El Protagonismo de las Materias Primas - Fundación Banco Santander

23
en la financiación monetaria de esos déficit públicos, han
pagado con sus derrotas políticas aquellas tentaciones. Ni
siquiera Argentina, en sus peores momentos del año 2002 y
2003, ha buscado un déficit fiscal para intentar paliar supuestamente
las tasas de pobreza. Por el contrario, ha acudido a la
ortodoxia fiscal.
El “triunfo” de la política fiscal financiera y dinámicamente sostenible
es un tema estructural importantísimo. Seguramente
hay espacios para mejorar cómo se consiguen los menores
déficit presupuestarios, cómo se recauda o cómo se gasta,
pero la idea de que los déficit fiscales son un instrumento del
desarrollo económico está totalmente desacreditada, no sólo
entre los políticos, sino también entre los ciudadanos, lo que
es más fundamental y, probablemente, más permanente. Y eso
tiene como consecuencia que, por primera vez, también en
tres décadas, América Latina tenga sus cuentas públicas casi en
negro: el déficit público está en torno al 3% y los superávit
primarios superan el 3,25% del PIB regional.
De la misma forma, las cuentas externas –la balanza de pagos
por cuenta corriente– también están en negro. América Latina,
que ha sido una región que ha necesitado recurrentemente
importar ahorro externo para crecer, está teniendo un superávit
corriente en torno al 1,5%, gracias a sus más de 70 mil
millones de US $ de superávit comercial. Obviamente, esta
situación –junto al triunfo de los regímenes de tipos de cambio
flexibles y los elevados niveles de reservas internacionales
acumulados 1 – sugiere que la región ha reducido fuertemente
sus vulnerabilidades externas.
¿Todo esto a qué conduce Pues conduce, fundamentalmente,
a que Latinoamérica esté en una buena situación. En todo
caso, mucho mejor que en el pasado. La región ha aprendido
muchas lecciones y ha creado instituciones. En definitiva, que la
prosperidad reciente no es mera “recuperación” tras la crisis
1. En los últimos tres meses, las reservas internacionales de la región han crecido en 16.000
millones de dólares, hasta los 215.000 millones de dólares. Es un nivel de reservas record que
sugiere que la región se está preparando para potenciales malos tiempos, una precaución que
tampoco era habitual en la zona.
de 1997-2002, ni siquiera un caso de excepcional buena
suerte. Todo lo contrario. Es el resultado de buenas políticas,
con buenas instituciones, que han aprovechado un entorno
internacional favorable.
La última de las preguntas es muy clara: ¿es esta prosperidad
sostenible Mi respuesta es igualmente contundente:
un proceso como éste sólo puede ser sostenible si se
invierte. Si se invierte en maquinaria, en infraestructuras, en
políticas sociales o en capital humano. Sin inversión, América
Latina –al igual que cualquier otro país– no será capaz de
mantener la prosperidad por muy exitosos que hayan sido
sus intentos de crear instituciones y de mantener políticas.
Por una sencilla razón: porque los costes de ser ortodoxo
cuando el crecimiento es bajo son muy altos. Lo que hace
que el grado de confrontación política al que se pueda llegar
sea inaceptablemente elevado y muy difícil de gestionar.
Para crecer hay que invertir. Quizás no tanto como China
–hasta el 45% del PIB– pero sí al menos un 25% del PIB.
Y América Latina invierte menos que el mundo. El porcentaje
de inversión sobre el PIB en Asia es un 35%, en los países
desarrollados un 20,4% y en América Latina apenas un
19,4%. A América Latina le hacen falta entre 5 y 6 puntos
porcentuales del PIB de mayor inversión. Una parte de esos
6 puntos porcentuales –quizá 1/3, es decir, entre 1,5 y 2
puntos porcentuales– deberían venir de la recuperación de
los flujos de inversión directa, pero el resto –3 ó 4 puntos
porcentuales– tendría que venir de la recuperación de los
flujos de inversión endógenos de los países, y ello porque
sus empresarios y ciudadanos recuperen la confianza en el
futuro de la región y tomen riesgos para posicionarse en
ese horizonte.
Hay un elemento novedoso que, en este contexto, mueve al
optimismo. Una parte de esa inversión “interna” va a encontrar
fuentes también internas de financiación: los buenos
sistemas bancarios del área. Por primera vez, Latinoamérica
cuenta con sistemas bancarios solventes y con necesidad de
intermediar el mayor ahorro nacional posible. Es decir, con
Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Nº 8