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13. Segunda Fundación

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

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esperando mientras parloteaba con Pritcher, cuando podía haberle derribado y tomado<br />

su pistola sin el menor esfuerzo físico? Me estaba esperando a mí, ¿verdad? Estaba<br />

esperando para saludarme en una situación que no despertara mis sospechas. Ha sido<br />

una lástima que no hiciera falta despertarlas. Yo le conocía a usted, le conocía muy bien,<br />

Channis de la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>. Pero ¿qué está esperando ahora? Aún sigue<br />

lanzándome palabras a la cara desesperadamente, como si el mero sonido de su voz<br />

pudiera. inmovilizarme. Y todo el rato, mientras habla, algo en su mente espera, espera<br />

y aún sigue esperando. Pero no vendrá nadie, no se presentará ninguno de sus aliados.<br />

Ha estado solo aquí, Channis, y continuará solo. ¿Sabe por qué? Porque su <strong>Segunda</strong><br />

<strong>Fundación</strong> cometió un tremendo error de cálculo en lo que a mí respecta. Conocí su plan<br />

muy pronto. Ellos pensaban que yo le seguiría a usted hasta aquí y caería en sus garras.<br />

Usted sería el señuelo, un señuelo para un pobre y débil mutante tan ambicioso de<br />

fundar un Imperio que caería a ciegas en una trampa tan obvia. Pero ¿acaso soy ahora<br />

su prisionero? Me pregunto si se les ocurrió pensar que yo no vendría hasta aquí sin mi<br />

Flota, contra cuya artillería están total y vergonzosamente indefensos. ¿No se les ocurrió<br />

pensar que yo no me detendría a discutir o a esperar acontecimientos? Mis naves se<br />

lanzaron contra Tazenda hace doce horas, y ya han cumplido su misión. Tazenda es un<br />

montón de ruinas; sus centros de población han sido arrasados. No hubo resistencia. La<br />

<strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong> ya no existe, Channis... y yo, un débil y repugnante monstruo, soy<br />

el dueño de la Galaxia.<br />

Channis no pudo hacer otra cosa que sacudir débilmente la cabeza.<br />

—No..., no...<br />

—Sí..., sí... —se burló el Mulo—. Y si usted es el último superviviente, lo cual es<br />

probable, no lo será por mucho tiempo.<br />

Entonces reinó un breve silencio, y Channis casi emitió un alarido al sentir el<br />

repentino dolor de la terrible penetración en los tejidos más profundos de su cerebro.<br />

El Mulo se retiró y dijo en un susurro:<br />

—No es suficiente. No ha pasado la prueba, después de todo. Su desesperación es<br />

fingida. Su miedo no es el que lleva implícito la destrucción de un ideal, sino el<br />

insignificante miedo de la destrucción personal.<br />

La débil mano del Mulo agarro el cuello de Channis con escasa fuerza, y, sin embargo,<br />

Channis no pudo desasirse de la presa.<br />

—Usted es mi póliza de seguro, Channis. Es mi director y mi salvaguarda contra<br />

cualquier subestimación que yo pueda hacer.<br />

Los ojos del Mulo se clavaron en él, insistentes, exigentes...<br />

—¿He calculado bien, Channis? ¿He sido más inteligente que los hombres de su<br />

<strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>? Tazenda está destruida, Channis, tremendamente destruida. ¿Por<br />

qué, pues, es fingida su desesperación? ¿Dónde está la realidad? ¡Necesito la realidad y<br />

la verdad! Hable, Channis, hable. ¿Acaso no he penetrado con la suficiente profundidad?<br />

¿Existe todavía el peligro? Hable, Channis. ¿Qué error he cometido?<br />

Channis sintió que las palabras se le escapaban de la boca; las pronunciaba contra su<br />

voluntad. Apretó los dientes para detenerlas. Se mordió la lengua. Puso en tensión todos<br />

los músculos de su garganta.<br />

Pero salieron —en un jadeo— arrancadas por la fuerza y escapando a pesar de la<br />

enorme voluntad que oponía a su paso.<br />

—La verdad —jadeó—, la verdad...<br />

—Sí, la verdad. ¿Qué falta por hacer?<br />

—Seldon fundó la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong> aquí. Aquí, tal como le he dicho. No he<br />

mentido. Los psicólogos llegaron y pusieron bajo su control a la población nativa.<br />

—¿De Tazenda? —El Mulo penetró profundamente en la tortura emocional del otro<br />

desgarrándola brutalmente—. Ya he destruido Tazenda. Usted sabe a qué me refiero.<br />

Dígamelo.<br />

—No he dicho Tazenda, he dicho que los de la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong> podían no ser los<br />

que estaban aparentemente en el poder. Tazenda es la pantalla...<br />

—Las palabras eran casi indescifrables, y se formaban contra toda la fuerza de la<br />

voluntad de Channis—. Rossem... Rossem... Rossem es el mundo...<br />

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