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13. Segunda Fundación

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

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No hubo más batallas importantes, sino sólo unas cuantas escaramuzas accidentales<br />

de escasa consideración, y la <strong>Fundación</strong> no tuvo necesidad de hacer concesiones al<br />

redactar el tratado. Stettin conservaría su puesto, pero muy pocas cosas más. Su Flota<br />

fue desmantelada, sus posesiones fuera del sistema central recibieron la autonomía y la<br />

autorización de votar por el retorno a su posición primitiva: independencia total o<br />

confederación dentro de la <strong>Fundación</strong>.<br />

La guerra terminó oficialmente en un asteroide del sistema estelar de Términus, lugar<br />

de la base naval más antigua de la <strong>Fundación</strong>. Lev Meirus firmó por Kalgan, y Homir<br />

Munn fue un interesado espectador.<br />

Durante todo aquel período no vio al doctor Darell ni a ninguno de los otros. Pero no<br />

importaba mucho. Su noticia podía esperar, y, como siempre, pensar en ella distendía su<br />

rostro con una sonrisa.<br />

El doctor Darell regresó a Términus unas semanas después del Día de la Victoria, y<br />

aquella misma noche su casa sirvió de lugar de reunión para los cinco hombres que, diez<br />

meses atrás, habían trazado sus primeros planes.<br />

Prolongaron la cena y se demoraron con el café<br />

y los licores, como si estuviesen indecisos antes de abordar el viejo tema.<br />

Fue Jole Turbor quien, contemplando el fondo oscuro de su copa de licor, murmuró,<br />

más que dijo:<br />

—Bien, Homir, tengo entendido que ahora es un hombre de negocios. Ha llevado bien<br />

los asuntos.<br />

—¿Yo? —Muna soltó una alegre carcajada. Por alguna razón, no había tartamudeado<br />

durante meses—. No he tenido nada que ver con todo ello. Fue Arcadia. A propósito,<br />

Darell, ¿cómo está? Me han dicho que vuelve de Trántor.<br />

—Es cierto —repuso Darell con voz tranquila—. Su nave llegará esta misma semana.<br />

Miró a los otros con ojos observadores, pero sólo hubo confusas exclamaciones de<br />

alegría. Nada más, Turbor dijo:<br />

—Entonces, todo se ha acabado. ¿Quién hubiera adivinado todo esto hace diez<br />

meses? Munn fue a Kalgan y ha regresado. Arcadia ha estado en Kalgan y Trántor y no<br />

tardará en volver. Ha habido una guerra y la hemos ganado. Nos dicen que se puede<br />

pro• decir los grandes giros de la historia, pero parece inconcebible que todo lo ocurrido<br />

recientemente, con su gran confusión para los que lo hemos vivido, haya sido predicho.<br />

—Tonterías —intervino agriamente Anthor—. ¿Y por qué este acento triunfal, si se<br />

puede saber? Habla usted como si realmente hubiéramos ganado una guerra, cuando de<br />

hecho sólo hemos ganado una simple reyerta que ha distraído nuestras mentes del<br />

verdadero enemigo.<br />

Hubo un incómodo silencio, en el que la sonrisa de Homir Munn fue la única nota<br />

discordante.<br />

Anthor descargó un puñetazo sobre el brazo de su sillón.<br />

—Sí, me refiero a la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>. Nadie la menciona, y si mi juicio es correcto,<br />

todos se esfuerzan para no pensar en ella. ¿Acaso esta falsa atmósfera de victoria que<br />

reina en este mundo de idiotas es tan atractiva que se sienten obligados a participar en<br />

ella? Entonces, den saltos mortales, hagan proezas atléticas, golpéense unos a otros en<br />

el hombro y arrojen confeti por la ventana. Hagan lo que quieran, hasta que lo hayan<br />

celebrado, y cuando ya no puedan más y vuelvan a ser ustedes mismos, vengan y<br />

discutiremos el problema, que sigue existiendo exactamente igual que hace diez meses,<br />

cuando vinieron aquí mirando por encima del hombro, temiendo no sabían qué. ¿Creen<br />

realmente que las supermentes de la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong> son menos temibles porque<br />

han derrotado a un insensato dictador?<br />

Hizo una pausa, con el rostro enrojecido, jadeando.<br />

Munn preguntó con voz serena:<br />

—¿Quiere escucharme ahora, Anthor, o prefiere seguir con su papel de airado<br />

conspirador?<br />

—Di lo que quieras, Homir —intervino Darell—, pero procuremos todos abstenernos<br />

de utilizar un lenguaje excesivamente florido. Es muy bonito cuando viene a cuento,<br />

pero en estos momentos me fastidia.<br />

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