilegiado a esta materia
prima constituye una poderosa razón de Estado. Para cualquier
gran Estado moderno, hablar de geopolítica resulta casi sinónimo
de políticas relacionadas con el petróleo.
En los últimos cincuenta años, como consecuencia de la expansión
industrial y el rápido incremento demográfico, la demanda
global de petróleo se ha multiplicado por siete. En la
actualidad el mundo consume alrededor de 82 millones de
barriles diarios (mbd) o, si lo prefieren, 13.038 millones de
litros por día. ¿Cuáles son las previsiones para el futuro
Según el Escenario de Referencia del World Energy Outlook
2004 de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en el
horizonte de 2030 el petróleo seguirá siendo el hidrocarburo
más utilizado. A pesar de que su porcentaje sobre el total de la
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

EL PETRÓLEO COMO EJEMPLO DE LOS LÍMITES DE CRECIMIENTO
demanda de energía primaria descenderá hasta al 35%, se
prevé que la demanda crezca anualmente un 1,6% de promedio,
alcanzando los 90 mbd en 2010 y 121 mbd en 2030.
El informe pronostica que la actual brecha existente entre el
consumo en países desarrollados y en vías de desarrollo
tenderá a cerrarse, de forma que en 2030 ambos grupos consumirán
prácticamente lo mismo. De esta manera, los países en
desarrollo contabilizarán casi dos tercios del incremento previsto.
Como el centro de gravedad del consumo se desplaza a
estos últimos países, resulta que las predicciones apuntadas
son incluso válidas en el caso de que los países industrializados
adopten severas medidas de protección medioambiental y se
avance significativamente en la mejora de la eficiencia energética.
De hecho, si tales países no cubren estos dos últimos
objetivos, el crecimiento de la demanda podría ser aún mayor.
La AIE señala que la mayor parte de dicho crecimiento tendrá
lugar en dos países: los EE.UU., cuyo consumo se disparará de
19,6 a 28,3 mbd (absorbiendo algo más del 60% del total del
incremento de todos los países industrializados) y China, que
pasará de 5,2 a 13,3 mbd. En contraste, en el conjunto de
Europa Occidental el consumo tan sólo aumentará de 14,5 a
16,6 mbd.
Otro punto a destacar de las proyecciones de la AIE es que
dos terceras partes del incremento de la demanda mundial
provendrán del sector del transporte, ya que de aquí a 2030
no se prevé que ningún otro combustible alternativo pueda
desafiar seriamente el uso de los derivados del petróleo, ni que
la introducción de nuevas tecnologías (vehículos híbridos o
propulsados por células de hidrógeno) pueda compensar significativamente
el aumento de la demanda. La AIE estima que
en 2030 el transporte absorberá el 54% del consumo total de
petróleo, frente al 47% actual y el 33% en 1971. Un simple dato
puede hacernos comprender mejor la magnitud del desafío
que el sector del transporte plantea a la industria del petróleo:
en los próximos diez años el parque automovilístico asiático
crecerá a una media de 5 millones de vehículos por año, lo que
representará el 40% de total del crecimiento del parque mundial.
Este pasará de los 750 millones actuales a cerca de 875
millones, es decir, más del doble de los 400 millones existentes
hace veinte años.
¿En qué situación de partida se encuentra la industria petrolera
para hacer frente al desafío planteado por el crecimiento de
la demanda Aunque las opiniones difieren considerablemente
en algunas cuestiones clave que más adelante comentaremos
(como el de los recursos y reservas disponibles), en general
existe un cierto consenso sobre dos puntos.
El primero de ellos es que la adición de reservas por el
descubrimiento de nuevos yacimientos ha descendido en los
últimos cuarenta años. A pesar de la intensa actividad exploratoria
y del empleo de una tecnología muy avanzada, encontrar
nuevos campos se ha convertido en una tarea cada vez más
complicada y los que se encuentran son más pequeños y de
peor calidad.
Durante los años dorados de la exploración, inmediatamente
después de la Segunda Guerra Mundial, encontrar yacimientos
gigantes era casi una rutina. Sin embargo, tras alcanzar un máximo
a mediados de la década de los 60, la adición de reservas
mediante nuevos descubrimientos ha caído de forma irregular
pero sistemática. En los últimos cien años, la comparación de
la curva de crecimiento global de la demanda con la del volumen
de los descubrimientos revela un dato significativo: desde
la década de los 80, la curva de adición de nuevas reservas
permanece por debajo de la de la demanda, aunque el área
englobada por la primera es todavía dos veces mayor que la
delimitada por la segunda. Desde 1986, con la única excepción
de 1991, año tras año se ha extraído más petróleo del que
se descubría, al mismo tiempo que la demanda crecía inexorablemente,
de forma que hace ya veinte años que estamos
viviendo de las rentas del pasado y, en la actualidad, por cada
barril de petróleo descubierto consumimos cuatro.
Además, los costes para hallar y desarrollar nuevas reservas se
están disparando. En la primera mitad de los 90, debido sobre
todo a la introducción simultánea de un amplio abanico de
nuevas tecnologías, dichos costes experimentaron un descen-

35
so continuado, tocando fondo en 1997 con un precio de 3,5
dólares por cada barril de petróleo. Sin embargo, desde entonces,
los costes se han incrementado en un 15% por año y en
2004 se aproximó a los 8 dólares de subida. Esta tendencia no
resulta sorprendente si se tiene en cuenta que cada vez
se explora en regiones más remotas, bajo condiciones más
adversas y los objetivos son más pequeños y menos prolíficos.
Los más optimistas pueden argumentar que estas dificultades
son pasajeras y que el precio del barril aumentará en el futuro
lo suficiente para posibilitar una mayor inversión en exploración,
lo que se traducirá en más descubrimientos. Sin embargo,
la comparación histórica entre las curvas de precios y
hallazgos no evidencia una relación directa. Muchos de los
“descubrimientos del siglo” se realizaron en momentos en que
los precios del barril eran mucho más bajos que los actuales y,
a largo plazo, los ciclos de descubrimiento muestran una
escasa correlación con los correspondientes a los precios.
Contrariamente a lo que pueda pensarse, desde una perspectiva
histórica, no son los precios los que han controlado
el volumen e importancia de los hallazgos, sino las mejoras
tecnológicas y los acontecimientos geopolíticos que han
permitido el acceso a nuevas áreas. Lo acontecido en el Caspio
y África del Oeste, así como los actuales esfuerzos por
“democratizar” Oriente Medio a cualquier precio, resultan
significativos al respecto.
El segundo punto de consenso es que ante la incapacidad de
promover un “relevo generacional”, es decir, de ir reemplazando
con nuevos descubrimientos lo extraído de campos
relativamente viejos, muchos de los yacimientos en explotación
han entrado, o entrarán pronto, en fase de declive.
La experiencia adquirida en decenas de miles de campos de
petróleo no deja lugar a dudas. Ésta, muestra que la tasa de
extracción se ajusta a un patrón, conocido con el nombre de
curva de Hubbert (un geofísico estadounidense que en 1956
predijo con éxito, utilizando dicha curva, que la extracción en
los EE.UU., en aquellos momentos la primera del mundo,
entraría en declive en 1970). La curva asume que al principio
de la explotación y durante un cierto tiempo el crudo fluye
con facilidad, de manera que la tasa de extracción crece de
manera sostenida. Sin embargo, una vez que se ha bombeado
aproximadamente la mitad del petróleo recuperable (entre un
30-40% del volumen total que impregna los espacios porosos
de las rocas que lo albergan) la tasa de extracción entra en una
fase de declive irreversible.
Una demanda creciente puede aconsejar, especialmente si
los precios del crudo en el mercado son altos, someter a los
campos a prácticas de recuperación intensiva para aumentar la
extracción. Sin embargo, esta decisión tiene como resultado
una anticipación de la fecha de declive, lo que impide mantener
de forma sostenida el nivel de extracción. Los avances técnicos
introducidos en la explotación de los yacimientos mejoran
las tasas de extracción pero a costa de agotarlos más
rápidamente.
Según un informe de la consultora PFC, la situación de declive
que afrontan muchos de los principales países “productores”
de crudo es alarmante. Por lo que se refiere a crudos convencionales,
de los once países de la OPEP, Indonesia habría
sobrepasado ya el punto de declive, mientras que Argelia, Irán,
Nigeria y Qatar, no estarían lejos. Otra consultora, Douglas-
Westwood, señala que cincuenta y dos, de los noventa y nueve
países que en la actualidad extraen cantidades importantes
de petróleo, han alcanzado hace años el punto de máxima
extracción y que otros dieciséis lo estarían pasando en estos
momentos o lo harán pronto.
Un simple dato adicional puede darnos una idea cabal de la
seriedad del problema: el Escenario de Referencia de la AIE
asume que la tasa de descenso anual de la extracción por el
fenómeno descrito varía entre un 5% y un 11%, dependiendo
de la región considerada.
Considerando el crecimiento de la demanda previsto, el
descenso en la extracción por envejecimiento de los campos y
que los descubrimientos no reponen el crudo bombeado, la
AIE reconoce que la capacidad extractora existente en la
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL PETRÓLEO COMO EJEMPLO DE LOS LÍMITES DE CRECIMIENTO
actualidad a duras penas puede ya hacer frente a la demanda y
que este desajuste se agravará en el futuro. De hecho, la AIE
advierte que la práctica totalidad del crudo que deberá cubrir
la demanda mundial en 2030 no está todavía a punto para su
extracción. Otros analistas van más allá y afirman que esta
situación implica alrededor del 80% del petróleo que será
necesario extraer para cubrir la demanda de 2015.
¿Cómo puede solventarse esta situación La AIE plantea la
urgencia de proceder a un incremento inmediato de la capacidad
mundial de extracción en base a cuatro conceptos: 1) el
desarrollo intensivo de reservas conocidas pero que por
diferentes motivos (técnicos, económicos o políticos) no han
sido comercializadas todavía, 2) mejoras técnicas que faciliten
una mayor tasa de recuperación del hidrocarburo de los yacimientos,
3) una creciente contribución de los denominados
petróleos no convencionales, como las arenas asfálticas de
Canadá y los petróleos pesados de Venezuela, y 4) la aportación
proveniente de nuevos descubrimientos.
La AIE asume que la extracción en los países que no son miembros
de la OPEP alcanzará su cenit en 2010 y que a partir de
ese momento entrará en un lento declive. A medio plazo, los
únicos países que pueden experimentar un auge significativo
en su capacidad de extracción de crudo son Rusia, Kazajstán,
Azerbaiyán, Brasil y Angola. En el caso de Rusia, las previsiones
son pasar de 7 a 8,6 mbd en el periodo 2001-2010, para
continuar en ascenso hasta 2030. Sin embargo, esto no será
posible sin enormes inversiones en el desarrollo de los
campos y en la construcción de oleoductos. Análogamente,
aumentar la extracción en la región del Caspio requerirá
construir nuevos oleoductos, lo que demanda acuerdos de
financiación y de tránsito que todavía están por concretar.
Suponiendo que tales líneas de exportación se construyan, la
extracción combinada de Kazajstán y Azerbaiyán podría pasar
de 1,1 mbd en 2001 a más de 3,5 mbd en 2010. Aumentar la
extracción de crudo de los importantes campos marinos de
Brasil y Angola implica el despliegue de tecnologías avanzadas
para la explotación en aguas profundas y la existencia de un
régimen estable de regulaciones e impuestos en ambos países.
Según la AIE, un reducido número de países de la OPEP deberán
cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de cubrir el
déficit que existirá entre los volúmenes extraídos desde fuera
de la OPEP y la demanda global. La lista incluye Arabia Saudita,
Irán, Irak, Kuwait, la Unión de Emiratos Árabes, Nigeria y
Venezuela. Estos países deberán incrementar su extracción de
28 mbd en 2002 a 33 mbd en 2010, para alcanzar los 65 mbd
en 2030 (¡un incremento de más del 100% respecto a los
niveles actuales!)
En gran medida, el desarrollo por parte de los países de la
OPEP de la nueva capacidad de extracción requerida dependerá
de que dichos países encuentren el capital necesario.
A priori, esto no parece una tarea difícil, sobre todo si se
comparan los actuales precios del barril con el hecho de que
el coste total de desarrollar nuevos suministros en Oriente
Medio es el más bajo del mundo, situándose en torno a los
cuatro dólares por barril. Sin embargo, a nadie se le escapa que
las políticas de precios y de cuotas de la OPEP son cuestiones
muy inciertas, que los riesgos políticos para invertir en Oriente
Medio son altos y que, además, no está claro que todos los
países decidan abrirse a tiempo a la inversión financiera y
tecnológica procedente del exterior.
Durante el periodo 2003-2030, la AIE calcula que la inversión
necesaria para poner a punto la nueva capacidad de extracción
que la demanda global requiere asciende a 3 billones de
dólares (105.000 millones por año). Concretar esta inversión
constituye un punto clave para asegurar el futuro suministro
mundial de crudo.
En los grandes países consumidores, la ampliación de la brecha
entre extracción propia y demanda acarreará un considerable
aumento del comercio internacional del petróleo. Todos los
países y regiones que hoy en día son importadores netos,
serán más dependientes al final del periodo considerado, tanto
en términos absolutos como porcentuales.
El informe de la AIE destaca que este incremento será
particularmente dramático en el caso de Asia, especialmente

37
en China, un importador neto desde 1993 y que en 2030
necesitará importar cerca del 74% de su demanda, es decir,
unos 10 mbd, lo que equivale a un volumen similar a las actuales
importaciones de los EE.UU. La dependencia de las importaciones
de los países europeos de la OCDE crecerá del 54%
al 86%, mientras que la de los países del Pacífico encuadrados
en la OCDE llegará al 95%. El aumento de la producción en
México y de petróleos no convencionales en Canadá, ayudará
a moderar el aumento de las importaciones en América del
Norte, cuya dependencia del exterior pasará de un 36% al
55%. En conjunto, en el 2030, los países de la OCDE importarán
el 85% de sus necesidades de petróleo, lo que contrasta
con la cifra del 63% en el 2002.
Oriente Medio será la región que experimentará un mayor
auge en el volumen de las exportaciones, pasando de 19 mbd
en 2000 a 46 mbd en 2030. El destino final del grueso de tales
exportaciones será Asia, con China e India emergiendo
como grandes mercados. Las exportaciones provenientes
de África, América Latina y los países con economías en
transición (Rusia en especial), también crecerán, pero menos
espectacularmente.
Sin duda, la comentada expansión del comercio del petróleo
aumentará el riesgo de interrupciones del suministro, no sólo
por la crónica inestabilidad geopolítica de las regiones exportadoras,
sino porque para alcanzar los mercados el crudo
debe atravesar algunos “cuellos de ampolla” especialmente
peligrosos. Actualmente, los estrechos de Ormuz, en el Golfo
Pérsico, y de Malaca, en Asia, canalizan 26 mbd y las previsiones
apuntan a que en 2030 este tráfico habrá aumentado más
de un 100%. Cualquier interrupción del flujo de crudo en
estos puntos tendría, por tanto, un severo impacto sobre los
mercados del petróleo.
Hasta aquí hemos dado por sentado que no existirán limitaciones
en cuanto a recursos y reservas para hacer frente al
crecimiento futuro de la demanda, pero ¿es eso realmente
cierto
Los hidrocarburos albergados en el subsuelo de la corteza
terrestre pueden catalogarse en función del grado de certeza
que tenemos sobre su existencia y la probabilidad de que
puedan ser extraídos de manera rentable, asumiendo una serie
de hipótesis de partida sobre costes, geología, tecnología,
mercado y precios futuros. Los hidrocarburos descubiertos,
para los que existe una probabilidad mínima del 90% de que su
extracción y comercialización resulte rentable son las llamadas
“reservas probadas”. El término “reservas probables” incluye
volúmenes de hidrocarburos en yacimientos descubiertos que
tienen una probabilidad mínima de comercialización del 50%.
Las “reservas posibles” son volúmenes descubiertos con una
probabilidad de comercialización superior o igual al 10%. Las
reclasificaciones de un tipo de reserva a otro son frecuentes,
en la medida en que el conocimiento sobre las características
técnicas del yacimiento mejora y los avances tecnológicos y las
condiciones del mercado evolucionan.
Las estimaciones de reservas dan una idea de qué capacidad de
extracción puede ser desarrollada a corto o medio plazo. Sin
embargo, no son un buen indicador de cuánto petróleo queda
por extraer y del potencial para aumentar la capacidad extractiva
a largo plazo. Para este último propósito suele utilizarse el
término de “recursos finales recuperables”. La categoría de
“recursos” incluye las reservas probadas, probables y posibles
de campos descubiertos, así como los hidrocarburos que
todavía quedan por descubrir.
Las proyecciones de la AIE expuestas con anterioridad toman
como punto de partida las estimaciones de recursos y reservas
publicadas en 2000 por el Servicio Geológico de los
EE.UU. Este organismo estima que la cantidad total de recursos
convencionales de petróleo que finalmente podrán ser
extraídos del subsuelo rondará los 3,3 billones de barriles. Esta
cifra combina cuatro sumandos: la cantidad ya extraída (que en
1996 totalizaba 717.000 millones de barriles), las reservas
ya descubiertas que todavía están por explotar (959.000
millones), los volúmenes aún no descubiertos que podrán ser
recuperados (una media de 939.000 millones), y la cantidad
adicional de reservas que se espera obtener de los actuales
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL PETRÓLEO COMO EJEMPLO DE LOS LÍMITES DE CRECIMIENTO
yacimientos mediante mejoras de las técnicas de extracción
(una media de 730.000 millones). Esto significaría que la cantidad
de recursos de petróleo convencional recuperable en el
futuro asciende a unos 2,6 billones de barriles. A estos habría
que añadir los recursos no convencionales de Venezuela y
Canadá, que algunos estiman en 580.000 millones de barriles
recuperables (más que las reservas probadas de crudo
convencional atesoradas en el subsuelo de Oriente Medio).
Sin embargo, la cifra de 3,3 billones mencionada arriba supera
en más de 1 billón de barriles al promedio de 65 estimaciones
realizadas desde 1942, lo que evidencia que muchos otros
analistas se muestran más pesimistas. La mayoría de éstos
calculan la cantidad final de petróleo recuperable del planeta
en una cifra inferior a 2,4 billones de barriles. Dentro de este
último grupo, Campbell y Laherrère sostienen que los trabajos
de exploración han descubierto ya cerca del 90% del total, de
los 1,8 billones de barriles susceptibles de ser recuperados de
la corteza terrestre. Estos autores sitúan las reservas probadas
mundiales en 850.000 millones de barriles y asumen que los
nuevos descubrimientos y las mejoras de las técnicas
de extracción no serán capaces de añadir mas de 150.000
millones de barriles, por lo que la cantidad total de crudo que
podremos extraer en el futuro será de 1 billón de barriles, una
cifra cercana a los 900.000 extraídos hasta finales de 2003.
Estas discrepancias pueden entenderse, en parte, si consideramos
que las mayores diferencias se producen en las categorías
de volúmenes por descubrir y los resultantes de mejoras
técnicas, cuya evaluación es altamente especulativa. Lo que
resulta más desconcertante es que las estimaciones de
reservas probadas también difieren ampliamente según las
fuentes. Al margen de los comentados arriba existen otros
casos ilustrativos. Por ejemplo, los datos resumidos en el “BP
Satistical Review of World Energy, 2004” señalan que a finales
de 2003 las reservas probadas eran de 1,147 billones de barriles.
Sin embargo, la revista Oil and Gas Journal considera que a
fecha de enero de 2003 las reservas probadas totalizaban
1.212 billones de barriles, es decir, un 5,36% más que las
calculadas por BP. Esta diferencia obedece, fundamentalmente,
a que la citada revista cataloga en la categoría de reservas
probadas un importante volumen del crudo recuperable de las
arenas asfálticas de Canadá. Una decisión que no es compartida
por otros técnicos que prefieren, por su elevado coste de
extracción, seguir inventariando dicho crudo en la categoría de
reservas probables o posibles. Resulta interesante constatar
que la opción del Oil and Gas Journal eleva a Canadá al
segundo lugar del ranking mundial de reservas probadas, por
delante de países como Irán e Irak.
Las discrepancias analizadas ponen sobre la mesa una cuestión
de gran calado: la ausencia de cualquier tipo de control o
normativa internacional a la hora de inventariar reservas.
Mientras algunos países sólo contabilizan reservas probadas,
otros países menos rigurosos incluyen en sus cifras una
mezcla de reservas probadas, probables y posibles. De hecho,
es conocido que la publicación y difusión de las cifras de
reservas están motivadas, en muchos casos, por cuestiones
políticas o comerciales. Por ello, algunos analistas advierten
sobre la necesidad de diferenciar “reservas técnicas”, aquellas
que constan en las bases de datos confidenciales de las
petroleras, de la “reservas políticas”, que son las que anualmente
son publicadas en revistas e informes tan reputados
como los citados en los párrafos precedentes.
Un ejemplo de una revisión de reservas no fundamentada en
razones geológicas sino políticas podría ser el brusco salto (del
27%) experimentado, a finales de la década de los 80, por seis
de los once países de la OPEP, que incrementaron sus reservas
en 287.000 millones de barriles, un volumen similar a la
tercera parte de todo el petróleo extraído en el mundo en los
últimos ciento cuarenta años. Algo que sigue intrigando a
muchos analistas que cuestionan abiertamente la fiabilidad de
las cifras de reservas de algunos países de la OPEP (Arabia
Saudita incluida). Una duda de gran trascendencia en la actual
coyuntura del mercado del petróleo y que justifica que, como
se explicaba con anterioridad, Campbell y Laherrere sitúen la
cifra de las reservas probadas mundiales en torno a los
850.000 millones de barriles (casi un 26% menos que las
estimadas por BP).

39
Otra cuestión clave para el futuro del suministro del petróleo
es tratar de resolver cuándo se alcanzará el “cenit en la
extracción”. ¿A qué nos referimos
El petróleo no se encuentra formando bolsas en el subsuelo,
sino impregnando los poros existentes entre las partículas
minerales que integran las rocas. Utilizando el café como un
símil, resulta que el fluido a extraer no está contenido en un
termo, sino empapando terrones de azúcar. Esta inocente
curiosidad científica resulta importante para comprender la
irrelevancia de la típica y tópica pregunta de ¿cuándo se
acabará el petróleo Como sucedería en el caso del terrón,
siempre quedará fluido por extraer, de modo que la respuesta
es simple: nunca. Lo que sí debemos plantearnos es otra
pregunta mucho más importante: ¿podrá la extracción de
crudo seguir en las próximas décadas el tirón de la demanda
El informe de 2004 de BP anteriormente citado parece
concluyente al respecto. Al ritmo actual de extracción, las
reservas probadas aseguran la disponibilidad de petróleo
durante los próximos cuarenta años. ¿Incógnita despejada, en
absoluto. Las estimaciones temporales resultantes de dividir
reservas por extracción son poco o nada significativas. Porque
sugieren que no habrá problemas hasta que hayamos bombeado
del subsuelo la última gota de crudo. Una conclusión lógica
si equiparamos los yacimientos de petróleo con bolsas liquidas
o con el depósito de gasolina de un coche, olvidándonos de la
realidad geológica, más cercana al símil del terrón de azúcar
empapado de café. Como ya he señalado antes, la experiencia
nos demuestra que la historia de explotación de un campo de
petróleo sigue una curva en forma de campana, de trazado
irregular al detalle, pero en la que pueden identificarse
claramente dos limbos, uno ascendente y otro descendente.
Ambos están separados por un punto o zona de inflexión que
se inicia, aproximadamente, cuando se ha bombeado la mitad
del crudo recuperable. Este punto o zona, conocido con el
nombre del cenit o pico de la extracción, se identifica con el
momento en el que surgen los problemas: los esfuerzos técnicos
y financieros pueden disminuir la tasa de declive, pero no
invertir la tendencia a la baja de la extracción. Por eso resulta
importante intentar despejar la incógnita de cuándo se
alcanzará el cenit en la extracción mundial de crudo.
La Agencia Internacional de la Energía argumenta que si las
inversiones previstas llegan a tiempo y los países productores
se abren a éstas, el cenit no se producirá antes del 2030. Una
previsión en línea con las del Departamento de Energía de los
EE.UU. y el Servicio Geológico de los EE.UU. (USGS), que
asumiendo para el futuro un incremento medio anual de la
extracción del 2% contemplan dos escenarios extremos. En el
menos probable (5%) el cenit tendría lugar en 2047 y en el más
probable (95%) en 2026. Si, en vez de escenarios extremos,
consideramos uno de probabilidad intermedia (50%) el cenit se
situaría en 2037. Este análisis, junto al hecho de que las
proyecciones del USGS no tienen en cuenta los hidrocarburos
no convencionales, han llevado a algunos economistas a
afirmar que en los próximos veinticinco a cincuenta años el
mercado dispondrá de una cantidad ilimitada de crudo.
Sin embargo, esta visión no es compartida por otros análisis
que se muestran mucho más pesimistas. Por ejemplo, la
consultora Douglas-Westwood sitúa el cenit de la producción
convencional de crudo en 2016 y la Association for the Study
of Peak Oil & Gas (ASPO) en torno a 2010. Esta última, que
incluye en su análisis los petróleos no convencionales,
toma como punto de partida las estimaciones de reservas y
recursos de Campbell y Laherrère, que sostienen que en estos
momentos hemos consumido ya casi la mitad de los recursos
recuperables del planeta, de modo que aplicando la curva de
Hubbert cabe esperar que el cenit de la extracción ocurra
durante la presente década.
De todo lo expuesto podemos concluir que el futuro del
suministro global de petróleo aparece plagado de desafíos e
incertidumbres. No existe acuerdo sobre los recursos y
reservas disponibles, ni sobre la fecha exacta de cuándo se
alcanzará el temido cenit en la extracción de crudo convencional,
momento en que traspasaríamos el umbral de la
segunda mitad de la era del petróleo. Sin embargo, casi nadie
discute ya la realidad de esta amenaza y que ésta podría
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL PETRÓLEO COMO EJEMPLO DE LOS LÍMITES DE CRECIMIENTO
concretarse, en el mejor de los casos, en unos pocos decenios:
el panorama es inquietante. El delicado equilibrio existente
entre oferta y demanda, junto al creciente riesgo de interrupciones
del suministro, podría acentuar la tendencia a la
volatilidad en los mercados financieros, propiciar el juego
geopolítico y exacerbar las tensiones entre los grandes consumidores.
Asegurar tales suministros, cada vez más concentrados
en Oriente Medio, no sólo requerirá enormes inversiones
en exploración y explotación, sino también un creciente gasto
militar (cifrado en 15-20 dólares por cada barril extraído).
Todo ello nos acercará inexorablemente al fin de la era del
petróleo abundante y barato, con su consiguiente repercusión
negativa sobre la economía. Una nueva situación que requerirá
una reestructuración en profundidad del sistema energético
global. Sin duda, la amenaza del cenit de extracción en un
horizonte no muy lejano hace más urgente la necesidad de
avanzar en el camino de una mayor eficiencia energética, el
desarrollo de energías alternativas sostenibles y la revisión del
dogma del crecimiento económico continuado e ilimitado.

La energía: una materia prima invisible
41
Cayetano López
Catedrático de Física, UAM
Director de Energía, CIEMAT
Todo proceso físico, químico o biológico requiere un
intercambio de energía. A veces se desprende energía en el
curso de esos procesos y en otros se absorbe. En el primer
caso se está generando energía y en el segundo se está consumiendo.
Además, no todas las formas de energía son iguales: la
Tierra recibe energía del Sol en forma de radiación visible y
emite la misma cantidad de energía en forma de radiación
infrarroja. La radiación visible es utilizable por las plantas para
sintetizar las sustancias orgánicas, mientras que la infrarroja es
el resultado de la conversión en calor de la energía transformada
en todos los procesos naturales; es un residuo. Del
mismo modo, la energía que una turbina extrae del vapor
caliente es útil, mientras que la que desprende en forma de
calor al refrigerante es un residuo. En lo que sigue, hablaremos
siempre de energía útil.
Los seres humanos consumimos, a través de los alimentos,
unas 2.500 kilocalorías por día, mientras que, en los países
industrializados, la cantidad de energía que se consume, por
término medio, en el conjunto de las actividades humanas
(industriales, domésticas, transporte u otras) es el equivalente
de 125.000 kilocalorías por persona y día, es decir, cincuenta
veces más. En el caso de los EE.UU., dicho consumo por
persona y día es del orden del doble del correspondiente a la
media de los países industrializados.
Índice de desarrollo humano
1.0
0.9
0.8
0.7
0.6
0.5
0.4
0.3
0.2
0.1
La energía es, por tanto, un ingrediente esencial en la actividad
humana y contribuye decisivamente al bienestar de las
personas. Existe, por ejemplo, una correlación muy clara entre
el índice de Desarrollo Humano definido por la ONU y el
consumo de energía per capita, aunque a partir de una cierta
cantidad, el aumento en el consumo energético apenas mejora
el índice: se destina a bienes y actividades suntuarias o es puro
despilfarro (Figura 1).
0.0
0
Figura 1.
Gran Bretaña Países Bajos
España Italia
Japón
Chile
Francia
Alemania
Polonia
Méjico
Corea del Sur
Kazajstán Rusia
Arabia Saudí
China Ucrania
Indonesia Sudáfrica
Egipto
Irak
India
Pakistán
Congo (Kinshasa)
Etiopía
Australia
América Central y del Sur
Asia en vías de desarrollo
Países industrializados
África
Oriente Medio
Europa del Este y Rusia
El índice de desarrollo humano, la medida de formas
básicas de bienestar utilizada por las Naciones Unidas,
alcanza el estancamiento en las 4.000 horas de kilovatios
de electricidad anual por persona. Han sido analizados
60 países que representan el 90% de la población mundial.
2.000 4.000 6.000 8.000 10.000 12.000 14.000 16.000
Consumo anual de energía per cápita (k Wh)
EEUU
Canadá
Las fuentes de energía disponibles son esencialmente dos: solar
y nuclear. La energía solar directa puede ser aprovechada
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8

EL PETRÓLEO COMO EJEMPLO DE LOS LÍMITES DE CRECIMIENTO
mediante dispositivos fotovoltaicos o térmicos y es a lo que
comúnmente nos referimos cuando hablamos de energía solar.
Pero también la eólica, la hidroeléctrica o la de los océanos
son, en su origen, energía solar responsable de los cambios de
temperatura en la atmósfera, que generan los vientos o la evaporación
del agua del mar que da lugar a la lluvia. También la
biomasa es energía solar encapsulada en forma de moléculas
energéticas sintetizadas por las plantas, gracias al mecanismo
de la fotosíntesis que se basa en el aporte energético de la luz
solar. Por último, los llamados combustibles fósiles, –carbón,
petróleo y gas natural– son una forma especial de biomasa, es
decir, energía solar transformada por plantas en sustancias
ricas en enlaces químicos energéticos, y convertida a lo largo
de millones de años en hidrocarburos debido a las condiciones
de alta presión y temperatura que se dan bajo la corteza
terrestre.
En cuanto a la energía nuclear, la llamada de fisión, que es la
que generan las plantas nucleares existentes, está contenida
en los núcleos de elementos naturales muy pesados, uranio
y torio, que la desprenden al escindirse (fisionar) cuando un
neutrón incide sobre ellos. La nuclear de fusión es la que
se genera en el centro del Sol y de las estrellas. No se ha
conseguido dominar todavía por la humanidad de forma
no explosiva, cuando núcleos de hidrógeno o alguno de sus
isótopos se funden para formar núcleos más pesados
(normalmente helio), y el pequeño exceso de masa de los
elementos iniciales respecto de los finales se transforma en
energía. La energía geotérmica es, en un 90%, el resultado
de las desintegraciones de los materiales radiactivos
naturales y el resto es el calor residual desde la formación
de la Tierra.
No hay otras fuentes de energía a nuestro alcance. El hidrógeno,
por ejemplo, desprende energía cuando se combina
con el oxígeno de la atmósfera para formar agua, pero no
existe en estado libre en la Tierra. Es preciso obtenerlo
a partir del agua o de los hidrocarburos, gastando una
cantidad de energía siempre superior a la que se desprende
en su combustión. No resuelve, por tanto, el hidrógeno el
problema de la energía primaria, aunque puede resultar útil
como “vector” para transportar o almacenar energía.
Figura 2A.
Consumo mundial. Equivalente a millones de toneladas de petróleo.
1971-2003: +87%
10.000
9.000
8.000
7.000
6.000
5.000
4.000
3.000
2.000
1.000
0 78
79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02
Petróleo Gas Natural Energía Nuclear Energía Hidráulica Carbón
03

43
Figura 2B.
Evolución del consumo de energía primaria en España. Estructura del consumo de energía
140.000
120.000
100.000
80.000
ktep
60.000
40.000
20.000
0 1975
1980 1985 1990 1995 2000
Carbón Petróleo Gas Natural Hidráulica* Resto Renovables Nuclear
* Incluye minihidráulica.
Fuente: Ministerio de Economía (Dirección General de Política Energética y Minas)/IDAE.
En la actualidad, más del 85% de la energía primaria comercial producida
en el mundo procede de los combustibles fósiles (Figuras
2A y 2B), carbón (26%), petróleo (37%) y gas natural (24%), experimentando
el consumo energético un aumento continuado, del
orden del 2% anual acumulativo, especialmente debido a las necesidades
de desarrollo económico de los países poco industrializados,
en particular China e India. Los sectores en los que se utiliza
el conjunto de la energía producida son el industrial, el transporte
y el resto (sobre todo doméstico y agrícola), aproximadamente
a partes iguales (Figura 3). Es verosímil que, a largo plazo,
disminuya la parte correspondiente a la industria debido a la
mejora en los procesos productivos, pero es más difícil que eso
ocurra en el transporte y, sobre todo, en el sector doméstico.
La enorme predominancia de los combustibles fósiles como
fuente de energía primaria tiene algunas consecuencias importantes:
Resto
40,0%
Figura 3.
2000
Transporte
24,2%
Industria
35,7%
En primer lugar, están repartidos de forma desigual. Las dos
terceras partes de todas las reservas conocidas de petróleo,
que es probablemente el combustible más difícil de sustituir, se
encuentran en el subsuelo de cinco países del Medio Oriente,
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL PETRÓLEO COMO EJEMPLO DE LOS LÍMITES DE CRECIMIENTO
en particular Arabia Saudí e Irak, lo que implica un grado de
dependencia poco compatible con la estabilidad del suministro.
El gas natural también está muy concentrado en esa zona y en
los países de la antigua URSS, mientras que el carbón está más
repartido por todas las regiones del mundo.
En segundo lugar, son materias primas no renovables debido
a que se han formado a lo largo de decenas o cientos de
millones de años y, por lo tanto, su reposición es imposible.
Por otra parte son recursos limitados. De hecho, la utilización
del petróleo en particular como fuente de energía sobre la
que se basa el modo de vida de los países industrializados,
podría ser una breve fluctuación en la historia de la humanidad,
restringida a un par de siglos como mucho.
En tercer lugar, se trata de materias primas escasas. Sobre
la cantidad disponible de petróleo hay una cierta discusión,
pero la mayoría de los geólogos y expertos petroleros
coinciden en que, al ritmo de consumo actual, nada menos que
unos 80 millones de barriles de petróleo diarios, tenemos
para unos pocos decenios. Las reservas existentes dan para
unos cuarenta años si el consumo se mantiene constante
(Figura 4).
Nº de años
50
40
30
20
Figura 4.
Ratio entre reservas y consumo mundial (R/P)
Pero todos los cálculos indican que lo que hemos consumido
desde mediados del siglo XIX hasta ahora es aproximadamente
igual a la cantidad restante, momento en que, de acuerdo
con la hipótesis de Hubbert, debería situarse el máximo de la
producción (Figura 5).
Nadie puede decir con certeza cómo evolucionará la curva de
producción de petróleo, pero todo apunta a que su máximo se
alcanzará en la presente década, aunque se seguirá extrayendo
a un precio más elevado y dedicándolo, de forma predominante,
a fines no energéticos sino en la industria química, donde es
una materia prima de enorme valor. Se puede argüir que la
cantidad de petróleo extraído dependerá del precio y que, si
éste sube, no habrá límite práctico a su producción. Pero ese
argumento obvia el hecho de que cuesta cada vez más energía
(en prospecciones, bombeos, logística, etc.) extraer petróleo
de yacimientos cada vez más profundos o agotados.
A principios del siglo XX, para extraer un barril de petróleo
bastaba una fracción del orden del 1% de la energía contenida
en ese mismo barril; hoy esa fracción está en el 12 al 15%.
Cuando el gasto en energía necesario para extraer un barril de
crudo se acerque a la generada por la combustión de su
contenido, no importará su precio: habrá desaparecido como
fuente de energía primaria aunque sea útil a otros fines.
Hay, no obstante, predicciones que contemplan un crecimiento
continuado de la producción de petróleo en, por lo menos,
tres décadas o más, teniendo en cuenta las grandes cantidades
existentes de arenas bituminosas, pero el problema es que
extraer crudo de esta fuente requiere enormes cantidades de
energía y no está claro el balance. Las reservas de gas dan para
más años, del orden de 60 ó 70 si consumimos al ritmo actual,
y las de carbón llegan hasta los dos siglos, aproximadamente
(Figura 6).
10
0 81 83 85 87 89 91 93 95 97 99 01 03
Año
En último lugar, sabemos que quemar combustibles fósiles
supone la emisión de enormes cantidades de dióxido de
carbono (CO 2
) a la atmósfera. Este gas es uno de los que
producen el efecto invernadero y, por lo tanto, contribuye al

45
Figura 5.
35
30
AGUAS PROFUNDAS
GAS NATURAL
Miles de millones de barriles por año
25
20
15
ORIENTE MEDIO
OTROS
CRUDO
ÁRTICO
10
RUSIA
5
EE.UU.
EUROPA
0 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040 2050
Fuente: IEA 2004 / Gráfico: Erwin Suvaal
Barra temporal
Figura 6.
Ratio entre reservas y producción mundial anual (R/P) final de 2003
Años
300
200
100
0 Petróleo
Gas Natural
Fuente: BP Statiscaly Review of World Energy, 2005
Carbón
calentamiento global del planeta. No hay una certidumbre
completa de que el gas vertido a la atmósfera como consecuencia
de la actividad humana esté produciendo ya dicho
calentamiento, pero las probabilidades son muy grandes, en
cuyo caso, dada la rapidez del fenómeno en términos geológicos,
podrían desencadenarse perturbaciones climáticas graves,
potencialmente dañinas para nuestra civilización (no para la
vida, como con frecuencia se dice, ni para la vida humana, pero
sí para nuestra compleja y exigente organización social).
Esta posibilidad es la que ha conducido a un acuerdo como el de
Kioto que pretende empezar a moderar, modestamente, la gravedad
del fenómeno. La negativa a ratificar el protocolo de Kioto
por parte de los EE.UU., que es el primer emisor de CO 2
a la
atmósfera, tanto en términos relativos como absolutos, y el
hecho de que países como China, que alcanzará a EE.UU. en no
mucho tiempo (Figura 7), no estén obligados a restricción alguna
por el actual acuerdo, hacen que la situación sea preocupante y
obliga a plantearse una política post-Kioto, que sea más exigente
y universal y que contenga elementos de remediación de las posibles
perturbaciones climáticas que ya no sea posible evitar.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL PETRÓLEO COMO EJEMPLO DE LOS LÍMITES DE CRECIMIENTO
Millones de toneladas
2000
1500
1000
5000
Figura 7.
Emisiones de CO 2
de EE.UU. y China
China
Estados Unidos
que las haga más seguras y que reduzcan drásticamente
los residuos, al tiempo que eliminen los ya existentes. Técnicamente
es posible, aunque quizá un poco más tarde, pero es
dudoso que sean aceptadas socialmente, al menos en los países
industrializados. La única alternativa “convencional” es
encontrar modos de utilizar el carbón de manera limpia. Y es
imprescindible aumentar la contribución de las energías renovables.
De éstas, la que ha tenido hasta ahora más éxito es la
energía eólica, señaladamente en España y Alemania (Figuras
8A y 8B). Pero la energía eólica, que supone ya en nuestro país
80
1975
Fuente: EIA, International energy Outlook 1997
1985 1995 2005 2015
En definitiva, nuestra actividad social se basa en el consumo
masivo de combustibles fósiles que, por motivos de escasez y
medioambienta les, debe limitarse en el futuro. A pesar de lo
cual, el carbón se guirá siendo durante decenios una fuente de
energía masiva, pero su uso sólo será tolerable si se palia la
contaminación que produce.
En aproximadamente dos decenios, el petróleo será escaso y
se habrá llegado al fin de la vida útil de las centrales nucleares
actualmente en funcionamiento. Y será cada vez más costoso
quemar carbón. El pano rama es preocupante y no se atisban
soluciones radicales. Las políticas en vigor se orientan a
aumentar el papel del gas natural como fuente de energía
primaria, hasta el punto de que en la Unión Europea se prevé
un aumento del 50% en las necesidades de gas para 2030
respecto de la situación actual, en contraste con un muy
modesto crecimiento en el uso de crudo. Por otra parte, el gas
natural es esencialmente metano, de por sí un potente gas de
efecto invernadero, cuyas pérdidas a la atmósfera se añaden a
los efectos del dióxido de carbono.
La fusión nuclear no estará lista como fuente de energía
comercial para ese momento y todavía tendrá que pasar
mucho tiempo para que eso ocurra. Podría pensarse en la
aparición de centrales nucleares con una nueva concepción
2,5
2,0
1,5
1,0
0,5
0,0
Figura 8A.
Países con mayor producción de energía eólica en 2004 (en MW)
España
Alemania
India
EE.UU.
Fuente: Wind Directions, marzo, abril, 2005
708.335
64 1.840
Reino Unido
Portugal
Italia
Figura 8B.
Datos acumulados hasta el 31 de enero de 2005
3.053
101
1.417.515
151 4.564 2.388.735
6.359
211
3.677.025
8.323
272
5.297.655
9.675
320
Países Bajos
China
Austria
6.548.195
11.659
391

47
más del 6% de la electricidad generada, tiene el grave problema
de la intermitencia y las dificultades que ésta implica en la
conexión a la red. No obstante, se está lejos todavía de
alcanzar el techo de sus posibilidades, sobre todo si se
desarrollan las plataformas eólicas en el mar y se avanza en el
almacenamiento de energía.
Pero la verdadera fuente de energía masiva, además del carbón
y la nuclear, es la solar, cuyo despliegue, más en la modalidad de
aprovechamiento termoeléctrico por concentración que en
fotovoltaica, será, sin duda, tan espectacular en los próximos
años como lo ha sido en el caso de la eólica. España, en
particular, reúne las condiciones de tener zonas de muy alta
insolación promedio junto con la posesión de tecnologías,
instalaciones y personal cualificado en este tema, lo que
implicaría la posibilidad de que juegue un papel central en el
desarrollo de esta fuente de energía. De hecho, algunas de las
iniciativas más ambiciosas en este campo, tanto en el ámbito
tecnológico como en el empresarial, están teniendo lugar en
nuestro país.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

El agua, ¿un problema de escasez
Enrique Cabrera
Catedrático de Mecánica de Fluidos
Instituto Tecnológico del Agua, UPV
El agua, porque ningún tipo de vida es posible sin ella, es el
recurso natural renovable más importante que existe. Y así,
como lo evidencia la historia de la humanidad intrínsecamente
ligada a su manejo y utilización, ha sido siempre.
Porque son ya las primeras civilizaciones de la Edad de
Bronce las que, en los albores de la construcción de las primeras
ciudades y de la invención de la escritura, establecen
los fundamentos de la ingeniería del agua. Las civilizaciones
posteriores, especialmente las del periodo clásico, no hacen
sino desarrollar técnicas ya existentes. En efecto, conviene
recordar que la gestión de los ríos Éufrates y Tigris, que
desarrollaron los sumerios hace ya 7.000 años, constituye
una de las páginas más brillantes de la historia de la capacidad
de innovación del hombre.
Y qué decir de la fascinación que desde siempre la humanidad
ha sentido por el río Nilo, especialmente en su parte
egipcia. Un río que el fundador de la primera dinastía, el rey
Menes, represó cerca de Memphis hacia el 3100 a.c. para
proteger esta ciudad de las periódicas inundaciones que
sufría. Fue también en Egipto, unos 30 km al sur de El Cairo
(concretamente en el Wadi Garawi), donde hacia el 2600
a.c. se construyó la presa de Sadd-el-Kafara, la primera obra
que para almacenar agua vio la humanidad. Una cultura
hidráulica que llevarán a su máximo esplendor las civilizaciones
clásicas. Tanto es así, que los romanos construyeron
un sistema de acueductos con capacidad para transportar
600.000 m 3 de agua diarios los 100 kilómetros que existen
entre los Apeninos y Roma. Un gran volumen, similar al
consumo actual de Madrid, y que hay que valorar como
corresponde, habida cuenta la época en que se realizó.
Así pues, desde siempre la humanidad ha resuelto con
brillantez los problemas de escasez de agua que ha tenido.
Porque muchas veces, sobre todo en la orilla mediterránea
en la que nuestra civilización ha crecido, los asentamientos
urbanos se emplazaron en lugares donde el agua no
abundaba. Otras veces, cuando la había, las sequías se
encargaban de recordarnos que la nuestra es una tierra
semiárida. Tanto es así que desde siempre nuestra civilización
ha convivido con las sequías. Ya el capítulo 41 del
Génesis se hace eco de las que periódicamente soportaba
Egipto. El episodio en el que José interpreta el sueño del
Faraón así lo evidencia. España, país mediterráneo, no ha
sido ajeno a ellas. Una de las sequías más severas, la que nos
asoló en los primeros años del siglo XVII, inspiró a
Cervantes el entrañable episodio de los disciplinantes que
nos cuenta El Quijote: “Era el caso que aquel año habían las
nubes negado su rocío a la tierra, y por todos los lugares
de aquella comarca se hacían procesiones, rogativas y
diciplinas, pidiendo a Dios abriese las manos de su misericordia
y les lloviese... “

49
Problemas de escasez de agua los ha habido, los hay y los
habrá. Especialmente en áreas de clima árido o semiárido. Pero
por mucho que se nos repita, ese no es hoy el principal
problema del agua que España tiene planteado. Antaño lo fue,
pero hoy nuestros ríos están regulados por más de mil presas
que pueden almacenar hasta 55.000 Hm 3 , el 50% del agua que
nos renueva la naturaleza cada año y que supone casi el doble
del consumo anual total del país. Pero ya la mayoría de
nuestros ríos, especialmente los del sudeste español, no dan
más de sí. Es el punto y final de la necesidad y el afán que
por el agua, al compás del imponente desarrollo tecnológico,
mostró la sociedad del siglo XX.
Una sociedad que de la mano de la ingeniería civil era capaz de
construir en la década de los 30 presas como la Hoover, la que
suministra agua a Las Vegas, con capacidad para almacenar
hasta 35.200 Hm 3 , el consumo anual de España. La cultura de
construcción de grandes obras hidráulicas, que tan bien ha
consolidado nuestra historia, experimenta un impulso decisivo
de la mano de una potente tecnología recibida con entusiasmo
tanto por la sociedad agrícola de la primera mitad del siglo XX
como por los gobiernos, que ven en estas grandes obras,
además de otros estímulos menos confesables, la posibilidad
de un lucimiento sin par. Pueden cambiar en pocos años la faz
de un desierto, que eso antaño era la ciudad de Las Vegas.
Pero claro, en este mundo todo tiene un límite. El desarrollo
tecnológico cambia la escala de las admirables obras hidráulicas
de la antigüedad y el nuevo orden de magnitud que el siglo
XX instala trae, además de claros síntomas de agotamiento en
ríos y acuíferos, un conjunto de problemas medioambientales
en los que inicialmente nadie pensó. Y lo que es peor, como
desde siempre los gobiernos han puesto el agua a disposición
de los ciudadanos, se ha asentado la cultura de que es un maná
que cae del cielo, que es y debe ser gratis. Una cultura muy
arraigada en todos los países promotores de obra hidráulica,
es decir, en aquellos en los que siendo el agua escasa ha sido
menester realizar más obras de regulación, dando lugar a la
bien conocida paradoja de que el agua es más barata allá donde
más escasea. Una paradoja con los días contados, porque en
los países mediterráneos el agotamiento de las fuentes de
suministro y los problemas medioambientales derivados de
llevar la gran obra hidráulica hasta sus últimas consecuencias
anuncian que la política hídrica tradicional está llegando a
su fin.
Centrando el problema
Por lo ya dicho, no extrañará que en la segunda mitad del siglo
XX el hombre llegue a pensar que puede dominar la naturaleza.
Una idea cuyo cenit y, al tiempo, declive lo establece
la entrada en servicio de la presa de Aswan, la sentencia de
muerte del delta del río que regula el mítico Nilo. Con una capacidad
para almacenar cinco veces el volumen de la Hoover, se
acaba de construir en 1970, y es vendida a la sociedad como “la
barrera contra el hambre de Egipto”. Un eslogan que los hechos
no han bendecido. Antes bien, la realidad la resume con maestría
el título del libro de Kerisel, El Nilo, la esperanza y la cólera. De la
sabiduría a la desmesura, conclusión que alcanza el autor comparando
lo que fue con lo que es. Unos años después, en 1987, la
Comisión Brundtland certifica el final del consenso mundial en
torno a la política de siempre, la basada exclusivamente en la
gestión de la oferta. Embriagada de éxito fue incapaz de encontrar
el punto de equilibrio justo.
Con todo, los países desarrollados apreciaron antes los síntomas
de agotamiento de esta política de abundancia, si bien no
les llegó, como a los mediterráneos, de la mano de la escasez
(el agua en ellos abunda) sino de la contaminación. En efecto,
en la Alemania de la posguerra, como consecuencia de su
imponente despegue industrial, el consumo de agua se dispara
a mediados de los sesenta. Y con él, la contaminación, porque
el uso del agua siempre comporta un mayor o menor deterioro
de su calidad. Debido a esto, a principios de la década de los
setenta, la política del agua de aquel país introducirá un punto
de inflexión, con un principio lógico y esencial: los costes
derivados del manejo del agua los asumirá quien la utiliza,
determinando, además, que si alguien contamina, debe pagar
por ello.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL AGUA: PROBLEMAS DE ESCASEZ
La China actual, con un crecimiento económico anual próximo
al 10%, vive, bien que a una escala muy superior, el problema de
la Alemania de la posguerra. Y se resiste a abordarlo por
cuanto la degradación de su medio natural le permite ser más
competitiva. Pero este proceder no es sostenible en el tiempo;
de hecho, a su más emblemático proyecto hídrico (hoy impensable
en cualquier país desarrollado), la presa de Las
Tres Gargantas, le acompaña la polémica de manera permanente.
Pero la China de hoy necesita grandes dosis de educación
ambiental para que las actuales generaciones piensen en
las de mañana.
En España, los fondos europeos de los últimos quince años han
permitido en gran medida controlar la contaminación y, al
tiempo, mantener los actuales precios políticos. De algún
modo, pues, han contribuido a alargar la vigencia de una política
que no contempla la amortización de las obras subsidiadas.
Grave error, porque al acabar su vida útil deberán reponerse y
para ello habrá que introducir los cambios de manera mucho
más brusca. Algo similar acontece con las tuberías de las redes
urbanas que, debiendo ser renovadas cada cincuenta años,
nadie se preocupa de ellas. De ahí que, en términos generales,
nuestra gestión sea tan deficiente. De todas formas, si nadie
educa al ciudadano, éste seguirá pensando como siempre, que
nuestros problemas son más de escasez que de calidad. Con
todo, los días de esta política están contados. La actual sequía
y, sobre todo, el final de los fondos europeos van a forzar
un cambio, impopular en principio pero necesario al fin y a la
postre: que el usuario pague los costes asociados al uso del
agua. Como en Alemania, como en los países del norte de
Europa. Una medida, el principio de recuperación de costes,
que dada su impopularidad conviene matizar.
Porque en media el ciudadano, y para una misma calidad del
servicio, no va a pagar más por el agua. Simplemente pagará de
manera más justa y racional. Porque si la sociedad acepta la
necesidad de conservar el medio natural, también tendrá que
asumir los costes que ello conlleva. Unos costes que, como
hasta ahora, pueden pagarse indirectamente (las obras las ha
financiado Europa, con los impuestos de los europeos ricos o,
alternativamente, el Estado con los impuestos de los españoles)
o directamente por quien utiliza las infraestructuras. Tal
como la economía enseña, esta segunda alternativa propicia la
eficiencia. Y hablo de todos los costes. Desde la explotación de
las obras hasta su mantenimiento y amortización. Estos dos
últimos sumandos son los que casi nunca incluye el recibo del
agua urbana.
El riego, con sus derechos históricos incluidos, es caso aparte.
Parece evidente que el campo, si se quiere que la agricultura
perviva en nuestro país, no puede soportar la totalidad de
costes que el manejo del agua comporta. Pero sin duda habrá
que introducir mecanismos para controlar el gasto y mejorar
la eficiencia; tarea, si hay vocación política de llevarla a cabo,
no demasiado compleja. Porque cuidadosos estudios ya han
comparado los rendimientos del agua de riego superficial
(prácticamente sin costes) con los del agua subterránea y han
constatado que con este agua se alcanzan eficiencias hasta
cuatro veces mayores. La factura de la energía necesaria para
elevarla y la amortización de las inversiones privadas tienen la
culpa de ello. Parece, pues, conveniente introducir mecanismos
que propicien una mejora de la eficiencia en los riegos que,
desde siempre, suponen el mayor gasto del agua en España (en
media un 70%). Cuanto menos, el regante en particular y la
sociedad en general debieran conocer qué uso se hace de un
bien común y cuánto les cuesta a los españoles subsidiar el
campo. En otras palabras, hacer más transparente la gestión del
agua, en clara sintonía con la nueva Directiva Marco del Agua.
El camino hacia la sostenibilidad
El agua, en el contexto del Foro en que el presente artículo
se enmarca, es una materia prima muy singular. Es una muy
atípica commodity. Es materia prima porque interviene en la
mayoría de procesos industriales. Y así, en un amplio contexto,
el riego de un campo de golf es materia prima de la industria
turística. El agua es bien económico, sobre todo en época de
escasez. Pero el agua, al tiempo, es necesaria para cualquier
tipo de vida, lo que la diferencia de las restantes commodities.

51
Una singularidad que explica que su escasez no comporte un
aumento de su precio y que, cual se ha dicho, sea más cara en
los países en que abunda (los del norte de Europa) que en los
del sur, donde escasea. La Figura 1, elaborada por la Unión
Europea allá por el año 2001, lo aclara aún más.
Figura 1.
Tarifa Actual del Agua (TAA) y Recuperación de Costes Total (RCT)
con relación a los ingresos familiares medios en distintos países de la
Unión Europea
3
%
2,5
2
1,5
1
0,5
0
Portugal
Grecia
Irlanda
TAA
España
RCT
Ya se han dado las razones que explican tan sorprendente
diferencia. Los países en los que el riego (y en consecuencia la
historia) apenas tiene peso, han tenido mejor cintura para
adecuar la política tradicional a la nueva problemática actual
que, de algún modo, le ha dado al agua un cierto rango de
commodity. Hoy la gestión del agua debe enmarcarse en un
espacio de tres dimensiones, cuando antaño sólo fue un
problema unidimensional.
En efecto, hasta hace unas pocas décadas el hombre apenas si
tenía capacidad de contaminar, la agricultura era ecológica y la
industria alcanzaba niveles de actividad poco significativos.
Pero en los últimos años todo ha cambiado con extremada
rapidez, y de ahí que a la componente social que siempre el
agua tuvo, haya que añadirle los componentes medioambiental
y económico. Un escenario radicalmente distinto al que las
estructuras de gestión del agua no se han adaptado. Y como es
Francia
Reino Unido
Alemania
Dinamarca
lógico, en países de menor tradición hídrica donde, por sus
características climáticas el componente social no ha tenido
tanto arraigo (la actividad agrícola nunca fue relevante, los
derechos históricos jamás existieron, etc.) y los componentes
económicos y ambientales se han presentado con mayor vigor
(países industriales), el cambio ha sido más rápido y sencillo.
Pero, cualesquiera que sean las circunstancias de un país, el
medio natural no puede por sí solo defenderse. De ahí que, a
la vista de su creciente degradación, los objetivos establecidos
por la Directiva Marco del Agua de Bruselas sean:
• Prevenir el deterioro medioambiental y mejorar el estado
de los ecosistemas acuáticos
• Promover el uso sostenible
• Proteger y mejorar del medio acuático
• Controlar de aguas subterráneas
• Paliar los efectos de inundaciones y sequías
Para alcanzarlos, con independencia de otras actuaciones, hay
una que resulta imprescindible: el uso eficiente del agua.
Actuación esencial, porque de algún modo contribuye a alcanzar
todos y cada uno de los cinco objetivos precedentes. En
efecto, minimizando las detracciones de agua se contribuye a
mejorar el estado de los ecosistemas acuáticos (que van a
disponer de más recursos) y se aumenta, porque habrá un
margen de maniobra mayor, la sostenibilidad. Además, como
cuanta menos agua se utiliza menos se contamina, también se
protege el medio acuático, al tiempo que se propicia el control
de las aguas subterráneas (en España los pozos registrados no
alcanzan el 30% del más de medio millón de perforaciones
existentes). Por último, no hay dudas al respecto, la eficiencia
es vital en periodos secos.
Hay pues que erradicar la idea (en ocasiones interesada para
que nada cambie) de que la eficiencia sólo contribuye a resolver
problemas de cantidad y que, puesto que en España casi
todo el consumo es agrícola, mejorar el rendimiento de las
redes de agua urbanas y controlar el consumo es problema
menor. Pero si así fuese, ¿cómo explicar que los países más
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL AGUA: PROBLEMAS DE ESCASEZ
ricos en agua, los del norte de Europa, sean con diferencia los
más eficientes La respuesta se halla recordando que el agua
urbana e industrial es la que más contamina. Por tanto la
eficiencia no es sólo una cuestión de cantidad, –aunque
también–. Es sobre todo una cuestión de calidad.
Para ser más eficientes (la asignatura pendiente de la
política del agua) hay dos medidas necesarias y, al tiempo,
complementarias. La primera, la reforma de la administración
del agua. Concebida hace ya casi cien años para promocionar
y realizar obras hidráulicas (tal era a la sazón su objetivo) necesita
una urgente puesta al día. Los únicos cambios significativos
hasta ahora habidos se han debido a la necesidad de controlar
los vertidos municipales e industriales (allá por 1959 conllevó
la creación de las comisarías de aguas integradas en las confederaciones
hidrográficas) y de adaptar la administración al
Estado de las Autonomías. Una adaptación que la fraccionó
haciéndola aún menos operativa.
La segunda medida, ya se ha comentado, es incluir en el recibo
del agua todos los costes que su manejo comporta; una
medida que la descompensada administración que nos gobierna
(promueve obras mientras ignora la gestión) rehuye. Son,
pues, dos medidas que van de la mano.
A día de hoy nadie cuestiona la necesidad de reformar la
administración hídrica. Pero una reforma que no incluya la
creación de una Agencia Reguladora encargada de controlar el
gasto de agua, de imponer de manera clara y racional el
principio de recuperación de costes y de implantar un conjunto
de indicadores que evidencien la mayor o menor eficiencia
en su uso, servirá de poco. La Figura 2 muestra, a título de
ejemplo, cómo ha quedado estructurada la administración del
agua en Australia tras una reciente reforma. No importa
el organigrama sino la filosofía que conlleva. En la misma se
aprecia con claridad cómo el control de los usos, a cargo de
Agencias Reguladoras (tarea que nadie hoy en España asume),
está al mismo nivel que la gestión de los recursos hídricos
(el trabajo habitual de las confederaciones hidrográficas).
Figura 2.
Estructura de la administración del agua en Australia tras la reforma del año 2000
Asesora sobre política,
tarifación y calidad
del servicio
Ministerio
Recursos Hídricos
Asesora sobre recursos hídricos,
ríos y masas de agua
Oficina de
regulación del agua
Regula
las quejas,
informes de
gestión y
niveles de
servicio
Comunidad
Concede las licencias para
gestionar los servicios
Gestiona suministro
de agua, riego,
drenaje
y depuración
Abastecimientos
Comisión para
el agua y los ríos
Protege los recursos hídricos y concede las licencias
para el acceso a los mismos
Fija los requisitos
para el agua potable
Gestiona las licencias
para la explotación
de plantas
Departamento de
depuradoras protección medioambiental
Departamento de sanidad
y calidad del agua

53
Motores y barreras
En el complejo tablero hídrico español no resultará fácil
introducir una reforma tan sustancial y que rompe con
tantos siglos de historia. Conviene subrayar que a día de
hoy la política del agua, y con ella la cultura de su uso,
apenas ha evolucionado en los últimos cien años. Es,
prácticamente, la misma política que Costa defendió, allá
hacia finales del XIX. Las razones que explican el inmovilismo
son obvias. Además de historia y cultura, hay que pensar
en los intereses creados y en la brillantez y plazos que
ofrece la gestión de la oferta frente a la menor vistosidad
de la gestión de la demanda, cuyos resultados sólo se
aprecian con nitidez en el medio plazo. Todo ello explica con
claridad meridiana por qué los diferentes partidos políticos
que se alternan en el poder, aún cuando critican con
notable dureza la política del gobierno de turno, al final
acaban optando por políticas de oferta, bien sean trasvases,
bien desaladoras.
Con todo, los síntomas de agotamiento de la actual política
en España, como hace un par de décadas lo fueron en los
países que gestionan el agua de manera más sostenible,
comienzan a ser evidentes. Y aún cuando la Directiva Marco
del Agua ayudará a materializar el cambio, mucho más
contribuirán las realidades diarias que la sociedad percibe,
puesto que la Directiva se viene interpretando de acuerdo
con los intereses de cada cual. Los recursos (tanto los
ríos como los acuíferos) están exhaustos y contaminados,
mientras que con el paso del tiempo la ciudadanía le da una
importancia creciente (cada día se le ven mejor las orejas
al lobo) a la sostenibilidad y al medio natural. Si a ello se
añade el final inminente de los fondos europeos, la vía de
financiación más importante utilizada para subsidiar el agua,
y la incipiente sequía cuyo alcance aún se desconoce, es
claro que el cambio con hechos (con dichos ya hace años
que llegó) parece inminente. Sin duda, y como casi siempre,
la solución vendrá de la mano de la crisis.
Conclusión
De cuanto antecede se concluye que, al menos en el medio
plazo, el agua no es tanto un problema de escasez (salvo en
años secos, en los que la escasez se puede aliviar con el uso
racional y con el auxilio de las aguas subterráneas) como de
gestión. Habiéndose hasta ahora ignorado por completo toda
acción relacionada con la gestión de la demanda (sólo participan
de ella las campañas demagógicas con las que, en épocas
de sequía, se pide a la ciudadanía moderación en el consumo),
es muy probable que con la implantación de una política
tarifaria basada en el principio de recuperación de costes y con
la creación de una Agencia Reguladora que propiciara un uso
más eficiente del agua, el consumo de agua en España podría
reducirse de manera sustancial. En el caso del suministro
urbano e industrial (unos 6.300 Hm 3 de acuerdo con el Libro
Blanco) este valor podría rebajarse hasta en un 50%. Y aún
cuando es más complejo estimar el potencial ahorro en el
regadío, éste, en cualquier caso, sería mucho más importante.
Bueno será, pues, avanzar en una dirección claramente trazada
por cuantos foros mundiales del agua hasta ahora ha habido.
Máxime con la amenaza de un cambio climático que hoy ya
nadie cuestiona.
Con todo, el paso previo a la acción política de reformar la
administración y de establecer el principio de recuperación
de costes, es la educación ciudadana. Y también, si es posible,
apartar el agua de la arena política, porque hacer demagogia
con un recurso tan vital es hoy, cuanto menos, irresponsable.
Ese consenso facilitaría mucho, dada nuestra historia y nuestra
cultura, la compleja implantación de estas medidas, máxime si
se tiene en cuenta el nerviosismo adicional que genera una
sequía como la actual. Pero, cualquiera que sea el nivel de
responsabilidad del que nuestros políticos hagan gala, es
evidente que el margen de maniobra se agota y por ello, no
tengo dudas al respecto, el cambio de política es inevitable.
Sólo falta conocer el cuándo. La potencial continuidad del ciclo
seco que acabamos de estrenar tiene, en buena medida, esa
respuesta.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

Los límites del agua
Joaquín Araujo
Escritor y experto en Medio Ambiente
Cuando se nos brinda la posibilidad de que algunas reflexiones
fluyan por el mejor predio, ese que conforman las mentes de
quienes no renuncian a seguir pensando sobre nuestro modelo
de comportamiento, no cabe más que sentir la gratitud que
quiero expresar en las siguientes lineas. Gracias también a la
Fundación que tantas veces ha abierto la puerta al pensamiento
ecológico, nómada sin demasiados refugios, urdiendo esta
serie de hospitalidades que además se consolidan en la segura
edificación que suponen los Cuadernos de Sostenibilidad y
Patrimonio Natural, los cuales prestan un inestimable servicio
a todos los preocupados por la continuidad de la vida y que,
además, ya van engrosando una amplia colección de volúmenes
sobre casi todos los aspectos en los que nos centramos a la
hora de analizar la salud de nuestro mundo y las terapias para
recuperarla.
En esta ocasión nos vamos a zambullir en una de las más
candentes y complejas de las realidades ambientales de
estos momentos en España, donde a cientos de situaciones
improcedentes se ha sumado una de las más severas sequías en
los últimos sesenta años. En cualquier caso, es un aceptado
lugar común el que comenzamos a considerar escasa al
agua. Todo ello en descomunal contradicción con la obviedad
de que se trata de uno de los elementos más abundantes en
nuestro planeta.
Con todo, lo primero que conviene tener en consideración es
que, no sólo en nuestro derredor sino también en buena parte
de nuestro mundo, se han rebasado ya los límites de una
utilización coherente del líquido vital. Y tanto por el incremento
de las necesidades y de las demandas como por el de la
población. Pero siempre que consideremos que el crecimiento
vegetativo es el causante de una lógica escasez, conviene no
olvidar que los consumos prácticamente duplican la cuantía
que correspondería al crecimiento demográfico.
Es decir, que apenas encontraremos relación entre el aumento
de los metros cúbicos consumidos y el número de personas
que pueblan, sobre todo, los países desarrollados. Como en
tantos otros aspectos de nuestra actualidad, con el agua parece
imposible que el consumo se ajuste a la satisfacción de las
necesidades reales. Desborda por tanto el que una parte muy
considerable del gasto de agua esté relacionada con la ineficiencia
y otra con las suntuosidades.
En cualquier caso, para plantear alguna posibilidad de
comprender resulta bastante esclarecedor ponerse en el otro
lado. En el caso que ahora nos ocupa puede servir de ejemplo
la casi permanente imposibilidad de que se piense en cualquier
otra dirección, que no sea la de un uso económico y exclusivo
por parte de los seres humanos. En algunas ocasiones
se llega a la condición de exasperante ignorancia el que se

55
excluyan de todos los análisis las infinitas prestaciones que el
agua lleva a cabo cuando nosotros no la usamos en absoluto.
Volveremos sobre tan crucial faceta.
De lo que sí se suelen acordar muchos, en los ámbitos
políticos, técnicos y en varios de los sectores productivos es
de la ya más que obsoleta consideración de que cabe arreglar
las penurias con más infraestructuras, más detracciones de
otras cuencas o, en general, con la aplicación de otras modernas
tecnologías. De ahí que a lo más seco a lo que nos enfrentamos
en estos momentos es a la casi total ausencia de la imaginación
responsable. Podría aducirse que nada tiene que ver la
capacidad de fantasear, con la aplicación de esos máximos de
racionalidad que indudablemente están ligados al compromiso
moral. Pero resultan éstos últimos tan escasos en la actualidad,
que el simple acordarse de los demás y de lo demás se
convierte en una suerte de trasgresión de la normalidad
devastadora, que sin duda debemos situarlos en el lado de la
excepción.
De hecho, queremos imaginar al agua lavando la mediocridad
de las ideas que no pocos tienen precisamente sobre el
líquido vital. Dar de beber a la inteligencia y por supuesto refrigerar
los maximalismos de tantas exigencias irresponsables,
como se hacen desde tantos y tantos lugares, son las
primeras funciones que en la actualidad debería desempeñar el
debate sobre el agua. Sobre todo para imaginar que es posible
otro camino. Que las demandas no pueden seguir quedando
eternamente insatisfechas –como ya sabemos que sucede en
todos los sectores del consumo– por la puesta en práctica de
crecientes, siempre crecientes, ofertas.
Queremos recordar, por tanto, que la escasez está más, mucho
más, en los estantes de la cultura del despilfarro y del agravio,
siempre comparativo y nunca excluidor de los despropósitos
que uno mismo comete. Seguimos viviendo en un modelo que
consagra al exceso de consumo de materias primas como
norma. Sin sentido alguno de la anticipación que, creo
recordar, es la primera finalidad de la inteligencia.
Se podría afirmar incluso que la escasez se ha convertido en
una necesidad para la especulación política, mucho más que
para nada relacionado con la situación real. Es más, apenas son
tenidos en cuenta algunos de los parámetros básicos para
cualquier diagnóstico real de la famosa carestía, Una fama
amarilla como la de tantas otras cosas de la actualidad. Es decir,
por completo inmerecida.
Por otro lado, se queda en el tintero de las declaraciones
beatíficas el ayudar a los que realmente padecen escasez y,
sobre todo, infinitas enfermedades por el mal estado de sus
aguas. Se puede afirmar, en consecuencia, que obtener agua en
un estado decente para su uso es un verdadero, actual y descomunal
desafío para el 43% de la humanidad. Aunque es un
dato de los más recordados, acaso sea conveniente repetir que
cada ocho segundos muere un humano niño por falta de agua
potable. Allí sí hay cuestiones básicas por resolver.
Aquí pretendemos aportar algunas consideraciones desde el
punto de vista de la vivacidad, término que creo resulta mucho
más correcto que el de sostenibilidad, para enfrentar por el
lado que nos corresponde el disparate de la actual gestión y
uso del agua. Acaso no sea el peor camino acercarnos a algunas
de las realidades que acompañan al líquido vital. Conocer
lo que algo es, puede y debe ser el primer paso para manejarlo
mejor. Y, sorprendentemente, en los usos del agua por parte
de nuestra sociedad, lo que primero encontramos es la más
acendrada de las ignorancias.
Aunque somos unos pocos los que consideramos que el agua
debería ser ajena a las cuantificaciones convencionales, lo
primero que destaca es que el agua no tenga apenas consideración
en el plano económico. En casi ninguna de las valoraciones
de tipo macroeconómico encontramos reflejado el
aporte del agua a la creación de riqueza convencional. Por si
semejante rareza fuera poco, cuando al agua se le pone un precio
se suelen crear verdaderas cadenas de injusticias. Desde las
que provocan no poco de despilfarro, al resultar poco menos
que gratis, hasta el hecho de que no existan apenas tarifas
progresivas, para las utilizaciones suntuarias del agua por parte
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL AGUA: PROBLEMAS DE ESCASEZ
de los que tienen mayor capacidad de gasto. O desde la
consideración de propiedad privada por parte de los que construyen
un pozo ilegal, hasta la socialización del daño ambiental
por parte de los que contaminan y casi nunca pagan.
En cualquier caso, y aunque a través de las tarifas se pudiera
arreglar algo, lo importante sería, insistimos, sacar al agua de
los convencionalismos económicos.
Lo que es infinitamente valioso en sí mismo, es decir, sin que
nada hayamos hecho nosotros por obtenerlo, no debe tener
contaminantes situaciones de mercado. Pero que se convierte
de inmediato en la base de todas nuestras vidas y mercancías.
Ojo: enfatizo lo de en todas, absolutamente en todas las producciones
del ser humano encontramos al agua, desde el conocimiento
y la memoria –nuestro cerebro está formado en más
de un 90% de este líquido vital– hasta el más diminuto de los
chips para la informática.
Destaca al respecto que, a pesar de tan relevante papel, todo
se tuerce cuando se considera, en clara incoherencia, al agua
exclusivamente como un recurso. Cuando es un elemento por
completo común, que debe ser interpretado como patrimonio
de todos sin excepción, manifiestamente invalorable y por
supuesto imprescindible. Muy por encima de cualquier forma
de comercio.
Debería ir quedándonos claro, que ni creamos agua, ni
podemos aumentarla, ni por supuesto sustituirla por nada
equivalente. Sí deteriorarla y malgastarla.
Es más, conviene realzar el carácter de gratuidad que acompaña
a la casi totalidad del abastecimiento de agua para esa
pluralidad de funciones que desempeña. El ciclo hidrológico es
una gigantesca prestación de servicios por parte de la dinámica
de la propia naturaleza que, como resulta imposible incluir
en parámetro alguno de nuestros convencionalismos
económicos, al menos debería ser aceptado como un regalo de
partida, casi equivalente al de la vida misma. Por tanto, debería
resultar inalienable bajo excusa alguna.
En realidad, pretendo que se entienda que nada puede
resolverse con seriedad, con relación a la escasez, sin considerar
que es urgente cambiar nuestra forma de apreciar el
carácter de participación en todos los procesos vitales y
productivos e intelectuales al mismo tiempo. Nada tiene de
incierto afirmar que el agua lo bautiza todo, crea la realidad y
además la ordena. Es decir, que el agua se amplía a sí misma, en
todas las combinaciones de la química de la vida y en casi todas
las de los materiales, para que todo lo demás sea posible. A lo
que es condición común y básica se le debe dar otro tipo de
tratamiento. Y algunos nos inclinamos por lo que debería ser
una socialización completa, real y efectiva.
Puede servir de argumento que lo gratuito no tiene consideración
por parte de nuestros conciudadanos. Pero como el
agua es manifiestamente invalorable y casi gratuita, al menos se
debe sumar algo así como el prestigio social del regalo. Lo que
se nos da sin costarnos nada, pero que debe suponer cuando
menos algo grato y de agradecer.
En cualquier caso, de lo que se trata fundamentalmente es de
que el consabido presupuesto del mercado se sepa potenciado
por y no potenciador del agua. Algo así como si de una vez
por todas aceptáramos que el agua nos lavara a todos esa
mancha que es convertirlo todo en mercancía. A partir de las
convencionales fuerzas de la economía, el agua se podrá medir
por su transparencia como verdadero valor y no como
convencional recurso.
No menos nos ayudaría el que una de las consecuencias de una
socialización efectiva del agua es que dejaría de ser materia de
confrontación política. Algún día los elementos básicos para la
vida serán administrados con el rigor y la imparcialidad de lo
que no puede estar al servicio de interés de tipo alguno. Uso
eficiente frente a abusos.
El agua por tanto nos precede, funda, instala, sostiene, permite
crecer pero sobre todo es la base de toda continuidad.
Que no seamos capaces de reaccionar en consecuencia es
una de las premisas de la degradación que nos atenaza, de la

57
que la escasez es sólo una de las dimensiones. Porque, entre
otras cosas, la escasez en la actualidad está basada mucho
más en la inutilización de gigantescas cantidades de los
flujos y los acuíferos que motivada por la sequía o la mala
distribución.
Al respecto conviene no perder del horizonte de las valoraciones
que los diagnósticos sobre el estado de potabilidad de
las aguas pueden llegar a extremos realmente desproporcionados.
Sirva de ejemplo que a finales del verano de 2003, la
práctica totalidad de las aguas superficiales que fluían por los
tramos principales de los grandes ríos españoles resultaba
por completo inutilizable de forma directa. Es decir, que
requería tratamientos serios de adecuación para su uso de
boca. En concreto, el 63% era prepotable y el 37% resultaba
salobre.
Poco extraña en consecuencia que cada día resulten mayores
las demandas de agua de lejanas procedencias, sobre todo a
través de uno de los rasgos más claros de insostenibilidad que
es el incremento exponencial del consumo del agua embotellada.
O que para bañarse apenas quepa otra salida que ir a las
orillas de algunos tramos del litoral.
En la posibilidad de que no nos atenace más la escasez está
por supuesto la batería de acciones, en parte individuales y
en parte administrativas, de cara a la salud de las aguas
circulantes. Porque un caudal contaminado es lo mismo que
un río seco. De ahí que todos, absolutamente todos,
podamos sumar agua a los cursos fluviales, no sólo con la
minimización del gasto doméstico, sino también con la más
conveniente reducción en el consumo de los detergentes
y cosméticos. Consideración a extender a la totalidad de las
industrias.
El grado de ineficiencia junto con la contaminación es mucho
más limitante que cualquiera de las sequías que padecemos
cíclicamente. Al respecto conviene recordar que buena parte
de las depuradoras incumplen sus objetivos básicos y que aún
quedan centenares por instalar.
Demos de beber al agua
Ciertamente el debate sobre la escasez puede ser abordado
desde muy diferentes perfiles y posiciones. Acaso no resulte
ocioso recordar que, para este modelo de sociedad, todo
resulta escaso desde el momento en que jamás se considera
que algo es suficiente. Pero en el caso de un elemento vital
como el agua hay mucho más; entre otras consideraciones hay
que tener en cuenta que usamos casi doscientas veces
más líquido que hace sesenta años. Por tanto, en nada se ha
experimentado un tan desproporcionado incremento a no ser
el parque automovilístico. Es más, según algunos analistas,
como mínimo se usa el 50% del total del agua que circula o
subyace en el país. Pero hay quien sube ese porcentaje al 60 y
hasta al 75%.
Un consumo desaforado, es decir, hasta un tercio o el doble
por encima de lo necesario, debe ser interpretado como el
real desencadenante de las pretendidas carestías. Demasiadas
veces, por cierto, escudo argumental para demandar más y más
obra pública relacionada con las formas de almacenar agua.
Absurdo sería tener muchas estanterías y pocos libros para
llenarlas.
Para empezar a resolver lo que sin duda es de dificilísima
solución deberemos, no sólo propagar la certeza de que el
agua es un bien escaso, sino también y sobre todo que,
consecuentemente, no podemos seguir con las mismas formas
de gestión y uso del agua. Pero todo giro copernicano en
cualquier materia impone desbaratar contundentes convencionalismos.
Uno de los cuales es el de considerar que se está
desligado del ciclo del agua. Muy al contrario, somos, tenemos
y hacemos precisamente por formar parte del ciclo hídrico.
Mirar algo como si fuera uno mismo hace cambiar, pero sin
duda resulta una actitud muy minoritaria.
Acaso el criterio que padece más incomprensión por parte de
casi todas las fuerzas sociales sea el de los beneficios que
produce el no hacer nada en absoluto con un determinado
recurso. Es la tentación de considerar equivocado el que lo
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

EL AGUA: PROBLEMAS DE ESCASEZ
espontáneo trabaje en favor de uno mismo. Pero sucede todo
lo contrario: la incesante vivificación que el agua consigue
cuando no la usamos, pero sobre todo cuando no la contaminamos:
con lo que podemos alcanzar un efecto retroalimentador,
porque todo agua ahorrada está además limpia en la
mayoría de los casos.
En cualquier caso, lo realmente crucial es que el agua que no
aprovechamos directamente en forma alguna es la que más
favores nos hace, desde el momento en que es precisamente
la que sostiene a los sistemas vitales. No sin antes haberlos
creado. De ahí que hayamos mencionado unos párrafos más
arriba lo de los porcentajes en los que detraemos agua de los
sistemas naturales.
Desmaya el que tantos y tantos argumenten y perpetren
aquello de que conviene usar el agua entera que viaja por los
cauces. O lo que es lo mismo, que es un disparate que llegue
al mar una sola gota de agua dulce. En tales casos queda
olvidada la capacidad de fertilización que, no sólo de la tierra
sino también del litoral, tiene el agua dulce.
Con todo, lo que puede ayudar a que sean utilizados con la
mayor eficiencia posible los recursos, es decir, para que lo
escaso nos resulte suficiente, se deben acometer, cuanto
menos unas cuantas rectificaciones. La primera es tan elemental
que causa sonrojo el que todavía sea un trabajo a acometer
con unos mínimos de seriedad. Nos referimos a la investigación
pormenorizada de cuánta, dónde y cómo se gasta el agua
en España. Pero con especial cuidado en saber con precisión
cuánto del caudal que sale de los embalses, pozos o ríos llega
a los lugares de consumo final. Cuando se ignora tan descaradamente
algo de tal importancia, hasta se pueden estar
acometiendo enormes inversiones en infraestructuras que
pueden no ser necesarias en absoluto.
La falta de contadores y de registros no puede ser obstáculo a
esgrimir como imposibilidad de acometer el estudio. Tampoco
los millones de extracciones y viviendas y hasta piscinas
públicas ilegales. La segunda gran acción tampoco implica usar,
ni siquiera ahorrar, un solo litro de agua, porque es de tipo
formativo. Hay mucho que aprender sobre el agua, sus capacidades
y servicios para que pase del contaminante y arrasador
concepto de recurso al de un sano y conservador elemento
vital de cuyo ciclo formamos parte. Es más que necesario que,
incluso, se promuevan cursos y hasta asignaturas concretas
sobre el agua. Ni que decir tiene que en las mismas estamos
con relación al abordar estos temas por parte de los medios
de comunicación. Una buena divulgación y las formas creativas
de todo tipo deben incorporar algo tan atractivo como el agua.
Y todo ello, por supuesto, no sólo durante las sequías sino de
forma permanente.
La formación en este sentido también debe llegar a los
que más agua están usando en estos momentos en nuestros
campos, con el ánimo de que entiendan que sus economías
dependen de un elemento que no puede ser considerado
como un bien económico. Pero no menos a que, de una vez
por todas, se generalicen en la totalidad de los regadíos las
técnicas de microrriego y, por supuesto, y acaso esto sea lo
más crucial, a que no por regar en mayor proporción se
mejora el rendimiento de las cosechas, sino todo lo contrario.
Con lo que cuesta hacer un par de nuevos embalses se
sufragaría la generalización de sistemas economizadores de
agua en el regadío español.
Acaso sólo este modo de proceder nos permita ahorrar hasta
un 20% del agua que, por cierto, se podía invertir en la
generalización de los cortavientos que a su vez permitirán un
ahorro mayor en las zonas de regadío. Las repoblaciones
lineales pueden ser formas no sólo de contención del avance
de los desiertos sino también de depuración de aguas cuando
se hagan a lo largo de los canales de esos mismos regadíos.
Los dobles y hasta triples circuitos de agua en las ciudades de
la mitad sur de España deberían ser una obra de infraestructura
básica a acometer. Entre otras cosas porque esa utilización
de aguas, grises y con escasa depuración, para el riego de calles
y jardines ahorraría algo más del 10% del agua embalsada.
Por supuesto de la misma importancia es que las redes de

59
abastecimiento local no pierdan altos porcentajes del líquido
que transportan. La desalación y la generalización de aljibes, al
menos en la línea de costa, no deben caer tampoco en saco
roto.
Con todo, será el que cambiemos nuestros parámetros básicos
de tipo ético lo que convertirá la escasez en abundancia.
Conviene al respecto ser consecuentes con el hecho de que
no sólo tenemos derecho a que nos proporcionen más y
más de todo. Tenemos también la clara obligación de usar
correctamente lo que nos mantiene ahora mismo. Porque
no hay lluvia más copiosa ni embalse más grande que no
despilfarrar y no contaminar.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

Perspectivas de la economía mundial
a la luz de los nuevos problemas
Emilio Ontiveros*
Catedrático de Economía de la Empresa, UAM
Concluyó 2004 con una falta de correspondencia entre lo
que rezan los indicadores macroeconómicos convencionales
y lo que traducen los estados de ánimo, más allá de los
también habituales indicadores subjetivos que nos ofrecen
los principales sistemas nacionales.
La economía mundial ha prolongado en este año una fase
cíclica ciertamente favorable; su crecimiento ha sido el más
elevado de los últimos veinte años y a él han contribuido
la totalidad de las economías, al tiempo que el comercio
internacional también registraba ritmos de expansión
6,0%
5,0%
4,0%
3,0%
2,0%
1,0%
Fuente: FMI
PIB mundial
Gráfico 1.
PIB mundial (media anual)
Tendencia
Previsión
0,0%
74 78 82 86 90 94 98 02 06
significativos (Gráficos 1-6). Pero ha sido durante 2004
cuando se ha acentuado esa sensación de vulnerabilidad,
en gran medida importada de la geopolítica, presente desde
años antes.
12%
8%
4%
0%
Fuente: FMI
Gráfico 2.
Comercio mundial (media anual)
Volumen de comercio
mundial
Tendencia
Previsión
-4%
74 78 82 86 90 94 98 02 06
La incertidumbre se manifestó de forma particularmente significativa
en dos variables esenciales, el precio del petróleo y el
tipo de cambio del dólar y, aunque de más complicada estimación,
en los excepcionalmente reducidos niveles de los tipos de
* Este trabajo refleja en gran medida la contribución del autor al número 104 extraordinario
de la revista Economistas, del Colegio de Economistas de Madrid.

61
16%
13%
Gráfico 3.
Inflación mundial (media anual)
Economías en
desarrollo
Previsión
500
400
Precio materias primas (términos reales, base 100=1995)
Precio del petróleo
Previsión
10%
300
7%
4%
1%
-2%
74 78 82 86 90 94 98 02 06
Fuente: FMI
Economías
avanzadas
200
100
0
74 78 82 86 90 94 98 02 06
Fuente: FMI
Otras materias
primas
Gráfico 5.
Tipo de interés real mundial
Gráfico 6.
Índice AFI de condiciones monetarias
8%
Previsión
1,0
6%
4%
2%
0,0
-1,0
Japón
0%
-2%
-4%
-6%
74 78 82 86 90 94 98 02 06
Fuente: FMI
Tipos de interés real mundial
interés a largo plazo. Todos ellos, continúan presentes en los
meses trascurridos de 2005. Los factores que han determinado
el comportamiento de esas variables en los pasados doce
meses siguen siendo focos de potencial inestabilidad en 2005,
a los que se añaden las todavía inciertas implicaciones del
pretendido enfriamiento de la economía china.
El esperado aterrizaje de China
Ha sido esta última economía la que, con tasas medias de
-2,0
-3,0
EE.UU.
-4,0
00 01 02
03 04 05
Fuente: FMI
UME
Reino Unido
crecimiento real en torno al 9%, un año más ha complementado
la tracción que la economía estadounidense viene ejerciendo
sobre la economía mundial. En el primer trimestre de 2005
la tasa media de crecimiento, en términos interanuales, fue del
9,4%.
Desde el año 2000, una tercera parte del aumento del PIB en
términos reales registrado por la economía mundial, medido
en paridad del poder adquisitivo, se ha originado en China
(Gráficos 7 y 8). Una proporción ligeramente superior es la
que representa el aumento en volumen de sus importaciones
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL A LA LUZ DE LOS NUEVOS PROBLEMAS
(cruciales para economías de la envergadura de las de Japón,
Corea del Sur o Alemania, pero también para las menos
desarrolladas, dependientes de monocultivos exportadores de
materias primas) y casi el 60% el de la formación bruta de
capital fijo, inmerso en un ritmo de crecimiento superior al
30% anual.
La correspondiente proporción a la demanda mundial de petróleo
es del 35%; superior es en los casos del acero y del cobre,
por ejemplo. Recordemos, por último, que uno de cada cinco
habitantes del planeta vive en ese país. Son atributos, además del
que la ha convertido en el tercer exportador del mundo, que la
han hecho acreedora del primer lugar en la recepción de flujos
de inversión directa extranjera: en la principal factoría del planeta,
y ya no exclusivamente de manufacturas de escaso valor
añadido. Conviene recordar que una parte creciente de las
exportaciones chinas es microelectrónica.
15%
5%
-5%
-15%
Gráfico 7.
Crecimiento del PIB en China
-25%
86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02 03 04
Fuente: FMI
PIB
(tasa i. a)
Crecimiento objetivo
fijado por el gobierno chino: 7%
Sobre bases tales, es razonable que se observen con atención
las posibles implicaciones de las decisiones adoptadas por las
autoridades de aquel país, tendentes a prevenir un excesivo
recalentamiento de esa economía; sobre todas las economías
asiáticas sin excepción, en primer lugar (casi la mitad del crecimiento
de las exportaciones en otros países del este de Asia
han ido a China durante los dos últimos años), pero también
sobre el resto del mundo, la de EE.UU. incluida.
Gráfico 8.
Aportación de China al crecimiento de la demanda mundial
en 2000-2004
PIB (medido PPA)
Importaciones*
Inversión en
capital fijo*
Consumo de
petróleo
Fuente: FMI; IEA; Ecowin
* en volúmen
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70%
La inquietud con que se contempla la gestión económica de
ese gigante todavía emergente se ve agudizada por la
debilidad de un sistema financiero que, en gran medida, ha
financiado ese crecimiento sin ajustarse a los estándares
de solvencia propios de las economías occidentales. La
prudencia con que elevaron en octubre los tipos de interés
(por primera vez desde 1995) y las mucho más tibias
señales de relajación del régimen cambiario que vincula de
forma prácticamente fija al yuan con el dólar de EE.UU. (en
8,28 yuan por dólar desde 1995), son piezas ciertamente
delicadas de un ajuste de consecuencias inciertas. Un
aterrizaje brusco significaría en este caso, no sólo una
contracción de la demanda, sino también, dada la significación
de las mutaciones sociales operadas en ese país,
una seria amenaza a la estabilidad política internacional.
Son razones que deberían obligar a medir las presiones
tendentes a la eliminación del régimen cambiario, sin duda
excesivamente rígido y defensivo ante la depreciación del
dólar estadounidense. La consecuencia del mismo no es
otra que esa impresionante acumulación de reservas,
por unos 600.000 millones de dólares (mayoritariamente
pasivos del tesoro americano).

63
Una venta precipitada de esos bonos no tendría precisamente
consecuencias favorables sobre el nivel de los tipos de interés
dentro y fuera de EE.UU. De ahí que, en lugar de un exceso de
susceptibilidad sobre las decisiones inversoras en el exterior
de ese país (incluida la adquisición de la división de ordenadores
personales de IBM o los planes de inversión en América
Latina), esa materialización inversora de los excedentes en
dólares haya que contemplarla como la necesaria homologación
como acreedor exterior de ese gigante. La aproximación
al Grupo de los Siete, habría que inscribirla igualmente en esa
dirección. La geopolítica, una vez más.
Petróleo con prima
Aunque de difícil estimación, la geopolítica también ha contribuido
al excesivo encarecimiento del crudo. A la pulsación de
la economía mundial, la de la energéticamente ineficiente
China incluida, ningún trabajo al respecto atribuye un precio
superior al ya importante en el entorno del los 30-35 dólares
el barril de Brent. El resto hasta la frontera de los 60 dólares
en que lo hemos visto, es temor: habría que imputarlo a los
diversos conflictos en la zona donde se bombea el 40% de las
exportaciones, la guerra en Irak de forma particular, y a otros
episodios como las tensiones políticas en Nigeria, Irán y
Venezuela. Como notable ha sido la ausencia de información
relevante acerca, por ejemplo, de las implicaciones de la
guerra en Irak sobre la capacidad de producción y exportación
de Arabia Saudita, sobre el alcance de los frecuentes ataques
terroristas en el país con el mayor volumen de producción y
las mayores reservas del mundo, y su incidencia en la estabilidad
política del mismo.
Ahora hemos sabido que los ingresos generados por Irak
procedentes del petróleo, cayeron más de un 15% en 2004
sobre el objetivo establecido por el gobierno interino. Los
elevados precios no pudieron compensar las pérdidas de
exportaciones debidas a los sabotajes y demás perturbaciones
en la producción, derivadas de un conflicto de consecuencias
mucho más severas que las inicialmente previstas.
La depresión de la renta que está produciendo el encarecimiento
de la principal materia prima, no ha sido todavía
suficiente para alterar de forma significativa el ritmo de
crecimiento de las grandes economías, pero su mantenimiento
en niveles relativamente elevados puede seguir haciéndolo en
2005. La menor dependencia de esa fuente de energía y la
muy importante eficiencia conseguida por la mayoría de las
economías de la OCDE en los últimos años, han sido causas
fundamentales de ese limitado impacto.
En el caso de las economías de la eurozona, la minoración de
la factura en dólares de esas importaciones ha sido una de las
muy pocas consecuencias favorables de la intensa apreciación
del euro en este año, aunque la evolución reciente, conduciéndose
hasta niveles de 1,20 euros por dólar, puede reducir ese
efecto favorable.
Desequilibrios y aniversario de
Bretton Woods
Menor era, sin embargo, la tranquilidad que transmitía la
depreciación del tipo de cambio del dólar estadounidense,
exponente más expresivo de la significación alcanzada por
los desequilibrios gemelos que exhibe esa economía. La
reelección de G. W. Bush no atenuó precisamente esas presiones
depreciadoras; las intensificaron en la medida en que los
operadores en los mercados financieros percibieron que la
política presupuestaria no experimentaría cambios de gran
significación, suficientes para reducir de forma significativa
los 521.000 millones de dólares en que se situaba el déficit
fiscal, frente a los ya considerables 375.000 millones de 2003.
Esa orientación fiscal es uno de los principales determinantes
de la ampliación hasta niveles sin precedentes del déficit
comercial, en el entorno de los 600.000 millones de dólares en
2004, que bien podría llegar a los 825.000 millones, según la
OCDE en 2006, en ausencia de cambios de significación en la
política presupuestaria (Gráfico 9).
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8

PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL A LA LUZ DE LOS NUEVOS PROBLEMAS
Déficit gemelos (EE.UU.)
Una magnitud de ahorro externo, la necesaria para su financiación,
que seguirá presionando a la baja sobre el precio del
dólar, en tanto no se perciban cambios de suficiente calado en
la política fiscal. La sostenibilidad de ese desequilibrio exterior,
no hizo falta que fuera recordada por el propio presidente de
la Reserva Federal a final de noviembre. Se pondrá tanto más
en peligro cuanto menor sea “el apetito” de los no estadounidenses
por activos denominados en esa moneda y cuanto más
se cuestione su papel como activo de reserva.
6%
4%
2%
0%
-2%
-4%
-6%
Fuente: Ecowin
G
Déficit fiscal
Déficit corriente
Previsión
-8
90 92 94 96 98 00 02 04 06
La gradual, aunque continua, elevación de los tipos de interés
en EE.UU. ha terminado por neutralizar parcialmente las tensiones
depreciadoras de la moneda americana. En lo que va de
2005, hasta finales de junio, han sido nueve las elevaciones de
los tipos federales, hasta el 3,25%, el nivel más elevado desde
septiembre de 2001. Una escalada que muy probablemente
no se dará por concluida hasta que esos tipos de referencia
alcancen, al menos, el 4%.
La inquietud de Alan Greenspan acerca de la evolución
cambiaria ya había sido transmitida por otros banqueros
centrales al sugerir la conveniencia de diversificar las divisas de
sus reservas, o por autoridades de países productores de
algunas materias primas, al hacer lo propio con la moneda de
denominación de las mismas, el petróleo de forma particular.
Por el momento, han sido mucho más explícitas las intervenciones
en los mercados de cambio, con el fin de contener la
depreciación, que ese cuestionamiento difícil de concretar
del papel del dólar en la escena económica y financiera
internacional.
La excepción más relevante la ha aportado el Banco Central
Europeo (BCE). La mayor apreciación relativa del euro frente
al dólar en el pasado año, no ha sido tanto el resultado de esa
aspiración al cambio de moneda-patrón, de consecuencias
prácticas todavía poco perceptibles, como de la inhibición.
A diferencia de las frecuentes e intensivas intervenciones
compradoras de dólares de sus colegas asiáticos, el BCE se
ha venido limitando a “intervenciones verbales”, a reconocer
con una retórica desigualmente efectiva los perjuicios que la
excesiva volatilidad podría ocasionar a las economías de la
eurozona. Esa desigual actuación ha sido la causante de que la
apreciación frente a la moneda europea haya sido significativamente
superior a la experimentada por el tipo de cambio
efectivo del dólar.
En ese contexto ha tenido lugar la conmemoración durante
2004 del sesenta aniversario de los Acuerdos de Bretton
Woods. Una ocasión para el balance de la cooperación económica
y financiera internacional que, más allá de algunas
ciertamente interesantes reuniones entre expertos (la organizada
por el Banco de España, de forma particular), apenas se ha
traducido en sugerencias aisladas de retomar el espíritu de los
Acuerdos del Plaza, para influir de forma coordinada en el
comportamiento de los mercados de divisas.
La arquitectura esencial diseñada en 1944 sigue vigente, aun
cuando el entorno haya cambiado sustancialmente, denunciando
la necesidad de su adecuación. La amplitud del número de
jugadores hoy activos en la escena internacional, la complejidad
de las relaciones entre ellos y la amplitud de los riesgos de
naturaleza verdaderamente global, son algunos de esos nuevos
elementos. La naturaleza, deudora, de la posición de inversión

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internacional neta de la principal economía del mundo, y su
inquietante cuantía (más de 3 billones de dólares, casi un
30% de su PIB, frente a los menos de 360.000 millones de
dólares de hace apenas ocho años), es la pieza que en 2004 ha
rodeado de mayor fragilidad a esa arquitectura ya cuestionada
por los episodios de crisis financieras internacionales que
caracterizaron el último cuarto del siglo pasado.
Con todo, en una perspectiva más amplia y distanciada,
2004 aparecerá como uno de los años que en mayor medida
contribuyó a la prolongación de una de las fases de
crecimiento de la economía mundial más favorables del último
cuarto de siglo.
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº8