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13. Segunda Fundación

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

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¿Qué debía hacer? ¿Qué debía hacer?<br />

Fue en aquel momento cuando comprendió que era una niña estúpida, muy estúpida,<br />

separada de su padre y muy asustada. Tenía los ojos llenos de lágrimas, y en el fondo<br />

de su garganta se movía un grito pequeño e inaudible que le producía dolor.<br />

No temía que el Señor Stettin la capturase. La Señora Callia se encargaría de que no<br />

lo consiguiera. ¡La Señora Callia! Vieja, gorda, estúpida, pero con dominio sobre el<br />

dirigente, a pesar de todo. ¡Oh, qué claro estaba todo ahora! Todo estaba claro.<br />

El té que tomó con Callia, cuando se creyó tan lista. ¡La lista pequeña Arcadia! Algo<br />

en su interior le produjo náuseas. El té había sido una maniobra, y probablemente<br />

Stettin había sido persuadido para que permitiese a Homir inspeccionar el palacio. Ella,<br />

la necia Callia, lo había querido así, y maniobrado para que la lista y pequeña Arcadia le<br />

suministrase una excusa válida, una excusa que no despertase sospechas en las mente::<br />

de las víctimas e implicase un mínimo de interferencia por parte de ella.<br />

Entonces, ¿por qué Arcadia estaba libre? Homir era un prisionero, por supuesto...<br />

A menos que...<br />

A menos que la enviaran a la <strong>Fundación</strong> como un cebo..., un cebo para conducir a<br />

otros a manos de... ellos.<br />

Así pues, no podía volver a la <strong>Fundación</strong>...<br />

—El espaciopuerto, señorita.<br />

El aerotaxi había aterrizado. ¡Qué extraño! Ni siquiera lo había advertido.<br />

Se movía como en un sueño.<br />

—Gracias.<br />

Le entregó el billete sin ver nada, bajó del vehículo y echó a correr por la pista<br />

elástica.<br />

Luces. Hombres y mujeres indiferentes. Grandes y brillantes tableros de información,<br />

con los números móviles que indicaban todas las llegadas y salidas de las astronaves.<br />

¿Adónde iba? No le importaba. ¡Lo único que sabía era que no iba a la <strong>Fundación</strong>!<br />

Cualquier otro lugar le serviría.<br />

¡Oh, gracias, Seldon, por aquel momento de olvido! Gracias por el efímero segundo<br />

en que Callia<br />

había olvidado su comedia y expresado su burla porque sólo trataba con una niña.<br />

Y entonces se le ocurrió otra cosa, algo que se había estado gestando en la base de<br />

su cerebro desde que comenzara a huir, algo que mató para siempre la inocencia de sus<br />

catorce años.<br />

Y comprendió que debía escapar.<br />

Aquello sobre todo. Aunque localizaran a todos los conspiradores de la <strong>Fundación</strong>,<br />

aunque cogieran a su propio padre, no podía, no se atrevía a dar el menor aviso. No<br />

podía arriesgar su propia vida —ni en lo más mínimo— aunque fuera por todo el Reino<br />

de Términus. Ella era la persona más importante de la Galaxia. Era la única persona<br />

importante de la Galaxia.<br />

Lo comprendió mientras se detenía ante la máquina de los billetes y se preguntaba<br />

adónde iría. Porque en toda la Galaxia, ella, y sólo ella, a excepción de ellos mismos,<br />

conocía la localización de la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>.<br />

15. A TRAVES DE LA REJA<br />

TRANTOR.—A mediados del Interregno, Trántor era una sombra. En medio de las<br />

colosales ruinas vivía una pequeña comunidad de granjeros...<br />

Enciclopedia Galáctica<br />

No hay nada ni nunca ha habido nada parecido a un bullicioso espaciopuerto de la<br />

capital de un populoso planeta. Están los enormes aparatos, descansando<br />

majestuosamente sobre sus emplazamientos. Si se elige bien el momento, puede<br />

contemplarse la impresionante vista del gigante perdiendo altura y posándose en su<br />

lugar, o todavía más escalofriante, la salida a ritmo creciente de una burbuja de acero.<br />

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