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13. Segunda Fundación

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

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hombre horrible, Stettin; no me explico cómo dejan vivir a personas como él. Mató a<br />

aquel anciano, ¿cómo se llamaba? ¡Ah, sí! Thallos, y ahora pretende ser dueño de todo.<br />

No comprendo por qué quiere atacarnos. Seguramente perderá..., siempre pierden.<br />

Quizá todo esté en el Plan; pero a veces pienso que debe ser un plan muy malvado para<br />

permitir tantas guerras y matanzas, aunque esto no quiere decir que critique a Hari<br />

Seldon, que debía saber muchas más cosas que yo, y quizá sea una insensatez dudar de<br />

él. Y esa otra <strong>Fundación</strong> también tiene la culpa. Podría detener a Kalgan ahora y hacer<br />

que todo fuese bien. Lo hará de todos modos al final, así que sería más lógico que lo<br />

hiciese ahora, antes de que ocurra una catástrofe.<br />

El doctor Darell levantó la vista.<br />

—¿Decías algo, Poli?<br />

Poli abrió mucho los ojos, y luego contestó, despechada:<br />

—Nada, doctor, absolutamente nada. No tengo nada que decir. Una preferiría morirse<br />

antes que decir una palabra en esta casa. Ir todo el día de un lado para otro, y cuando<br />

intentas decir algo... —y continuó rezongando.<br />

El silencio de Poli impresionó tan poco a Darell como su discurso.<br />

¡Kalgan! ¡Tonterías! ¡Un enemigo meramente físico! ¡Esos siempre eran derrotados!<br />

No obstante, le resultaba imposible mantenerse al margen de la actual y estúpida<br />

crisis. Siete días antes, .el alcalde le había propuesto ser Administrador de la<br />

Investigación y el Desarrollo. Darell había prometido darle una respuesta aquel mismo<br />

día.<br />

Bien...<br />

Se removió, intranquilo. ¿Por qué precisamente él? Y, sin embargo, ¿podía rehusar?<br />

Parecería extraño, y no se atrevía a hacer nada que pareciese raro. Después de todo,<br />

¿qué le importaba Kalgan? Para él sólo existía un enemigo, y siempre había sido el<br />

mismo.<br />

Mientras su esposa vivía, no le importó rehuir la tarea, ocultarse. ¡Aquellos largos y<br />

tranquilos días en Trántor, rodeados de las ruinas del pasado! ¡El silencio de un mundo<br />

destrozado y la serenidad de su vida!<br />

Pero ella había muerto. Su matrimonio sólo duró<br />

cinco años; y después comprendió que sólo podría vivir luchando contra aquel vago y<br />

temible enemigo' que le privaba de su dignidad de hombre al controlar su destino, que<br />

convertía la vida en una triste lucha contra un fin predestinado, que hacía de todo el<br />

universo un juego de ajedrez odioso y mortal.<br />

Podía llamarse sublimación —de hecho, él as¡ lo llamaba—, pero la lucha daba algún<br />

significado a su vida.<br />

Primero fue a la Universidad de Santanni, donde se asoció con el doctor Kleise.<br />

Habían sido cinco años bien aprovechados.<br />

Y, no obstante, Kleise era solamente un coleccionista de datos. No podía tener éxito<br />

en la verdadera tarea; y cuando Darell lo comprendió con seguridad, supo que había<br />

llegado el momento de irse.<br />

Kleise podía haber trabajado en secreto, pero necesitaba hombres con quienes<br />

trabajar. Disponía de alumnos cuyos cerebros sondeó. Tenía una Universidad que le<br />

respaldaba. Todo esto eran debilidades.<br />

Kleise no podía comprender aquello; y él, Darell, no podía explicárselo. Se separaron<br />

como enemigos. Así tuvo que ser; era preciso que le abandonase como quien. renuncia,<br />

por si se daba el caso de que alguien le estuviera vigilando.<br />

Mientras Kleise trabajaba con gráficos, Darell trabajaba con conceptos matemáticos<br />

en las profundidades de su mente. Kleise trabajaba con mucha gente; Darell, con nadie.<br />

Kleise en la Universidad; Darell, en la paz de una casa de los suburbios.<br />

Y ya estaba llegando.<br />

Un hombre de la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong> no es humano en lo que respecta a su cerebro.<br />

El fisiólogo más inteligente, el neuroquímico más sutil, podía no detectar nada... y, sin<br />

embargo, la diferencia existía. Y como esta diferencia se encontraba en la mente, era allí<br />

donde debía ser detectable.<br />

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