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13. Segunda Fundación

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

Segunda Fundación es el tercer libro de la Trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov. En él se descubre el paradero de la Segunda Fundación así como las capacidades de sus miembros.

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—Correcto, y eso fue una victoria momentánea por su parte, pero tuve tiempo de<br />

arrancar la verdad a<br />

su hombre, Channis, y de comprender que tal verdad podía existir.<br />

—Y nosotros, hombre de mente sutil, aunque no lo suficiente, comprendimos que<br />

usted querría dar un paso más, y por ello preparamos a Bail Channis.<br />

—Esto es totalmente falso, porque yo le vacié el cerebro como se despluma una<br />

gallina. Se lo registré, y cuando dijo que Rossem era la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>, era la<br />

verdad fundamental, pues en su cerebro no había ni una grieta microscópica donde<br />

pudiera ocultarse un engaño.<br />

—Cierto, y esto no hace más que corroborar nuestro acierto. Porque ya le he dicho<br />

que Bail Channis fue un voluntario. ¿Sabe usted qué clase de voluntario? Antes de que<br />

abandonase nuestra <strong>Fundación</strong> para dirigirse a Kalgan y acercarse a usted, se sometió a<br />

una cirugía emocional de naturaleza muy drástica. ¿Cree usted que era suficiente<br />

engañarle? ¿Cree que Bail Channis, con su mente intacta, hubiera podido engañarle? No,<br />

engañamos al propio Bail Channis por necesidad y con su consentimiento. Bail Channis<br />

está honradamente convencido de que Rossem es 'a <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>. Y durante tres<br />

años, los hombres de la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong> hemos construido la apariencia de este<br />

hecho aquí, en el Reino de Tazenda, esperándole a usted. Y hemos conseguido nuestros<br />

propósitos, ¿verdad? Penetró usted hasta Tazenda, y después hasta Rossem..., pero ya<br />

no puede ir más allá.<br />

El Mulo se había puesto en pie.<br />

—¿Se atreve a decirme que Rossem tampoco es la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>?<br />

Channis, tendido en el suelo, sintió que sus vínculos se rompían para siempre, gracias<br />

a una corriente de fuerza mental procedente del Primer Orador. Con gran esfuerzo se<br />

levantó, y emitió una larga e incrédula exclamación:<br />

—¿Dice que Rossem no es la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>? Los recuerdos de su vida, los<br />

conocimientos de su mente... todo daba vueltas a su alrededor, en medio de una gran<br />

confusión. El Primer Orador sonrió.<br />

—Como ve, Primer Ciudadano, Channis está tan<br />

asombrado cómo usted. Por supuesto que Rossem no es la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>.<br />

¿Acaso estamos tan locos como para conducir a nuestro enemigo más fuerte y peligroso<br />

hasta nuestro propio mundo? ¡Oh, no! Deje que su Flota bombardee Rossem, Primer<br />

Ciudadano, si ello le satisface. Que destruya todo lo que pueda, porque los únicos a<br />

quienes puede matar somos Channis y yo mismo, y eso no mejorará mucho la situación<br />

para usted.<br />

»La expedición a Rossem de la <strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong>, que ha trabajado aquí durante<br />

tres años y ha sido dirigida temporalmente por los Ancianos, embarcó ayer para regresar<br />

a Kalgan. Naturalmente, evadirán a su Flota, y llegarán a Kalgan por lo menos un día<br />

antes que usted, por lo cual puedo decirle todo esto. A menos que dé una contraorden, a<br />

su regreso encontrará un Imperio en rebeldía, un reino desintegrado, y los únicos<br />

hombres leales que le quedarán serán los que componen su Flota. Como ve, sus<br />

adversarios los superarán astronómicamente en número. Además, los hombres de la<br />

<strong>Segunda</strong> <strong>Fundación</strong> visitarán a sus astronautas y se asegurarán de que usted ya no<br />

pueda convertir a ninguno de ellos. Su Imperio ha terminado, mutante.<br />

Lentamente, el Mulo bajó la cabeza, y la ira y la desesperación inundaron su mente<br />

por completo. —Sí. Demasiado tarde..., demasiado tarde. Ahora lo veo.<br />

—Ahora lo ve —repitió el Primer Orador—, y ahora no lo ve.<br />

En el momento en que la desesperación dejaba indefensa la mente del Mulo, el Primer<br />

Orador, preparado para aquel instante y seguro por anticipado de su naturaleza, entró<br />

en ella rápidamente. Una insignificante fracción de segundo bastó para consumar<br />

completamente el cambio.<br />

El Mulo levantó la vista y dijo:<br />

—¿De modo que he de volver a Kalgan?<br />

—Ciertamente. ¿Cómo se encuentra?<br />

—Perfectamente bien. —Frunció el ceño—. ¿Quién es usted?<br />

—¿Acaso importa?<br />

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