perdonarnos a nosotros mismos100Venían del Bruderhof, y cuando dije a la ligera: “Quisiera comprar unode sus libros, pero tengo un dólar no más”, ellos gustosamente loaceptaron. Ese dólar cambió mi vida. El libro no sólo me desafiaba entodos los aspectos de mi vida, sino que me dio respuestas positivasen mi búsqueda de libertad, paz y honestidad. Pronto me di cuenta deque todo lo que yo anhelaba se encontraba en el más radical de losrevolucionarios – en Jesucristo. Yo no lo estaba buscando a él, pero élsalía de cada página de aquel libro, y me llamaba.Los que me habían vendido el libro no sólo lo creían, sino que lovivían. Pertenecían a un grupo que trataba de llevar su mensaje a lapráctica. Simplemente tuve que visitar esa comunidad.Durante mi primera visita todavía fumé a escondidas mis cigarrillosde marihuana. Pero no me sentí amenazada. Le dije a un hermano quehabía otros caminos para encontrar a Dios. No se puso a discutir, perohoy todavía puedo ver la expresión en su cara cuando dio testimoniode Jesús, quien es el Camino, y no una mera persona.Más tarde abrí una Biblia. Al leer el Evangelio según San Mateo,descubrí que Jesús ama al alma enferma por el pecado. Me sentí comosi alguien me sacara de una fosa oscura y apestosa y me ofrecía unaalternativa: o vivir en la luz, o volver a la fosa.Yo había tenido un encuentro cara a cara con Jesús. Yo era la mujerque vino al pozo, y él sabía todo lo que yo había hecho en mi vida. Sentíuna culpa horrible; sin embargo, sabía que Jesús no me condenaba. Meamaba, aunque odiaba mi pecado. Y me purificaría de la sensación deculpa y confusión que me agitaba.El libro que compré por un dólar hablaba de la comunidad como deuna embajada donde mandan las leyes del reino de Dios, un lugar dedonde se desterró el pecado y rige el reino de Dios. Pude comprobaresto en la realidad. Ningún otro lugar podría haber realizado el cambiointerior y la sanación que yo necesitaba tan desesperadamente. Enningún otro lugar se me habría orientado una y otra vez hacia la cruz,en dirección opuesta a mi persona, a mi angustia. Todo esto me llevó aintegrarme a la comunidad. Fue un alivio descubrir que no era cuestiónde hacerse la santa, sino que se trataba de vivir una vida sencilla, práctica,accesible a todos, hombres y mujeres; una vida en la cual el pecado seencara, pero también se perdona de verdad.SETENTA VECES SIETEespanol.bruderhof.com
perdonarnos a nosotros mismos101A <strong>veces</strong> una nube de depresión todavía quiere envolverme, peroestoy rodeada de gente que me levanta y me ayuda a empezar denuevo. Estos hermanos y hermanas están para ayudar a cualquiera,especialmente al que necesite amor, perdón y esperanza.En el Evangelio según San Lucas, leemos que ama mucho quien muchoperdón ha recibido. ¡Cuántas <strong>veces</strong> uno se olvida del dolor y de lasanación por los cuales ha pasado, y cierra los ojos al sufrimiento delos demás! Que el perdón tiene que ser más que un gesto, lo demuestranlas historias de Delf y Diane y, en cierto modo, todas las quefiguran en este libro. Más aun, la actitud de perdonar debe convertirseen una forma de vivir.david, un excombatiente en Vietnam al igual que John Plummer, esun hombre callado y dulce, que ama a los niños y a los caballos. Sinembargo, en los cinco años que lo conozco me he enterado de quees un hombre atormentado por acontecimientos de hace más deveinte años.Pienso mucho en la muerte. Las muertes que he causado y el deseode mi propia muerte me acompañan día tras día. Me paso haciendochistes con mis compañeros de trabajo; es algo que tengo que hacerpara ocultar el dolor, y para huir de mis pensamientos…Necesitoreírme. La risa aleja la tristeza.Pero no puedo amar. Me falta parte del alma, y parece que nunca lavoy a recuperar. No sé si jamás podré perdonarme a mí mismo portodo lo que he hecho. Vivo de un día para otro, pero todo el tiempoestoy cansado, muy cansado. ¿Algún día acabará? No veo cómo. Ya llevomás de veinticinco años así.A personas como David a menudo se les recomienda una terapiaformal, que se reúnan con otros que tuvieron experiencias parecidas,SETENTA VECES SIETEespanol.bruderhof.com